Cowra

Nonsei

19-05-2009

El Campo de Prisioneros de Guerra Nº 12

El trato que los australianos dieron a sus prisioneros de guerra fue en general más que correcto, de acuerdo siempre a la convención de Ginebra. Incluso permitieron a miles de prisioneros italianos trabajar en granjas sin ningún tipo de vigilancia. En el momento de los sucesos de Cowra las autoridades australianas estaban considerando dar trabajo también a los prisioneros japoneses. En agosto de 1944 había en Australia 14.720 prisioneros de guerra italianos, capturados principalmente en la campaña del norte de Africa, 1.585 alemanes, en su mayoría marinos mercantes o de la Kriegsmarine, y 2.223 japoneses, incluyendo 544 marinos mercantes. Estaban repartidos en 28 campos de internamiento.

Cowra era un distrito agrícola de Nueva Gales del Sur, a unos 300 km al oeste de Sydney, con una población aproximada de 3.000 personas. A unos kilómetros del pueblo se encontraba el campo de prisioneros de guerra Nº 12, el mayor de Australia, donde estaban internados unos 4.000 hombres, militares y civiles pertenecientes a países del Eje y algunos indonesios detenidos a petición de las autoridades de las Indias Orientales Holandesas acusados de colaborar con el enemigo.

Fotografía de prisioneros japoneses jugando al béisbol en Cowra,

tomada en 1 de julio de 1944 con fines propagandísticos

El campo de prisioneros de guerra Nº 12 ocupaba un área de más de treinta hectáreas. Tenía una forma octogonal, dividido en cuatro partes por dos carreteras de 700 metros de largo, conocidas como “No Man’s Land” (que iba en sentido este-oeste y tenía 10 metros de ancho, incluidas las alambradas que lo delimitaban) y “Broadway” (llamada así por su iluminación nocturna, que servía de camino de acceso al campo y vía principal, tenía una anchura de 45 metros y lo recorría en dirección norte-sur). Dos de los sectores, los llamados A y C, acogían a los prisioneros de guerra italianos, que sumaban aproximadamente la mitad del total, y a los indonesios. En el sector D estaban los oficiales japoneses junto a los prisioneros de Formosa y Corea, que servían en su mayoría como auxiliares en el ejército japonés. Los prisioneros del sector B eran todos japoneses. Eran un total de 1.104 hombres, todos ellos suboficiales y tropa, capturados en su mayoría en Nueva Guinea y las islas Salomon. Fue en este último bloque donde estalló la rebelión.

Vista general del campo de prisioneros de guerra de Cowra

Aunque los prisioneros de guerra eran tratados de acuerdo con la convención de Ginebra, la relación entre los presos japoneses y sus guardias era difícil, a causa de las grandes diferencias culturales. A diferencia de los italianos, que aceptaban con normalidad su condición de prisioneros y se limitaban a esperar pacientemente el fin de la guerra, los soldados japoneses capturados se sentían avergonzados de su condición. Muchos daban nombres falsos para evitar a sus familias la humillación de saber que habían sido hechos prisioneros. Sin embargo, en un principio las medidas de seguridad en el campo no eran demasiado estrictas. Las autoridades pensaban que cualquier intento de fuga no tenía ninguna posibilidad de éxito, por lo que era muy improbable que se produjesen (¿a dónde iba a ir un fugitivo japonés en una zona rural del sur de Australia?). Alrededor del perímetro del campo había tres vallas, con metros de alambradas entre ellas. El campo contaba con seis torres de vigilancia, de casi nueve metros de altura. El perímetro estaba regularmente recorrido por guardias armados. Como consecuencia de una rebelión de prisioneros japoneses en el campo de prisioneros de guerra de Featherston, en Nueva Zelanda, en febrero de 1943, se reforzó la seguridad en Cowra. Se instalaron ametralladoras Vickers y se dotó a la guarnición de algunas ametralladoras ligeras Lewis. Hasta entonces los guardias sólo contaban con sus fusiles. La guardia del campo pertenecía al 22nd Garrison Battalion de la Milicia Australiana, formada en su mayoría por veteranos o jóvenes considerados físicamente incapaces para su servicio en el frente. Al mando estaba el teniente coronel Brown.

Vista de Broadway, el camino que dividía en dos el campo.

A la izquierda, los sectores B y C, a la derecha A y D

Nonsei

19-05-2009

La evasión

El 3 de junio de 1944 un prisionero coreano informó a los australianos de que se estaba preparando una fuga masiva. Según él los japoneses habían planeado atacar a la guarnición para hacerse con armas y municiones y escapar. A raíz de ese aviso aumentó la seguridad en el campo, aunque no ocurrió nada hasta que los australianos tomaron la decisión de trasladar a una gran parte de los hombres del serctor B a otro campo en Hay, Nueva Gales del Sur, unos 400 Km al oeste de Cowra. La convención de Ginebra disponía que los prisioneros debían ser informados de su traslado al menos 24 horas antes, y así se hizo el 4 de agosto (el traslado estaba previsto para el día 7), cuando el teniente coronel Brown se lo comunicó al comandante japonés del bloque B, el sargento mayor Kanazawa. Esa tarde Kanazawa convocó a una reunión a los veinte jefes de barracón para explicarles la situación y decidir la acción a seguir. Cuando el sargento Kanazawa propuso intentar una fuga masiva esa misma noche, comenzó una acalorada discusión que terminó finalmente cuando aceptaron la propuesta, aunque estuvo lejos de ser una decisión unánime.

Comenzaron entonces a prepararse para la rebelión. Se distribuyeron las armas disponibles y se dividió a los hombres en grupos a los que asignaron distintos objetivos. Se decidió que antes del inicio de la evasión los prisioneros incapacitados para participar en la fuga por lesión o enfermedad pudiesen suicidarse para salvar su honor. Algunos de los líderes de la rebelión también optaron por quitarse la vida cuando terminaron todos los preparativos sin llegar a participar directamente en el intento de fuga. Fue el caso del contramaestre Enji Kakimoto, piloto de caza de la Marina Imperial y as de la aviación japonesa, que se ahorcó en su barracón momentos antes del inicio de la rebelión.

Esa madrugada, poco antes de las 2, un japonés corrió a las puertas de campo y gritó lo que parecía ser una advertencia a los guardias. Entonces sonó una corneta japonesa. Esa era la señal convenida para el inicio de la rebelión (el corneta, Hajimi Toyoshima, un piloto de la Marina derribado en el raid contra Darwin, había sido el primer prisionero japonés capturado por los australianos en la guerra). Un guardia hizo un disparo de advertencia. Más guardias dispararon cuando una avalancha de presos, en cuatro grupos separados, gritando "Banzai", se abalanzaron sobre las alambradas. Dos de los grupos se dirigieron al perímetro exterior del campo, en las caras sur y oeste, los otros dos trataron de cruzar Broadway para llegar al sector D, donde se encontraban el resto de los prisioneros japoneses, y a los barracones de la guarnición australiana. Mientras tanto, los que no participaron en la primera oleada prendieron fuego a los barracones. Poco tiempo después, la mayor parte de los barracones del sector B estaba ardiendo. Los japoneses estaban armados con cuchillos, bates de béisbol, palos y estiletes hechos con alambre. Para atravesar las alambradas tiraban sobre ellas mantas y ropas de invierno. Se lanzaron al asalto a los puestos de ametralladoras armados únicamente con sus armas improvisadas, mostrando un desprecio suicida por la propia vida.

Armas recogidas por los guardias del campo tras la rebelión

Dos soldados, Benjamin Hardy y Ralph Jones, hicieron fuego con su ametralladora Vickers contra la primera oleada de asaltantes, pero no pudieron detenerlos, abrumados por la superioridad numérica, y acabaron muertos. Jones antes de morir logró quitar y ocultar el cerrojo del arma, inutilizándola e impidiendo así que los fugados pudiesen utilizarla contra los guardias. Por su acción, Hardy y Jones fueron condecorados póstumamente con la George Cross. 

Cuerpos junto a las alambradas. Estas están cubiertas por

las ropas y mantas que utilizaron los presos para saltar sobre ellas

Los intentos de atravesar Broadway fracasaron. Retenidos por un intenso fuego, unos 200 hombres se refugiaron en una zanja de la que sólo salieron al amanecer para rendirse. Por contra, la mayor parte de los prisioneros de los grupos que trataron de cruzar el perímetro exterior lograron escapar. Algunos se suicidaron o murieron a manos de sus compatriotas antes de lograr escapar. En total murieron durante la fuga tres guardias australianos y otros tres resultaron heridos. Además de los soldados Hardy y Jones, el tercer australiano muerto fue el soldado Charles Shepherd, que resultó herido de muerte en el asalto al perímetro de Broadway. El total de japoneses muertos fue de 209 hombres (31 de ellos se suicidaron, otros murieron en los incendios de los barracones). 298 presos resultaron heridos, algunos con heridas autoinfligidas tratando de quitarse la vida. Lograron escapar 359 prisioneros.

Cadáver de un prisionero japonés

Nonsei

19-05-2009

La captura de los fugados y la investigación posterior

En las operaciones de búsqueda de los fugados participaron la policía, la Real Fuerza Aérea Australiana, reclutas del Ejército (había un campo de entrenamiento cercano a Cowra, a tan sólo unos 3 km del campo) y mujeres del Australian Women’s Battalion, también con base en Cowra. Los últimos fugados vivos fueron capturados 10 días después de la evasión; algunos llegaron hasta Eugowra, a más de 50 km de distancia de Cowra. La mayoría se rindieron sin ofrecer resistencia, incluso se dieron casos (al menos dos) de fugitivos capturados por civiles. Otros, unos 25 hombres, se suicidaron antes de ser capturados. Dos de ellos se tiraron bajo un tren, otros muchos se colgaron.

Entre la población civil australiana no hubo ninguno herido ni muerto, ya que los líderes de la fuga habían prohibido a sus hombres hacer daño a los civiles australianos. El único muerto en las operaciones de captura de los prisioneros fue el teniente Harry Doncaster, del 19th Australian Infantry Training Battalion, asesinado a once kilómetros al norte de Cowra. El teniente Doncaster y los soldados Hardy, Jones y Shepherd, muertos en Cowra, son las únicas bajas que ha tenido el ejército australiano por acción del enemigo en suelo australiano en toda su historia.

Una de las anécdotas que se cuentan es la de la señora Weir, que se negó a entregar a los dos fugitivos que se habían refugiado en su granja (y que llevaban varios días sin comer) hasta que no hubiesen tomado té con panecillos. Décadas después los dos japoneses visitaron a la familia de la señora Weir para agradecerles su hospitalidad.

Funeral por los soldados australianos muertos.

La fuga de Cowra fue la mayor evasión masiva de la historia militar moderna, y también la más sangrienta. La investigación oficial de los hechos exculpaba totalmente a los responsables del campo de la masacre. Los informes de la investigación fueron leídos a la Cámara de Representantes australiana por el Primer Ministro John Curtin en 8 de septiembre de 1944. Sus conclusiones fueron:

  • El campo cumplía con la convención de Ginebra y las condiciones de vida de los prisioneros eran buenas.

  • Antes del incidente no hubo ninguna queja por el trato recibido por parte de los prisioneros japoneses o en su nombre. La rebelión parecía ser el resultado de un proyecto premeditado y previamente preparado.

  • Las acciones de la guarnición australiana al resistir el ataque evitaron una mayor pérdida de vidas, y el fuego cesó tan pronto como recobraron control.

  • Muchos de los muertos se habían suicidado o habían sido asesinados por otros prisioneros, y muchos de los japoneses que resultaron heridos se habían autoinfligido las heridas.

Conclusiones oficiales aparte, lo cierto es que el auténtico objetivo de los planificadores de la evasión, más que tener éxito en la fuga, era tener la oportunidad de encontrar una muerte honrosa. Masaru Morki, un superviviente, escribió más tarde, "Como soldados japoneses, tuvimos que elegir la muerte. No podíamos segur viviendo indefinidamente con la vergüenza de haber sido capturados... Nosotros nos guiábamos por el Código del Combatiente, el núcleo de la disciplina militar”. El Código del Combatiente japonés consideraba una vergüenza para el soldado japonés ser capturado vivo. Un oficial del 22nd Garrison Battalion escribió posteriormente: “No comprendieron los artículos de la convención de Ginebra… nuestra adherencia estricta a sus términos simplemente les divertía y además les convenció de nuestra debilidad moral y espiritual. Ellos atribuyeron nuestro trato humanitario hacia ellos a un deseo de aplacarles…”. Para muchos japoneses lo que estaba detrás del buen trato que recibían de los australianos era el miedo oculto que les tenían, y no los sentimientos humanitarios.

El campo Nº 12 continuó funcionando hasta que los últimos prisioneros japoneses e italianos fueron repatriados en 1947.

La noticia de la evasión tal como apareció en la prensa

Nonsei

19-05-2009

Cowra hoy

Cowra ha sabido convertir el recuerdo de un suceso dramático en una reivindicación de paz entre las naciones, o si se prefiere (para los menos idealistas) en un reclamo turístico internacional. La ciudad mantiene un cementerio de guerra japonés, cuidado por las autoridades locales, contiguo al cementerio australiano donde descansan los caídos en combate de la localidad. En 1979 fue construido un jardín japonés en Bellevue Hill, diseñado por Ken Nakajima, un famoso diseñador de jardines de la época, siguiendo el estilo del período Edo, como homenaje a las víctimas de la evasión. En él se encuentra una Campana de la Paz japonesa, para simbolizar la convivencia pacífica entre los pueblos. Junto al jardín se encuentra un centro cultural japonés, con salas de exposiciones, una casa de té, un taller de alfarería y una casa de bonsáis. Está unido al cementerio por una carretera bautizada Avenida de Sakura, flanqueada por 2.000 cerezos.

El jardín japonés de Cowra:

*http://www.anzacday.org.au/history/ww2/anecdotes/cowra.html

http://www.ww2australia.gov.au/allin/breakout.html

http://en.wikipedia.org/wiki/Cowra_breakout

http://www.awm.gov.au/encyclopedia/cowra/doc.asp

http://www.hindu.com/thehindu/mag/2005/02/13/stories/2005021300250700.htm

http://www.migrationheritage.nsw.gov.au/exhibition/objectsthroughtime/bugle/*

Topp

19-05-2009

Me ha gustado muchísimo tu artículo, Nonsei. Desconocía por completo el hecho que has narrado, aunque no me ha sorprendido dada la mentalidad del soldado japonés en aquella época.

Y las fotos, preciosas.

Saludos.

Balthasar Woll

19-05-2009

Muy bueno Nonsei, conocia parte de los hechos que has contado pero no toda la historia.

Saludos

leytekursk

19-05-2009

Excelente trabajo Nonsei. Felicitaciones...

                Hermoso parque el construido en un lugar que vio tantas muertes.

                                                                  Saludos...

               

josmar

19-05-2009

Una narración muy emotiva, Nonsei, y las fotos del parque, ciertamente invitan a la paz ...interior...

Felicidades...

JOSEPHFRANCO

19-05-2009

Excelente informacion Nonsei,desconocia esta historia Felicitaciones por el aporte! Saludos

TITUS20050

21-05-2009

Nonsei muy pero muy interesante el articulo,como muchos desconocia totalmente este hecho poco divulgado,te felicito

m1 garand

02-06-2009

Magnífico trabajo,muchas gracias.

Ishihara

02-06-2009

Me gustó mucho 

Gracias

Lenz Guderian

03-07-2009

Felicitaciones por este articulo.

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