La India en la guerra

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12-03-2006

Al estallido de la guerra en 1939, el virrey lord Linlithgoe decide la entrada en la guerra sin consultar a ningún representante político del país. El movimiento nacional indio asume posturas opuestas en los enfrentamientos de los dominadores y de la nueva situación que se plantea en el escenario mundial. Gandhi, líder del Partido del Congreso, declara su oposición a la guerra en nombre del principio de no violencia, e inicia a finales de 1940 una campaña de desobediencia civil contra la participación forzosa del país en la guerra, que culmina con la encarcelación de 12000 indios. Mientras tanto, hay que contener la agotadora iniciativa de la Liga Musulmana – su líder Muhammad Alí Jinnah reclama la secesión del país y la constitución de un nuevo país (que en el momento de la independencia de la India en agosto de 1947 tomará el nombre de Pakistan) - , cuyos representantes ocupan en muchos Gobiernos provinciales los cargos dejados vacantes por miembros del Congreso, en protesta contra los ingleses. En el cenit de las victorias japonesas en Asia, Londres envía una misión para mediar en la efervescente realidad india. El Partido del Congreso sigue rechazando toda posibilidad de diálogo y relanza el slogan Quit India, “Marcharse de la India”, en impresionantes manifestaciones que terminan con decenas de miles de arrestados. En 1942 Gandhi será detenido durante dos años. A lo largo de las convulsas vicisitudes indias, el líder nacionalista Subhas Chandra Bose, que en 1939 había abandonado el Partido del Congreso e impulsado una campaña contra el pacifismo de Gandhi, inicia desde Alemania una actividad de propaganda contra los ingleses que busca la liberación de la India con la ayuda de Japón. El proyecto que lleva a la formación por parte de Bose de un Gobierno Provisional de la India libre coincide durante un tiempo con el plan de Tokio de incluir también, una vez ocupado el país, a la India en la “esfera de prosperidad de la gran Asia oriental”. Bose organiza tres divisiones con soldados indios prisioneros, que lucharán del lado japonés. Sin embargo, el desarrollo de la guerra hará que se desvanezca el plan de Bose, que muere en 1945, tras la rendición de sus fuerzas en Birmania. Al final de la guerra, la hostilidad entre la Liga Musulmana y el Congreso resultará insoluble. La joya de la Corona de Asia quedará fuera de la esfera de Coprosperidad japonesa y, durante el conflicto, más de dos millones de indios lucharán en el Ejército inglés.

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14-03-2006

Yo creo que lo que pasa es que Hitler era cerradamente nacionalista, y en el más elástico de los casos, apenas un europeo. Odiaba a su patria natal, el Imperio Austríaco habsburgués precisamente por su cosmopolitismo. El "imperio colonial hitleriano" no rebasaría el Ural y se limitaba a Europa Oriental y las estepas rusas hasta el Cáucaso. Más allá de eso, el mundo era "terra incognita" para Hitler, quien no se precipitó a arrebatarle sus colonias a Francia y gustoso hubiera dejado  intacto en manos de Inglaterra el mundo colonial británico, a cambio de manos libres en Europa del Este. La desgracia de Alemania fue que Hitler (como anteriormente el Kaiser) era en realidad un admirador secreto de Gran Bretaña.

El "gran pecado" del nacionalsocialismo fue no haber sabido internacionalizarse, sino por el contrario, apostar demasiado por un nacionalismo racista y permanecer ciego ante esa cantera extraordinariamente rica que hubiera resultado la lucha anticolonialista (lo cual, en cambio, supo aprovechar muy bien la URSS durante y sobre todo después de la guerra). Este error garrafal lo vemos también en las inhibiicones de la dirigencia alemana en aprovechar, por ejemplo, el antisovietismo de ucranianos y los pueblos del Cáucaso.

Yo creo que en el fondo, Hitler se sentía el paladín centroeuropeo de Occidente y veía a Alemania comprometida en la salvación de Europa, de ahí sus inhibiciones de hacer causa común con intereses extracontinentales en detrimento de las potencias europeas, aunque estas fueran sus enemigas acérrimas.

Marcelo

15-03-2006

Los "Freies indien" manejando una pieza de artilleria.

Nonsei

08-05-2006

En vuestros comentarios todos hablais de Hitler, pero los que tenían que haber jugado la baza del anticolonialismo europeo en Asia eran los japoneses. De hecho lo hicieron, pero desde la ocupación de Corea y Manchuria lo tenían muy difícil para presentarse como liberadores ante los otros pueblos asiáticos. Lo de Bose fue una anécdota:

Bose organiza tres divisiones con soldados indios prisioneros, que lucharán del lado japonés.

La joya de la Corona de Asia quedará fuera de la esfera de Coprosperidad japonesa y, durante el conflicto, más de dos millones de indios lucharán en el Ejército inglés.

Numéricamente, su movimiento no era nada. La lucha antibritánica la monopolizaba el Partido del Congreso.

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09-05-2006

En realidad tienes toda la razón, los japoneses tenían ese papel de reivindicadores de la raza amarilla y del anticolonialismo europero.

Nonsei

10-05-2006

En su lenguaje, era la "esfera de coprosperidad de Asia oriental" que mencionas en el texto, y en un comienzo pudieron convencer a muchos, pero pronto los pueblos asiáticos vieron que el imperialismo japonés era peor que el europeo. La debilidad de las potencias coloniales en Asia, por la guerra en Europa, fue aprovechada por los movimientos independentistas para fortalecerse, y utilizada por los japoneses para debilitar aún más a los europeos, pero fue durante la ocupación japonesa cuando los nacionalismos de los distintos pueblos asiáticos se hicieron realmente fuertes, de forma que al acabar la guerra la descolonización de Asia era ya inevitable, y cuestión de pocos años. Japón libró a Asia del colonialismo, en cierto modo, pero no de la manera que ellos habrían querido: fue luchando contra los japoneses.

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10-05-2006

Sí, Asia se liberó por sus propios méritos y a costa de sangre, sudor y lágrimas, como diría Churchill, los japoneses impusieron un dominio ferreo y brutal sobre las zonas ocupadas, lo que fomentó ese sentimiento independentista como bien dices.

Nonsei

12-05-2006

La verdad es que las conquistas japonesas también ayudaron a hacer desaparecer el sentimiento de inferioridad que tenían los pueblos asiáticos frente a sus colonizadores. Por primera vez les veían débiles y derrotados, y frente a un enemigo también asiático. Luego la brutalidad de la ocupación japonesa hizo el resto.

Nonsei

20-02-2007

La situación de los británicos en la India no era fácil. Desde el final de la Primera Guerra Mundial el reclutamiento para el Ejército de la India y el Indian Civil Service no había hecho más que disminuir, y en 1939 los pocos miles de funcionarios y oficiales que todavía permanecían en la India tenían que gobernar un país de 400 millones de habitantes. El nacionalismo indio, que hasta hacía unos años estaba reducido a una pequeña elite intelectual, se había convertido en un movimiento de masas.

En 1885 los ingleses habían creado para esa minoría un partido que sirviese para canalizar sus aspiraciones y mantener un diálogo permanente y moderado con los gobernantes ingleses, el Partido del Congreso. Durante la Primera Guerra Mundial sus líderes, como la gran mayoría de los indios, apoyaron el esfuerzo de guerra británico con la esperanza de que tras la victoria serían recompensados y Gran Bretaña aceptaría sus demandas de mayor autogobierno. Pero ocurrió lo contrario, y a partir de 1919 se intensificó la represión de cualquier tipo de manifestación nacionalista. Entonces surgió la figura de Mohandas Gandhi, un abogado que cuando vivía en Sudáfrica había liderado la lucha por la discriminación que sufrían los indios en ese país. Gandhi ideó una serie de campañas de desobediencia civil que tuvieron un enorme éxito, convirtieron al nacionalismo indio en un movimiento de masas, al Partido del Congreso en una fuerza de millones de militantes, y a él mismo en un personaje de fama mundial.

Al comenzar la guerra los dirigentes del Partido del Congreso eran partidarios de la intervención de la India en ella a cambio de un compromiso británico de aceptar su independencia (en contra de la opinión de Gandhi, que rechazaba la guerra, y que rompió temporalmente con el partido). Pero Churchill se opuso totalmente a cualquier cesión. En su opinión, si Inglaterra perdía su imperio, pasaría a convertirse en una nación insignificante, y él iba a defender el Imperio Británico por encima de todo, para impedir que eso ocurriese. Sólo en 1942, cuando los japoneses amenazaban con la invasión desde Birmania, Churchill hizo la promesa de que tras la victoria la India conseguiría el estatuto de Dominio. El Partido del Congreso rechazó la oferta y pidió la independencia inmediata. Nació el slogan “Quit India” y una nueva campaña de desobediencia civil. Muchos creían que si los ingleses se iban los japoneses no tendrían ningún motivo para atacar. Gandhi, desde su ideología radicalmente contraria a la violencia, recomendó a su pueblo lo que ya había recomendado a los ingleses que luchaban contra Alemania: dejarse invadir, ponerse frente a las bayonetas de los invasores, y dejarse matar. Los japoneses acabarían desarmados ante la enormidad de su sacrificio y renunciarían ellos también a la violencia. Los dirigentes de su partido, más pragmáticos, se mantenían dispuestos a apoyar a que la India entrase en la guerra a cambio del compromiso de Churchill de aceptar su independencia. Los ingleses respondieron al desafío arrestando a Gandhi y los demás líderes del Partido del Congreso, y estaban dispuestos a mantenerlos en la cárcel mientras durase la guerra.

La represión contra el Partido del Congreso ayudó al fortalecimiento de otra fuerza política que había apoyado sin reservas a los ingleses y la participación de la India en la guerra: la Liga Musulmana. Casi la cuarta parte de los cuatrocientos millones de indios eran de religión musulmana. En enero de 1933 un indio musulmán llamado Rahmat Ali, un eterno estudiante de 40 años residente en Cambridge, había propuesto la creación de un estado que comprendiera las provincias indias de mayoría musulmana, e incluso inventó un nombre para ese muevo país: Pakistán, el país de los puros. La propuesta fue pronto aceptada por los líderes nacionalistas de la Liga Musulmana, aunque al principio parecía una idea tan utópica como las de Gandhi. Paradójicamente, mientras Gandhi hacía crecer al Partido del Congreso, también provocaba el crecimiento de la Liga Musulmana: Gandhi era “demasiado” hindú. Los musulmanes desconfiaban de un movimiento liderado por hindús y de su papel convertidos en una minoría religiosa en una India independiente. Durante la guerra, aprovechando el vacío dejado por el Partido del Congreso, debido a las detenciones y a la negativa a colaborar con los británicos, la Liga Musulmana aumentó enormemente su poder político.

La guerra provocó el crecimiento del nacionalismo indio y del separatismo musulmán, y aumentó la división entre las dos comunidades. Debilitó a Gran Bretaña, que llegó a 1945 agotada, sin fuerzas para mantener su dominio en un enorme país que parecía que iba a estallar de un momento a otro. El 15 de agosto de 1947, exactamente dos años después del armisticio japonés (no fue casualidad, Lord Mountbatten, comandante en jefe de las fuerzas aliadas en el sureste asiático en 1945 y el último virrey británico de la India en 1947, hizo coincidir las fechas) nacían dos nuevos estados independientes: la India y Pakistán.

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