05-06-2008
DOWNFALL
A comienzos de agosto de 1945 Japón estaba derrotado. Desde noviembre de 1944 los B-29 con base en las Marianas habían estado machacando sin descanso las ciudades y las instalaciones industriales japonesas. Los submarinos estadounidenses, aniquilando la flota mercante japonesa, estaban dejando al país sin suministro de petróleo y las materias primas esenciales. El 8 de mayo la rendición de Alemania dejó a Japón solo conta todo el poderío militar norteamericano y británico, y todo hacía prever que la URSS pronto se uniría a su lista de enemigos. La conquista de Okinawa dio a los estadounidenses una base desde la que los B-17 y B-24 podían sumarse a los B-29 de las Marianas en su campaña de bombardeos masivos del territorio japonés. Los territorios que aún conservaban en el sudeste asiático habían quedado incomunicados con la metrópoli. Más tarde, a partir del mes de julio, comenzó el minado masivo de las aguas del Mar del Japón, con el que se quería conseguir que también China, Manchuria y Corea quedasen aislados del archipiélago japonés. Incluso comenzó a minarse del Mar Interior, lo que también amenazaba las comunicaciones internas entere las distintas islas. A pesar de todo, no se preveía una rendición. Los japoneses habían rechazado el ultimátum que los aliados les habían dado en Postdam, y se estaban preparando para librar la batalla definitiva en su propio territorio. Los norteamericanos, por tanto, comenzaron a preparar la conquista del Japón (iba a ser una campaña fundamentalmente estadounidense, con la participación casi testimonial de la flota del Pacífico broitánica).
El plan estadounidense constaba de dos fases:
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Operación Olympic, que comenzaría el 1 de noviembre de 1945, y tendría como objetivo la invasión del sur de Kyushu, la más meridional de las islas mayores del archipiélago japonés.
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Operación Coronet, prevista para el 1 de marzo de 1946, constaría de una serie de desembarcos en Honshu, la isla principal, y la conquista de Tokio.
El conjunto de ambas operaciones recibió el nombre de operación Downfall (Caída). El objetivo era completarla en el plazo de un año, contando a partir del final de la guerra en Europa.
El plan de Olympic consistía en el desembarco de tres cuerpos de ejército en la costa sur de Kyushu, con la cobertura aérea de 34 portaaviones y la aviación con base en tierra que operaba desde Okinawa. Una vez ocupada la mitad sur de Kyushu (la región central de la isla es muy montañosa, y sería fácilmente defendible de contraataques desde el norte, por lo que no se consideraba necesaria la ocupación de toda la isla), la marina norteamericana tendría una base para penetrar en el Mar Interior, y acabar con todas sus comunicaciones marítimas entre los puertos japoneses. Al mismo tiempo, la aviación ligera podría alcanzar Tokio, y los bombarderos B-17 y B-24 tendrían a su alcance todo el territorio japonés.
Coronet consistía en una serie de desembarcos en la costa oriental de Honshu, y el avance a través de la llanura de Kanto hasta Tokio. Para Coronet etstaba prevista la utilización del doble de divisiones que en Olympic, pero se esperaba mucha menos rresistencia, ya que lo mejor del ejército japonés habría sido aniquilado en la defensa de Kyushu, y los bombardeos aéreos impedirían a los japoneses reponer el armamento destruído. Además, se podría contar con tropas de los países aliados, ya disponibles. Se contaba con la posibilidad de que los japoneses se rindieran antes, y la Operación Coronet no fuese necesaria.
Había una alternativa a Olympic, que sería conseguir una victoria sobre Japón por estrangulamiento: continuar con la campaña de bombardeo estratégico y el bloqueo naval, reforzar China, y esperar la entrada de la URSS en la guerra y su ataque a Manchuria y Corea. Sin embargo, a nadie le hacía gracia la idea de continuar la guerra de forma indefinida esperando a la rendición japonesa. La mayoría de los mandos militares coincidían en que la invasión era inevitable. Otra alternativa que se barajó después, cuando se tuvo constancia de que la defensa en Kyushu iba a ser más fuerte de lo previsto inicialmente, fue la ocupación de Hokkaido, la más septentrional de las grandes islas japonesas. Estaba mucho menos defendida, y podía servir igualmente como base para las fuerzas terrestres, navales y aéreas, como paso previo para la posterior invasión de Honshu, pero suponía un problema para los ya sobrecargados medios de transporte norteamericanos, al aumentar en más de 1.000 millas la distancia a recorrer desde los Estados Unidos y Europa. Además, no se contaría con el apoyo desde Okinawa.
Operación Downfall