03-04-2006
Origen:
La palabra kamikaze (viento divino), tiene su origen en el siglo XIII. Este nombre lo recibió el tifón que asoló el Mar del Japón y las costas adyacentes en 1281 y destruyó a la flota combinada de Coreanos, Chinos y Mongoles enviada por Kubilai Khan, nieto de Genghis Khan, para invadir el país de Wa (nombre dado por los mongoles al antiguo Japón).
Cuenta la historia que un día llego a la ciudad de Pei-King (Pekín) un sabio Coreano y relató al Khan las enormes riquezas del Japón. Marco Polo se basó en estos relatos para describirnos las riquezas del Japón en su libro, pues es seguro que nunca lo visitó. Según los japoneses, Marco Polo instigó a Kubilai Khan para que enviara al Japón una embajada con tan humillantes exigencias que el Emperador Kameyama ni se dignó a contestar; Cuando los enviados del Khan regresaron a la Corte y le transmitieron los hechos montó en cólera y decidió invadir y saquear las islas japonesas. Se preparó la mayor Armada jamás vista en la historia hasta la fecha y se desembarcaron en el Japón a 45.000 Mongoles y 120.000 Chinos y Coreanos, el mayor ejército en la historia hasta esa fecha, al mando de Darauschin. Los pequeños ejércitos de Samuráis fueron barridos rápidamente por tal marea humana y los restos se atrincheraron en las fortalezas de los Señores de la Guerra. El Emperador Kameyama, viendo que nada podría detener al Ejercito invasor, se dirigió al Templo de Ise, lugar sagrado donde se guardan los tradicionales emblemas Imperiales, el espejo y la espada de la Diosa del Sol Amaterasu que regaló a su nieto Jimmuteno (fundador de la dinastía Imperial Japonesa que lleva reinando desde entonces) y que todos los Emperadores están obligados a visitar después de su coronación, y allí se hizo el Seppuku: al poco tiempo se levantó un formidable tifón que destruyó a la flota invasora y los campamentos del Ejercito invasor causando muchas bajas. Cuando el viento empezó a decrecer, los japoneses salieron de sus fortalezas y hallaron al Ejercito de Kubilai Khan completamente desorganizado y sin posibilidad de recibir ayuda desde el continente; lo derrotaron y convirtieron en esclavos a los supervivientes. Este fue el nacimiento de la leyenda del KAMIKAZE.
Antecedentes:
El Cuerpo de Ataque Especial de la armada y la aviación niponas -verdadero nombre de los kamikazes- tiene su origen en octubre de 1944. Aquel otoño, el efímero imperio del Sol Naciente comenzaba a resquebrajarse en las Filipinas, ante el imparable avance de las fuerzas anglonorteamericanas en el este del archipiélago. Toda la oficialidad del ejército nipón era consciente de que les sería imposible obtener la victoria mediante las tácticas convencionales. La idea de crear bombas humanas partió de un capitán que respondía al nombre de Rikihei Inoguchi, pero fue el almirante al mando del destacamento donde servía este oficial, Takijiro Onishi, quien creó las primeras escuadrillas del Cuerpo de Ataque Especial de la armada nipona. Nadie opuso la más mínima objeción a su iniciativa. Lo que para la cultura occidental es una terrible aberración en la cultura japonesa era una expresión del honor. Todavía es ahora, en el Japón occidentalizado de nuestros días, donde se registran 30.000 suicidios anuales.
Partiendo de la base de que la principal diferencia entre la filosofía occidental y la japonesa es que aquélla enseña a vivir, en tanto que ésta trata sobre cómo morir, no es de extrañar que la palabra suicidio no tenga la «misma connotación moral en japonés que en nuestras lenguas occidentales. En japonés existen varias palabras para el suicidio con sutiles diferencias entre ellas. «Por ejemplo jijatsu (matarse a uno mismo), tiene un sentido negativo, incluso pecaminoso, como el suicidio en muchas culturas occidentales. Pero jiketsu (literalmente «autodeterminación»), sugiere un acto honorable o elogiable, realizado en interés público; por ejemplo, un acto llevado a cabo para proteger el honor del que comete el suicidio. A diferencia de la moral judeocristiana, el sintoísmo japonés no tiene tabúes religiosos ni éticos con respecto al suicidio».
En 1944 la Marina Imperial Japonesa se enfrentaba al año que decidiría la victoria o la derrota.
Durante 1943 los trabajos de alistamiento de nuevos portaaviones que reemplazasen a los perdidos en Midway se estaban concluyendo y esperaban alistar 5 buques de este tipo. Así mismo, haciendo ímprobos esfuerzos, habían conseguido adiestrar medianamente a una nueva remesa de pilotos que se embarcarían en ellos. Un piloto de la Armada Imperial necesitaba dos años de adiestramiento y un mínimo de 100 horas de vuelo para alcanzar el nivel de los veteranos que atacaron Pearl Harbor en diciembre de 1941 y, además de todo ello, para servir en portaaviones debían tener un mínimo de 4 despegues y toma de cubierta en dichos buques. Estos estaban muy por debajo de las necesidades pero el deficiente planteamiento de reemplazos anterior al estallido de la guerra había dejado un vacío muy importante de reclutas adiestrados. Además, la industria aeronáutica Japonesa no había podido avanzar al ritmo de la americana y los aparatos Japoneses que asombraron al mundo en 1941 habían quedado ampliamente obsoletos. De los aviones embarcados durante este periodo solo habían sido incorporados dos nuevos tipos: El bombardero en picado YOKOSUKA D4Y Suisei (que tuvo un debut desastroso en Midway) y el bombardero torpedero NAKAJIMA B6N Tenzan. Sólo el D4Y había supuesto un paso adelante como sustituto del vetusto AICHI D3A, el B6N, aunque más veloz que el anterior modelo B5N, había resultado en general algo más mediocre y sólo había sido introducido de manera menos extendida en espera del mejorado B7A.
El caza embarcado por excelencia, MITSUBISHI A6M Reisen, que había sido ampliamente superado por los nuevos modelos norteamericanos aparecidos en 1943, sólo había sufrido algunas mejoras menores en espera de que el A7M Reppu empezase a salir de las factorías para reemplazarlo. De construcción ligera y altamente inflamable se había convertido en el ataúd de la flor y nata de los jóvenes pilotos que habían empezado la guerra en 1941.
Tras la desaparición del admirado y venerado Almirante Yamamoto, su sustituto el Almirante Koga había empezado a desarrollar los planes defensivos Japoneses de 1944 según fuera el nuevo avance norteamericano, pero la desgracia se cebó de nuevo en el mando de la Teikoku Kaigun y el Almirante Koga y parte de su estado mayor desaparecieron en Marzo de 1944 en un accidente aéreo sobre las Filipinas: hay nuevas noticias sobre este hecho que hacen pensar que Koga sobrevivió al accidente y fue retenido por guerrilleros Filipinos hasta que fue liberado por tropas japonesas, pero ya habían transcurridos dos meses desde el cambio de mando y el Almirante Koga decidió hacerse seppuku por lo que nunca fue mencionado su rescate. Su sustituto el Almirante Toyoda actualizó los planes defensivos y la estrategia fue la de derrotar a la flota norteamericana en un único combate. Este tuvo lugar durante el 19 y 20 de Junio de 1944 en el Mar de Filipinas en respuesta a la invasión norteamericana de las Islas Marianas y donde los norteamericanos acuñaron la expresión "tiro al pavo en las Marianas". Los japoneses reunieron la mayor flota de combate desde Midway y el número de aviones utilizados superaba con creces los que bombardearon Pearl Harbor (430). Estos a su vez estarían apoyados por aparatos basados en tierra pertenecientes a la 1ª Flota Aérea (540 aparatos). Todo fue inútil: con aparatos y pilotos netamente inferiores a sus antagonistas norteamericanos éstos fueron barridos del aire por los cazas interceptores guiados por el radar y el puñado insignificante que atravesó la barrera aérea fue abatido por la artillería de los buques que debían atacar. No se consiguió alcanzar los portaaviones norteamericanos. Al atardecer del 20 de Junio la 1ª Flota Aérea había prácticamente dejado de existir y de los aparatos de los portaaviones Japoneses se habían perdido 395 junto a 445 tripulantes. Así que, listos para la lucha el 21 de Junio, los portaaviones sólo disponían de 35 aparatos, por lo que la lucha terminó: la Flota Japonesa se retiró al Japón y los restos de la 1ª Flota Aérea fue retirada a las Filipinas.
Lo peor del resultado no fue el hundimiento de tres portaaviones Japoneses y la pérdida de 395 de sus aparatos, estos podían ser reemplazados, si no la pérdida de 445 tripulantes que, aunque medianamente adiestrados, eran los únicos de los que se podía echar mano de inmediato. Sus reemplazos prácticamente acababan de empezar su adiestramiento y no serían aptos para el combate hasta la primavera de 1945. Los norteamericanos no esperarían tanto en volver a la carga y los mandos de la Teikoku Kaigun lo sabían como también sabían que sin aparatos mejores éstos serían enviados al matadero sin apenas opciones de supervivencia.
Durante la presentación de informes sobre la batalla de las Marianas, el Capitán de Navío Eichiro Jo, comandante del portaaviones Chiyoda y antiguo Chambelán de su Majestad, propuso al Estado Mayor Imperial que a la vista de los catastróficos resultados y al pobre acierto en el bombardeo obtenidos sería mucho mejor que los pilotos inexpertos estrellaran los aviones sobre las cubiertas de vuelo de los portaaviones norteamericanos cargados con sus bombas y así obtener algunos resultados positivos. Pero la idea escandalizó al alto mando de la Armada, de momento, por el aparente derroche sin sentido de recursos valiosísimos. Casi al mismo tiempo el Contralmirante Obayashi realizó la misma petición al Vicealmirante Ozawa para que la elevara al Estado Mayor de la Armada, ofreciéndose el mismo para entrenar y comandar a los pilotos voluntarios pero obtuvo la misma respuesta.
http://www.de1939a1945.bravepages.com/pacifico/001kamikaze.htm