Operación Felix
No es difícil imaginar los comentarios de Hitler en la tarde del 24 de octubre y en otra estación, la de Montoire, cuando Ribbentrop, antes de la entrevista con el mariscal Pétain, le informa sobre el asunto de los protocolos de Hendaya empantanados. Montoire fue, en frase de Schmidtt, otro "monólogo en un tren" y el Führer tampoco logró resultados concretos, pero aunque el veterano mariscal jugó a dos barajas y tranquilizó simultáneamente a los ingleses, tuvo que conceder algo vital en el terreno de los símbolos; en la declaración oficial francesa del día 26 suena por primera vez la palabra que los años y los hechos harían fatídica, "El principio de la colaboración". El día 28, con preaviso de sólo tres días a Hitler, Mussolini ordena a su ejército de Albania que ataque a Grecia. Es un disparate estratégico que a la larga favorece a Franco, ya que va a forzar la intervención alemana en los Balcanes; pero de momento Hitler apremia con mayor energía a los españoles para el cierre del Mediterráneo. El testimonio del general Guderian es importante: "El primer resultado del arbitrario gesto de Mussolini -según Hitler me dijo- fue que Franco decidiese evitar la colaboración con las potencias del Eje ya que no deseaba comprometerse con personas que actuaban tan imprevisiblemente". En mayo de 1943 Hitler confiaba a Doenitz: "El ataque italiano a Grecia disgustó a España". El ataque, además de inoportuno, acabó en ridículo. Grecia no sólo resistió, sino que avanzó sobre Albania. El chiste de más éxito en España durante ese invierno fue el cartel ateniense: "Si quieres visitar Italia, alístate en el ejército griego". El 28 de octubre, en Florencia, Hitler se había desahogado con Mussolini al referirle sus frustraciones en la entrevista de Hendaya.
Noviembre y diciembre de 1940: los meses de máximo peligro para España en la fase alemana de la guerra. Hitler va a endurecer su decisión, convirtiéndola en seca instrucción operativa para sus divisiones. España debe acentuar, ante ello, sus concesiones verbales y marginales. Serrano Suñer, al dejar Gobernación, perdió el control directo de la prensa, pero mantenía sus contactos personales y los órganos oficiosos se inclinaban cada vez más parcialmente hacia la intervención. El 1 de noviembre llega a Inglaterra la misión dirigida por el teniente coronel Juan Antonio Ansaldo, con los capitanes Larios y Avial, que pueden comprobar la tremenda voluntad británica de resistencia.
El Estado Mayor alemán, reunido con Hitler, decide respaldar a Italia tras su mal paso contra Grecia, pero también acelerar la operación Félix contra Gibraltar. Cincuenta expertos alemanes estudian en Madrid los detalles de la operación y de la posible invasión alemana a Portugal a través de España, para lo que necesitan el acuerdo de España que nunca obtuvieron.
Intenta Franco mantener en forma a su ejército con unas intensas maniobras militares en las vaguadas de Colmenar Viejo. Los aviones torpederos de la escuadra británica, que despegan del portaaviones Invencible hunden material y moralmente a la escuadra italiana en su base de Tarento el 11 de noviembre. Esa fecha es la que llevaba la versión formal (que hemos llamado "cuarta") del protocolo de Hendaya, firmada por Serrano Suñer, en la que España se reservaba la decisión sobre la entrada en la guerra y la fecha de esa entrada.
El 12 de noviembre Hitler firma su XVIII Instrucción general para la ejecución de la Operación Félix sobre la toma de Gibraltar. Pero Gibraltar no es el único objetivo por que el fin general de la operación es "englobar toda la Península en el teatro de operaciones de los países del Eje y expulsar a la flota inglesa del Mediterráneo occidental". El primer paso era la toma de Gibraltar; el segundo, invadir Portugal a través de España si Inglaterra viola la neutralidad portuguesa; tercero, trasladar al norte de Africa dos divisiones (una de ellas acorazada) para asegurar esa zona. El mando nominal de la operación se reconocerá al jefe del Estado español. Si los españoles aceptan, podrán participar en el asalto a la Roca, pero su misión será asegurar el Campo de Gibraltar hasta la llegada de las tropas alemanas. La fecha para la entrada terrestre y aérea en España se fija en el 10 de enero de 1941 . La entrada en España se hará por Irún. El asalto masivo al Peñón comenzará unos 25 días tras el cruce de la frontera española. Se debe considerar a España como país aliado y aparentar que son los españoles quienes defienden las dos orillas del Estrecho una vez realizada la operación. Se entregará a España artillería para la defensa de Canarias. Los generales en jefe de tierra, mar y aire enviarán al Cuartel General del Führer sus informes sobre preparación de estas operaciones el 16 de diciembre de 1940.
Es evidente su menosprecio por la cooperación española que parece dar por supuesta; no prevé que España pueda oponerse. Según Canaris el Führer confirmó ese menosprecio con esta expresión: "Con Franco o sin Franco tomaré Gibraltar".
Unos días antes de esta Instrucción von Ribbentrop invita a Serrano Suñer a un encuentro con Hitler en su nido de águilas de Berchtesgaden. El ministro inicia su segundo viaje a Alemania el 14 de diciembre. Antes de partir asiste a una importante reunión en el Pardo con los tres ministros militares, Varela, del Ejército, Vigón, del Aire y el almirante Salvador Moreno, de Marina. El almirante presentó un informe de gran importancia.
Hay que dar la razón a don Ignacio Espinosa de los Monteros, que nos ofrece su descubrimiento del informe de la Marina. El ministro se limitó a transcribir casi exactamente el informe que le había entregado el 8 de noviembre el jefe de operaciones del Estado Mayor de la Armada, capitán de fragata Luis Carrero Blanco, del que nos ofrece un facsímil en su libro "El silencio es Historia". Se ha visto el mismo informe en un coleccionable posterior de ABC sobre la segunda guerra mundial. Naturalmente que acepto la autenticidad del informe Carrero y su identidad con el de don Salvador Moreno. En el informe Carrero se apunta que las fuerzas alemanas se disponen a cerrar la tenaza sobre Suez, que Alemania ha desistido o al menos aplazado la operación de desembarco en Inglaterra y que tiene decidido el cierre del Mediterráneo por Gibraltar y por Suez. La ocupación de Gibraltar requiere cooperación de España, que, al producirse, provocaría el corte de las comunicaciones atlánticas de España con pérdida de las aportaciones de combustibles y cereales que son imprescindibles para la vida de la nación. Mientras los ingleses estén en Alejandría la única vía para el aprovisionarniento de España será la pirenaica, totalmente insuficiente "Parece claro que por una razón de imposibilidad material España no intervenga en la guerra en tanto que el canal (de Suez) esté en poder de los ingleses". En cambio, si el canal de Suez cae en poder del Eje, sería preciso inutilizar la base de Gibraltar", lo que exigiría la entrada de España en la guerra". Entonces, dice Carrero, "España tendrá que intervenir". Este es el punto en que el informe del ministro suaviza al de Carrero; hay algunas otras modificaciones menores. Luego Carrero se extiende en consideraciones sobre la situación después de la caída de Suez; que interesan menos ahora porque la operación del Eje sobre Suez estaba ya muy comprometida cuando Serrano Suñer viajaba a Alemania, por el desastre naval italiano de Tarento y por las cada vez peores perspectivas que ofrecía la actuación militar de Italia en Grecia y en el norte de Africa. La condición sine qua non que habia incluido Carrero en su informe de 8 de noviembre (y Moreno en el del 11) para que España interviniese en la guerra -es decir el dominio previo por el Eje del canal de Suez- se perdía en el mundo de los futuribles. Lo importante del informe Carrero-Moreno fue la tajante negativa a que España interviniese en el conflicto antes de que se cumpliera esa condición. A Serrano Suñer le impresionó el informe de la Marina, aceptado por Franco.
Llega Serrano Suñer a la estación de Berchtesgaden el 18 de noviembre. No lleva más mandato que el que se le ha confiado en la reunión militar del Pardo: "España no podía ni debía tomar parte en la guerra". Almuerza al día siguiente con Ciano y Ribbentrop; por la tarde le recibe Hitler, junto al ministro de Exteriores alemán en el Berghof. Hitler no quiere que se repitan las frustraciones de Hendaya. Durante cuatro horas opresivas trata de imponerse sin apelación. En su primer alegato, de una hora ininterrumpida, comenta el error de Italia en Grecia. Estima esencial el cierre del Mediterráneo por uno y otro extremo. Amenaza sin ambages: de sus 230 divisiones pueden actuar inmediatamente: 186 sobre los Pirineos. Exagera ese número pero Serrano no puede saberlo. Concreta bruscamente: "He decidido tomar Gibraltar".
Serrano Suñer se defiende con la espalda contra la pared. Dice que llega sin mandato alguno, con carácter estrictamente personal. Ha observado una elevación de moral entre los partidarios de Inglaterra por el retraso alemán en el ataque a las islas. Considera como esencial y previo el cierre del canal de Suez. La caída de Gibraltar cerraría el camino para el trigo de América, cuya necesidad cifra España en tonelajes mucho más elevados que en la conferencia de Hendaya; responde a la velada amenaza de Hitler con la evocación napoleónica: "El pueblo español se opondría a cualquier invasión". Invoca a la opinión pública española, hostil a la entrada en guerra. Exige garantías escritas sobre las reivindicaciones de España y se extiende al expresar su amargura por la redacción final del protocolo de Hendaya.
Hitler, que ha intervenido varias veces, no puede más y estalla. "Los caballeros españoles tendrán que creer en mi palabra y no insistir en una declaración escrita precisa". Continúa abruptamente la entrevista con la magnánima concesión de "algún mes más" para la entrada en guerra de España. Después Hitler recibe a Ciano y le advierte su firme decisión de avanzar por España, tomar Gibraltar y ocupar el norte de Africa. Ribbentrop vuelve a reunirse con Serrano Suñer y sin esperar su aquiescencia le advierte que España debe entrar en la guerra, a favor o en contra de Alemania, hacia Navidad.
Serrano Suñer, sin ceder en lo esencial, replica que comunicará la exigencia a Franco y concreta algo más que de costumbre las buenas palabras sobre la reanudación de los suministros a los submarinos alemanes desde las costas españolas. A esta conversación asistió el embajador español en Berlín, general Eugenio Espinosa de los Monteros, informado por los alemanes sin que Serrano le hubiera invitado. Espinosa envió luego un informe a Franco en que se reflejan las malas relaciones que mantenía con el ministro, pero también la firmeza de Serrano en su conversación con Ribbentrop. El día 20 emprende Serrano el camino de regreso, con la muerte en el alma, pero en el más difícil de los terrenos, y por encima de todos sus errores y desenfoques políticos, se había ganado un puesto de honor en la historia de España.
Es evidente que Serrano Suñer logró regresar de su segundo viaje a Alemania sin agravar lo que Franco había defendido en la entrevista de Hendaya y sin comprometer a España para su entrada en la guerra. Esta es también la opinión del máximo especialista en las relaciones entre España y Alemania en este período, D.S. Detwiler. Pero Serrano Suñer, que volvía sin haber firmado compromiso alguno, era también portador de un ultimátum de Hitler a Franco. Está en Madrid el 22 de noviembre; inmediatamente acude a una reunión en el palacio del Pardo con Franco y los ministros militares. Seguramente había advertido, antes de volver, lo fundamental de su entrevista alemana, porque esa misma mañana del 22 el general Dávila, jefe del Alto Estado Mayor, había convocado una reunión previa con los jefes de operaciones en el Estado Mayor del Ejército (Cuesta), Marina (Carrero) y Aire (Lacalle).
Poco antes de su muerte el almirante Carrero comunicó a R. de la Cierva lo siguiente:
"Carrero insiste en que recuerde bien la fecha, (noviembre 1940). Da los nombres de los jefes de operaciones y cita también como asistentes a los jefes de sección del Alto Estado Mayor. Serrano Suñer - decía- regresaba de Berlín (sic) con el virtual compromiso de entrar en guerra pro-Eje hacia Navidad. Dávila preguntó por la preparación de España. Cuesta le dice que ante todo habría que invadir Portugal. Lacalle dice que aviones y bombas son insuficientes, lo que queda de nuestra guerra. Carrero pregunta al jefe de Intendencia del Alto Estado Mayor cuánto tiempo resistiría España sin la línea del trigo (Plata) y la línea del petróleo (USA-Caribe). Es decir, no plantea el problema en plan táctico o logístico, sino de corte estratégico total. Por otra parte Moreno (el ministro) había entregado a Franco un informe de Carrero en este sentido". Ignacio Espinosa se enfada mucho de que Carrero dijera eso pero, con enfados o no, esto es lo que dijo.Y además creo que decía la verdad y que en el informe previo de Carrero fechado el 8 de noviembre y entregado por el ministro a Franco el día 11 se aconseja lo mismo en lo esencial: no entrar en la guerra hasta que se cerrase el canal de Suez. Ahora, al regresar Serrano Suñer, el panorama había empeorado mucho por las dificultades italianas en Tarento, en Grecia y en el norte de Africa. También se enfadó don Ramón Serrano Suñer en 1974 cuando se refería a esta conversación en uno de los libros de R.de la Cierva, que don Ramón hizo el honor de presentar; pero debió enfadarse con Carrero, no con R. de la Cierva, porque en ese libro, R. de la Cierva no aceptaba la expresión de Carrero sobre el compromiso que traía Serrano de Alemania; no era un compromiso (aunque Carrero le llamó así) sino un ultimátum, con lo que mi conclusión era favorable, como ahora, a Serrano Suñer. Carrero sugirió también que lo esencial de su informe estaba reproducido en su libro posterior España y el mar, y también tenía razón, decía la verdad. En en la obra " Franco" de 1982 se admite expresamente que en el informe Carrero hubieron de influir, necesariamente, las informaciones y opiniones de don Alvaro Espinosa de los Monteros, agregado naval en Roma, padre de don Ignacio Espinosa, aunque no se hayan encontrado aún los documentos que puedan probarlo. Pero no cabe negar el informe Carrero, ni su acierto fundamental para evitar la entrada de España en la guerra en 1940, sin que la cuestión de Suez tuviera en la práctica la menor importancia porque Inglaterra permaneció en el canal de Suez durante la guerra, después de haber frenado en Egipto a los italianos en 1940 y, luego, al Afrika Korps el general Erwin Rommel.
En el consejo celebrado por Franco en El Pardo cuando regresó Serrano Suñer, en el que se tuvieron presentes las conclusiones del Alto Estado Mayor, se decidió mantener a todo trance la neutralidad, no provocar a Alemania con ostensibles preparativos de defensa y confiar en la Providencia; como insiste Luis Suárez, Franco era creyente de toda la vida y cuando recomendaba "ponerse a rezar" lo hacía de veras, como volvería a suceder ante el peligro de invasión aliada en noviembre de 1942. El 28 y 29 de noviembe de 1940 el embajador von Stohrer telegrafiaba a Berlín: "El ministro de Exteriores acaba de decirme que el Generalísimo está de acuerdo en comenzar los preparativos propuestos, pero no podía determinar la fecha exacta de la declaración de guerra". Franco, con perfecta información del desastre italiano, se mantiene en la exigencia de dominar el canal de Suez y trata de ganar tiempo solicitando el envío de nuevas comisiones técnicas alemanas.
Entonces Hitler decide pasar a la acción, aun sin contar con España. El 5 de diciembre fija el arranque definitivo de la operación Félix para el 10 de enero de 1941 En relación con el envío de expertos solicitado por Franco, el almirante Canaris llega el 7 de diciembre por la tarde a Madrid y a las diecinueve treinta Franco le recibe en El Pardo en presencia de Juan Vigón. D.S. Detwiler reproduce el acta de la reunión Canaris-Franco, que se ha transcrito en la obra " Franco" de 1982. Canaris comunica la fecha señalada por Hitler para la entrada de las divisiones alemanas en España; el 10 de enero siguiente. Franco le contesta que es imposible la entrada de España en la guerra en esa fecha, porque España perdería inmediatamente Guinea y poco después las Canarias, amén de la ocupación inmediata por los aliados (en los que ya incluye a los Estados Unidos) de las islas portuguesas del Atlántico. Los preparativos de España han progresado pero no de forma suficiente. Hay un déficit de un millón de toneladas de cereales. El transporte es deficiente. La situación de muchas provincias se haría insostenible. España no puede comprometerse a fijar fecha alguna del futuro para su intervención. Por los comentarios del propio Franco y de los marinos que gozaban de la confianza de Franco, me consta que Canaris transmitió el ultimátum de Hitler, pero comprendió perfectamente la posición de Franco; el acta de Vigón no transmite los gestos ni los tonos. Cinco años después, poco antes de su ejecución, el mariscal Keitel, que estuvo en contacto telegráfico con Canaris durante esta misión del almirante, escribió: "Ahora dudo de que fuera Canaris la persona adecuada para esta misión, pero parece haber disimulado muy bien durante años; supongo que no se esforzó en serio para convencer a España, sino que previno en contra nuestra a sus amigos de ese país".
El informe de Canaris sobre la actitud negativa de Franco se transmitió inmediatamente a Hitler. La situación, como venimos diciendo, había cambiado dramáticamente en el Mediterráneo oriental. El 7 de diciembre, día de la entrevista de Canaris y Franco, se había comunicado la noticia sobre la catástrofe de las tropas italianas en su posición avanzada de Egipto, Marsa Matruk, ante las divisiones británicas del general Wavell; el ejército italiano de Egipto y Cirenaica se había hundido tras dejar treinta y ocho mil prisioneros en manos inglesas. Estos hechos desviaron inmediatamente la atención de Hitler hacia el Mediterráneo oriental y le forzaron a cancelar, un mes antes de su ejecución, la operación Félix. El diario del mando supremo del Ejército (OKW) de 10 de diciembre confirmaba: "Habido el telegrama del almirante Canaris (10 de diciembre) el Fuhrer decide que no se realice la operación Félix pues ya no existen los requisitos políticos necesarios". Es decir que Hitler, a quien Serrano Suñer acababa de recordar la resistencia española contra Napoleón, no quiso acometer su empresa de Gibraltar contra la oposición de España. El mariscal Keitel confirmaría en Nüremberg: "Hitler anunció que abandonaba la idea; no le gustaba verse obligado a transportar sus tropas a la fuerza, contra la cólera de Franco" La nueva instrucción de Hitler no se dirige contra Gibraltar sino a los Balcanes. Aun así Hitler se resistía a abandonar su proyecto de Gibraltar. Luis Suárez ha descrito el intento de Ribbentrop el 26 de diciembre de 1940 para que el embajador en Berlín, general Espinosa de los Monteros, preguntase a Franco cuándo pensaba entrar en la guerra; Serrano Suñer se negó a recibir oficialmente la petición alemana, cerró el paso al embajador, que hubo de dimitir ante Franco a fines de enero de 1941. Hitler se concentró en otros proyectos, sin abandonar del todo a Félix. Al acabar el año 1940 las divisiones alemanas seguían en los Pirineos, pero España se había librado de la guerra mundial y de la operación Félix. Aunque faltaba el coletazo final de Hitler.
Fuente: http://www.24flotilla.com/A11/documentos/operaci%F3n%20felix.htm