11-03-2010
Pointe du Hoc era un promontorio situado exactamente entre las dos playas conocidas en clave como Utah y Omaha, los dos sectores asignados a las fuerzas estadounidenses en Normandía. En lo alto de sus acantilados de 30 metros de altura la inteligencia aliada había situado una batería alemana de seis cañones de 155 mm que dominaba ambas playas. Con un alcance de 25.000 metros, la batería era una amenaza para ambos sectores de desembarco y para la flota de invasión aliada. La posición había sido atacada durante todo el mes de mayo con bombardeos diurnos, y con bombardeos continuos de día y de noche, los días 2, 3 y 4 de junio. Las imágenes tomadas por los aviones de reconocimiento mostraban que los efectos de los bombardeos habían sido devastadores, pero para asegurarse de que la batería no pudiese ser utilizada el mando aliado decidió incluir Pointe du Hoc como uno de los objetivos del Día D.
Bombardeo de Pointe du Hoc, mayo de 1944
Efectos de los bombardeos sobre Pointe du Hoc,
fotografía tomada por un avión de reconocimiento aliado
El plan era que una fuerza anfibia desembarcase al pie de los acantilados, los escalase, tomase la posición e inutilizase los cañones. A continuación se uniría a las fuerzas estadounidenses que desembarcarían en la playa Omaha, cuyo extremo oriental estaba seis kilómetros al este de Point du Hoc. Los elegidos para realizar el asalto fueron los hombres del 2º Batallón Ranger del Ejército de los Estados Unidos. Los rangers eran una fuerza de élite de infantería inspirada en los comandos británicos, hasta entonces poco probada en combate, pero cuyo duro entrenamiento los hacía idóneos para una operación de esas características. Se esperaba que los rangers estuviesen en inferioridad numérica, ya que se sabía que enfrente tendrían a un regimiento alemán (se trataba del 916º Regimiento de Granaderos, perteneciente a la 352ª División de Infantería).
El teniente coronel Rudder, comandante del 2º Batallón de Rangers
La noche del 6 de junio, mientras las fuerzas aerotransportadas aliadas saltaban sobre Normandía, Pointe du Hoc volvió a ser castigada duramente por bombarderos de la RAF. Más tarde, exactamente a las 5:50 de la mañana, comenzó el bombardeo naval a cargo de los acorazados estadounidenses Texas y Arkansas, con el objetivo de cubrir la aproximación de las lanchas de desembarco. La primera oleada de asalto (no habría una segunda, como veremos más adelante) la formaban las compañías D, E y F del 2º Batallón Ranger, al mando del comandante del batallón, el teniente coronel James E. Rudder. Eran unos 200 rangers (cada compañía ranger estaba formada por aproximadamente 70 hombres) embarcados en nueve lanchas de desembarco del tipo LCA. En los cuarenta minutos que duró el bombardeo naval los dos acorazados dispararon un total de 600 proyectiles sobre Point du Hoc. A ellos se les unió el ataque de 18 bombarderos estadounidenses. El brutal bombardeo obligó a los defensores alemanes a permanecer a cubierto mientras las lanchas de desembarco se acercaban a la costa. Siguiendo el plan, el bombardeo naval cesó exactamente a la Hora H, las 6:30 de la mañana, momento en el que tenía que comenzar el desembarco de los rangers. Pero a esa hora las lanchas que transportaban a los rangers estaban todavía luchando contra la marejada que les alejaba de su destino. Se habían desviado muy al este, al parecer debido a que el piloto de la lancha guía había confundido Pointe du Hoc con otro promontorio llamado Pointe de la Percée, cinco kilómetros al este, casi en la playa Omaha. Dos de las nueve LCA naufragaron, una de ellas era una de las que transportaban material (equipo de escalada y municiones). Otra tuvo que tirar por la borda parte del material para no hundirse. El desembarco se produjo finalmente con 35 minutos de retraso con respecto al bombardeo naval, tiempo que aprovecharon los alemanes para tomar posiciones en lo alto del acantilado. Desde allí lanzaban granadas sobre los rangers que desembarcaban. Ante esta situación, Rudder pidió apoyo artillero y dos destructores aliados, el estadounidense Satterlee y el británico Talybont, se acercaron a la costa para abrir fuego con sus cañones contra la cima del acantilado y cubrir el asalto de los rangers. El Satterlee permaneció todo el día frente a Pointe du Hoc para dar apoyo a los rangers.
Cuando las lanchas estuvieron varadas al pie del acantilado utilizaron lanzacohetes cargados con arpones con cuerdas de escalada atadas a ellos, un invento de los comandos británicos. Pero al haberse mojado las cuerdas había aumentado su peso, por lo que tan solo unos pocos arpones consiguieron llegar a la cima del acantilado. Los alemanes no creyeron que los garfios proviniesen de las lanchas situadas al pie de los acantilados. El cuartel general de la 352ª División de Infantería recibió la información de que “desde los buques de guerra en alta mar el enemigo dispara contra los acantilados bombas especiales de las que salen escalas de cuerdas”. También habían previsto utilizar dos camiones anfibios DUKW equipados con escaleras de bomberos de la brigada antiincendios de Londres, pero tan sólo uno de ellos consiguió llegar a la playa, y con la escalera rota.
Un DUKW al pie de los acantilados, después del combate
Los rangers tuvieron que escalar los 30 metros de acantilado utilizando únicamente unas pocas cuerdas y escalerillas. Muchos de ellos optaron por subirlos en escalada libre. Desde la cima recibían fuego de mortero. Algunos alemanes lograban alcanzar el borde del acantilado y soltaban los garfios o cortaban las cuerdas. Entre las lanchas y la base de los acantilados había un tramo horizontal de unos 10 metros batido continuamente por una ametralladora alemana situada en el flanco izquierdo de la playa. Esa ametralladora logró matar o herir a 15 rangers. Una dificultad añadida que tuvieron que superar los rangers fueron los cráteres que habían formado los bombardeos, que habían quedado cubiertos de agua. Cuando un hombre caía en uno de ellos le costaba mucho salir a causa del peso de su equipo, y quedaba allí atrapado y expuesto al fuego enemigo. Stephen Ambrose cuenta un curioso episodio:
Junto a los rangers que asaltaban Pointe-Du-Hoc se encontraba un coronel de los comandos británicos de nombre Travis Trevor y que caminaba por la playa arengando a los rangers mientras las balas silbaban a su alrededor. Un teniente de los rangers gritó a Taylor si no temía que le alcazasen, a lo que éste respondió: “Doy dos pasos cortos y tres largos, así nunca me dan”. Acto seguido, una bala le dio en el casco y lo tiró al suelo. Tras esto, Taylor se levantó y amenazando al ametrallador alemán con el puño en alto le gritó: “¡Tú, maldito bastardo!”. Después se echó cuerpo a tierra y continuó a rastras como los demás.
Escalando el acantilado
En cinco minutos, con el fuego de cobertura de los destructores y de los BAR desde la base del acantilado, los primeros rangers alcanzaron la cumbre. Tardaron tan solo quince minutos en reunirse la mayoría de los rangers en la cima. Allí se presentó ante ellos un paisaje lunar, debido a la gran cantidad de cráteres que habían producido los bombardeos aéreos. Si en la base del acantilado los cráteres inundados eran una trampa mortal, arriba fueron de gran ayuda a los asaltantes al permitirles avanzar a cubierto saltando de uno a otro. La resistencia alemana había disminuido mucho, ya que sus posiciones defensivas estaban pensadas para cubrir las playas y el acceso desde el interior, pero habían considerado imposible un asalto escalando el acantilado. Acabando con algunos puntos de resistencia aislados, los rangers se dirigieron al emplazamiento de la batería, para descubrir que los cañones habían sido sustituidos por postes de teléfonos. Tan sólo encontraron uno, inutilizado por los bombardeos aéreos. Había rastros que indicaban que los cañones habían sido trasladados poco tiempo antes, posiblemente para ponerlos a salvo del bombardeo naval. Cuando avanzaron hacia el interior para alcanzar su siguiente objetivo, la carretera Grandcamp-Vierville (que tenían que interceptar para cortar la llegada de refuerzos a la playa Omaha) se encontraron con una mayor resistencia alemana, ya que tuvieron que atravesar las defensas que protegían el acceso a Pointe du Hoc desde el interior, consistentes en alambradas campos minados y nidos de ametralladoras. Cuando alcanzaron la carretera y se atrincheraron para cortarla eran las 7:30. Los rangers habían sufrido muchas bajas. Las compañías D y E habían perdido a sus capitanes y estaban mandadas por tenientes. A la compañía D le quedaban apenas 20 hombres de los 70 iniciales.
Rangers en combate
Los rangers no habían podido comunicarse con sus buques de apoyo desde que un proyectil de mortero había destruido la única radio que no había sido dañada por el agua de mar. El plan era que cuando la primera oleada de asalto hubiese escalado el acantilado enviarían el mensaje clave “Alabar al Señor” y comenzaría la segunda oleada. El retraso en el ataque unido a los problemas en las comunicaciones llevó a que el resto del 2º Batallón de Rangers (las compañías A, B y C), que permanecían en sus lanchas para reforzar el ataque, fuesen desviados finalmente a su destino alternativo, como apoyo de la 29ª División de Infantería en el sector Charlie de la playa Omaha, siete kilómetros al oeste. Desde allí avanzarían por el interior para unirse con el resto del batallón. Como curiosidad, las lanchas de la compañía C fueron desviadas de su punto de desembarco a causa del mal tiempo y los hombres quedaron aislados del resto de sus compañeros durante toda la batalla; estos son los protagonistas de Salvar al Soldado Ryan. Con la cumbre ya en su poder el teniente James Eikner pudo comunicarse con el destructor Satterlee utilizando un viejo equipo de señales (un foco con el que podía comunicarse en morse). Así pudieron dirigir el fuego de los cañones del destructor contra la ametralladora que batía la base del acantilado desde su flanco izquierdo (Rudder había mandado un pelotón al mando del teniente Vermeer, de la compañía F, a destruir la posición, pero no habían logrado acercarse lo suficiente a ella). La ametralladora fue neutralizada por el fuego del destructor, lo que fue un alivio para los rangers situados en la base del acantilado. Mientras tanto, con un grupo de unos 35 rangers de las compañías D y F atrincherado en la carretera Grandcamp-Vierville soportando el fuego de las líneas alemanas, otros grupos pequeños se dedicaron a buscar los cañones desaparecidos, sabiendo que tenían que estar en las proximidades. Finalmente fueron los sargentos Leonard Lomell y Jack Kuhn los que los encontraron camuflados en un huerto. Habían seguido un rastro desde la posición original de la batería que los llevó a tan sólo 250 metros de distancia, como a 1 kilómetro tierra adentro. Sorprendentemente, los cañones no estaban defendidos, pero a unos 100 metros vieron a un gran número de alemanes que les parecieron extrañamente tranquilos (al parecer no se habían enterado del desembarco en Pointe du Hoc). Corrieron a pedir granadas de termita a los rangers de la carretera y regresaron para inutilizar los cañones. Al mismo tiempo un pelotón al mando del sargento Frank Rupinski encontró un gran depósito donde estaban almacenados los proyectiles de los cañones. Destruyeron las municiones con cargas explosivas. Eran aproximadamente las 9:00 horas, y los rangers habían alcanzado todos sus objetivos.
Dos rangers junto a uno de los cañones de 155 mm localizados en el interior
A partir de entonces tuvieron que mantener sus posiciones, esperando a que les llegasen refuerzos desde la playa Omaha, con un 50% de bajas, contando únicamente con su armamento ligero, los BAR y algunos morteros de 60 mm, aislados, sin radio y sin asistencia médica. Los rangers se vieron obligados a resistir en esas condiciones durante los dos días siguientes. En ese tiempo aguantaron fuertes contraataques alemanes de los hombres del 916º Regimiento de Granaderos. Esa tarde el coronel Rudder envió un mensaje al teniente Eikner para que lo transmitiera al Satterlee: “Tomado Point-Du-Hoc. Misión cumplida. Necesitamos munición y refuerzos. Numerosas bajas". Una hora después el Satterlee envió un mensaje del general Huebner, comandante del desembarco en Omaha: “No hay refuerzos disponibles, todos los rangers desembarcados". Los únicos refuerzos que recibieron fueron los de dos pelotones de rangers desembarcados en Omaha (unos 25 hombres) y tres paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada que habían tenido la mala suerte de caer en su sector.
Prisioneros alemanes son conducidos a la playa
En la mañana del día 7 los rangers de Rudder seguían aislados en Pointe du Hoc, resistiendo los contraataques de los granaderos del 916º Regimiento alemán, y con el único apoyo del destructor estadounidense Harding, que había relevado al Satterlee. El general Gerhardt, comandante de la 29ª División de Infantería, envió una fuerza en su ayuda, formada por hombres del 116º Regimiento y del 2º de Rangers desembarcados en Omaha, con el apoyo de dos tanques Sherman. Pero tuvieron que enfrentarse a una fuerte resistencia alemana en los acantilados y no llegaron hasta los hombres cercados en Pointe du Hoc hasta el día siguiente. Como los rangers habían casi agotado sus municiones, muchos de ellos utilizaban las armas capturadas a los alemanes para seguir combatiendo. El sonido de las armas alemanas confundió a los hombres que venían en su auxilio, los Sherman abrieron fuego sobre los rangers matando a cuatro de ellos e hiriendo a otros seis. Los rangers tuvieron que mostrar una bandera estadounidense para que cesara el fuego sobre ellos.
El 8 de junio, cuando terminó la batalla, apenas la cuarta parte de los 200 rangers que habían desembarcado en Pointe du Hoc estaban en condiciones de seguir combatiendo.
Un descanso durante el combate (*)
(*) En esta fotografía se ve la antena de una radio, pero tanto Ambrose como Beevor coinciden en que los rangers se quedaron sin radios durante el ataque
El asalto del 2º de Rangers a Pointe du Hoc ha generado cierta polémica porque muchos historiadores consideraron que fue una acción inútil, al no encontrarse los cañones de 155 mm emplazados en la batería. Cornelius Ryan afirma que nunca llegaron a estar instalados en sus posiciones. En una nota a pie de página en su libro El día más largo, comenta que fueron encontrados los cinco cañones “más de dos kilómetros tierra adentro”. También habla de un informador de la Resistencia francesa, jefe de sector de la ciudad de Grandcamp, llamado Jean Marion, que había informado a Londres de que no había cañones en Pointe du Hoc. Por el contrario, otros han defendido la acción, ya que los cañones tan sólo habían sido desplazados 250 metros de su emplazamiento original, por lo que seguían siendo una amenaza para las tropas que desembarcaban en las playas de Utah y Omaha y los buques de la flota de invasión. Al localizarlos e inutilizarlos, los rangers cumplieron la misión que se les había encomendado.
*Stephen E. Ambrose: El Día D. La batalla culminante de la segunda guerra mundial
Antony Beevor: El Día D. La batalla de Normandía
Cornelius Ryan: El día más largo
Sir Martin Gilbert: El desembarco de Normandía. El Día D
http://www.panzerzug.es/pzg/content/view/91/56/