El desastre de Stalingrado

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18-03-2006

  A pesar de la poca confianza de los generales alemanes y del conocimiento del enemigo de los planes que el OKH había trazado para la toma de lo petróleos del Caucaso, a punto estuvieron de ganar la batalla de Stalingrado los alemanes. Que se perdió en los dos últimos días de agosto, el 30 y el 31, por un error garrafal e incomprensible del general Paulus.

  La Stavka poco tuvo que inquietarse en un principio. Los objetivos alemanes, conocidos por los soviéticos al milímetro gracias a la inestimable colaboración de la Orquesta Roja. Se trataba de fijar al Ejército Rojo en Voronezh, y de lanzarse de golpe contra Rostov. La maniobra no valió de nada, ya que el enemigo había evacuado Rostov y se dirigió a Stalingrado. No se desbordó Voronezh y el mariscal Von Bock quiso tomar la ciudad a pesar de las recomendaciones de Hitler de que cortara el camino al XL Ejército soviético que se afanaba por llegar a Stalingrado a lo largo de la orilla izquierda del Don. Sin embargo los alemanes se quedaron en Voronezh pensando Bock que había llegado el fin.

  Se equivocaba. Mientras Timochenko se apresuraba hacia el Sur, tres divisiones blindadas alemanas quedaban enclavadas en Voronezh y el XL Cuerpo Blindado alemán en Rossoch, solo conquistaron el vacío.

  Era más que evidente que los rusos conocían el plan alemán. Con esto se explican los cambios de directiva de Hitler, que en pleno combate modificó algunos detalles desconcertando a la Stavka por completo. Hitler ordenó que Manstein mandara a su XI Ejército al Norte, a Leningrado. En la desembocadura del Don había caído Rostov tras sangrientos combates y con el se abrían las puertas del Caúcaso. Entonces Hitler dio ordenes para combatir en dos frentes, el Grupo de Ejércitos Sur quedó dividido en dos grupos. El grupo B, compuesto por el VI Ejército tendría que llegar a Stalingrado y tomarlo, destruyendo a ser posible las tropas del Ejército Rojo en desbandada, mientras tanto el grupo A que estaría compuesto por el XVII Ejército y los I y IV blindados tenían que tomar los pozos petrolíferos del Caúcaso y eliminar a los soviéticos estacionados allí. Pero en aquel momento, uno de esos magníficos “informes” que Hitler recibía le avisó de que era inminente un desembarco en el Oeste, así que Hitler retiró a siete divisiones del Grupo de Ejércitos Sur, entre ellas se encontraban la Leibstandarte y la Gross Deustchland de las SS que fueron enviadas a Francia. Así que como Hitler no tenía el lujo de saber lo que el enemigo pretendía, temió que los rusos quisieran proseguir su ofensiva invernal en dirección a Smolensko. Una vez más estos datos eran verificados por uno de los informes del contraespionaje. Pero eran falsos, el frente no sufrió ninguna modificación.

  En el transcurso de las primeras fases de la Operación Azul, los rusos se negaron a combatir, llevando a cabo penosas retiradas y practicando una auténtica política de tierra quemada, mientras las líneas de abastecimiento alemanas se dilataban peligrosamente. Por el Sur llegaron hasta el monte Elbrus y en la costa del mar Negro hasta el puerto de Novorissiisk, continuando la costa: Turquía, a 700 kilómetros: Stalingrado.

  Halder creyó necesaria la destrucción de las fuerzas soviéticas concentradas en la parte alta del Don y la toma de la ciudad tártara de Stalingrado. Hitler hizo notar que el VI Ejercito no bastaría para completar semejante empresa. Se añadieron unidades del grupo A, que se dirigía al Caucaso a toda velocidad, con esto quedó frenado su avance por el montañoso desierto. A pesar de todo, aunque los petróleos de Bakú quedaron a unos 400 kilómetros, los alemanes se apoderaron de los petróleos de Maikop que tenían una producción anual de 2.600.000 toneladas, quedando a unos 80 kilómetros de los pozos de Grozny y a 60 del mar Caspio. A esto debemos añadir que Hitler quedó muy desilusionado cuando se entero de que los soviéticos habían arrasado Maikop antes de irse, es más, los alemanes no obtuvieron ni un sólo barril de crudo soviético, los soviéticos destruyeron los pozos tan concienzudamente que no se pudieron volver a utilizar hasta 1948.

  Primero, quisiera hacer una pequeña introducción sobre el personaje que fue Paulus. Este no merece el apelativo de Von, ya que su padre no era más que un contable, se le dio este titulo por su compromiso matrimonial con la rumana Helena Rosetti – Solesco, heredera de una gran fortuna. Fue titulado de Estado Mayor. Ya coronel hizo las campañas de Francia y Polonia como ayudante de Reichenau. Ya general por obra y gracia de Halder preparó activamente la operación Barbarroja. El jefe del OKH lo envió a Rommel para hacerle entrar en razón en abril de 1941, el zorro del desierto fue duramente criticado por el general Halder; y Paulus estaba de acuerdo con su superior. Sustituyó a Reichenau en el mando del VI Ejército cuando este murió a causa de una congestión, gran amigo de Hitler resultó una terrible pérdida para la Werhmacht, por no decir irreparable.

  Paulus fue el autor de la última gran victoria de la Werhmacht, en mayo de 1942 en Jarkov aplastó a Timochenko llevándose por delante a seis ejércitos soviéticos, 409.000 prisioneros, 3.159 cañones y 1.508 carros. Fue condecorado con la Cruz de Caballero.

  Aquella victoria llenó de esperanza el corazón de los necesitados oficiales y soldados alemanes. Hitler ordenó a Paulus que acelerara la marcha hacia Stalingrado. Perdió dos semanas de oro, pues el carburante tenía preferencia para el Ejército del Caucaso. Así pues, la persecución no continuó hasta el 20 de julio, después de la guerra Kleist declaró que “A finales de julio, el IV Ejército blindado podía haberse apoderado de Stalingrado sin demasiado esfuerzo. Yo no lo necesitaba en absoluto para cruzar el Don, pero cuando volvió a emprender la marcha quince días más tarde, hacia Stalingrado, era demasiado tarde. Por el contrario si hubiese conservado aquel Ejército Blindado, habría podido alcanzar los pozos de petróleo de Grozny”. Desde el 11, Stalin había ordenado la creación del Grupo de Ejércitos de Stalingrado. A pesar de la victoria del 8 de agosto en el Tchir donde 1.000 carros soviéticos fueron capturados o destruidos y 750 cañones, Paulus no pudo asaltar la ciudad hasta el 23 de agosto.

  Los rusos se veían ahogados en el caos, hubiera bastado con lanzar un sólo ataque conjuntamente preparado y decidido para barrer a los desconcertados rusos, pero el ataque alemán se llevó a cabo con grandes vacilaciones. Hitler llegó a la conclusión de que Paulus era buenísimo en los mapas pero muy precavido en el campo de batalla, Hitler se resignó pensando que esperaba a Hoth. Este llegó con su IV Ejército Blindado por el Sur y atacó al LXIV Ejército de Chuikov por el flanco. Era 31 de agosto. Antes Paulus había recibido la orden de reanudar la marcha lo antes posible para unirse a Hoth. Puede que nunca sepamos las causas de su retraso: no salió en dirección Sur hasta el 2 de septiembre por la tarde. Así que Paulus perdió la batalla aquel día, a Chuikov y a sus generales les dio tiempo a sacar de la trampa a los LXII y LXIV ejércitos.

  A pesar de todo la situación en la ciudad era desesperada. Lopatin, jefe del LXII Ejército era partidario de evacuarla. Entonces apareció Krutchev, que siguió el ejemplo de Bulganin un año antes en Moscú. Armó a 50.000 civiles, 7.000 Komsomols (juventudes comunistas) y tomó medidas brutales contra los especuladores y los traidores. Lopanin fue inmediatamente destituido. Los alemanes entraron en Stalingrado el 14 de septiembre. Chuikov recibió refuerzos y fue nombrado comandante en jefe de Stalingrado. A pesar de disponer de dieciséis divisiones contra diez siguió retrocediendo. Se disputaba la posesión de la gran fábrica de cañones y tanques Barrikadi y el enorme silo del sur de la ciudad. La lucha cuerpo a cuerpo comenzó a ser brutal. El enemigo se retiró sobre las fábricas Octubre Rojo y Dzerzhinki. Peleaban cada palmo de terreno, cada sótano, cada ruina, se luchaba en las cloacas. Los alemanes no estaban entrenados para esta sangrienta lucha cuerpo a cuerpo, muchas veces he imaginado lo que hubiera podido cambiar la batalla si en ella hubieran participado alguna de las divisiones SS que habían marchado a Francia. De noche y sin que los alemanes pudieran hacer nada por impedirlo, los soviéticos recibían suministros y refuerzos por el Volga.

  El general Wolfram Von Richthofen, comandante en jefe de la IV Luftflotte se quejaba en su diario el 16 de septiembre, diciendo lo siguiente: “La limpieza de Stalingrado no adelanta más que a paso de tortuga, a pesar de que el adversario es débil y se muestra poco combativo... Si se pusiera un poco más de ímpetu, la ciudad caería en dos días”.

  Goebbels se apresuró a declarar ante el pueblo alemán: “Stalingrado ya es prácticamente nuestro. Nuestras tropas liquidan en el nordeste de la ciudad los últimos grupos sitiados”. La única diferencia que aquello tuvo con Verdun fue que los niños y mujeres rusos luchaban codo con codo con los soldados. Los soldados rusos transformaron la derrota en victoria. Stalin supo sacrificar tres ejércitos en aquella maldita ciudad hasta el último hombre, para asestar a los alemanes el golpe final.

  ¿Que diría hoy en día el mundo de haber retirado Hitler al VI Ejército de Stalingrado en septiembre – octubre? A pesar de todo, es lo que debería haber hecho, según parece.

  No duden señoras y señores que Hitler hubiera tomado aquella decisión de haber estado convenientemente informado. Pero no lo estuvo. Un año antes en noviembre y en Orcha, Halder reunió a todos los jefes de ejércitos y grupos de ejércitos para explicarles con seguridad que para tomar el petróleo del eje Maikop – Grozny tan necesario para continuar la guerra, había “que dirigirse por todos los medios hacia Stalingrado”. En junio – julio de 1942, Halder seguía rotundamente convencido de que esa era la decisión correcta, para que los ejércitos del Caúcaso no fueran aislados y cortados en dirección Rostov. Pero sorprendentemente Halder cambio de opinión. Bruscamente le dijo a Hitler que debía ordenar la retirada de Stalingrado del VI Ejército. Pero por aquel entonces ya estaban en Stalingrado ganando terreno poco a poco. Muy pronto los soviéticos vieron reducidos sus dominios a un puñado de metros cuadrados y sin esperanza alguna. Es sorprendente la actitud de Halder, parecía como si supiera lo que iba a ocurrir dos meses mas tarde. Todo hacía pensar que los alemanes acabarían triunfando en Stalingrado. Hitler ordenó el cese de Halder, que fue reemplazado por el general Zeizler.

  Durante cuatro años, Halder, que quería asesinar a Hitler, (lo quiso hacer un par de veces con sus propias manos, cosa que Hitler ignoraba como imaginarán) y que lo odiaba profundamente, había trabajado al lado de Hitler. Se supone que Halder tenía conciencia ¿Como podía un hombre con conciencia, un soldado que había prestado juramento de fidelidad a Hitler dar muestras de tal duplicidad? ¿Como podemos creer que cumplió las órdenes de Hitler y que le aconsejó convenientemente? Su conciencia se acomodó a aquélla falsa apariencia, traicionó a su honor, a su Führer y lo que es peor, a su patria y a todos los alemanes de buena fe. Poco después fue acusado de conspirar contra el Estado y el gobierno y recluido en el campo de concentración de Dachau. Fue tratado correctamente por orden expresa de Hitler. Muchos de sus actos permanecerán encubiertos por las tinieblas para siempre.

  En octubre el VI Ejército no se encontraba en una situación peligrosa. El 12 de septiembre, Hitler recibió a Paulus en Rastenburg, que no le pidió como se ha dicho que retirara a su ejército de Stalingrado, pero se mostró inquieto por su flanco izquierdo. Hitler se mostró de acuerdo con este, para tranquilizarlo le enseñó un informe de la sección Este del OKH, que demostraba que los rusos carecían de reservas. Tras el desastre de Stalingrado fue imposible descubrir la fuente del informe, cosa que parece inverosímil si se quiere ignorar la existencia de la Orquesta Roja y de los generales culpables de altas traiciones. Paulus regresó a su puesto de mando y tras la caída del distrito de Spartakovka y de la fabrica de tractores Dzerzhinki, le envió a Hitler un telegrama afirmando que Stalingrado sería tomada “el 10 de noviembre a más tardar”. Por entonces se acababan de dividir en dos las fuerzas de Chuikov. Hitler creyó en Paulus firmemente.

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18-03-2006

Hitler no debía de preocuparse en apariencia por esta batalla que era cuestión de días ganarla, ya que tenia mayores problemas de los que preocuparse. Entre el 23 de octubre y el 3 de noviembre, Montgomery acababa de aplastar al AfrikaKorps y a los italianos. Seis días más tarde los estadounidenses desembarcaban en el norte de África. Como sus excelentes servicios de información le habían asegurado a Hitler de que el ataque seria en Noruega, aquello lo dejo completamente aturdido. Todo esto vino seguido por una larga serie de conferencias político – militares entre alemanes e italianos que hubieran sido más productivas unos años antes para marcar objetivos en común, que seguramente hubieran ahorrado más de un desastre a ambas naciones. También se encontró Hitler por quinta y última vez con el presidente francés Laval. Una vez más recalcó lo beneficiosa que hubiera sido una paz honrosa con Francia mientras fue posible, en vez de escuchar a los revanchistas. Francia no habría permitido que su territorio fuera escenario de más batallas, ni en el continente ni en las colonias. Pero en lugar de esto los alemanes tuvieron que ocupar el resto del país y enviar tropas a Italia. En Stalingrado comenzó a gestarse la catástrofe: los rusos aguardaban tras el Volga y el Don aquella señal para lanzarse sobre los flancos alemanes. Desde octubre de 1941 la URSS había recibido gigantescas cantidades de material bélico de la coalición angloamericana, unos 6.000 blindados, 185.000 cañones, 5.000 aviones, grandes cantidades de municiones tanto ligeras y pesadas y incontables cantidades de comida enlatada que mantuvo vivo al Ejército Rojo.

  El 19 de noviembre, bajo una intensa tormenta de nieve, el Ejército Rojo se abalanzó sobre el ala izquierda de Paulus, es decir, sobre el III Ejército rumano del Norte, mientras que la otra punta de la tenaza arañaba mortalmente al IV Ejército rumano y los blindados de Hoth. Los rusos atacaban de pleno en los puntos más débiles de los alemanes: como siempre debidamente informados.

  A Hitler se le ha reprochado constantemente el no haber tenido en cuenta la debilidad del ala izquierda del VI Ejército. Además del XI Cuerpo de Ejército alemán y el III Ejército rumano, lo conformaban también el VIII Ejército italiano y el II Ejército húngaro. Hitler, a pesar de que se ha dicho, no era tan insensato como para no darse cuenta de que el peligro estaba allí. Por ello reforzó aquel sector con el XLVIII Cuerpo blindado. A Hitler se le aseguró que aquella unidad la componían 120 carros: solo 104 y de ellos solo funcionaban bien 31. Los otros habían perdido sus circuitos eléctricos al ser destrozados por los roedores.

  Los rumanos no huyeron totalmente, los soldados de la 4 División Blindada del general Mihail Lascar se mantuvieron en sus posiciones con honor. El 22 de noviembre le fue concedida la Cruz de Caballero con Hojas de Roble. A Hitler le dijeron que había encontrado una muerte honrosa en Raspononinskaia. Imaginen si estaba muerto que resulta gracioso que luego nos encontráramos a un tal Mihail Lascar, que se unió a los soviéticos en el cautiverio como ministro de la Guerra del gobierno comunista en Rumanía. Increíble. El resto de las unidades de aquel desafortunado III Ejército rumano fueron liquidadas mientras huían, así se perdieron unos 75.000 hombres, 34.000 caballos y todo el armamento pesado de cinco divisiones.

  El 23 de noviembre el VI Ejército se encontraba totalmente cercado. Hitler ordenó a Paulus que resistiera, por que el Estado Mayor de Göring y el mismo mariscal, aseguraban que la Luftwaffe abastecería el cerco. Los antecedentes no eran malos. Durante más de dos meses, del 8 de febrero al 21 de abril de 1941 96.000 hombres fueron abastecidos en Demjansk por aire y finalmente liberados. Model y su IX Ejército aguantaron dos meses enero y febrero de 1942 y salieron de la bolsa.

  Hoth intentó en vano acudir en ayuda de Paulus. El frente entre el Don y el Tchir estuvo desde el 19 de noviembre en peligro constante de venirse abajo. Quedando al descubierto frente al peligro no sólo el VI Ejército, sino los 500.000 hombres que estaban en el Caucaso. Había que frenar a los soviéticos e impedirles que llegaran a Rostov. Pero las fuerzas que guarnecían el Don estaban en desbandada.

  En aquel momento apareció uno de esos grandes hombres, que aparecen en los momentos críticos. El coronel Wenck. Logró recuperar a los rumanos en desbandada, los tranquilizó y los armó (lucharon de manera admirable), movilizó a los telefonistas, mecánicos, cosacos, ucranianos, personal de tierra de la Luftwaffe, caucasianos, feldgendarmen... así organizo un Ejército, el Ejército  Wenck. Encontró cañones, coches, municiones, gasolina, víveres, ametralladoras y organizó un cuerpo blindado al mando del coronel Von Oppeln – Bronilkoski: con 6 carros, 12 coches blindados, un cañón antiaéreo tractor: un 88 que disparaba a quemarropa contra los pesados KV – 1 y los T – 34. Creó una unidad de extrema movilidad, luchó sola día y noche durante dos semanas en un frente de 210 kilómetros, día y noche, en misiones de infiltración. No sólo logro detener a los rusos diez o quince veces superiores en cuanto a hombres y armamento, sino que en varias ocasiones contraatacó en dirección a la bolsa de Stalingrado. Gracias a ellos Manstein recuperó las colinas del oeste del Tchir. En los últimos días de noviembre fue apoyada por XVII Cuerpo del general Hollidt. Así se salvó el Grupo de Ejércitos del Caúcaso.

  De haber sido todos los jefes de la Werhmacht como Wenck o Guderian, se habría ganado la batalla de Stalingrado y todas las batallas que hubieran hecho falta. Wenck demostró ser un hombre astuto, ingenioso y valeroso.

  Y mientras Wenck se batía de aquella manera con su Ejército, otros no tenían ganas de seguir con aquella lucha, por que estaban al borde del abismo y sufrían de los nervios. Quizás muchos de ello pensaban en salvar la piel a cualquier precio. Ellos no sabían el que era aquello del sacrificio supremo.

  A pesar de todo, el VI Ejército mantuvo a raya hasta el 2 de febrero a 11 ejércitos soviéticos en Stalingrado, casi sin municiones y sin un mendrugo de pan que llevarse a la boca, a una fuerza aérea entera y las reservas, aquello era todo lo que le quedaba al Ejército Rojo, para que ustedes se den cuenta de lo poco que les faltó a los alemanes para triunfar en aquella guerra.

  Mientras tanto, la Luftwaffe no conseguía hacer llegar los suministros necesarios. El camino hacia la bolsa era terrible, tormentas de nieve y niebla, más la gran barrera de artillería antiaérea que cubría el paso. Sin embargo la Luftwaffe realizó una tarea heroica, algunas veces superior a la resistencia humana; perdieron una tercera parte de sus efectivos, unos 550 aparatos. El VI Ejército estaba necesitado de 300 toneladas diarias como mínimo. Recibió solamente una media de 105, entre el 19 y el 23 de diciembre cayeron cinco toneladas de caramelos, cuatro de margarina y dos de preservativos... ¿que podemos pensar de esto?; el general Von Seydlitz, ayudante de Paulus, exigía 1.000 toneladas para aguantar el golpe.

  El 18 de diciembre, Manstein y Paulus pusieron dos proyectos sobre la mesa. El primero, Operación Tormenta Invernal constitía para Paulus en intentar un ataque para conseguir un corredor de unión con el IV Ejército Blindado de Hoth. El segundo, la Operación Trueno consistía en que los sitiados abandonaran Stalingrado y se abrieran paso hasta el IV Ejército blindado. Hoth informó de que era atacado violentamente atacado por los flancos. Seguidamente, Manstein da cuenta de una nueva gran ofensiva del enemigo sobre el VIII Ejército italiano. Quien sabía cuanto podrían resistir estos. Para finalizar, Paulus dio cuenta de que no disponía de gasolina para más de 20 kilómetros. Hoth estaba a 85 de distancia. Entre ellos había dos ejércitos y dos cuerpos blindados. Por tanto, a Hitler le pareció demasiado difícil la Operación Trueno así que pidió a Manstein que ordenara a Hoth avanzar más hacia el Norte.

  Hoth reagrupó sus carros para lanzar un ataque en dirección a la ciudad cuando, el 23 de diciembre recibió de Manstein la orden de enviar a la mejor de sus divisiones, la 6ª, con la mayor rapidez al frente italiano que acababa de hundirse ante el I Ejercito de la Guardia Roja. Obedeció, pero siguiendo las indicaciones de Hitler siguió combatiendo a la espera de tender la mano a Paulus, que no se movió. Más tarde se descubrió que el VI Ejército tenía reservas clandestinas de gasolina. Pero no las utilizó, deberíamos preguntarnos por qué. Manstein diría más tarde que Paulus “dejó pasar así la última oportunidad en la hora decisiva”.

  La situación en el recodo del Don se convirtió en tan desesperada que Hitler dio la orden de retirada al Ejército del Caúcaso. Si el VI Ejército hubiera emprendido la desbandada, se hubiera abierto una brecha por la que podrían haberse precipitado cuatro o cinco ejércitos rusos. Era preciso pues, contar con que Paulus resistiría a partir del 26 de diciembre.

  Sin seguir las ordenes de Hitler, el general Von Seydlitz emprendió la retirada en penosas condiciones. Su 94ª División de Infantería abandonó sus posiciones y fue aniquilada totalmente. No pudo retroceder ni 10 kilómetros, el Ejército Rojo estaba advertido. Hitler se enteró por casualidad de que el LI Cuerpo había abandonado sus posiciones. Paulus no advirtió a Hitler del incidente y cubrió la acción de Von Seydlitz, que el 25 de noviembre redactó un memorando exigiendo que se intentara una penetración en dirección a Kotelnikovo, punto situado 160 kilómetros al Sur.

  El final del manifiesto – cuya existencia Hitler desconocía – era una llamada a la rebeldía:

  “Si el OKW no rectifica inmediatamente su orden de mantenerse firmes en posición erizo, tenemos el imprescindible deber de obrar según nuestra conciencia hacia el Ejército y el pueblo alemán y recobrar nuestra libertad de acción...”

  Pues este hombre que obraba según su conciencia cometió el crimen de destruir por medio del fuego partidas de suministros que hubieran podido salvarse; sus tropas pronto se encontraron muertas de frío, sin agua. Todas las tropas hubieran sufrido el mismo destino de haber intentado lo que el LI Cuerpo, retirándose 50 o 60 kilómetros. El plan de Seydlitz carecía de sentido más que en el caso de haber intentado llevar a cabo la Operación Tormenta Invernal. Pero no fue el caso.

  Hitler creyó a Paulus responsable de aquella retirada e ignorando el memorando, encargó el mando norte y oeste del kessel a Seydlitz. El mariscal Von Manstein, mejor informado que Hitler se negó a admitir aquel nombramiento. Seydlitz contaba con toda la confianza de Hitler. En cuanto a Paulus pensó en nombrarle su ayudante.

  La única pregunta que nos podemos plantear es por que este general no esbozó siquiera un movimiento para que llegara a buen termino la Tormenta Invernal que tenía la total aprobación de Hitler. Es algo inexplicable. Manstein – Hitler se enteraró más tarde y no se lo reprochó – habría cubierto la Operación Trueno si se hubiera realizado entre el 20 y el 26 de diciembre, con las mejores tropas manteniendo el frente. Desde el 19 de aquel mes, estaba preparado un suministro de 3.000 toneladas para dirigirlo a Stalingrado a través del corredor que Paulus tenía que abrir con sus Panzer y sus granaderos. Debo añadir que la aviación roja no tuvo actividad prácticamente entre el 15 y el 30 de diciembre. Paulus tenía decidido no intervenir y ya está.

  En enero Hitler intentó lo imposible por acudir en ayuda de sus valerosos soldados y proyectó lanzar una poderosa fuerza blindada hasta Stalingrado, a través de los ejércitos rusos y la tempestad de hielo. Era una nueva unidad, el VI Ejército Acorazado de las Waffen SS, equipado con carros Panther V. Se encontraba acantonada en Jarkov. Zeitzler y Jodl le hicieron ver la realidad, deberían de franquear 560 kilómetros, en pleno invierno ruso, su abastecimiento plantearía un gran problema y en caso de llegar a Stalingrado sólo podrían haber contado con sus propias fuerzas, pues los soldados de Paulus estaban agotados, entre montones de muertos, heridos, agonizantes, hambrientos... Era un riesgo muy grande, Hitler no podía permitirse el riesgo de perder a sus mejores unidades, Jodl le hizo ver que los hombres del VI Ejército no eran más que espectros y así fue como Hitler se rindió ante las razones que le expusieron.

  Es seguro que a Hitler le destrozó el alma tener que dejar a aquellos valientes soldados que eran la creme de la Werhmacht. Rokossovsky, comandante en jefe ruso, dispuso a partir del 18 de noviembre de doce ejércitos dispuestos para destrozar al VI Ejército. Paulus que no emprendió la Operación Tempestad Invernal para poder resistir según dijo, rechazó la capitulación que le ofrecieron el 9 de enero. Fue nombrado mariscal del Reich por Hitler. Su conducta continuó siendo enigmática si olvidamos su desconcierto por la destitución de Halder. Seydlitz no hizo caso, se puso en marcha... y fue un completo desastre. Desde el 10 de enero permaneció postrado en los sótanos de los almacenes Univermag, sin prestar atención ni siquiera a sus ayudantes, los generales Raske y Schmidt.

  Aplastados por los bombardeos constantes de la artillería y la aviación y tan hambrientos que no tenían ni fuerzas para sostenerse en pie, los últimos combatientes, soldados del XI Cuerpo del general Strecker, seguían disparando desde las ruinas de la fábrica Barrikadi. En el amanecer invernal del 2 de febrero, aquellos fantasmas salieron de sus tumbas provisionales para disparar hasta su último cartucho. Muchos oficiales emplearon el ultimo para pegarse un tiro. A las 8:40, el general Strecker telegrafió al OKW: “El XI Cuerpo de Ejército y sus seis divisiones han cumplido con su deber”.

  También tuvo un comportamiento ejemplar el general Von Arnim, fue condecorado con la Cruz alemana de oro. Al principio se negó a creer en la capitulación de su jefe. El mariscal Paulus y su Estado Mayor se habían rendido al EjÉrcito Rojo el 31 de enero. Se le sirvió comida a los prisioneros.

  Paulus pidió vodka, sirvió a todos los presentes y levantando su vaso declaro:

  • Brindo por los que nos han vencido, por el ejÉrcito ruso y su comandante en jefe

  Y todos bebieron a salud del Ejército Rojo y de Stalin.

Fuentes: La batalla de Stalingrado de William Craig

            Stalingrado de Stephan Walsh

            El Ejército traicionado

            Stalingrado de Anthony Beevor

            Dias de infamia de Michael Coffey

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18-03-2006

Algunos mapas de la batalla

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18-03-2006

Otro mapica:

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22-03-2006

En tema tan espinoso com la defensa de erizo, muy dificil saber que paso, y esto quizas sea una buena aproximación.

Solo no estoy de ecuerdo con el supuesto ejercito de Panther... Esos carros no estaban listos para la fecha ¿De donde sacas ese dato?

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22-03-2006

Bueno Graf, lo del Ejército Panzer no son datos ni suposiciones mías, si no palabras del propio Hitler, que si no recuerdo mal saqué de un libro llamado "Hitler y sus generales". Ese Cuerpo sería el que emplearía más tarde Manstein en la reconquista de Jarkov, o sea que no era tan difícil que estuvieran disponibles. ::)

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22-03-2006

Bueno Graf, lo del Ejército Panzer no son datos ni suposiciones mías, si no palabras del propio Hitler, que si no recuerdo mal saqué de un libro llamado "Hitler y sus generales". Ese Cuerpo sería el que emplearía más tarde Manstein en la reconquista de Jarkov, o sea que no era tan difícil que estuvieran disponibles. ::)

Puede ser que fuera el cuerpo que se empleo en la conquista de Kharkov, no lo sé, pero tampoco lo discuto. Lo que si estoy seguro es que Panther no podia tener, estos se estrenaron en Kursk, y de hecho la ofensiva se retrasó por esperarlos, asi que mal podian estar en aquella epoca. Y si me dices que fue el mismo ejercito que luego retomó Kharkov, menos aun, ese ejercito no tenia ni un solo Panther, tenia eso sí algunos, pero muy pocos Tiger I.

Creo que deberias echarle un ojo a l libro, tal vez leiste mal...  ;) Lo siento pero me llama la atención este detalle marginal.

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22-03-2006

Tranquilo Graf, no dudo de que estás en lo cierto, lo acabo de pensar ahora, pero es posible que Hitler pudiera pensar en su pronta salida de la cadenas de producción y por eso hablara de ellos. :P

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22-03-2006

A lo mejor...  :-\

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06-04-2006

Algunas fotos

Esta es en Voronezh

O esta camino de Stalingrado por la polvorienta estepa

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06-04-2006

Sabes que he estado buscando y si, Hitler si queria tratar de liberar Stalingradi con unos Panther. Pero eso era solo una idea que jamás se hubiera podido concretar por als razones expuestas arriba, pero si el si queria eso.

Saludos!!!

P.D. Las fotos no se ven, ni tampoco las del tópico de los Tiger.

Stalingrado!

06-04-2006

yo si veo las fotos...

anda karl que aqui presentas solo el lado aleman... yo colocare aca algo de lo vivido en el ataque inicial aleman.

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07-04-2006

Lo siento Stalin, soy demasiado progermánico, prefiero que tu te encargues de los tuyos,  ;D ;D ;D ;D ;D, por cierto, aun espero tu trabajo del sitio de Sebastopol ;)

Graf, me alegro de que comprobaras las informaciones y recalcaras que son ciertas ;)

Stalingrado!

07-04-2006

Cierto.. cierto.. tendre que darme un paseito por la biblioteca de la universidad.

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29-06-2006

yo si veo las fotos... anda karl que aqui presentas solo el lado aleman... yo colocare aca algo de lo vivido en el ataque inicial aleman.

Sigo esperando Stalin que pongas tu parte... :D :D :D

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