SEGUNDA FASE DE LAS OPERACIONES
En los últimos días de agosto, en lugar del rápido avance que había imaginado List, el avance se redujo drásticamente a unos meros 3 o 4 kilómetros al día. La línea férrea de aprovisionamiento del Grupo de Ejércitos A terminaba al este de Ucrania, y el resto del camino tenía que ser realizado por camiones y aviones. Cuando por orden de Hitler le 4º Cuerpo Aéreo fue transferido a Stalingrado, la potencia de combate quedó terriblemente reducida y dependiente de un irregular y tortuoso suministro por carretera (camino más bien) de entre 300 y 500 kilómetros. A medida que el lógico desgaste disminuía el número de camiones de los que se disponía, el Grupo de Ejércitos A comenzó a utilizar cada vez más reatas de mulas para apoyar el avance del 1º Ejército Panzer. A finales de agosto , en lo más reñido dela campaña de verano, el mismo List que un mes antes era tan optimista, comenzó a sugerir que el 1º Ejército Panzer debería detener su avance y construir defensas para el invierno, para gran enfado del Führer. No obstante, la formación siguió hacia delante, ayudada por la incompetencia y confusión de los jefes del Frente Transcaucásico. El 18 de agosto cedieron las defensas del Grupo Norte de Maslennikov en el río Kuma retrocedían para no ser cercadas, el 40º Cuerpo Panzer avanzó lentamente hasta el río Terek.
Los blindados de List debían de capturar Mozdok y tomar Grozny antes de avanzar hacia Baku. Como los ejércitos soviéticos 9º y 44º se atrincheraban en la orilla meridional del Terek, Richthofen permitió a Pflugbeil que despachara un grupo de cazas para apoyar al 40º Cuerpo Panzer de Von Schweppenburg. Debido a la ausencia de la Luftwaffe, la Fuerza Aérea Soviética estaba jugando un papel cada vez más decisivo en la campaña, ahora llevaba la iniciativa táctica. Sin embargo, la aviación soviética no pudo evitar la caída de Mozdok, al norte del Terek, el 25 de agosto. El río era un formidable obstáculo como ya hemos dicho, su rápida corriente y su orilla meridional que se alzaba a considerable altura sobre la opuesta. Pero había problemas en el Frente Transcaucásico. El Frente del Norte del Caúcaso fue disuelto, acabando así con la incompetencia de Budenny, pero entonces la campaña cayó bajo la influencia más malévola de Lavrenti Beria, el secuaz de Stalin.
Beria, miembro del comité para la defensa del Estado, fue enviado por Stalin como representante de la Stavka ante el Frente Transcaucásico del teniente general Tyulenev. Esto confirma las sospechas que Stalin albergaba hacia los militares profesionales, a los que dio el mando de sectores críticos del frente, pero que eran sometidos fuertemente al yugo político en teatros de operaciones menos importantes. Beria tenía una macabra reputación de sádico y fanático del poder. Georgiano, al igual que Stalin, Beria hizo sus primeras pinitos con la política y la guerra reprimiendo los brotes nacionalistas en el Caúcaso a mediados de los 20. Como recompensa, Stalin hizo ingresar a Beria en el Comité Central en 1934 y le dio el mando de la temida NKVD en diciembre de 1938. No es exagerado decir que la mayoría de los generales soviéticos temían u odiaban a Beria.
La contribución de Beria a la defensa del Caúcaso fue desastrosa y compensó de sobra las dificultades en el suministro del 1º Ejército Panzer. Beria se enfrentó con varios oficiales del Ejército y en lugar de los refuerzos que pedía Tyulenev, desplegó más tropas de la NKVD que respondían sólo ante él. El 23 de agosto creó el Grupo Operacional de la Cordillera del Caúcaso. A pesar del rimbombante nombre, se limitó a arrebatar el mando del 46º Ejército soviético que protegía los pasos del Caúcaso. Mientras las tropas alemanas avanzaban a un ritmo constante a través de las montañas y plantaban su bandera en la cima del monte Elbrús (5.633 metros), Stalin envió órdenes estrictas de que el Estado Mayor del teniente general Tyulenev debía diseñar un nuevo plan operacional. Si la intervención de Stalin puso cortapisas a la directa influencia de Beria sobre las operaciones militares, a cambio le dio carta blanca para reprimir a sus anchas a los pueblos del Caúcaso, de cuya lealtad dudaba no sin razón. La NKVD se vengó horriblemente de los calmucos, ingushetios y chechenos. Ejercieron sus crueles talentos en una campaña de masacres y deportaciones en masa al gusto de su vengativo amo.
El Grupo Norte de Maslennikov, que constaba de los ejércitos 37º,9º y 44º (el último de ellos al mando del teniente general Petrov, el defensor de Sebastopol), se preparó para defender la línea del Terek. No obstante, Maslennikov ignoró la advertencia de Tyulenev de que los alemanes tratarían de cruzar el río por otros sitios aparte de Mozdok. El 30 de agosto, un pequeño grupo de alemanes cruzó el Terek al oeste de Mozdok y estableció una pequeña cabeza de puente al otro lado del río. Cogido en la trampa, Maslennikov no reaccionó con suficiente celeridad y aunque la cabeza de puente fue bombardeada el 2 de septiembre, el 40º Cuerpo Panzer de Von Schweppenburg reforzó a las tropas que estaban al sur del río y se aseguró una importante victoria táctica. Pero las defensas rusas no cedieron y durante la primera quincena de septiembre el 1º Ejército Panzer tuvo que abrirse paso a Grozny paso a paso bajo un continuo bombardeo aéreo. La defensa de Grozny la llevó a cabo Petrov. Junto con el raro lujo de tener superioridad aérea, las fuerzas de Petrov alternaban la defensa táctica y el ataque, hostigando continuamente al 1º Ejército Panzer, que apenas conseguía mantener algo de movilidad por la escasez de combustible. El objetivo oficial del 1º Ejército Panzer seguía siendo Baku, pero la mayoría de los soldados sabían que si llegaban a Grozny antes del invierno tendrían suerte.
Sin embargo, a finales de agosto las tropas alemanas de la 1ª y 4ª divisiones de montaña a la derecha del 1º Ejército Panzer parecían hacer progresos serios. Su objetivo era el puerto de Tuapse, en la costa del Mar Negro. No obstante, después de alcanzar la cima del Elbrus el avance se desinfló. Escalar la cordillera del Caúcaso era una cosa; descender con fuerza suficiente por la vertiente meridional como para derrotar a las fuerzas soviéticas acantonadas en Sujumi, otra bien distinta. Hitler se encolerizó con las tropas de montaña por perder el tiempo con la ascensión petulante y sin sentido del Elbrus y les hizo apresurarse a Sujumi. Insistía en que la caída de Sujumi. Insistía en que la caída de Sujumi, junto con la toma de los puertos de Tuapse y Novorossiisk serían un golpe mortal para la flota rusa del Mar Negro, lo que permitiría a los mercantes alemanes establecer una línea de suministro para el Grupo de Ejércitos A y dar un soplo de vida a la campaña del Caúcaso. Cuando declinó la maligna influencia de Beria, se abandonó su idea de luchar contra los alemanes en las montañas y en su lugar las tropas rusas prefirieron defender los pasos al sur de la cordillera. Naturalmente, a las tropas de montaña alemanas les faltaba el armamento pesado necesario para abrirse paso y tuvieron que hacer frente a una fiera resistencia. Los alemanes dependían de los aviones de Pflugbeil para su aprovisionamiento y en su ausencia su avance se detuvo a 25 kilómetros del puerto de Sujumi.
Durante septiembre de 1942, al pararse dos de las tres líneas de avance alemanas por falta de suministros, sus esperanzas se concentraron en el 3º Ejército rumano y el Grupo Ruoff. Al comienzo de la segunda fase de la ofensiva del Caúcaso, serían los rumanos los que tomarían la alternativa para sonrojo de sus colegas alemanes. Mientras el 17º Ejército se desplazaba al sur de Krasnodar hacia las estribaciones del noroeste de la cordillera del Caúcaso hacia Novorossiisk y Tuapse, el 3º Ejército rumano avanzaba a lo largo de la costa del mar Negro. Budenny estaba decidido a defender la península de Taman y Novorossiisk y el 17º de agosto estableció la Región de Defensa de Novorossiisk. Estaba compuesta por el 47º Ejército del comandante general Kotov, la flotilla del mar de Azov del contraalmirante Borshkov, y un conglomerado de unidades aéreas varias. Los rumanos avanzaron hacia Taman, cruzaron el río Kuban, y tomaron los puertos de Temryuk y Anapa el 31 de agosto. Todo esto lo lograron prácticamente sin apoyo aéreo y convencieron a los rusos de la necesidad de abandonar la península de Taman. Los beneficios del prodigioso esfuerzo rumano fueron inmediatos. Las fuerzas navales alemanas en el mar Negro, dirigidas por el almirante Schwarz llevaron a cabo la Operación Blucher, que consistió en el traslado del 3º Cuerpo de Montaña rumano y de la 46ª División de Infantería alemana al otro lado del estrecho de Kerch entre el 1 y el 2 de septiembre, junto con combustible, munición, vehículos y caballos. Esto supuso un considerable empuje para el avance alemán en el Caúcaso. En las primeras dos semanas de septiembre, la flota del almirante Schwarz transportó 30.605 hombres, 13.254 caballos y 6.265 vehículos.
El Grupo Ruoff se preparó entonces para tomar Novorossiisk con la intención de descender por la costa hasta Tuapse y Sujumi. Sin embargo, el flanco derecho del 47º Ejército ruso se reveló un hueso más duro de roer que su flanco izquierdo en la península de Taman. Además, el traslado de la Luftwaffe a otros teatros trajo aparejado el retorno de la Fuerza Aérea Soviética. El resto del 4º Cuerpo Aéreo de Pflugbeil estaba disperso por todo el Caúcaso apoyando al Grupo de Ejércitos A, y quedaron pocos efectivos para ayudar al 17º Ejército en la batalla por Novorossiisk. El 47º Ejército forzó a los alemanes a desangrarse por cada metro de la ciudad mientras se replegaba hacia las afueras. Sus defensas se reforzaron con la llegada de refuerzos, duros infantes de marina evacuados de la península de Taman por la flotilla del Mar de Azov. Los aviones de reconocimiento de la Luftwaffe descubrieron la retirada de los marines, pero el 4º Cuerpo Aéreo ya no podía proporcionar apoyo aéreo cercano y atacar a la vez. Los marines fueron desplegados al sur de la ciudad, por que Budenny quería asegurarse de que si Novorossiisk caía, el grupo Ruoff tendría que pelear duramente a lo largo de toda la carretera costera. En los primeros días de septiembre, el 5º Cuerpo de Infantería de Wetzel tuvo que luchar durante días en un fiero combate cuerpo a cuerpo en suburbios de Novorossiisk y para el 6 de septiembre se había abierto paso hasta el puerto. No obstante, le llevó otros cuatro días someter totalmente la ciudad, y el general Wetzel no pudo anunciar su caída hasta el 10 de septiembre. De nuevo, un avance alemán que debía consistir en una rápida y decisiva maniobra, se había convertido en un combate de desgaste.
Pero no había sido más que una victoria parcial; el 5º Cuerpo no controlaba las alturas del sur de la ciudad y estas, a su vez, dominaban el acceso a la carretera costera, crucial para un rápido avance. Las tropas de Wetzel sufrieron graves pérdidas en sus repetidos intentos por desalojar a los rusos atrincherados al sur de Novorossiisk. De hecho, la resistencia soviética se endurecio hasta el punto de que la 3ª División de Montaña rumana sufrió enormes bajas conteniendo los contraataques soviéticos del 25 y 26 de septiembre. La victoria pírrica de Tuapse sería el último triunfo del Grupo de Ejércitos A bajo el mando del mariscal de campo List. Experto en las dificultades propias de la guerra de montaña, List aconsejó a Hitler que retirase a las tropas alemanas hasta las estribaciones del norte del Caúcaso. El resto de aquellas formaciones de élite debía utilizarse en romper el estrangulamiento de la carretera costera hasta Tuapse. Pero Hitler rehusó dar por terminada la ofensiva. Después de una entrevista en Stalino, el general Jodl, jefe del OKW, transmitió al führer las preocupaciones de List. Los rusos aún hacían frente al 57º Cuerpo Panzer y al 44º Cuerpo de Cazadores de Montaña al noroeste de Tuapse, peor Hitler se encolerizó ante lo que consideraba una deslealtad de Jodl y falta de espíritu combativo en List. Relevó del mando a este último y asumió personalmente el mando del Grupo de Ejércitos A, a 3200 kilómetros de distancia.
LOS ÚLTIMOS COLETAZOS DEL AVANCE ALEMÁN
Como explica el Dr. Hayward: “A medida que el viento y la lluvia del otoño sustituían al sol del verano, la ofensiva del Caúcaso se detuvo, con muy escasos cambios y de poca importancia en la línea del frente establecida desde mediados de septiembre”. El 1º Ejército Panzer trató de sacar partido de la cabeza de puente establecida al sur del Terek. En su camino a Grozny, la resistencia rusa por tierra y aire se endureció a consecuencia de la debilidad de la Luftwaffe. En octubre de 1942, con su abastecimiento amenazado por la lluvia y la nieve, las tropas de montaña alemanas abandonaron su avance a Sujumi. El 17º Ejército trató de liberarse del doble atolladero de Novorossiisk y Tuapse, pero no lo consiguió. El Grupo de Ejércitos A hizo su último intento de vencer la resistencia soviética y avanzar hasta Bakú. El 18 de octubre el 52º Cuerpo de Infantería asignado al 1º Ejercito Panzer creyó detectar un punto débil en las defensas del 37º Ejército ruso situado en el borde occidental de la curva del Terek. El mariscal de campo Von Kleist se decidió por un asalto en toda regla y Richthofen liberó al 4º Cuerpo Aéreo de Pfulugbeil de su servicio en Stalingrado.
El asalto comenzó el 25 de octubre, y lo encabezaba el 3º Cuerpo Panzer del general Von Mackensen. El objetivo era la ciudad de Ordzhonikidze que custodiaba el acceso a la excelente carretera militar que cruzaba la cordillera caucásica en dirección sur hasta Georgia, llegando por un lado hasta el puerto de Batumi, en el Mar Negro, y por otro hasta Bakú en el Caspio. Descansado y con los depósitos llenos, el 3º Cuerpo Panzer destrozó las defensas del 37º Ejército soviético. El 28 de octubre la 13ª División Panzer y la 2ª División de Montaña rumana tomaron Nalchik, a 100 kilómetros al noroeste de Ordzhonikidze. El 3º Cuerpo Panzer continuó su ofensiva contra la ciudad de Alagir, a 30 kilómetros al oeste de Ordzhonikidze, al pie del Caúcasol. Mientras la 13ª Panzer avanzaba hacia Ordzhonikidze, la 23ª Panzer tomó Alagir el 1 de noviembre y torció hacia el este. Sin embargo, la resistencia rusa se hizo considerablemente más decidida: el Frente Transcaucásico estaba enviando refuerzos al 37º Ejército. El 3 de noviembre, con un tiempo espantoso, el 3º Cuerpo Panzer se vio detenido a sólo 3 kilómetros al oeste de Ordzhonikidze, después de haber sufrido una gran cantidad de pérdidas para conquistar los últimos centenares de metros. Mientras el 1º Ejército Panzer se arrastraba como podía hacia delante, el 6 de noviembre la Luftwaffe hizo tres ataques consecutivos sobre la ciudad bajo el mando personal de Richthofen, que se quedó atónito al observar como el 3º Cuerpo Panzer no podía continuar el asalto. En unas horas, la razón quedó clara. En lugar de abrirse paso hasta la ciudad, la formación de Mackensen se batía por su vida. Mientras el 3º Ejército Panzer luchaba al oeste de Ordzhonikidze, una brillante contraofensiva soviética había cortado las líneas de abastecimiento de la 13ª Panzer al norte de la ciudad. En medio de desesperados combates, cualquier esperanza de tomar Ordzhonikidze desapareció. El 9 de noviembre Mackensen envió ala División SS Wiking y a la 23ª Panzer a tratar de forzar las mandíbulas del cepo ruso. En la noche del 11 al 12 de noviembre, la 13 ª Panzer conseguía escapar hacia el norte. Había sufrido 1.275 muertos, 273 desaparecido y 5.008 heridos.
En noviembre de 1942, el Grupo de Ejércitos A había fracasado en todos sus objetivos, salvo en las decepcionantes capturas de Novorossiisk y Maikop. La ofensiva se había desinflado en las inmediaciones de Grozny y Bakú no era más que un espejismo lejano. Pero el fracaso del Grupo de Ejércitos A era importante por sí mismo, aunque después de Maikop pasara a ser un teatro secundario.
Hitler admitiría (nunca en voz alta) que Bakú era un objetivo inalcanzable, comenzó a obsesionarse cada vez más con Stalingrado. Se entrometio hasta en los menores detalles tácticos, ignorando la dolorosa realidad de que sus objetivos estaban muy por encima de sus medios. Con todo se negó a ceder terreno en el Caúcaso, según decía para no permitir a los rusos distraer fuerzas que pudieran utilizar en Stalingrado, pero realmente porque le dolía incluso considerar la cuestión. A pesar de todo el fervor nacionalsocialista y todo el espíritu de lucha que pudiera conjurar, la cruda realidad era que a sus ejércitos les faltaban los efectivos, suministros, blindados y aviación necesarios para alcanzar los objetivos propuestos por Hitler. Quizás lo más irónico de todo era que lo único que les sobraba a los soldados alemanes era la voluntad de luchar. Muchos por convencimiento y otros por mero instinto de supervivencia, combatieron hasta el final. Y aun a pesar de todo, los valientes alemanes estuvieron muy cerca de alcanzar el fruto deseado. Aun les quedaba lo peor por delante, una retirada precipitada contra el reloj para alcanzar Rostov antes que los rusos que envolvían al 6º Ejército en Stalingrado. Quizás, sino se hubiese retirado el 4º Cuerpo Aéreo del Frente del Caúcaso a Stalingrado (donde los aviones no hacían otra cosa que entorpecer el avance alemán en la ciudad), los germanos habrían alcanzado todos sus objetivos. La campaña del Caúcaso es uno de los fragmentos más desconocidos de la Segunda Guerra Mundial, pero sin duda uno de los más importantes e intensos.
Fuente: Stalingrado de Stephan Walsh