15-03-2006
Durante el invierno, la ciudad sitiada de Sebastopol se ha reforzado, al seguir abiertas las comunicaciones marítimas. El ejército, al mando del general I.J. Petrov, cuenta 9 divisiones de infantería, varias unidades de tanques, una pequeña fuerza aérea, 1 600 bocas de fuego. La forma de la orilla permite establecer una posición relativamente corta, yendo desde el valle de Belbeck a la curva de Balaklava. Los nombres que evocan la expedición franco-británica de 1855 se levantan en muchedumbre en el pequeño campo de batalla. Al Norte, el terreno está relativamente libre, pero el Ejército Rojo ha amontonado fortificaciones que van desde viejos fuertes modernizados, armados con cañones de 305, hasta apoyos de infantería. Al este, el relieve es caótico. Cortas colinas, cubiertas de maleza, cortadas de barrancos, hacen difícil el avance de la infantería. La arista rocosa de Sapún se yergue rectilínea como un bastión. Sebastopol está detrás, en la orilla meridional de la bahía de Svernaia, que le sirve de foso contra un ataque procedente del Norte. A pesar de las fortificaciones y del obstáculo de la bahía, Manstein decidió aplicar su esfuerzo inicial en el sector Norte. El brillante adepto de la guerra rápida de movimientos se transformó en técnico de una batalla cuerpo a cuerpo. Hizo uso de los calibres más excepcionales de la artillería alemana. Del 305, del 350, del 420. Más aún: dos supermorteros de 60 cm, Thor y Odín. Aún mejor, un monstruo, Dora, que se realizó en secreto para perforar los fuertes de la línea Maginot. Fue el cañón más gigantesco que ha existido nunca: calibre, 82 cm, peso del proyectil, 7 t, longitud del tubo, 30 m, altura del fuste, la de una casa de dos pisos. 60 trenes han sido necesarios para transportar la pieza y sus accesorios, y 4000 hombres la sirven y la protegen. No tira más que tres obuses por hora, pero aplastan un refugio de 30 m de profundidad.
Así, hecho nuevo en la segunda guerra mundial, Sebastopol fue una batalla de artillería. Manstein puso en línea 208 baterías y hizo preceder la salida de su infantería por un Trommelfeuer de cinco días. El 8º cuerpo aéreo, von Richthofen, sumó su fuerza desde el aíre. Las 4 divisiones del 54 cuerpo que atacaron en el sector Norte tenían la impresión de que no había podido sobrevivir ni un ruso al huracán de fuego que se había desencadenado. Pero la resistencia de los supervivientes es de un encarnizamiento épico. Cada una de las fortificaciones, bautizadas por los alemanes Máximo Gorki 1, Stalin, Cheka, G.P.U., etc., es objeto de una batalla. El calor, una temperatura de 50ºC, sobreviniendo con brutalidad increíble, pesa sobre el combate. Las pérdidas son graves. Se cita una compañía alemana reducida a 9 hombres, y Manstein tiene que llamar de Kerch a la infantería de la 46 división para reemplazar a la de la 132, completamente desgastada. «La batalla —dice—— está en el filo de la navaja.»
El 18 de junio, undécimo día de la ofensiva, la 22 I.D. alcanza por fin la bahía de Svernaia. Cinco días más tarde, Petrov repliega su defensa a la orilla Sur. El 28, la 50 I.D. se apodera de Inkerman y de su colina. Esta está horadada por cavas de champaña en que se han almacenado enormes cantidades de municiones. Los rusos hacen saltar el depósito. La explosión proyecta un trozo de la colina a 300 m de altura.
En la noche siguiente hay dos golpes de audacia alemanes. Manstein lanza a la bahía de Svernaia canoas de asalto, que establecen una cabeza de puente para el 54 cuerpo. Más al Sur, el 30 cuerpo, tras haber avanzado paso a paso, arrebata la arista de Sapún en un ataque relámpago. La colina de Malakof está tomada. Ha terminado el segundo sitio de Sebastopol. Los restos de la guarnición resisten aún cuatro días en el cabo Chersonesski, mientras la marina roja embarca a todos los que puede bajo un intenso fuego de artillería. 90000 prisioneros quedan entre las manos de los alemanes.
Esta es sin duda una de las más espectaculares batallas de la Segunda Guerra Mundial.