03-04-2006
Durante la guerra en el Frente del Este fueron muchas las enfermedades que diezmaban los ejércitos del Eje y a los rusos por igual. Una de esas enfermedades fue la Tularemia, conocida también como la "fiebre de la ratas" que es causada por una bacteria de las más peligrosas que existen, pues sólo diez de esas bacterias son capaces de enfermar a un hombre y llevarlo a la muerte si no recibe tratamiento.
Los rusos sabían sobre la purulencia de esa enfermedad que es propaga fácilmente por las ratas. La particularidad de la enfermedad es que puede ser contraída por inhalación. El paciente acusa dolores de cabeza, fatiga, mareos, dolores musculares, pérdida de apetito y nauseas. La cara y los ojos se enrojecen y se inflaman. La inflamación externa precede a la de las glándulas linfáticas, con fiebre y supuraciones. Los rusos utilizaron la Tularemia contra el 6to Ejército de Paulus en Stalingrado, con muy buenos resultados para sus propósitos, pero con el efecto secundario que también enfermaba a las tropas del Ejército Rojo. La decisión maquiavélica de Stalin fue, que estaba bien porque los alemanes no podían reemplazar a los enfermos mientras que él tenía reservas de soldados casi inagotables entre los pueblos asiáticos de la URSS.
La Tularemia, conocida también como "fiebre de las ratas" es una enfermedad infecciosa causada por una de las bacterias más purulentas que se conocen, la Francisella tularensis. Sólo diez de estas bacterias son capaces de desarrollar una enfermedad extremadamente peligrosa. Debido a que posee capacidad de ser inhalada, se constituye en un arma biológica sumamente poderosa.
El microbio fue descubierto en 1911 durante una epidemia de fiebre de conejos cuando una gran cantidad de ardillas fueron muertas por esta enfermedad en el lago de Tulare en California. Debido al nombre del lago es que la enfermedad tomo el nombre de Tularemia. Los científicos determinaron que la enfermedad era contagiosa para los humanos, quienes pueden contraerla por contacto con animales enfermos. La enfermedad se propagó entre granjeros, guardabosques, cazadores, cocineros y en general trabajadores agrícolas. Los organismos patógenos penetran a través de excoriaciones y heridas en la piel y a través de las membranas mucosas.
La enfermedad se desarrolla rápidamente. El paciente acusa dolores de cabeza, fatiga, mareos, dolores musculares, pérdida de apetito y nauseas. La cara y los ojos se enrojecen y se inflaman. La inflamación externa precede a la de las glándulas linfáticas, con fiebre y supuraciones que a la larga desarrollan complicaciones peligrosas para la vida del paciente. La enfermedad también se transmite por inhalación, convirtiéndose en una enfermedad respiratoria cuyos síntomas se pueden confundir con muchas otras enfermedades similares.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética utilizó la Tularemia contra las fuerzas alemanas en Stalingrado, llamándola entonces el arma de las ratas. Las ratas enfermas fueron regadas en el frente espantándolas hacia las líneas alemanas mediante cercos de fuego. La enfermedad se propagó rápidamente, en las líneas del frente causando considerables bajas a tal punto que el Estado Mayor del General Paulus tuvo que tomar medidas que afectaron las operaciones militares. Pero la enfermedad también infectó a gran número de soldados del Ejército Rojo, pero estos podían ser reemplazados, mientras que los alemanes, encontrándose cercados no tenían cómo retirar a los enfermos del campo de batalla y menos reemplazarlos.
Estos hechos fueron conocidos y relatados por veteranos liberados de los campos de concentración rusos, pero no se le dio mucha importancia al hecho, puesto que la Tularemia era sólo una de las muchas enfermedades contagiosas que infectaron los campos de batalla en el Frente del Este.
Sin embargo, si la enfermedad es curada adecuadamente y a tiempo, causa inmunidad de por vida, en los pacientes. Además un paciente enfermo con Tularemia no contagia a los demás si se toman las medidas mínimas para evitar la propagación.
Una de las debilidades de la bacteria Francisella tularensis es que es sensible a la luz del sol, por eso, en invierno causó estragos en Rusia, mientras que en verano la enfermedad casi desaparecía. La bacteria muere en sólo 30 minutos, cuando es expuesta a la luz solar. El microbio muere también en agua hirviendo, única forma de eliminarlo de la ropa, pero que en Stalingrado era un problema debido a la falta de agua. Los desinfectantes los matan en 3 a 5 minutos. Se utilizaron antibióticos para combatir la enfermedad, en especial en los casos de infección de las vías respiratorias y desinfectantes para tratar las pústulas y llagas que ocasionaban en la piel.
Según un artículo del diario Pravda, los científicos soviéticos continuaron investigando la bacteria durante y después de la guerra. En 1970, los biólogos militares rusos produjeron cepas de Tularemia con capacidad destructiva mucho mayor que la hasta entonces era conocida. Pero, recientemente, dice Pravda, los científicos británicos han descubierto que la bacteria contiene genes que no se encuentran en otros organismos vivos. Como el genoma ha sido desclasificado, pronto se obtendrán vacunas que minimizaran a la Tularemia como arma biológica.
Fuente: exordio .com