No pareciera muy elegante pedir vuestra opinión para terminar yo "pagándome y dándome el vuelto" (como podría decirse), pero, con la idea de contribuir en el debate e ilustrar sobre la referencia bibliográfica en cuestión, me permito agregar una crítica muy completa sobre el libro que resulta oportuna reproducir a continuación (a pesar de lo extensa que pueda ser):
"[color=Blue]En La depuración, Herbert Lottman no se apoya en teorías interpretativas, rasgo que lo define y que es una de sus mayores virtudes, a la vez que alimenta el peor de sus defectos: difícilmente Lottman se arriesgue a exponer una idea. Prefiere la crónica fundamentada (a veces hasta la exasperación) antes que la gloria de reescribir la Historia o entregar la Biografía definitiva. En La depuración, Lottman apuesta a ofrecer al lector la mayor documentación fehaciente sobre un tema que ha dividido a la sociedad francesa durante medio siglo: el destino que les correspondió a los que fueron juzgados por su colaboración con el enemigo alemán o por su participación en el régimen de Vichy, comandado por el mariscal Pétain. La apuesta de Lottman no es menor. La documentación que expone era de muy difícil acceso cuando escribió este libro (incluso, los huecos que él señala quizá ya no puedan reconstruirse más). Desde la primera página de este libro fundamental, Lottman confiesa su desasosiego frente a informaciones tan cuestionadas, a datos parciales que, sin embargo, son los únicos documentos que existen. Con ese magma mínimo da cuenta de una experiencia límite: la depuración de la sociedad francesa, es decir, el juicio y castigo de quienes colaboraron con el invasor nazi.La depuración es una práctica que mezcla lo político con lo religioso, los atavismos sociales más primitivos con la apuesta a la primacía de los fines éticos más elevados. Permite pensar, incluso, que tal vez sean los fines éticos más elevados las mejores excusas para permitir que se dé rienda suelta a los atavismos más primitivos. En dos milenios de vida occidental, muchas grandes matanzas se hicieron en nombre del Bien. Ningún asesino de masas declaró que buscaba el Mal. La depuración francesa se basó en dos poderosos mitos de este siglo: el nacionalismo (Limpiemos a Francia de los que traicionaron a la patria) y la idea cristiana de familia (La depuración es necesaria para que la familia francesa vuelva a reencontrarse).Aunque Lottman no reflexiona sobre ello, se puede decir que ya la ocupación alemana y el gobierno del mariscal Pétain habían realizado una depuración de signo contrario a la que se analiza en este libro, a la que ha recibido ese nombre en la historia contemporánea de Francia, pero una depuración tan religiosa, ética y política como la que la historia rescata con ese nombre y da título a este libro. Tanto el gobierno de Vichy como los alemanes estaban tan preocupados por limpiar la sociedad francesa de elementos indeseables como posteriormente lo estuvieron los que participaron de la liberación.Casi todas las cifras (cuántos colaboradores hubo, cuántos fueron juzgados, cuántos fueron condenados a muerte) están en discusión. Sin embargo, Lottman se basa en datos avalados por la documentación más fidedigna. Por ejemplo, la cifra sobre la cantidad de franceses que colaboraron con los alemanes es imposible de precisar, pero Lottman cree que hablar de que un cuarto de la población francesa adulta colaboró con los nazis es acercarse a la cifra real. Esa colaboración masiva incluye conductas individuales muy diferentes. Para sobrevivir, una viuda joven se acostaba con un soldado alemán. Otros denunciaron a algún compatriota para obtener ventajas. Decenas de miles participaron en los aparatos represivos, torturaron, mataron, robaron, se enriquecieron con el dolor de los perseguidos.En los juicios realizados al comienzo de la liberación se cometieron más errores y fueron más severos en sus condenas. Actuaban sobre caliente, incluso en territorio aún ocupado, a veces con el enemigo a pocos kilómetros. En ese marco hubo condenas más duras, menos posibilidades de una adecuada defensa de los acusados (se hicieron muchas denuncias falsas por envidia o por error). Algunos colaboracionistas juzgados antes de la completa liberación de Francia sufrieron condenas desproporcionadas a su crimen.Casi desde el comienzo mismo se levantaron voces contra la arbitrariedad de los juicios. Lo más interesante de todo el proceso fueron los debates a los que dio lugar (participaron Mauriac, Sartre, Cocteau y Camus). Entre los condenados a muerte que pertenecían al mundo cultural alguien recordó una frase de Talleyrand que define bien la posición cínica de la época: La traición es una cuestión de fechas (recordando que los que ayer fueron héroes después enfrentaron, por los mismos hechos, el pelotón de fusilamiento).Los personajes más poderosos y más ricos tuvieron mayores posibilidades de defenderse y varios industriales franceses ni siquiera fueron llamados ante un tribunal (aunque otros fueron especialmente condenados para servir de ejemplo -caso Renault-, la política fue no perseguir a industriales para mantener el aparato económico en pie). La Iglesia Católica, que había sido uno de los pilares de la colaboración, fue el grupo menos depurado; en parte, este privilegio fue gracias al negociador del Vaticano, un cardenal que poco después se convertiría en Juan XXIII.Por el contrario, en los pueblos, muchos vecinos sufrieron vejámenes por haber colaborado, a veces tímidamente. Miles de mujeres y de jóvenes que estuvieron cerca de los alemanes (como amantes o como milicianos y trabajadores voluntarios) fueron condenados a diversas formas de humillación; por lo general se los rapaba y se los exhibía públicamente ante la pequeña comunidad. Esas humillaciones tuvieron efectos enormes: Lottman cuenta que una mujer que había sido rapada y puesta en la picota por haberse acostado con un soldado alemán no quiso ver a nadie y murió 40 años más tarde -a mediados de los 80- sin volver a pisar la calle de su pueblo natal ni haberse asomado siquiera a la ventana de la casa en la que se recluyó y en la que vivió su horror sin fin.Aunque el gobierno de De Gaulle trató de mostrarse lo más ecuánime posible en el marco de la política de depuración, lo cierto es que, salvo un par de decenas de excepciones -entre más de cien mil personas-, mientras más poderoso y rico era un colaborador más posibilidades tuvo de escapar a las penas más duras.A pesar de que la depuración francesa no fue cuantitativamente la más significativa, se convirtió en el modelo de lo que una sociedad necesita hacer después de un período tan terrible como el de la Segunda Guerra Mundial. La de los franceses fue ejemplar porque permitió debates que aún resuenan. Es mérito de Lottman es dar cuenta de tan complejo proceso[/color]".
(Ver: http://www.clarin.com/suplementos/cultura/1999/01/31/e-01401d.htm)
Igualmente, un comentario más conciso sobre dicha obra histórica plantea:
“*[color=Blue]Tal vez sólo un biógrafo e investigador de la historia de la talla de Herbert Lottman, que tiene la rara virtud de aunar una documentación asombrosa con una agradecida fluidez narrativa, podía acercarse con el rigor necesario a un tema tan delicado como el de la depuración a que se vieron sometidos los franceses que, de una u otra manera, colaboraron con el ocupante nazi en la segunda guerra mundial: un implacable proceso judicial y político que comenzó en Francia en 1944, después de que las fuerzas aliadas liberasen el país, proceso que duraría hasta 1953, cuando la República, rindiendo homenaje a la Resistencia, terminó votando una amnistía.
En realidad, la depuración había comenzado ya en el año 1943, tan pronto como en Argel se restituyó la autoridad de la Francia libre. Allí comienzan las primeras ejecuciones de los colaboradores de Pétain y la revocación de los funcionarios y policías del gobierno proalemán de Vichy. Y, aunque el general De Gaulle quiso que la depuración fuera llevada adelante con toda legitimidad por los tribunales de justicia, nada pudo impedir que al principio proliferaran los casos de venganza popular, sobre todo contra delatores, torturadores, comerciantes enriquecidos y grupos paramilitares que habían colaborado más abiertamente con los ocupantes alemanes*”.[/color]
(Ver: http://www.tematika.com/articulo/detalleArticulo.jsp?idArticulo=76578)
Ok, no digo más, espero vuestras opiniones, que se inicie el debate o formulen sus pareceres o recomendaciones.
Saludos.