Claro que muchos Italianos no querían la guerra,eran en su mayoría pesimistas,pero viendo los éxitos de la Alemania nazi,seguro que en su mayoría cambiarían de parecer,...he encontrado un relato muy interesante:
Se dice que cuando los partisanos capturaron a Mussolini en abril de 1945, ofrecieron a Petacci la posibilidad de escapar, pero ella la rehusó y expresó su deseo de compartir la suerte de su bien amado Mussolini. En el momento de la ejecución, ella trató de proteger a Mussolini con su cuerpo de las balas y recibió ella la primera descarga. El Duce fue ejecutado inmediatamente tras ella. Al día siguiente, 29 de abril de 1945, en Piazzale Loreto en Milán, los cadáveres de Mussolini y Petacci fueron colgados boca abajo junto a otros cuatro además de infamados sus cadáveres por la chusma que alguna vez, en el pasado, vociferó a todo pulmón su nombre.
En Dongo, el conde Pier Luigi Bellini della Stelle, jefe de los partisanos encuentra a Clara Petacci en el Ayuntamiento y ante la súplica de ella de querer morir con el Duce, el conde le jura que no tiene intención de matarlo, y que lo que piensa es entregarlo a las autoridades.
En una reunión mantenida entre miembros del Comité de Liberación Nacional y representantes del Cuerpo de Voluntarios de la Liberación celebrada en Milán se decidió que Mussolini sufriera una muerte violenta.
Walter Audisio, apodado Coronel Valerio, comunista que había combatido en la guerra civil española al lado de las Brigadas Internacionales, se le mandó a Dongo para asegurarse de que el Duce no sería entregado a las autoridades. De Germasino, Mussolini fue trasladado a una pequeña alquería cerca de Bonzanigo, donde el conde Bellini permitió que Clara Petacci se le uniese.
Hacia las 16 del 28 de abril de 1945, el “coronel Valerio” irrumpió en la alcoba, anunciando que les ‘venía a rescatarles’... Los empujó por las escaleras y los metió en la parte trasera de un coche, colocándose él frente a ambos, apuntándoles, mientras dos de sus compañeros se instalaron de pie en el estribo.
El vehículo, por orden de ‘Valerio’, se detuvo en la entrada de “Villa Belmonte”. Según relato del propio Walter Audisio, los hechos se sucedieron así: “Mandé a Mussolini que se colocase contra la pared. Se dirigió hacia el lugar sin comprender nada, y cuando se volvió le leí la sentencia...
“Por orden del Alto Mando del Cuerpo de Voluntarios de la Libertad, tengo la misión de hacer justicia al pueblo italiano...” Éramos un pequeño grupo reunidos en aquel recodo de la carretera: Mussolini, Clara Petacci, Guido, el comisario de los partisanos y yo. Eran las cuatro de la tarde.
“-¡Mussolini no debe morir! ¡Mussolini no debe morir!” gritó la Petacci, convulsa, al borde de la histeria...
“Levanté la ametralladora para disparar...” “-¡Quítese de ahí o recibirá también! Le grité a la Petacci...” “Se apartó dando tropezones. Apunté y apreté el gatillo. El arma no disparó. Clara Petacci corrió de nuevo hacia Mussolini y lo abrazó”. “Arrojé la metralleta y empuñé el revólver. Clara Petacci corría de un lado para otro presa de pánico...” “-¡Quítese de en medio! le dije apuntando con el revólver, pero el arma tampoco funcionó... “Llamé al comisario y le tomé la metralleta. Apunté una vez más y alcanzaron a Mussolini cinco balas. Cayó de bruces, contra el muro. Disparé de nuevo. Una bala alcanzó a la Petacci y la mató en el acto. Tres balas más alcanzaron a Mussolini, pero aún respiraba. Me acerqué y le disparé al corazón. Por fin estaba muerto...”
A pesar de estas declaraciones del comunista Walter Audisio, después de 60 años, no se sabe aún cómo fue exactamente la escena con la que acabó la vida de Benito Mussolini. Según el historiador inglés Denis Mack Smith, “el único hecho cierto es que el 28 de abril de 1945, Mussolini, que había cumplido sesenta y un años, fue fusilado a toda prisa por partisanos comunistas, antes de que los americanos, ya a pocas horas de distancia, pudiesen alcanzarlo”.
Aquel mismo día fueron fusilados contra el paredón de la plaza principal de Dongo, frente al lago de Como, quince personajes, entre ellos Alessandro Pavolini, Paolo Zerbino, Incola Bombacci, Luigi Gatti, secretario personal de Mussolini, y varios ministros. Éstos quince cadáveres, además de los de Mussolini y Clara Petacci, el de Marcello Petacci, cuatro cuerpos no identificados y Starace, ex secretario del partido, fueron transportados en un camión a la plaza Loreto de Milán, donde en el techo de una gasolinera fueron colgados por los pies, como piezas de carnicería, y expuestos al público para que se ensañaran con ellos.
Años más tarde, a los cincuenta años de tan bochornoso, vergonzoso e inhumano comportamiento del populacho, salió la filmación de los cuerpos de Mussolini y de Clara Petacci, que realizó el teniente norteamericano Tamber, al día siguiente de la salvajada, en la estación central de Milán, apareciendo completamente deformados después de haber sido pisoteadas sus caras por los energúmenos partisanos y la rabia de la plebe. La RAI emitió dichas escalofriantes imágenes.
El cadáver del Duce fue desmembrado y enterrado en secreto en el cementerio de Musocco en Milán, de donde sería robado al año siguiente por unos neofascistas, que lo entregaron a los padres franciscanos del convento Angelicum de Pavía. En 1957 le fue confiado a Donna Rachele, que al recibir los despojos del que había sido su marido, exclamó: “El que después de vencer, se venga... ¡Es indigno de la victoria!
A continuación se procedió a enterrarlo en Predappio, su lugar de nacimiento.
El libro “...Y Mussolini creó el fascismo” de Néstor Luján y Luis Bettonica, en la última página se puede leer lo siguiente:
“Sean cuales fueren sus faltas, la muerte de Mussolini nos llena de piedad, y la de Claretta, compañera hasta el final, de admiración. Y aquella plebe de Milán nos llena de horror en su macabra alegría. Sean cuales fueran las faltas humanas, repetimos, fue un asesinato. Y nadie puede merecer en su entierro seres de tan baja calidad como aquellos milaneses del Piazzale Loretto
Fuente: "http://es.wikipedia.org/wiki/Clara_Petacci"