14-12-2018
Revisando algunos articulos sobre numismatica que recibi ultimamente y que no lei por mi internacion de meses pasados, encontre este articulo que me enviara un amigo que es profesor de Historia en la Escuela Superior de Guerra, y que ademas de ser coleccionista de monedas es investigador de temas de la Historia Argentina que me parecio interesante publicarlo en el foro en especial para lectura de mis amigos españoles.ARMAS ARGENTINAS EN EN EL EJÉRCITO ESPAÑOL****Fusiles En 1893, Argentina estaba recibiendo, desde Alemania, los fusiles y carabinas “Maüser modelo argentino 1891”, que había adoptado como reglamentarios, en reemplazo de los Remington, del sistema “rolling block”, “modelo argentino 1879”.Se trataba de un arma de avanzada para la época, caracterizada por la rápida evolución técnica del armamento; la aparición de la pólvora sin humo en 1884, y su aplicación al fusil francés Lébel, de 1886, convirtió en obsoletos a todos los existentes, prácticamente, de un día para el otro. Argentina no se había quedado atrás, y fue de los primeros países en contar con este Maüser “moderno”, “a repetición”, con cargador para cinco cartuchos de calibre 7,65 mm. Por decreto del 29 de Septiembre de 1890, el Gobierno de la República Argentina creó la “Comisión técnica de Armamento” encargada de recibir las armas fabricadas por la casa Loewe, y con facultades para estudiar y modificar el fusil Maüser de 7,65 milímetros adoptado por aquél país para la Infantería, Caballería y dotación de la Armada nacional. La “Comisión”, presidida por el distinguido Teniente Coronel de Estado Mayor, D. Pablo Riccheri, y compuesta de un personal tan idóneo como celoso, ha cumplido sus deberes con la lealtad y el conocimiento propios de soldados amantes de su patria…” (“Revista Técnica de Infantería y Caballería”, Madrid, Núm. VII, 1° de abril de 1893. El artículo prosigue describiendo la minuciosa labor de la “Comisión” encabezada por Riccheri, que garantizaba la calidad del material aceptado; por cierto, terminada su misión, Riccheri recibió de los fabricantes el acostumbrado cheque, que se apresuró a endosar y devolver, diciendo que la República Argentina agradecía la donación de otros tres mil fusiles (que, a un costo estimado de cuatro libras oro cada uno, representarían hoy algo así como tres millones de dólares). Por una gestión similar, el almirante Onofre Betbeder obtuvo, de parte de los astilleros ingleses que hicieron los acorazados “Moreno” y “Rivadavia”, un generoso “descuento” para la Argentina, y Enrique Mosconi, la “donación” de una batería de artillería. costumbres que parecen haberse olvidado. Otros países, estaban aún evaluando alternativas a la renovación de sus arsenales, y algo a la expectativa de los avances técnicos, que se sucedían rápidamente. Tal el caso de España, que terminó por decidirse por el que se conocería como “Maüser español modelo 1893”, en calibre 7 mm, y ligeramente evolucionado respecto al argentino. Pero que llegó tarde, como para poderlo emplear en los serios incidentes, prácticamente una guerra, que estalló a principios de ese año 1893, en las inmediaciones de las “plazas de soberanía” de Ceuta y Melilla, en el norte de Marruecos, asediadas por diferentes agrupamientos tribales, que solo formalmente reconocían la autoridad del sultán; y que, desde luego, desconocían en absoluto la española. España pidió a los fabricantes alemanes, con carácter de muy urgente, la provisión de, al menos, 10.000 fusiles. Su pedido no pudo satisfacerse, por cuanto éstos no disponían de inventarios; su producción era únicamente para cumplir con los contratos pendientes, y estaban ya comprometidos varios meses de las manufacturas disponibles. Pero estaba casi lista una serie (se numeraban en series de 10.000, desde el 0001 al 10000, precedidos por una letra mayúscula, empezando por la A) para enviar a Argentina. Desde luego, no podían disponer de estas armas, a menos que Argentina ….y Argentina cedió a España los 10.000 fusiles y 5.000 carabinas. Algunos malpensados, pueden interpretar como providencial, para la Argentina, el pedido español; porque, más allá de las floridas palabras diplomáticas de sacar a España del apuro, lo cierto es que el entonces teniente coronel Riccheri, ya no sabía con qué excusa demorar la entrega, por cuanto Argentina andaba en apuros financieros, y las fricciones con Chile no eran, por el momento, tan peligrosas como lo serían dos años después. Cuando Argentina repitió la operación, pero ahora con Perú y Bolivia, como posibles aliados contra Chile; y, por las dudas, con Uruguay. Y hablando de mal pensados… : “Los fusiles Mauser. … Dice el siguiente telegrama de Fabra que hemos recibido esta tarde: Nueva York 7- El Herald publica un telegrama de Buenos Aires diciendo que el Gobierno argentino vendió al de España diez mil fusiles máuser para las tropas de Melilla. (Según nuestras noticias, dice la Agencia, el hecho, tal como aparece en el anterior telegrama, es inexacto.) La fábrica alemana a la que España hizo el pedido, estaba construyendo fusiles por cuenta de la República Argentina. En vista de la urgencia que tenía el Gobierno español, la fábrica pidió autorización a Buenos Aires para entregar los fusiles a nuestro Gobierno, a lo cual el argentino accedió de muy buen grado. Estas son las noticias que la Agencia Fabra tiene. Ahora bien, la Agencia no es infalible, y como en este país se ven cosas muy anómalas, nada tendría de extraño que en eso de los fusiles Mauser hubiera ocurrido algo de lo que desgraciadamente es frecuente entra nosotros”. (periódico “La Justicia”, Madrid, 7 de noviembre de 1893). Por cierto, la cesión no fue tan “de buen grado”; por eso de que “la caridad bien entendida empieza por casa”, la “Comisión” pretendía que solamente se cedieran a España 5.000. “Los fusiles Mauser…Vencidas las dificultades que oponía la Comisión militar de la República Argentina para que se entregaran a España los 10.000 fusiles Mauser y los veinte millones de cartuchos que la casa Loewe, de Berlín, acababa de construir, hoy terminará el embarque de las armas en el crucero Reina Mercedes, el cual zarpará de Bremen con rumbo a Melilla. El Gobierno argentino pretendía que se destinaran a España 5.000 fusiles, y que los otros 5.000 fueran para la referida República, el ministro de Estado telegrafió a Buenos Aires y ayer recibió respuesta satisfactoria, cediendo a España los 10.000 fusiles”. (Periódico “La Época” Núm 14.775, Madrid, jueves 2 de noviembre de 1893). El crucero Reina Mercedes, que no era apto para combatir, fue hundido por su tripulación en Santiago. Reflotado por los estadounidenses, y puesto en condiciones de habitabilidad, fue usado largo tiempo como alojamiento de cadetes en Annapolis. En 1920. En ocasión de una visita de Alfonso XIII, enarboló la bandera española, como gesto de cortesía. EE.UU. ofreció su devolución a España, pero el costo de las reparaciones para conservarlo a flote determinaron su desguace, en 1957 ). Unas mil, ya estaban terminadas y listas, pero …. Decían claramente que eran de modelo argentino y, lo peor, tenían el escudo nacional argentino acuñado en la parte superior de la recámara….. ¿tendría inconveniente el gobierno argentino en que armas con su escudo nacional fueran utilizadas por España?.... ¿ tendría inconveniente España, en que sus soldados utilizaran armas que evidenciaban provenir, de alguna forma, de Argentina?.... no hubo inconvenientes. Del resto de la serie, la mayor parte fue provista con la sola indicación de la manufactura de la cual provenían, sin indicación de modelo ni, mucho menos, escudo alguno; y el resto, sin indicación de modelo, pero con el escudo español. Provisionalmente pacificado el “teatro de operaciones Marruecos”, la mayor parte de esos fusiles fueron enviados a Cuba; en la que, en 1895, había comenzado el último movimiento independentista. Se trataba de no mezclar, en la medida de lo posible, los fusiles de modelo argentino con los españoles, para facilitar la logística en la provisión de la munición, y minimizar los posibles riesgos derivados de cargarlos con munición de distinto calibre. En circunstancias que no es del caso tratar aquí, los Estados Unidos intervinieron en esa guerra, en 1898, con la consiguiente derrota española. La captura de fusiles “argentinos”, por parte de los estadounidenses, a pesar de saberse cómo habían llegado hasta ahí, aumentó el tradicional resquemor entre Argentina y Estados Unidos; los fusiles, con que iban equipados los estadounidenses, muchos de “tiro a tiro”, y todos para pólvora negra, no eran rivales para los “repetidores” Mauser para pólvora sin humo. Y aunque no se emplearon de la mejor forma posible, dejaron malos recuerdos, en la colina de San Juan, para los seguidores de Teddy Roosevelt; no les pareció correcto que dispararan desde tan lejos, ni que no delataran por el humo el lugar desde donde disparaban. (www.stockarms.com/los-fusiles-mauser-modelo-espanol/) Desde entonces, y alegando edulcoradas razones, (“no vender la armas de la patria”, o algo así) es que Argentina borra su escudo de las armas que da de baja, vendiéndolas al exterior. Armas relativamente comunes entre nosotros, a las que no se les ha pasado la piedra por “the argentine crest”, son valoradas por coleccionistas del exterior. Fundada en 1895, a consecuencia de las turbulencias que España sufrìa en Cuba y Filipinas, la “Asociaciòn Patriòtica Española” publicò, en 1914, su “boceto histórico”. A fs. 208 y 209 del mismo, se enumeran los 28 socios honorarios designados hasta entonces. Llama la atención la mención del “Señor don Luis M. Campos”, y del “Señor Nicolàs Lavalle” (sic)¸sin duda, los generales Luìs Marìa Campos y Nicolàs Levalle. Aparecen a continuación el “General D. Manuel F. Campos” (hermano de Luis Marìa), y el “Coronel D. Pablo Richeri”, al que menciona con la graduación que tendría a la fecha de su designación como socio honorario. Todos ellos, tuvieron algo que ver con la cesiòn de los fusiles Mauser. En la Escuela Superior de Guerra del Ejèrcito Argentino, creada por Luis Maria Campos, se conserva su retrato al oleo. Luce en èl dos condecoraciones españolas: una cruz y la placa o gran cruz de la Orden del Mèrito Militar, ambas con distintivo blanco, indicando que no fueron concedidas por acción de guerra. No habiendo encontrado en Argentina antecedentes de su concesión, el Archivo General Militar de Segovia contestò a mi pedido que “En relación a su solicitud de fecha 11.04.2017, se informa que examinados los fondos que se custodian en este Archivo no se conserva documentación relacionada con: DON LUIS MARIA CAMPOS”. Es probable que esa documentación se perdiera en las turbulencias por las que atravesò España; pero también es muy probable que estuviera relacionada con los fusiles Mauser argentinos. En lo relacionado a los Mauser argentinos, puede consultarse la obra definitiva sobre el tema: “Argentine Mauser Rifles 1871 – 1959”, de Colin Webster, ed. Schieffer Military History, Atglen, PA 2003.Lanzas Antes de empezar a hablar de lanzas, es necesario hacer una semblanza del infante Fernando de Baviera y Borbón. Primogénito del príncipe Luís Fernando de Baviera, nieto de Isabel II por vía materna (infanta María de la Paz de Borbón), primo y cuñado del rey Alfonso (casado con la infanta María Teresa de Borbón), nació en Madrid el 10 de mayo de 1884 y, de acuerdo a la legislación entonces vigente, tenía la nacionalidad alemana del padre; pero en 1905 se naturalizó español, y su primo le reconoció el título de infante de España, “de gracia”. Dedicado a la carrera militar, estuvo en acción en Marruecos, y llegó a ser coronel de caballería y jefe de la seguridad real; queda a criterio del lector la especulación de cuánto pudo haberlo ayudado en ello sus relaciones familiares. Lo cierto, es que era el más cercano colaborador del rey, y hombre de su total confianza. Desde 1906 representó a Alfonso en importantes acontecimientos; entre los más importantes y cercanos a los hechos que se van a relatar, la coronación de Jorge V y las ceremonias fúnebres de Francisco José de Austria. A finales de 1920, y ya tempranamente viudo de María Teresa, Alfonso le pidió lo representara en la ceremonia de inauguración de un monumento: el que Chile erigía, con motivo del cuarto centenario del descubrimiento del que, luego, se conocería como estrecho de Magallanes. De era tal la importancia que se daba a tal acontecimiento, que su traslado quedó a cargo de la nave insignia española, el acorazado ” España”; el cual llegó a Arica el 18 de noviembre de 1920, dando inicio a una serie de diarios festejos, celebraciones, agasajos y demás sinónimos de buena vida. Tal era la recuperación del buen humor por parte del viudo, que encontró la forma de prolongar su estadía en Chile, algo más de lo necesario para el cumplimiento de misión encomendada: apenas unos cuatro meses, sin contar el viaje de ida y vuelta; le fueron de utilidad las averías sufridas por el “España” como consecuencia de una encalladura, y cuya reparación no parecía tener fin. En enero de 1921 cruzó a Mendoza, y el gobierno argentino le envió un tren especial, para que pudiera desplazarse hasta Buenos Aires. Contrariamente a “La Nación”, que casi ignoró el tema, “Caras y caretas” cubrió su presencia casi como si se tratara de una visita de estado, carácter que obviamente no tenía; y hasta llegaba a suponer que, en realidad, se trataba de la preparación de un próximo viaje del rey Alfonso. Además de los banquetes, bailes, visitas a estancias y otras amenidades al uso para ilustres visitantes, se cumplieron los deseos del infante por cuanto: “…el infante de España don Fernando de Baviera, coronel del ejército español y jefe de las fuerzas de la escolta real, expresó sus deseos de conocer el ejército argentino. El gobierno nacional satisfizo sus anhelos invitándolo a visitar uno de nuestros primeros institutos militares: la Escuela de Tiro. La dotación de la Escuela, a fin de que el ilustre visitante pudiera formarse una idea de la índole de los aprendizajes que se practican en el instituto y cómo se conducen las enseñanzas de las diversas armas dentro del cuadro general de la institución armada, preparó unos ejercicios de combate en el que habían de intervenir todas las armas. El ejercicio realizado hizo vivir los distintos episodios de un combate por la forma en que se desarrolló. Una escuadrilla de aviación intervino demostrando la importancia de esta nueva arma. Los invitados siguieron con la mayor atención las fases del ejercicio, manifestando el infante su admiración por el alto grado de preparación y eficiencia del ejército argentino”. (“Caras y caretas” N° 1.164 del 22 de enero de 1921, páginas 38 y 39). La nota de “Caras y Caretas” se ilustra con varias fotos de ese combate simulado, que habrá hecho las delicias del infante; en ellas se ven patrullas de caballería, armada con lanzas, y a infantes portando en sus cabezas la réplica del “pikelhaube” alemán, cuyo pico superior había demostrado, en los primeros tiempos de la “Gran Guerra”, que su única utilidad era para el adversario, que podía visualizar mejor al que lo usaba. Pero en las que también se ven modernas ametralladoras, y la pistola Mannlicher modelo 1905, de avanzada para su época de adopción, pues Argentina fue el segundo país del mundo en contar con una pistola semiautomática reglamentaria. Y en esa visita se habrá hablado de las lanzas; y se empezará a hablar aquí de las lanzas. Y se dejará de hablar, (apenas por unos renglones), del infante Fernando, que regresó a Chile y, a fines de marzo, a España. Argentina tenía como reglamentaria la lanza “modelo argentino de 1895”, con asta de acero, y diseño similar a la alemana usada por los Ulanos; su construcción era alemana. Con un largo total de 3,20 metros, y un peso de 3 Kg. Su peso, y el centro de gravedad poco adecuado, dificultaban su empleo. La lanza reglamentaria española era similar, con la diferencia de que los tubos de acero que constituían las astas, eran provistos por fabricantes alemanes, pero las lanzas eran construidas en España. La iniciación de la “Gran guerra” hizo que Alemania dejara de exportar material de guerra, por lo que sus clientes tuvieron que buscar la forma de sustituir a su proveedor habitual. En lo tocante a lanzas, Argentina lo resolvió, luego de varias pruebas, con la que luego se adoptaría como “modelo argentino de 1915”; de caña coligüe, con moharra y regatón cortos, de acero. El regatón, lastrado con plomo, permitió desplazar el centro de gravedad hacia atrás, y reducir en medio metro aproximadamente la longitud total, sin desmedro de su capacidad ofensiva. A pesar del lastre, el peso total del arma supera ligeramente a la mitad de la metálica, y casi no se siente al empuñarla. Por si todo eso fuera poco, requiere menos mantenimiento pues, obviamente, el asta no se oxida; y, lo mejor de todo, su costo es ínfimo en comparación con la de acero. Rimas aparte, serían tantas las alabanzas a las lanzas argentinas “modelo 1915”, por parte del infante, que el Dr. Julio Moreno, ministro de Guerra, le ofreció donar a España 1.000 de esas lanzas; lo que, obviamente, fue aceptado por D. Fernando. La entrega se materializó el domingo 25 de junio de 1922, festividad de Santiago Apóstol, patrono de España y de la caballería en su versión “matamoros”, hoy tan desprestigiada. “ENTREGÁRONSE LAS LANZAS ARGENTINAS AL EJÉRCITO ESPAÑOL….Realizóse la ceremonia en el campamento de Carabanchel …. (especial de La Nación) ….MADRID, 26 – En el campamento militar de Carabanchel se llevó a cabo en forma solemne la ceremonia de entrega de las lanzas de coligüe donadas por la Argentina al Ejército español. Presidía el acto, en representación del rey, el infante don Fernando de Baviera, a quien acompañaba el capitán general de Madrid, teniente general Orozco, y los generales Burgueta, Fernández, Heredia, Cavalcanti y Molinas, el coronel de la Escolta Real y los jefes de los regimientos de Lanceros de la Reina, número 2 de caballería, y el número 3 de la misma arma, Lanceros del Príncipe. Las tropas, formadas en cuadro de honor, se componían de dos batallones de caballería. Las mil lanzas, dispuestas en forma de pabellones, ocupaban el centro del cuadro. Llegados los agregados militares de la Argentina y de Méjico, a quienes acompañaba el canciller de la Embajada de la República Argentina, Sr. Castro, la comitiva pasó revista a las tropas. Acto continuo el agregado militar argentino, teniente coronel Vélez, montado a caballo, tomó una de las lanzas y, colocando en ella una banderola argentina, la ofreció al infante con un conceptuoso discurso, en el que tributó un homenaje de admiración al Ejército español. Después de declarar que con la más viva satisfacción cumplía el ofrecimiento que el Ejército argentino hiciera a D. Fernando de Baviera en ocasiónde su viaje a América, el orador tuvo expresiones de alto elogio para la actuación de la caballería española en ‘Africa, y terminó con estas palabras: “Os entrego estas lanzas con las que los aborígenes de las pampas defendían su independencia, dando la norma de lo que debía ser el Ejército, pues del mismo bloque están tallados los capitanes hispanos y los adalides del Plata”. El infante tomó en sus manos la lanza y contestó al teniente coronel Vélez con un breve y caluroso discurso, en el que agradeció en nombre del soberano la nueva demostración de afecto de la República Argentina.También hizo uso de la palabra el general Cavalcanti, para agradecer a su vez el obsequio del Ejército argentino a sus colegas de España, y terminó dando vivas a ambos países, y a sus respectivos Ejércitos. Acto continuo las tropas desfilaron al galope por ante la comitiva, realizando luego varios ejercicios, al propio tiempo que una escuadrilla de aeroplanos evolucionaba sobre el campamento. Terminada la ceremonia fue servido un lunch, en el curso del cual se cambiaron afectuosos brindis” (“La Nación”, Buenos Aires, martes 27 de junio de 1922). Nos aporta algo más de interés saber que: “ ….formaron las fuerzas que habían de recibirlas, y que eran un escuadrón de Lanceros del Príncipe, otro de la Reyna, y el batallón de Instrucción, al mando de los coroneles García Benítez y Queipo del Llano, y comandante Sánchez Mesa, integrando una unidad …..” (“La Época”, lunes 26 de junio de 1922) . Unos quince años después, el entonces general Gonzalo Queipo del Llano se haría famoso con otras armas: sus charlas por Radio Sevilla, durante la guerra civil española. El rey no estuvo presente en la ceremonia porque, tal vez no por casualidad, se hallaba visitando un lugar carenciado y alejado. El día de la caballería se conmemoraba en difíciles circunstancias; no hacía aun un año que España había sufrido, en Melilla, uno de los mayores desastres que hubiera tenido un ejército occidental frente a nativos irregulares; aunque nunca pudo establecerse con certeza el número de bajas, las las estimaciones no bajan de 10.000 muertos españoles y de 3.000 marroquíes a su mando. Cuando meses después pudo recuperarse el terreno en que sucedieron los hechos, los restos de caballos y jinetes del regimiento de Alcántara fueron encontrados casi en formación, luego de dar ocho cargas, la última al paso, y una novena a pie, protegiendo la retirada (“retirada” por decirlo en términos amables) de la infantería; mientras se disfrutaba del momento de camaradería en la entrega de las lanzas, en otra ceremonia se repartían cruces del Mérito Militar y ascensos post mortem. En cuanto al material, hay cifras más concretas: unos 20.000 fusiles se habían esfumado, junto con 400 ametralladoras y 129 cañones. Muchos reaparecerían en abril de 1925, cuando los franceses sufrieron un desastre igual o superior, en su zona de protectorado marroquí. Lo que decidió, a Francia y a España, a actuar conjuntamente contra la autoproclamada República del Riff, materializado en el desembarco de Alhucemas, en septiembre de 1925; el primero moderno conjunto y combinado exitoso, que inspiraría a Eisenhower para el de Normandía. Pero esa, como decía Kipling, “es otra historia”. El cierre amable del “cuadro de las lanzas”, vendría poco más de un mes después, según podemos leer en “La Nación”, cuando el presidente electo de la República Argentina, Dr. Marcelo Torcuato de Alvear, de gira por Europa, llegara a Santander, procedente de Hendaya, en la tarde del martes primero de agosto de 1922. Tras el recibimiento y celebraciones allí, el día jueves 3 se trasladó a San Sebastián, tradicional residencia veraniega del Rey; para mayor solemnidad, hizo el corto viaje a bordo del acorazado “España”, ya superadas sus averías en mares lejanos, y acompañado por la correspondiente escolta de destructores. Argentina trataba de igual a igual con Francia e Inglaterra, y su presidente no pudo acceder, por falta de tiempo, a satisfacer el deseo de Alemania y los Estados Unidos de recibir su visita. Habrá ya observado el lector que recurro insistentemente a citas bibliográficas, pues por esas cosas generacionales, tengo en alta estima al papel, aunque esté “filtrado” por medios electrónicos. Es que la enciclopedias virtuales tienen altos riesgos; como el sitio de Wikipedia “Escuadrón de Escolta Real”, de aspecto oficial, pero solo de aspecto (https:es.wikipedia.org/wiki/Escuadr%C3%B3n_deEscolta_Real, “bajado” el 22/03/2017) en el cual se afirma que el infante Fernando visitó la Argentina en 1922, cuando lo hizo desde el 31 de diciembre de 1920 hasta el 17 de enero de 1921, y no lo menciona para nada en lo referente al acto de entrega de las lanzas. Por su redacción, hace suponer que las lanzas fueron “recepcionadas” por el que sería Parque Central de Artillería español, sin previa verificación de calidad por parte de Argentina; y que, recién luego de “una serie de pruebas ….” recibieron “… el VB (visto bueno) mediante un cuño impreso (una pequeña bombeta) mediante grabación y el número individual de identificación en la mohajarra (sic) de las mismas, desde el 1 hasta el 1000”. Mas que desprolijo, sería irresponsable, una falta de respeto casi, el obsequiar algo de calidad no comprobada. La bomba o granada flamígera es de uso generalizado en varios países, pero con la “A” en su interior es tan argentina como el choripán o el dulce de leche; y no aparece solamente en la moharra (que no mohajarra), sino también en el regatón, junto con su número identificatorio. Y así lo atestiguan los ejemplares de mi colección, retirados personalmente de arsenal argentino, medio siglo atrás. Lanzas argentinas tuvieron acción en Marruecos, y luego en la guerra civil. Ya con fines meramente protocolares fueron usadas por la “Guardia Mora” de Franco, y “… los Lanceros del Rey con las lanzas argentinas de bambú que sólo se utilizan en las grandes solemnidades” (ABC de Madrid, 6 de enero de 1980, página 107, sobre la Pascua Militar). Y para esas grandes solemnidades, se siguen usando, tanto en Argentina como en España.Referencia "Las Armas Argentinas en el mundo" Dr. Manuel Gimenez Puig