Aquí dejo la Historia del máximo héroe Chileno "Lautaro", que al convivir desde niño siendo un escudero del Conquistador Español en Chile, aprendió de sus tácticas militares para después organizar un ejercito de Mapuches que para sorpresa total de los conquistadores usaban sus mismas tácticas y formaciones . Los Chilenos al mando de Lautaro lograron una hazaña que nunca consiguió ningún otro pueblo indígena de la región, propinar una demoledora derrota militar a los Españoles que nunca habían tenido tal nivel de resistencia en su guerra de conquista en América, no solo las tropas españolas fueron diezmadas y obligadas a rendirse por los mapuches en armas, también el conquistador en jefe de los Españoles fue capturado y ajusticiado de la misma manera cruel que este usaba para asesinar a los indígenas Americanos.
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[size=20pt]El Heroe Lautaro (1534 –1557)[/size]
Seis años con los españoles
En 1546 Levtraru o Leftrarü, hijo del cacique de la zona llamado Curiñancu (KuRü: Negro, Ñangkü: Águila, en Mapudungún) y teniendo alrededor de 11 años de edad, fue capturado por las huestes de Pedro de Valdivia en las inmediaciones de Concepción. Tras la captura se le hizo yanacona. Permaneció como prisionero de los españoles durante seis años, en los que llegó a ser paje personal de Valdivia. Como era difícil para los españoles el pronunciar su nombre original, se le dio el nombre de Felipe Lautaro, finalmente se le llama Lautaro.
En sus tareas habituales de paje era el cuidar de los caballos de Valdivia y debía acompañarlo siempre a batallas y ejercicios militares. Fue así que aprendió a no temer al caballo, aprendió a montar hasta hacerse un buen jinete. Además, observó las disposiciones de batalla de los españoles, aprendiendo de Valdivia sus tácticas militares.
Durante este período, hizo un cierto grado de amistad con uno de los capitanes de Valdivia, Marcos Veas, quien le enseñó el uso de algunas armas y tácticas de caballería. Esta práctica era habitual, ya que Lautaro en calidad de yanacona, debía servir como indio auxiliar en las batallas.
En 1550, durante la batalla de Andalíen (22 de febrero) y la batalla de Penco, el (12 de marzo), Lautaro fue testigo de los escarmientos a los que Valdivia hizo someter a los derrotados mapuches, mutilando a los prisioneros y liberándolos después, como ejemplo para evitar futuras rebeliones; esto lo impactó profundamente. Es probable que a raíz de estos hechos violentos hacia su pueblo se engendrara en su interior una terrible decepción y rebelión en su ser respecto de Valdivia y los españoles. Evidentemente resolvió fugarse a la primera oportunidad.
Fuga del campamento español
Después de aprender sobre táctica y estrategia militar española, se fugó en algún momento del año 1552 a caballo y además con la corneta de Pero Godinez, el maestre de campo de Valdivia, regresando con su pueblo. La fuga del paje de Valdivia no pasó más allá para los españoles como un hecho casi habitual y no le persiguieron. Según se cuenta en el poema épico La Araucana, Lautaro se presentó ante los sorprendidos caciques presididos por Colo Colo y alguno de sus "capitanes": Paicaví, Lemo-Lemo, Lincoyán, Tucapel y Elicura. Ya vencidos los naturales recelos, Lautaro demostró resueltamente sus naturales dotes de líder innato, le enseñó a su gente a perder el miedo a las cabalgaduras, aprendieron a montar y a apreciar el caballo como un arma de combate. Convocó a reuniones a campo abierto y les enseñó las artes militares y el uso de armas nuevas. Así también diseñó una serie de tácticas militares: el uso de escuadrones, la elección del terreno, las tácticas de emboscadas y de guerrillas. De esta manera, teniendo la autoridad de los caciques, dirigió una gran sublevación militar contra los españoles, quienes hasta el momento se paseaban victoriosos en todo el ámbito entre el Río Valdivia y el Biobío.
El liderazgo de Lautaro
Lautaro demostró tener condiciones innatas de líder, pronto además demostraría tener condiciones de estratega militar. Con un elocuente discurso, pronto su pueblo le respondió a sus exigencias y planteamientos, siguiéndole en su aventura militar. Enseñó a su pueblo, en base a demostraciones propias, a luchar en escuadrones, aprovechando el terreno y usando formas defensivas contra las cargas de caballería. Les enseñó que la retirada no era cobardía, sino una forma táctica de combate. Asimismo, inculcó el uso del toque de corneta, como elemento de obediencia táctica de los escuadrones, como hacían los españoles. Además creó un verdadero servicio de "investigaciones e inteligencia", utilizando hombres, mujeres y adolescentes. A ellos se les brindaba una preparación profesional, por ejemplo en caracterizaciones: simulaban ser borrachos, locos, cristianos o traidores de su pueblo con el fin de trabajar como falsos colaboradores, sirvientes o esclavos de los españoles, simulando no entender el idioma español y así sacar información vital, además de difundir noticias o datos incorrectos sobre los posibles ataques del Ejército Mapuche; además realizaban entrenamientos de visibilidad nocturna, sometiendo al agente a vivir durante días sin ver la luz del sol, con el fin de que posteriormente en las noches, hiciera el trabajo de espionaje nocturno, viendo como si fuese de día; además se les enseñaba el exclusivo sistema de comunicación mediante el movimiento de ramas de árboles. Lautaro eligió e instruyó a comandantes para las diversas secciones de su completo y jerarquizado ejército; Incluyendo a un Toqui jefe del servicio de investigaciones, el cual supervisaba y daba cuenta de las acciones de su servicio. Físicamente, Lautaro era un joven no muy alto, más bien grueso, de unos ojos negros penetrantes, cuerpo robusto y rostro lleno. Anchas espaldas y torso levantado, de agradable apariencia. Vestía una camiseta colorada española, un bonete de cuero grana. La cabeza rapada era coronada con un copete que se dejaba como insignia de generalato; además portaba la simbólica Toki Kura, emblema de piedra que cuelga del cuello, además de la Clava que portaba en su mano, simbolos del jefe de guerra o Toki.
Emboscada y muerte del Gobernador don Pedro de Valdivia
Lautaro sabía que las fuerzas bajo su mando, recién entrenadas, estaban ahora en una línea denominada "Línea interior", es decir, entre dos fuerzas, las del fuerte Purén por el sur y las de Concepción por el norte. Para ello elige neutralizar una de ellas y usa una estratagema: engaña a Gómez de Almagro en el fuerte Purén y se asegura de que sus tropas no se junten con la de Valdivia en el fuerte de Tucapel.
Lautaro captura un emisario y se entera de que Valdivia marcha hacia el sur y necesariamente tiene que pasar por Tucapel. En efecto, Valdivia a mediados de diciembre de 1553 sale de Concepción y se dirige a Quilacoya, donde toma algunos soldados en su marcha a Arauco, los espías mapuches siguen la columna desde las alturas de los cerros y no le presentan batalla, dejándole hacer su camino. Valdivia muestra extrañeza de no recibir alguna noticia del fuerte de Tucapel y que además no sea hostigado en el camino.
El día 24 del mismo mes, decide tomar rumbo a Tucapel, esperando encontrar a Gómez de Almagro en éste. La tranquilidad y los espóradicos avistamientos de indígenas a lo lejos le despiertan sospechas y envía en una avanzada a Luis de Bobadilla con cinco hombres para que exploren el camino y den información de la presencia del enemigo. No los vuelve a ver. Extrañado Valdivia de no tener más noticias de Bobadilla pernocta a media jornada del fuerte de Tucapel.
El día de Navidad de ese año, se pone temprano en marcha y al llegar a las inmediaciones le extraña el silencio absoluto reinante. Al arribar a la loma donde está el fuerte, lo encuentra totalmente destruido. No aparecían ni Gómez de Almagro ni Bobadilla por ningún lado. Valdivia aun así decide seguir y hacer campamento en las ruinas humeantes del fuerte. Cuando ya avanzaban los preparativos, de súbito el bosque se llenó de chivateos y sin más aviso una masa se precipitó hacia el enclave español.
Valdivia, experto militar, apenas pudo armar sus líneas defensivas y aguantar el primer choque, mientras la caballería cargaba sobre la retaguardia del enemigo. Los mapuches, previendo esta maniobra, habían dispuesto lanceros y contuvieron la carga. Con mucho valor y resolución los españoles lograron descomponer la carga mapuche, que volviéndose a los bosques se retiraron de la loma. Los españoles saborearon la victoria. Pero cual sería su sorpresa cuando apareció un nuevo escuadrón indígena presentándose al combate y de nuevo hubo que armar líneas y nuevamente dar carga con la caballería.
Los mapuches además de los lanceros llevaban hombres cargando mazas, boleadoras y lazos con los que lograban desmontar al jinete y asestarle un definitivo mazazo en la cabeza una vez en el suelo. Se repitió la misma escena, y al toque de un lejano cuerno el escuadrón se retiró, no sin dejar algunas bajas y un tercer escuadrón se presentó a la batalla; esta vez Lautaro estaba detrás. Valdivia, viendo desesperada la situación, dado el cansancio y las bajas, reunió a los hombres disponibles y se lanzó a la lucha que adquirió ribetes muy encarnizados: ya la mitad de los españoles yacían en el campo y los indios auxiliares mermaban.
En un momento de la lucha, Valdivia se dirige a quienes aún le rodean y les dice: "¿Caballeros qué haremos?". El capitán Altamirano responde: "¡Qué quiere vuestra señoría que hagamos si no que peleemos y muramos!". Valdivia, al ver perdida la batalla, dispuso la retirada pero el propio Lautaro cayó por el flanco produciendo el desbande. Era justo lo que Valdivia no deseaba y los indios se dejaron caer uno a uno sobre los españoles aislados. Sólo Valdivia y el clérigo Pozo, que montaban muy buenos caballos, lograron tomar camino de huida. Pero al cruzar unas ciénagas, los caballos se empantanaron y los indios les capturaron.
Se dice que durante su juicio ante los Caciques, Valdivia después de ser capturado en la batalla de Tucapel, un Cacique llamado Leucotón fue quien le dio muerte, propinándole un fuerte mazazo en la nuca.
Luego arrasó sistemáticamente las ciudades españolas. Por dos veces saqueó e incendió Concepción, centro de los asentamientos españoles en el sur de Chile.
La batalla de Marihueñu
Pasada la victoria de Tucapel, los mapuches prácticamente sitiaron Concepción depredando sus ganados, destruyendo las labranzas y quemando toda vivienda que caía en sus manos. Lautaro prefería provocar a los españoles que batirlos a campo raso fuera del fuerte.
Concepción, débilmente defendida con 370 soldados y 2.000 yanaconas, se dispuso para la batalla al mando del gobernador sucesor de Valdivia, Francisco de Villagra, que reunió este ejército para enfrentarle.
Sin duda era el ejército más fuerte que se le podría presentar a los mapuches: estaban armado con seis culebrinas de terreno y, además, se hicieron de mantas de madera para protegerse de las lanzas y flechas. Esta es la primera vez que se hace uso de artillería en la guerra de Arauco.
Bien organizado Villagra y con la moral en alto se dispuso a la marcha el 23 de febrero de 1554. Los araucanos no los molestaron en el paso del Bío-Bío y repitieron la misma conducta cuando observaron a Valdivia en su marcha hacia el fuerte Tucapel.
Así avanzó la columna española hasta el valle de Chibilongo, dejando un destacamento para proteger las balsas. De ahí tomaron la senda de los altos de Marihueñú para atravesar la cordillera de la costa. El camino pasaba por bosques espesos, así que Villagra ordenó como precaución al capitán Alonso de Reinoso el avanzar con 30 hombres en exploración. Al llegar a la cima, que se extendía como una planicie cortada por un precipicio por un lado y por una foresta cerrada al otro extremo, fueron atacados por los mapuches obligándoles a retroceder peleando hasta juntarse nuevamente con el grueso.
Tan pronto ganó la cumbre, Villagra hizo formar en escuadra de combate a sus fuerzas, con los emplazamientos artilleros a retaguardia. El sol levantaba con fuerza a las ocho de la mañana. Pronto un chivaterío ensordecedor se dejó sentir junto con la salida del primer escuadrón mapuche, quienes atacaron a los españoles del mismo modo que con Valdivia en Tucapel. Y una vez más se retiraron hacía el bosque siendo reemplazado por un segundo escuadrón, luego por un tercero y un cuarto que combatían con el mismo ímpetu y arrojo.
Ya para el mediodía habían caído muerto muchos castellanos y un millar de yanaconas sin que los mapuches dieran cuartel, una embestida más y algunos mapuches lograron penetrar el círculo defensivo español y lacearon al mismo Francisco de Villagra bajándolo del caballo. Los mapuches gritaban entusiasmados : -Apo(Jefe)-, Apo...!!.
A costa de mucho trabajo lograron quitarle su preciada presa a los indígenas no sin antes quedar bien aturdido por los incontables golpes de maza que le propinaron los mapuches, dejándole su armadura toda abollada.
Pasada las 4 de la tarde aun se bregaba la batalla y los españoles empezaron a mostrar pánico, en una arremetida mapuche lograron cazar a los sirvientes de los cañones y mataron a todos sus 20 sirvientes, entonces Villagra dio por perdida la batalla y resolvió la retirada, pero para su estupor, los mapuches habían cortado el camino dejando sólo una senda que conducía al precipicio, muchos tomaron la senda y perecieron a golpe de una maza o despeñados.
Villagra logró perforar una salida en la emboscada y por ahí se salvaron apenas 66 soldados y algunos cientos de yanaconas, habían quedado 88 castellanos en poder de las eufóricas huestes mapuches, además se había perdido la artillería completa más bagaje y cabalgaduras. La figura de Lautaro como líder militar estaba consolidada.
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