10-06-2009
La captura del “USS Pueblo”
En estos días, en que las relaciones entre los Estados Unidos y Corea del Norte están peligrosamente tensas, vale la pena recordar un incidente ocurrido hace más de cuarenta años, en plena guerra fría, y que aún mantiene residuos de tensión entre ambas naciones, y particularmente dolorosos recuerdos para la US Navy.
Las flotas espías
El 11 de enero de 1968, el USS Pueblo (Ager-2) abandonó la base naval de Sasebo en Japón con la misión secreta de recoger información electrónica sobre la actividad naval soviética en el estrecho de Tsushima y de interceptar comunicaciones que vinieran de Corea del Norte. El pueblo era una pequeña nave de 750 toneladas habilitada para la vigilancia electrónica disfrazada de buque de investigación científica. Contaba con una tripulación de 83 hombres y por todo armamento llevaba un par de ametralladoras Browning .50.
El 23 de enero, en aguas del Mar de Japón, a 26 millas de la costa de Corea del Norte, el Pueblo, examinaba en el aire y en el mar, toda señal electrónica emitida a muchos kilómetros a la redonda con su sensible y súper secreto equipamiento electrónico. La nave había sido construida durante la Segunda Guerra Mundial y sólo seis meses antes se la había acondicionado en Bremerton, Washington para prestar servicios de inteligencia en la US Navy. Los 83 hombres del Pueblo, comandados por un oficial de 40 años, Lloyd M. Bucher, estimaban que se trataba de una misión de rutina, por lo que no se extrañaron de aventurarse solos en esa zona cubierta de bruma. No sospechaban siquiera, que estaban a punto de ser los protagonistas de un bochornoso incidente internacional.
El Pueblo, formaba parte de un grupo de más de 80 naves de la US Navy clasificadas como “Elint” (sigla de electronic inteligence). La flota espía era la contraparte de unas 60 naves del mismo tipo de la armada soviética, que aparentaban ser pesqueros de alta mar o buques oceanográficos, pero con la peculariedad de estar cubiertos de antenas direccionales y toda clase de sensitivos equipos electrónicos. Así como el Pueblo y sus gemelos recorrían aguas internacionales cerca de China, Corea del Norte y la Unión Soviética, las naves espías soviéticas se estacionaban en las cercanías de Florida (Cabo Kennedy), California, Guam y Alaska. Otras naves soviéticas, en la zona del Golfo de Tonkín, no perdían movimiento de lo que ocurría a bordo de los portaaviones americanos y apenas despegaban aviones hacia Vietnam del Norte, radiaban alertas a Hanoi. Otros barcos Elint en el Mediterráneo, iban permanentemente a la zaga de la Sexta Flota americana.
Una de las misiones principales de las flotas Elint consistía en la recolección y sistematización de las llamadas “firmas” de los submarinos. La firma es una mezcla del ruido electrónico que producen el propelente y los motores, la turbulencia en el agua, la estela y el campo magnético que genera cada nave submarina. Gracias al Pueblo, y demás navíos del mismo tipo, la US Navy estaba en condiciones de identificar, con ayuda de computadores, a más de 500 submarinos soviéticos, desde los accionados a petróleo hasta los movidos por energía nuclear.
El Pueblo estaba equipado con la última palabra en dispositivos Elint, instrumentos de navegación, radar y sonar, aparatos escuchas y una “oreja” gigante para oír a submarinos situados hasta 120 kilómetros de distancia.
El USS Pueblo
La captura
Era el 23 de enero a mediodía cuando una torpedera norcoreana interceptó al Pueblo, lo que era normal en las actividades de espionaje electrónico. Usando el lenguaje de banderas, la torpedera pidió al Pueblo identificar su nacionalidad. Al identificarse como americano, las banderas transmitieron: “Alto o abro fuego”. El Pueblo respondió “Estoy en aguas internacionales” y mantuvo su curso a dos tercios de velocidad, con la cañonera a la zaga. Una hora después aparecieron del sudoeste otras tres naves de guerra coreanas que rodearon al Pueblo. Una de estas naves se puso a la proa del Pueblo y le señalizó “Siga mi estela”. Al mismo tiempo, dos aviones Mig que salieron de la nada, sobrevolaron amenazadoramente al buque americano.
“Estos tipos hablan en serio”, transmitió nerviosamente el Pueblo a su cuartel general en Yokosuda. Lo que resultó inconcebible en ese momento, fue que el Pueblo no tuviera un mecanismo de autodestrucción. Tan pronto como comenzó el abordaje, los tripulantes trataron de quemar archivos, deshaciéndose de documentos y con hachas, martillos y… ¡granadas de mano! intentaron destruir el valioso equipamiento electrónico de espionaje. Estaban en eso cuando una granada mal lanzada, le voló una pierna a un marinero e hirió a otros tres. Uno de estos heridos fallecería posteriormente. La versión oficial americana aseguraría posteriormente que estos marineros resultaron heridos por el fuego de cañón de las naves norcoreanas, ante la negativa de Lloyd Bucher de detener la nave.
A las 13:45, el Pueblo comunicó a Yokosuda que los Norcoreanos estaban a bordo y 25 minutos después informaron que se les había “solicitado” que les acompañaran al puerto de Wonsan, Corea del Norte. A las 14:32, la nave transmitió los últimos mensajes. Los motores estaban detenidos y Bucher señaló que “iba a salir del aire”.
La noticia de la captura
De Yokosuda los mensajes volaron por el éter al Comando en Jefe del Pacífico en Honolulu, y de allí a Washington, donde por la diferencia horaria con Corea de 14 horas, faltaba poco para la medianoche. En las febriles consultas quedó en evidencia que el Pueblo estaba indefenso. En Yokosuda, el Contraalmirante Frank Johnson no tenía aviones navales apropiados, por lo que pidió ayuda a la Fuerza Aérea, pero no había aviones disponibles de tan largo alcance. Así, un barco espía americano y sus 83 tripulantes fueron capturados por el gobierno de Corea del Norte convirtiéndose en el primer barco de guerra americano capturado en el mar desde 1812.
El Secretario de Estado Norteamericano Dean Rusk, dijo que el apresamiento era un “acto de guerra” y la US Navy reaccionó enviando al portaaviones nuclear “Enterprise” de 85.000 toneladas desde Sasebo hacia el Mar de Japón. El portaaviones era seguido a menos de una milla de distancia por el buque espía soviético “Gidroleg” y observado desde el aire por aviones de guerra norcoreanos.
La captura no pudo ser ocultada pero sí aminorada por las fuentes oficiales americanas. Incluso cuando la radio oficial Norcoreana, Pyong-Yang, anunció que Lloyd Bucher había confesado su falta, el comandante Alan Hemphill expresó : “Si Lloyd Bucher dice algo a los norcoreanos que no sea su nombre, rango y número de serie, tengan por seguro que no lo daremos a conocer”.
El Comandante Lloyd Bucher
La confesión
Efectivamente, con la voz entrecortada por la emoción, el comandante Lloyd Bucher había leído el texto de su confesión redactada por sus captores a través de la radio Pyong-Yang. En ella señalaba que la Agencia Central de Inteligencia, le había ofrecido una buena cantidad de dólares a toda la tripulación si hacían un buen trabajo.
Reproduzco a continuación parte de esa confesión: “No tengo excusas por mi acto criminal de que mi nave se hubiera adentrado en aguas territoriales de la República Democrática Popular de Corea, siendo capturada por las patrulleras navales del ejército coreano, en acción de autodefensa ante la criminal acción de espionaje. Mi crimen, y el de mis hombres es completamente innegable”.
Radio Pyong-Yang transmitió después una entrevista efectuada por reporteros norcoreanos que fue filmada y distribuida a los canales de televisión de todo el mundo. En ella se le preguntó a Bucher si su nave se había adentrado en aguas de Corea del Norte y si su tripulación debía ser considerada agresora. Con voz débil respondió:
“Sí, lo admito. No tengo excusa. Nuestros actos de espionaje eran actos claros de agresión criminal que violan las normas elementales de las leyes internacionales”.
La conferencia de los prisioneros
Si Lloyd Bucher hubiese resistido la captura y muerto al defender su nave, sin duda hubiera sido un héroe para la US Navy, pero vivo, se convertía en un problema ya que personificaba toda una tragedia de increíbles errores que terminaron con la captura de la nave. A partir de la confesión, se veía venir un juicio por los tribunales del pueblo coreano sobre Lloyd Bucher y sus hombres. La crítica situación hizo que el vocero del Departamento de Estado americano Robert McCloskey expresara: “El gobierno de los Estados Unidos consideraría un acto de este tipo por Corea del Norte como un deliberado agravamiento de una situación ya, de suyo, seria.”
Liberación y regreso.
Las negociaciones duraron once meses exactos y el 23 de diciembre de 1968, se llegó a un acuerdo. Estados Unidos admitió la intrusión en aguas territoriales norcoreanas, se disculpó públicamente por ello y prometió solemnemente no volver a incurrir en tales prácticas. Ese mismo día, los 82 prisioneros fueron llevados al “puente de no retorno” en Panmunjon en el límite con Corea del Sur y fueron liberados. También se entregó el cadáver del marinero Duane Hodges, el único muerto en la acción de captura. Es probable que también se haya pagado una fuerte indemnización, pero ello nunca fue dado a conocer. Y si bién el gobierno coreano aceptó devolver a los prisioneros, jamás aceptó entregar la nave.
La firma del acuerdo
Aunque los liberados argumentaron haber sido golpeados y torturados por sus captores, debieron presentarse ante una corte de investigación por haber transgredido el Código de Conducta vigente desde 1955 para todos los militares en servicio y que reza: “No haré ninguna declaración oral o escrita desleal a mi nación y sus aliados o perjudicial para su causa”. Además estaban las interrogantes: ¿Debían haberse rendido sin combatir? ¿Por qué firmaron confesiones de que eran espías? ¿Estaba el Pueblo, realmente en aguas territoriales de Corea del Norte?.
En la segunda quincena de enero de 1969, Lloyd Bucher compareció ante una Corte en la Base Naval de Coronado, California. Durante cinco días rindió el examen más extenso de su vida. De lo primero que debía defenderse era de haber violado la regla 0730 que obliga la resistencia al abordaje.
“El problema fue el dinero” argumentó Lloyd Bucher. El presupuesto para acondicionar al Pueblo había sido rebajado de 5 millones de dólares a sólo un millón por lo que no hubo mecanismos de autodestrucción, quemadores de documentos ni armas con que resistir un asalto. Los dos montajes dobles de cañones de 20 mm. O uno de 40 mm. que había solicitado, fueron cambiados por sólo dos ametralladoras, a todas luces insuficientes para enfrentar los cañones de 57 mm. de las cañoneras coreanas. Tampoco tenía velocidad para huir, en el mejor de los casos, el Pueblo sólo daba doce nudos. Hundir la nave le hubiese llevado más de dos horas y aún así, la profundidad era sólo de 60 metros, por lo que hubiese resultado fácil a los Norcoreanos recuperar todo lo que quisiesen de la nave.
Liberación1
Respecto de la confesión informó que todos recibieron un trato durísimo. Los golpes fueron tantos que ya la mayoría de los prisioneros orinaba sangre. Fue sometido a la horrible tensión de dos simulacros de fusilamiento. Un oficial le apoyó una pistola en la nuca y le amenazó con comenzar a fusilar a sus hombres uno por uno si no firmaba una confesión previamente redactada. “Estaba convencido de que lo haría, dijo Lloyd Bucher, así que firmé. Para que notaran que era una confesión falsa, puse mal mi número de serie a propósito”. También ayudaron mucho los testimonios de sus hombres. El marinero James Kell dijo: “Todos fuimos golpeados, todos fuimos torturados, pero Bucher, lo fue el doble, el triple, el cuádruple que nosotros”. Stuart Russell , otro marinero declaró: “Este hombre es un gigante, el fue castigado siempre durante el cautiverio. No sé de dónde sacó fuerzas para sobrevivir a tanto castigo”.
En ayuda de Bucher vino además, un informe del Departamento de Defensa que concluía: “es virtualmente imposible que alguien resista a un interrogador decidido”. El caso fue cerrado y el comandante Lloyd Bucher volvió al servicio activo. Luego escribiría un libro contando su dolorosa experiencia.
Liberación 2
Las familias de los tripulantes del USS Pueblo les esperan el 24-11-1968
Conclusión
El USS Pueblo, permanece en el puerto de Wonsan convertido en una atracción turística y es el mayor orgullo de la marina Norcoreana. Para la US Navy, es un doloroso recuerdo y una fea mancha en su historial.
En octubre del año 2.000, durante una visita a Corea del Norte de la entonces Secretaria de Estado Madeleine Albright, negociadores Norcoreanos informaron que presentaron una oferta para repatriar el USS Pueblo como parte de un proceso para normalizar las relaciones diplomáticas entre ambos países, sin embargo, el Departamento de Estado americano habría rechazado esta oferta.
También, durante 2005, el embajador americano en Corea del Sur, Donald Gregg manifestó haber recibido ofrecimientos verbales de un alto oficial Norcoreano de que su estado estaría dispuesto a repatriar el USS Pueblo a cambio de una visita de Condoleeza Rice a Corea del Norte para iniciar conversaciones de alto nivel. Esta proposición también habría sido rechazada por el gobierno americano, por cuanto si bien la recuperación del USS Pueblo es importante, resultan inaceptables la agresiva política nuclear coreana, los excesos en materia de derechos humanos y el apoyo a grupos terroristas.
El héroe Norcoreano Kim Jung Rok, líder del abordaje al USS Pueblo, posa delante de la nave capturada
El comandante Bucher recibiendo la medalla Corazón Púrpura
En este enlace se puede un video con turistas visitando el USS Pueblo.
http://www.youtube.com/watch?v=HlXiFpDoJ28
Fuentes:
Enlaces:
http://rokdrop.com/2007/01/26/remembering-the-uss-pueblo/
http://www.absoluteastronomy.com/topics/USS_Pueblo_(AGER-2)
http://ptsdsupport.net/USS_Pueblo.html
http://navalwarfare.blogspot.com/2008/01/uss-pueblo-ager-2.html
http://www.usspueblo.org/v2f/incident/incidentframe.html
http://en.wikipedia.org/wiki/USS_Pueblo_(AGER-2)
http://www.history.navy.mil/photos/sh-usn/usnsh-p/ager2-l.htm
http://www.trekearth.com/gallery/Asia/North_Korea/photo261578.htm
libros:
Pastor Petit Domingo: Diccionario Enciclopédico del espionaje. Madrid, 1996
Zentner Christian: Las guerras de la postguerra. Editorial Bruguera Barcelona 1975
Varios Autores: Historia secreta del espionaje. Editorial Zig Zag, Santiago de Chile, 1971
Saludos...