08-10-2007
Se conoce como Incidente de Palomares al accidente ocurrido en la localidad almeriense de Palomares el 17 de enero de 1966 en el que la Fuerza Aérea de los Estados Unidos perdió un avión cisterna, una bombardero estratégico y las armas nucleares que transportaba este último.
En el accidente se vieron implicados un bombardero estratégico norteamericano B-52 y un KC-135 de reaprovisionamiento en vuelo (cargado con 110.000 litros de combustible) que colisionaron a 30.000 pies sobre la costa del Mediterráneo mientras intentaban practicar esta operación en el transcurso de unas maniobras de la Fuerza Aérea Norteamericana. Un error provocó que el bombardero volara demasiado bajo, lo que causó que chocara con la panza de la otra aeronave. Este accidente se produjo cuando estos aviones volvían desde Turquía destino a su base en Carolina del Norte. Ambos aviones se desintegraron instantáneamente y cayeron en llamas entre la tierra y la mar. Siete tripulantes resultaron muertos y cuatro lograron saltar en paracaídas.
El B-52 transportaba al menos cuatro, y puede que cinco, bombas termonucleares B28 de 1,5 megatones. Dos de ellas quedaron intactas, una en tierra y otra en el mar. Las dos bombas restantes cayeron cerca del pueblo y explotó el detonante convencional que portan para conseguir la primera reacción nuclear. Estas explosiones convencionales esparciendo unos 20 kilogramos de plutonio altamente radiactivo por los alrededores.
Los tripulantes que lograron salvar la vida fueron rescatados sin problemas y se mostraron sorprendidos de que las bombas no hubiesen explotado. En realidad la reacción en cadena, que desencadena la explosión nuclear, no se produjo gracias a un dispositivo o sistema aún mantenido bajo secreto.
Aunque los artefactos caídos en tierra no supusieron especial peligro (todo lo que podían haber hecho ya estaba consumado) el ingenio perdido en el agua podía seguir intacto e incluso recuperado por algún país, en especial la antigua Unión Soviética; por lo que la Armada de los Estados Unidos desplegó un gran dispositivo con varios barcos, buceadores y sumergibles.
Finalmente tras 80 días de búsqueda la bomba fue localizada por el minisubmarino Alvin a 869 metros de profundidad y 5 millas de la costa gracias a la ayuda de un pescador local, llamado Francisco Simó Orts, vecino de Águilas que observó el accidente y guió a los marines hasta el lugar donde cayó la bomba; desde este día a Francisco se le conoce en al zona como "Paco el de la Bomba".El rescate efectivo de la bomba sumergida se realizó gracias a un ingenio denominado "CURV" utilizado habitualmente para recuperar torpedos del fondo marino.
La recuperación y limpieza de las armas caídas a tierra supuso otro tipo de dispositivo. Varios miembros de las fuerzas armadas de Estados Unidos se presentaron en las cercanías del pueblo equipados con trajes NBQ. Durante varios días permanecieron en la zona, retirando la arena contaminada de 25 000 metros cuadrados de suelo.
Las operaciones le costaron al ejército norteamericano 80 millones de dólares de la época, retirando 1.400 toneladas de tierra y tomateras que fueron transportadas a Savannah River.
Se calcula que el 15% del plutonio, unos 3kg en estado natural, en óxidos y en nitratos, quedó esparcido en forma pulverizada y fue irrecuperable Actualmente, Palomares es la localidad más radiactiva de España . Manuel Fraga Iribarne, ministro de información y turismo de la época, se bañó ante las cámaras en sus playas para evitar rumores sobre la peligrosidad de la zona, que podrían haber afectado negativamente al turismo.
El gobierno franquista tampoco suministró protección de ninguna clase a los guardias civiles que participaron en la limpieza, protección que sí llevaba el personal norteamericano. El plutonio -el utilizado para las armas nucleares- emite radiación alfa y tiene una vida media de 24.100 años. No se han realizado estudios epidemiológicos sobre enfermedades asociadas a la radiactividad y a la toxicidad química del plutonio ni a nivel local ni entre los guardias civiles que participaron en la limpieza. La dictadura, bajo presión del Gobierno estadounidense, mantuvo secretos los informes de monitorización médica hasta que el gobierno socialista finalmente los desclasificó en 1986. Aproximadamente el 29% de la población de Palomares presentaba trazas de plutonio radiactivo en su organismo. En la actualidad hay alguna urbanización turística por los alrededores, lo bastante cerca como para que los coches pasen levantando polvo que entra en el circuito del aire acondicionado, por ello el Consejo de Seguridad Nuclear ha prohibido la construcción en las zonas más afectadas.
Recientes mediciones relativas a la presencia de plutonio radiactivo (que se disuelve muy mal en el agua) en el plancton del Mediterráneo Español han hecho pensar a muchos científicos que hubo una quinta bomba, nunca recuperada y ocultada por los Estados Unidos a los gobiernos de la democracia[cita requerida].
Un accidente similar ocurrió el 21 de enero de 1968 en la Base Aérea de Thule, en Groenlandia. Un accidente en pista provocó el incendio y posterior explosión del B52, que llevaba 4 bombas B28 como las de Palomares. Aquí sí se hizo estudio epidemiológico y la tasa de cáncer entre los trabajadores que participaron en la limpieza era un 50% superior a la de la población general. Hubo también informes de esterilidad y otros trastornos asociados a la radiactividad.
Palomares es el accidente Broken Arrow (pérdida total de armas nucleares) más grave de la historia, que se conozca. Ya en 1961 había ocurrido otro Broken Arrow en Carolina del Norte, en este caso con dos bombas de uranio.
Existían en la zona del incidente rumores que hablan que cuando Manuel Fraga Iribarne y el embajador americano acudieron a darse el famoso baño, éste no se produjo en las playas de la zona accidentada (Palomares), sino en Mojácar (a 15 kilómetros, aproximadamente, del lugar del accidente), frente al Parador Nacional de ésta localidad. La realidad, no obstante, es que se realizaron dos baños, el primero, efectivamente en Mojácar, en el que solamente se bañó el embajador norteamericano Angie B. Duke y alguno de sus acompañantes y un segundo baño, ya en la playa de Quitapellejos en Palomares, donde de nuevo el embajador se bañó acompañado por el Ministro de Información y Turismo de entonces, Manuel Fraga Iribarne.
Saludos