El más extraño duelo aéreo de la Segunda Guerra Mundial

leytekursk

26-04-2011

                En un ejemplar de la antigua revista norteamericana Stag, de 1960, he encontrado este interesante relato. Su autor fue un reputado autor de libros sobre la Segunda Guerra Mundial y además combatió como piloto de un B-17. Se desarrolla durante lo que se llamó la Operación Frantic, que consistió en el uso de algunos aeródromos soviéticos por parte de la aviación norteamericana el año 1944

Vamos al relato:

.

El más extraño duelo aéreo de la 2GM.

Un mayor ruso versus un teniente americano.

                                                                                            Por Glenn Infield

Era un mal día para los bombarderos de la Octava fuerza aérea. El la primera etapa de las misiones de traslado Rusia-Italia, el clima había sido horrible. A través de todo el camino desde sus bases en Inglaterra, sobre el mar del Norte y a través de corredor sobre Alemania hacia el Mar Báltico, grandes masas de nubes envolvían a los bombarderos.

                    Sin embargo, el cielo se aclaró, justo antes de que los bombarderos alcanzaran sus blancos en Polonia. Los ahora más livianos B-17s, giraron al Sudeste y se dirigieron a sus bases asignadas en la Unión Soviética.

              El Capitán Harry Edgeworth, conducía una Fortaleza Volante de la Tercera División la cual se dirigía a un pequeño aeródromo en Poltava, unas pocas millas al sur de Kharkov. Miró a su copiloto y dijo “No es tan largo ahora, Capper”. Ocupando el asiento del copiloto se encontraba el teniente Arthur Capper, de Pittsburg, Pennsylvania. “Lo más rápido es lo mejor” murmuró Capper.

                  Edgeworth le sonrió y dijo “pensando en esos bebés rusos vestidos con sacos de harina…?

                        El teniente asintió con aire ausente. El había esperado dos largos años por este día, dos años de planificación y sacrificios que culminaron con su destinación a las tripulaciones de los B-17s que operarían en aeródromos rusos. Aún así las posibilidades de que sus deseos se cumplieran, estaban decididamente en contra. Pero al menos, estando en Rusia, había alguna esperanza.

                “Cambiar rumbo en 130 grados”, se oyó la voz del navegador. “Ahora estamos cruzando por el norte de Pinsk”

                            El Capitán inclinó el bombardero hacia la derecha y giró hacia el nuevo rumbo.

              “Dime Capper ¿Por qué diablos solicitaste tu traslado desde un caza P-47 a un bombardero pesado? La mayoría de los pilotos evitarían volar de copilotos en una Fortaleza o en un Liberator.

                      Capper respondió mirando por la ventana lateral… “Sólo busco una oportunidad, Capitán”

                        Capper había volado P-39s con el 81 grupo de cazas en la campaña de Africa ganando una mención por su actuar en Paso Kairouan en el Valle de Ousseltia. Mas tarde, fue alcanzado por el fuego enemigo pero se las arregló para aterrizar sobre la panza de su P-39 . Después de tres meses en un hospital, fue destinado a labores de transporte de P-39s y A-20s a Rusia, en donde eran entregados a oficiales soviéticos de acuerdo al programa “Préstamo y Arriendo”

                                Fue durante sus frecuentes vuelos a Alaska trasladando A-20s que Capper comenzó a detestar a los rusos. Un odio que le hizo solicitar su traslado desde un grupo de P-47s que operaba en el Mediterráneo, hasta el asiento derecho de un B-17.

                              Una hora y media luego de cruzar por Pinsk, el bombardero se acercaba a Kiev “Estamos a 30 minutos de Poltava” informó el navegador.

              “Harías mejor yendo directo” dijo el piloto, “debemos cuidar el combustible”

            Por la media hora siguiente, el bombardero voló sobre territorio desconocido, y luego enfiló hacia su área designada para aterrizar. Ya pronto el navegador informó: “Destino exactamente adelante y debajo de nosotros. Justo donde se suponía que debía estar. No se ha movido”

                    Capper tomó el interfono y dijo “Buen trabajo. Te debemos unas cervezas”

El capitán solicitó el chequeo previo al aterrizaje y  Capper  revisó item por item. Se encontraban a 800 pies de altura, listos para girar hacia la pista cuando avistaron un caza ruso que se acercaba velozmente. Todo indicaba que el choque era inminente.  “No puedo verlo” dijo el capitán justo en el momento en que el caza pasaba velozmente apenas unos centímetros por sobre el bombardero.

                          Capper, en medio de fuertes gritos, tomó los controles y empujó duro hacia abajo y la nariz de  B-17 se inclinó violentamente. El caza ruso estuvo a punto de incrustarse en la gran cola del bombardero.

    “Maldito Bastardo” mascullaba Capper mientras luchaba por estabilizar el bombardero que se acercaba peligrosamente al suelo. La aguja del velocímetro rondaba las 200 millas por hora cuando lograron controlar nuevamente el bombardero y la altura no superaba los 100 pies.

                              La violenta e inesperada maniobra necesaria para evitar al caza ruso había arrojado a los dos cañoneros y al radio operador contra el techo del aparato lo que les había ocasionado profundos cortes en sus cabezas.

                    Por los próximos diez minutos, el caza ruso se mantuvo maniobrando a baja altura, haciendo piruetas sobre el campo impidiendo el aterrizaje de los bombarderos. Finalmente, cuando el marcador de combustible del bombardero ya marcaba que estaba vacío, El capitán Edgeworth enfiló hacia la pista. “Voy a aterrizar y embestiré a ese maldito si se me pone por delante”. Y estuvo a punto de hacerlo. Justo cuando comenzaba a planear sobre la pista, el caza enfiló directamente hacia el B-17. El Capitán lo ignoró y cuando la colisión parecía inminente, el caza ruso se elevó sobre el bombardero y Edgeworth aterrizó a salvo la Fortaleza Volante.

                  Dos de los otros bombarderos no fueron tan afortunados, Impedidos de aterrizar por el salvaje aviador soviético, sus motores se detuvieron cuando circundaban el campo y debieron aterrizar de emergencia en claros cercanos. Seis hombres resultaron heridos y dos bombarderos con serios daños.

                    Las furiosas tripulaciones americanas estaban dispuestas a tomar venganza por sus manos sin importar las consecuencias, pero un representante de la embajada americana en Moscú les contuvo. “Se trata del Oficial Comandante de la Base, debemos llevar esto por los canales diplomáticos” les imploró. “No queremos ningún problema mientras estemos aquí si podemos evitarlo. Repararemos los aviones cumpliremos nuestra misión y dejaremos el territorio soviético. Sólo entonces haremos presión sobre el gobierno soviético por la acción de este piloto hoy”

                Los aviadores se dirigieron hacia sus cuarteles al lado oeste del campo. Una fría, y agujereada barraca que había sido dañada por los alemanes y sólo parcialmente reparada. El personal americano de tierra, que llevaba en la base varias semanas, rápidamente les advirtió que olvidaran cualquier esperanza de una vida cómoda. Un sargento vociferaba; “Nuestro establo en Indiana es mejor que esta barraca. Si yo fuera un soldado ruso colgaría a ese maldito Mayor Titov”

                  Capper estaba sacando una toalla y una lata de sopa de su bolsa, mientras el sargento gritaba,  Ante la mención del nombre de Titov, se estremeció… “Titov, el Mayor Titov?

           

  El sargento contestó: “Sí, el Mayor Titov, él es el comandante aquí.

    “¿Un hombre alto, siempre presumiendo de lo buen piloto que es?”

  “El mismo. Al escucharlo parecería que el sólo salvó a Moscú…Hey teniente, cómo es que le conoces?”

  “Lo conocí en Alaska” respondió Capper, “cuando trasladaba A-20s destinados a Rusia”

              Más tarde, en la cena, Capper y Edgeworth  se encontraban en una mesa hacia una esquina del comedor, cuando un gran silencio cayó sobre la habitación. Capper levantó la cabeza y vio la familiar figura del major Titov. Rubio, alto y delgado, el joven piloto ruso examinaba la sala desde la entrada. Su uniforme pulcramente planchado e inmaculado, contrastaba fuertemente con el de los demás soldados rusos. Bajo las hombreras y sobre el pecho, lucía una impresionante cantidad de medallas y condecoraciones. Entre ellas Capper logró reconocer la Orden de la Estrella Roja, la Orden de Lenin y la medalla de Héroe de la Unión Soviética.

                                Cuando Titov vio a los americanos, dijo algunas palabras a su ayudante y caminó directamente hacia ellos. Los soldados soviéticos reanudaron su cena y en pocos segundos el salón se llenó de ruidos nuevamente.

                            El Mayor se detuvo en la primera mesa de americanos, hizo un corto discurso en ruso, el cual fue inmediatamente traducido al inglés por un intérprete a su lado. Fue un intrascendente discurso de bienvenida, carente de toda calidez o real significado. Titov entonces giró, y comenzó a abandonar el salón.

                  “¿El Mayor se olvidó de hablar en inglés?”  La voz de Capper sobresalió nítidamente entre los rumores del salón. Edgeworth, alarmado, dijo a Capper en voz baja y en tono de reproche “¿Qué es lo que pasa contigo?”

                                El Mayor se volvió y caminó de regreso a la mesa de los americanos. Dijo algo a su traductor, el cual preguntó en inglés: “¿Quién se dirigió al Mayor?”

                  “Yo fui” respondió Capper al momento que se ponía de pie.

                              Titov miró fijamente a Capper y unos pocos segundos después le reconoció: “¡Teniente Capper!” dijo en perfecto inglés.

                                    El Mayor caminó hacia Capper. Había una sonrisa burlona en su agraciado rostro… “Todavía está usted vivo… es afortunado”

                    El americano sonrió y respondió: “Sí Titov. Estoy vivo y no se imagina usted cuanto.  A pesar de los esfuerzos que ha hecho algún estúpido ruso por matarme”.

                        La cara del Mayor se tornó tan roja como las hombreras de su uniforme. Su ayudante llamó a tres guardias soviéticos que permanecían cerca de la puerta de entrada, los que corrieron inmediatamente, pero el Mayor los detuvo y mediante una orden los devolvió a su puesto de guardia.

                      “Nos veremos pronto americano. Y recuerda que ahora no estás en Alaska. Estás en territorio soviético y yo soy el comandante aquí”.

                              Sin decir una palabra más, Titov abandonó el salon comedor.

                  Los problemas entre ambos pilotos habían comenzado hace mucho tiempo atrás en Alaska. El mayor Titov era el oficial a cargo de la unidad soviética que tenía que recibir los aviones del programa Lend and Lease, de manos de los pilotos americanos. Beligerante y soberbio, el oficial ruso pronto se transformó en un problema para los oficiales de la Fuerza Aérea americana. Acostumbraba rechazar los aviones por el más mínimo detalle que no estuviera en su lugar. Una pequeña picadura en la pintura, parabrisas sucios, y cualquier pequeña cosa que él pudiera descubrir era causa de rechazo. Y los oficiales americanos debían aceptar sus reclamos y mantenerse callados a causa de las presiones del Departamento de Estado.

                        Pero el Mayor Titov causaba aún más problemas. Personalmente testeaba en vuelo cada aparato destinado a la Unión Soviética y cuando el ruso volaba, cada piloto que estuviese volando en el área, estaba en serio riesgo.

                                “Esta es la manera como derrotamos a la Luftwaffe en Moscú” anunciaba por radio y luego se lanzaba directamente y a toda velocidad contra cualquier avión que volara en las cercanías. Luego reía salvajemente como un loco cuando el sorprendido piloto se apartaba velozmente de su camino. “¿Qué pasa americanos…? ¿falta nervio?”

                                  Capper estaba entregando un A-20 cuando tuvo su primer encuentro con Titov y pudo evitar la embestida con un agudo picado que sólo logró estabilizar cuando el Boston rozaba las copas de los árboles. Entonces escuchó por la radio la voz del ruso que decía “Los americanos son todos iguales. No tienen agallas”.

                                        A pesar de una advertencia del Coronel americano a cargo de la operación de traslados, Capper se enfrentó a Titov y le advirtió: “Mayor, nunca más haga eso conmigo. Si lo vuelve a hacer, incrustaré mi motor derecho en su cabina”

                        El indignado oficial soviético replicó: “nadie trata así a un oficial soviético. Si estoy aquí es por solicitud del gobierno americano y exijo ser tratado con el debido respeto”

                    El teniente explotó ¿A solicitud de mi gobierno…? Al infierno con eso. Ustedes, malditos rojos,  están aquí porque los alemanes les están pateando en el culo y vinieron corriendo por ayuda”.

                            El mayor ruso reportó el incidente a las autoridades americanas y Capper fue suspendido de sus misiones a Alaska. Sin embargo, tres meses después y debido a la escasez de pilotos, recibió un nuevo encargo. Debía trasladar un A-20 desde Grand Island, Nebraska hasta Alaska lo más pronto posible.

                              Con él iba el teniente Robert Jackson de Augusta, Georgia, un amigo desde sus días de cadete. Esta vez, el teniente Capper estaba preparado para enfrentar al oficial soviético. El cual seguramente, todavía estaba allí, esperando algún incauto al cual espantar y hacer huir con su audacia para luego pavonearse.

                                Pero esta vez Capper no huyó. En lugar de ello, giró su A-20 directamente sobre el ruso atacante. Cuando el mayor ruso se dio cuenta que este piloto no se asustaba ya fue demasiado tarde. Los aviones chocaron sus alas despedazándolas e iniciaron una loca caída en picada.

                                Capper se las arregló para estabilizar parcialmente el A-20, logrando aterrizar violentamente sobre su panza al sur del aeródromo. Por desgracia, Jackson murió instantáneamente. El mayor Titov, se lanzó en paracaídas y llegó a tierra sin un rasguño.

Continuará.

Americanos y soviéticos en Poltava

Americanos y soviéticos en Alaska

 

                                                      Saludos…

gamaliel gustavo

26-04-2011

Muy buena. Màs que una anècdota històrica de la segunda guerra mundial, parece la lectura de una novela, pero tan buena que estoy impaciente por leer la parte siguiente. Espero que no sean muchos capìtulos. Saludos.

JOSEPHFRANCO

27-04-2011

    Felicitaciones por tan Excelente Historia Leyte como siempre  tambien  espero impaciente por la segunda parte Saluten!!!!!

gilfi

27-04-2011

Excelente historia espero con mucho entusiasmo la siguiente parte.....

Saluten

mister xixon

27-04-2011

Me uno a mis compañeros, excelente relato,

josmar

27-04-2011

Muy buena. Màs que una anècdota històrica de la segunda guerra mundial, parece la lectura de una novela, pero tan buena que estoy impaciente por leer la parte siguiente. Espero que no sean muchos capìtulos. Saludos.

Opino exactamente igual.....Mi felicitación, Leytekursk...

Sikorski

27-04-2011

Muy buena Me está gustando.

leytekursk

27-04-2011

Vamos entonces con la parte final de esta historia:

                      Afortunadamente, un inspector aéreo observó completamente las acciones. Había sido enviado desde Washington para resolver el problema del molesto oficial soviético. Y esta era la oportunidad. Luego de una audiencia llevada a cabo en la sala del hospital en que estaba Capper, el gobierno americano solicitó a las autoridades soviéticas el inmediato retiro del mayor Titov.

                              Por su conducta, Titov había perdido su envidiable posición en el territorio de Alaska y enfrentaba el poco prometedor futuro de volver a los frentes de combate. Antes de irse, Titov visitó a Capper en el hospital y estrechó la mano del herido teniente: “Espero que nos encontremos nuevamente, americano” le dijo en tono desafiante.

¡Atención! Gritó un sargento ruso desde la puerta de la barraca. Al escuchar el llamado Capper pensó en la visita de algún importante general. En lugar de ello, el mayor Titov  hizo su aparición. El teniente continuó sentado en su cama y le ignoró. El ruso caminó directamente hacia él… “Cuando un oficial soviético entra en una habitación, americano, debes permanecer en atención hasta que te sea ordenado descanso”

            “Cualquier oficial ruso pero no con usted Mayor”.respondió Capper y continuó sentado en su cama.

                  Los dos soldados que acompañaban a Titov miraron a su comandante esperando alguna orden pero Titov les ignoró. “Comprendo americano” respondió extrañamente calmado. “Pero tengo noticias para usted. He hablado recién con el representante oficial de vuestra embajada solicitando su compañía para un vuelo de reconocimiento mañana al amanecer”

          “¿Un vuelo de reconocimiento?”

  “Sí. Necesitamos chequear la ruta de los bombarderos hacia Italia. Como es usted el único piloto de caza calificado le he solicitado. ¿Irá?”

                La sonrisa amable en la cara del ruso no engañó a Capper. Cualquier cosa podría ocurrir en ese vuelo y nadie podría jamás discutir el informe del mayor. Cazas germanos, fallos del motor, fuego antiaéreo, y cualquier otra razón podría darse como la razón oficial si Capper no regresaba del vuelo.

                  “Cuándo despegamos” respondió.

                    “A las seis de la mañana. Un Airacobra estará dispuesto para usted”. El mayor saludó con la cabeza marcialmente y abandonó la barraca.

                      Unos minutos después, el funcionario de la embajada visitó al teniente: “El vuelo no es necesario. Nuestras rutas han sido suficientemente inspeccionadas y está todo dispuesto para nuestro viaje a Italia. El mayor Titov solicitó expresamente que usted le acompañe. Yo no puedo cancelar la misión, pero usted sí puede negarse a participar en ella.

                “Gracias, pero yo quiero ir” replicó Capper

            El diplomático agregó:  “Es una solicitud extraña, pero este vuelo puede ayudar a mejorar nuestras relaciones con los rusos en esta base. No puedo prohibirle participar pero si lo desea, puedo no informar oficialmente”.

                Estaba muy frío y oscuro aún cuando los rusos despertaron a Capper. Ya estaba vestido y chequeando su pistola calibre 45, cuando Edgeworth despertó y le dijo “No vayas Capper, no tienes que hacerlo y lo sabes”

                  El teniente, ajustaba su arma en la funda “Maldita sea, no vine tan lejos para arrepentirme ahora”

                  “Te matarán  Capper, aunque logres abatirlo el resto de su escuadrón lo hará. Jamás volverás de esta misión”

                        Capper, ajustó la capa sobre su cabeza y no respondió. El capitán vio la determinación en sus ojos y supo que nada podría detenerle. Ni siquiera una orden del mismísimo Doolitle. “Buena suerte teniente”

                “Tengo que hacerlo capitán”.

                              Titov ya estaba equipado para volar cuando Capper ingresó en la muy iluminada sala de operaciones… “Buenos días americano. ¿Está usted listo?”

                El teniente asintió: “Estoy listo”

                    “Bien. Iremos con rumbo sudoeste hacia Vinnitsa. Ha habido recientes ataques de bombarderos alemanes allí y es necesario chequear el aeródromo. Alguna de vuestras Fortalezas Volantes puede necesitar aterrizar de emergencia. Debes estar muy atento durante el vuelo, americano, para que nada malo te ocurra”.

                    Dos pilotos rusos que permanecían cerca en tenida de vuelo rieron calladamente ante las palabras del mayor.

                        Lo primero que hizo Capper, fue revisar cuidadosamente su P-39. Los cañones de 37 mm. Y las seis ametralladoras estaban en perfecto estado y con su carga de municiones completa. Luego una completa revisión de los sistemas del avión en busca de cualquier detalle técnico que pudiera causar un accidente. El Airacobra era un avión muy quisquilloso y delicado. Ya había caído con uno mientras volaba en nor- Africa y no quería repetir la experiencia. Todo estaba en perfectas condiciones.

                        Titov montó en un LA-5, un caza monomotor que había ganado buena reputación en sus enfrentamientos contra la Luftwaffe, pero al igual que mucho equipamiento soviético, resultaba casi desconocido para los pilotos americanos.

                  Luego de acelerar el motor Allison de su Airacobra y comenzar a rodar por la pista Capper analizó su situación y la del mayor ruso, y lo único seguro que concluyó es que sólo uno de los dos aparatos regresaría a Poltava luego de esta misión de reconocimiento.

                          Volaban directamente a Vinnitsa, donde el Mayor tenía prevista una detención. “Repostaremos combustible aquí y luego le mostraré algunos alemanes… No tiene miedo, ¿verdad?

                  “Lo que usted diga Mayor.” Respondió Capper, que comenzaba a comprenderlo todo. Titov informaría a su regreso a Poltava que se habían topado con cazas enemigos y que el teniente Capper había sido derribado en acción. Se vería bien sobre el papel y nadie jamás se preocuparía de saber si las balas que le abatieron fueron rusas o germanas.

                                Repentinamente hubo un fuerte rugido: dos LA-5s aparecieron tras ellos. Pocos minutos más tarde, los cazas también aterrizaron en Vinnitsa tras Capper y Titov. El teniente, pudo reconocer a los dos pilotos soviéticos que acompañaban a Titov en la sala de operaciones de Poltava.

                        “Luego de recargar combustible, ustedes nos acompañarán al teniente y a mí” les ordenó Titov. Ambos pilotos asintieron y saludaron mientras Capper se sentía cada vez más atrapado.

                          Una hora después ya estaban en el aire nuevamente. Titov subió a 12.000 pies con Capper a su lado. Los otros dos pilotos rusos volaban a media milla a la derecha. El teniente mantenía una tensa vigilancia no solo por los cazas germanos sino también por los rusos. En un momento en que mantenía su mirada en los dos cazas a su derecha, Titov se inclinó e inició un rápido giro de 360 grados. Antes de que Capper se diera cabal cuenta de lo que ocurría, el LA-5 del mayor estaba en su cola.

                    “OK. Americano. Ahora tienes tu oportunidad. Muéstrame qué tan bueno eres” y para confirmar sus dichos, Titov lanzó unas cortas ráfagas que convergieron muy cerca de la nariz del Airacobra.

                    Instantáneamente, Capper empujó el mando hacia delante y a la derecha y en una hábil maniobra se protegió bajo los dos cazas rusos. El Mayor inmediatamente suspendió el fuego por miedo a derribar sus propios aviones.

                            Con la velocidad al máximo, Capper se dirigió al otro lado de los dos cazas y el la cima del rizo giró hacia fuera.

                  Titov hizo un amplio barrido por debajo de los cazas y estaba comenzando a subir cuando el teniente giró hacia él con todas sus armas escupiendo fuego. Pero el ruso era realmente bueno y segundos antes de que los cañones de Capper le hicieran algún daño, se puso fuera de su rango.

                    Capper dio toda la potencia y se lanzó tras él y por los próximos diez minutos los cazas protagonizaron un duelo aéreo que se extendió por 100 millas. Por largos minutos ninguno de los pilotos se sacaba ventaja. Se buscaban encarnizadamente sin poder hacer blanco, hasta que en una maniobra el avión de Titov perdió potencia mientras intentaba ponerse por arriba del P-39. El teniente ejecutó un agudo giro hacia su derecha mientras el desesperado mayor trataba de escapar.

                        A toda velocidad y manejando cuidadosamente los pedales del timón Capper logra una posición ventajosa. Lanza una corta ráfaga de todas sus armas y puede ver blancos flashes en el fuselaje y alas del LA-5. Estaba logrando buenos impactos. “Prepárate a morir ruso” le gritó.

                  Un segundo después, hubo una terrible explosión en el P-39 y la cubierta de la cabina desapareció ante sus ojos. Pequeños trozos de cristal llovieron sobre el cuerpo de Capper. El Airacobra se estremeció en todo su largo y comenzó a dar salvajes sacudones. Abundantes ráfagas de ametralladoras perforaban el fuselaje y explotaban en el interior con gran fuerza destrozándolo todo. Con los sentidos aturdidos por las explosiones Capper luchaba por controlar el avión cuando oyó por la radio:

            “Alto el fuego, alto el fuego y lárguense de aquí” Titov gritaba por la radio, “Malditos estúpidos, retírense inmediatamente”

                Inmediatamente la lluvia de balas se detuvo y los dos cazas rusos que se habían instalado en la cola del Airacobra desaparecieron por el horizonte. Pero era demasiado tarde. Intensas lenguas de fuego lamían los pies del teniente y un grueso humo le ahogaba. Con la cabeza afuera de la cabina pudo divisar un sinuoso camino, y con las llamas quemando sus tobillos picó el Airacobra hacia él.

                    Niveló el aparato sobre un trecho del camino lo suficientemente recto y se dispuso a intentar el aterrizaje. Súbitamente apareció en el camino, ante sus narices un tanque. Con todas sus fuerzas tiró el mando hacia atrás y logró elevar el Airacobra. La Svástica en el carro le pareció tan grande como un letrero y por primera vez tomó conciencia que iba a aterrizar sobre territorio controlado por los alemanes.

                          El mando estaba muerto en sus manos, el motor se detuvo y el aparato cayó pesadamente sobre el camino. Rebotó un par de veces, se deslizó sobre uno de sus costados y luego se detuvo al chocar contra una pequeña elevación.

                                  Por un momento, el aturdido teniente permaneció en el avión con las llamas alrededor, pero pronto reaccionó y se escurrió afuera del destrozado aparato y cojeando dolorosamente comenzó a caminar por la ruta en la dirección contraria al tanque germano.

                      Capper inspeccionaba el terreno, buscando un lugar donde esconderse cuando el LA-5 de Titov cruzó el aire a unos pocos pies de su cabeza. “Maldito bastardo” gritó sacudiendo su puño al  avión que se alejaba. Tras de él estaban los alemanes. No había escape, pero el tozudo americano se rehusaba a rendirse. Siguió por el camino tan rápido como sus quemados pies se lo permitían.

              De improviso, vio algo que le dejó paralizado. ¡El avión de Titov venía hacia él con el tren de aterrizaje desplegado!

                Con mucha destreza, el piloto ruso, venía sobre el camino cada vez más bajo hasta que sus ruedas ya casi tocaban tierra. “Dios mío, está aterrizando”

                  Media milla adelante, el camino tenía una leve curva y luego se enderezaba nuevamente. El caza de Titov tocó tierra en un punto cercano a la curva y rebotaba sobre el camino hacia el teniente a gran velocidad. Capper contuvo el aliento cuando vio caer uno de los wingtip sobre el camino, y luego el otro, parecía que el LA-5 se volcaría en cualquier momento. Titov luchaba con los controles con manos y pies. Finalmente, logró detener el caza. Parado sobre la cabina gritó: “Eh americano, apúrate”.

                    Capper corrió hacia el caza y trepó sobre una de las alas. El mayor, lo arrastró hacia él “En la cabina, sobre mi regazo, rápido”. El teniente se deslizó en la cabina, sobre el mayor y dejando la cubierta abierta Titov comenzó el despegue. “Maneja los pedales que yo no puedo ver” dijo. Y así, con Capper manejando los pedales y el mando y Titov regulando la potencia, el sobrecargado caza se elevó justo antes que llegaran allí las tropas alemanas. Antes de alejarse del lugar, Capper presionó el botón de fuego y lanzó unas ráfagas sobre las fuerzas enemigas. “Muy bien”, se regocijó Titov, “haz tu lo que no puedo hacer yo”.

                                  No era la primera vez, por supuesto, que dos pilotos regresaban en un solo avión. Ha ocurrido en los Mustangs, Lightnings, Jugs, y Spitfires. Pero nunca se había sabido y es la única vez durante la guerra en que un piloto ruso volvió con un piloto americano en su cabina.

                        Titov y Capper regresaron a Vinnitsa en donde se entregó un nuevo Airacobra a Capper. Cuando los dos aviadores regresaron a Poltava, el mayor inmediatamente se dirigió al teniente y le dijo:

      “Mis hombres no entendieron que esto era una lucha limpia y sólo entre nosotros. Les castigaré severamente por lo que han hecho. Usted es un hombre valiente, teniente, y un gran piloto” Luego de dicho esto, saludó y se retiró.

                                  Capper quiso detenerlo pero se contuvo. Era mejor dejarlo ir. Este ruso no cambiaría nunca. El había sido entrenado para matar o morir sin importar que táctica ocupase. Si era necesario embestir un caza alemán para sacarlo del aire, el lo haría sin dudarlo. Asustando a los pilotos americanos en Alaska, el mayor sólo practicaba una maniobra instruida por sus superiores en el frente ruso. El nunca intentó seriamente impactar con otro avión, sólo asustar al piloto. Hasta el choque con el A-20 de Capper, jamás había tenido un accidente.

                Repentinamente, el mayor Titov volvió sobre sus pasos hacia Capper, y le dijo, con aire pensativo: “Podríamos volver a intentarlo mañana… si usted quiere”

                            Capper le oía y no podía creerlo. Lanzó su brazo sobre el hombro del mayor y rió estrepitosamente “Lo lamento mayor por aquellos pobres pilotos de la Luftwaffe que se le enfrenten… Vamos por una taza de café”

                                    Titov quedó con una expresión de confusión en su rostro y cuando entraron al comedor, Capper continuaba riéndose.

                             

JOSEPHFRANCO

28-04-2011

Nuevamente, mis mas sinceras Felicitaciones por esta anecdota Historica  Saluten!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 

gilfi

28-04-2011

Excelentes historia felicidades....

Una pregunta existieron realmente los personajes de la historia???

Saluten

leytekursk

29-04-2011

Una pregunta existieron realmente los personajes de la historia???

   Muy buena pregunta Gilfi.  Estoy en eso. De momento, y con ayuda de los muchachos del sitio RKKA hemos logrado identificar a Titov. Se trata del Mayor General Alexander Perminov.

                 Según el relato, Titov era uno de los oficiales encargados de recibir los aviones del programa Lend And Lease en Alaska.

En esta imagen aparece Perminov en Alaska en 1941, el primero de la izquierda. En la glosa de la foto aparece identificado como intérprete lo que concuerda con el relato de Infield cuando nos dice que hablaba perfectamente el inglés.

                      Luego, y según el relato, en 1944 el Mayor Titov era el encargado de la base de Poltava durante la Operación Frantic.

      En esta imagen de la base de Poltava, nos encontramos nuevamente con el Mayor Perminov, coincidiendo exactamente con el relato de Infield.

                           Es probable que Infield no pudiera conseguir la autorización de Perminov o del piloto americano (el artículo es de 1960) para usar sus nombres reales y haya decidido cambiarlos.

             Lo que también es probable es que Infield haya sido testigo presencial de lo narrado porque todo indica que estuvo en Poltava en su condición de piloto de un B-17. Me sostengo, para afirmar lo anterior, en que después de la guerra Glenn Infield publicó un libro llamado "The Poltava Affaire" en que sostiene que el bombardeo germano que destruyó gran parte de los aviones americanos en Poltava, era conocido de antemano por los rusos, los cuales incluso lo habrían facilitado, proporcionando información a los germanos a través de dobles agentes y debilitando las defensas antiaéreas el día del ataque.

                              Quizá el estilo novelado del relato, muy común por esos años, le quite verosimilitud. Estamos acostumbrados a leer en "visión desde fuera" que en "visión con" que es más propia de la literatura, que sí es ficción.

                            Sigo buscando antecedentes del piloto americano y en una de esas me resulta ser el mismo narrador, es decir Infield.

                                                                    Saludos...

                             

gamaliel gustavo

29-04-2011

Fabuloso artìculo Leyte, tal como lo habìa esperado, interesante y te llama a la lectura de principio a fin. Gracias por compartirlo. Saludos

TITUS20050

29-04-2011

Muy buena historia y un logro pues para mi y para muchos del foro absolutamente desconocida ,felicitaciones 

gilfi

29-04-2011

Excelente aporte leytekursk  espero mas noticias sobre la existenci de los personajes de la historia.....

Saluten

josmar

29-04-2011

Una narración intensa y con un ritmo trepidante...

Haz login o regístrate para participar