16-01-2008
Comenzaba la Segunda Guerra Mundial. La flota germana tenía como objetivo principal al Reino Unido. Para ese entonces el puerto de Londres era uno de los más activos del mundo y por ende se convertía en un objetivo primario para las tropas del Tercer Reich. Un ataque directo a Londres era difícil y osado, así que decidieron atacar antes, en el estuario del río Támesis. Excelente oportunidad para probar su nueva arma: la mina magnética. Y tuvo su éxito, al menos al principio. Básicamente, la mina magnética detona cuando se acerca un objeto metálico de grandes proporciones, sin necesidad de contacto físico. Durante los primeros meses hundieron a más de cien embarcaciones mercantes y militares. Pero los ingleses pronto encontraron una solución y dotaron a sus embarcaciones de un equipo antimagnético que neutralizaba el magnetismo del casco de la nave, además de desarrollar su propia versión de dichas minas. Pero más allá del problema en sí, era evidente que la salida al mar del río que bañaba las costas londinenses era un punto débil y había que hacer algo al respecto.
El arquitecto civil Guy Anson Maunsell encontró la solución. Pensó en defender el estuario construyendo fuertes. En medio del mar. La idea en un principio fue rechazada pero no tardó en hacerse oír y demostrar que no solo era factible, sino práctica y rápida de hacer.
Guy Anson Maunsell, el arquitecto.
Sus proyectos fueron aceptados y sus planos apenas modificados antes de que se encargara la construcción de cuatro fuertes a la empresa Holloway Brothers, situada en Gravesend, Kent. Estos fuertes estaban constituidos por dos columnas de concreto reforzado de ocho metros de diámetro. En su interior contaban con siete pisos habitables para las 120 personas que podían llegar a albergar, además de depósitos para municiones, combustible y víveres. En la parte superior tenían una fortificación de acero, el centro de control, con radares y sistemas de comunicaciones, más cuatro torretas de defensa.
Estos fuertes eran flotantes, al menos por un tiempo. Por debajo de las columnas había un casco vacío que los dotaba de esta capacidad. Tres remolcadores los llevaron por el río Támesis desde Gravesend hasta unos kilómetros de la costa británica. Allí fueron literalmente hundidos. El casco base fue inundado, compartimiento por compartimiento hasta que los fuertes tocaron las arenas del fondo del mar. Los cuatro fuertes fueron llamados: Knock John, Tongue Sands, Sunk Head y por último, Roughs Tower. El primero se instaló en Febrero de 1942 y el último en Junio del mismo año.
Plano del fuerte y su hundimiento para quedar finalmente instalado.
Fueron puestos en funcionamiento inmediatamente después de su instalación y tan buena fue la impresión que causaron que le pidieron a Maunsell que diseñara otros fuertes para ampliar la defensa del Támesis. Estos nuevos fuertes estaban compuestos de siete construcciones individuales unidas por cables de acero que servían para pasar de una a otra. Los sistemas de defensa y comunicaciones eran similares a los de sus predecesores, pero estos nuevos fuertes podían albergar hasta doscientos sesenta y cinco hombres. Fueron bautizados como Shivering Sands, Red Sand y Great Nore.
Los nuevos fuertes de Maunsell.
Durante la guerra, todos estos fuertes derribaron veintidós aviones, hicieron estallar veinticinco bombas aéreas y detuvieron un ataque por submarino. Al terminar la misma, los fuertes fueron desocupados pero se continuó con su mantenimiento rutinariamente. Años más tarde se los declaró inservibles y en 1956 se les retiró el armamento e instrumental militar, dejándolos vacíos y abandonados. Pronto les encontraron utilidad,pero eso es otra historia.
Fuente: Alejandro Moia
Si quieren leer más en http://axxon.com.ar/zap/274/c-Zapping0274.htm