15-10-2007
Un Negro en el III Reich
Mahjub bin Adam Mohamed Hussein era un punto negro en medio de esas pálidas caras famélicas que, día tras día, y a la orden de los estridentes gritos de los oficiales de las SS, se alineaban en aquel frío patio del campo de concentración de Sachsenhausen.
Durante su cautiverio, sólo el color ébano de su piel le distinguía de los demás prisioneros.
Pero no era el único negro.
Fue uno de los 30.000 africanos, antillanos y afroamericanos, que fueron deportados por los nazis a los diferentes campos de concentración. Y el primero en morir, en 1944.
Aunque el calvario de los negros se eclipsó por el mucho más documentado holocausto de los judíos, estas víctimas se distinguen del resto por la diferencia de trato que se les ha dado en la memoria de los crímenes contra la humanidad.
Su Vida
Majhjub nació el 22 de febrero de 1904 en Daressalam en la antigua Africa Oriental Alemana, también llamada Tanganica, la actual Tanzania.
En realidad se llamó Bayume bin Mohamed Hussein y a los diez años empezó a trabajar de taquígrafo en su tierra natal en el seno de una empresa alemana.
Una vez desencadenada la Primera Guerra Mundial, se alista al ejército de la tropa colonial luchando a capa y espada a favor del ocupante alemán, y contra el invasor británico, circunstancia que no le impidió morir en las garras de una Alemania, ya nazi, a la cual había servido tres décadas antes con lealtad.
Tras pasar un tiempo como prisionero de guerra en manos de los vencedores, Majhub se embarca en varios navíos hasta llegar en 1929 a Berlín.
Aquí encuentra su primer empleo de camarero en el legendario bar Haus Vaterland, el local más popular del Berlín de los años 30.
Dos años más tarde se casa con la alemana María Schwadner, de cuya unión nacen tres vástagos, Adán, Anne Marie y Bodo.
A pesar de que ya poseía la nacionalidad alemana, la llegada de los nazis en 1933 significa el despojo de la ciudadanía para todos aquellos alemanes de origen africano.
Acoso y Persecución
Comenzó entonces una época de persecución donde los matrimonios interétnicos son prohibidos, los niños negros se ven excluidos de las escuelas e, incluso, se procedió a esterilizar a las mujeres.
En aquel momento, Alemania contaba con una población afro de 25.000 personas.
La difícil estabilidad política empeora su situación laboral y el cine se convierte en una alternativa gracias a que los nazis se obsesionan con la producción de películas de aventuras coloniales.
Se trataba de engrandecer el mito alemán en la Africa de principios del siglo XX a pesar de haber perdido ya, a esas alturas, todas sus posesiones territoriales en el continente.
Por una vez le favorece la tez negra que le permite trabajar en varias películas como El Jinete de Africa Oriental Alemana o en Carl Peters, una de las cintas colonialistas propagandísticas más legendarias, que le brinda la oportunidad de compartir cartel con los grandes del cine alemán de la época como Hans Albers y Hans Leibelt.
En 1935 sus compañeros de bar le echan por motivos racistas.
Esto impulsó su presencia en el cine participando en más de 20 cintas, actividad que compagina dando clases de suahili en un instituto de Berlín.
A partir de 1936, el Ministerio de Interior alemán decide impartir clases secretas al cuerpo de policía para prepararlo para la reconquista de las colonias en Africa del Este.
La Gestapo le detiene en 1941 por tener relaciones extramatrimoniales con una aria «con la que además tiene hijos».
Es enviado en septiembre de 1941 a Sachsenhausen acusado de «ensuciar la raza alemana» donde morirá sin pena ni gloria el 24 de noviembre de 1944.
Su primogénito Bodo muere en un bombardeo y nunca se supo lo que pasó con su mujer ni con sus otros hijos.
Su tumba se halla en el cementerio de las Víctimas de la Guerra y la Violencia de Berlín junto a las de otros miles y miles de compatriotas blancos.
Piedra en la que se tropieza
Ahora, en un afán de sacar de la oscuridad la memoria de las víctimas negras perseguidas por los nazis, Alemania ha decidido conmemorar por primera vez en su historia la figura de un negro perseguido por el régimen nazi.
Para ello ha sido colocada una placa dorada en el pavimento, en sustitución del adoquín original, emplazado delante de la casa donde Mahjub vivió con su familia antes de ser deportado a Sachsenhausen, situada en la Brunnerstrasse 193 de Berlín.
Son las llamadas Stolpersteine, que traducido literalmente equivale a una «piedra en la que se tropieza», que pretenden ser un obstáculo para que el peatón se detenga a leer el nombre de la víctima.
Estas placas insertadas en el suelo han sido creadas en el marco de un proyecto concebido por el artista alemán Gunter Demnig y son ya 12.500 las que decoran desde hace diez años numerosas calles de varias ciudades alemanas.
La placa de Mahjub es la primera dedicada a una víctima de raza negra y la reciente ceremonia se ha visto completada con la presentación del libro Fiel hasta la muerte, escrito por la experta africanista, la alemana, Marianna Bechhaus-Gerst.
En su libro, el primero que trata el tema de los afroalemanes perseguidos por los nazis, aparecen otros casos semejantes al de Mahjub, africanos que sirvieron a la patria adoptiva a cambio de una injusta muerte como recompensa final.
Muchos de ellos regresaron a su patria adoptiva tras la derrota sufrida en Africa frente a las tropas francesas e inglesas, tras la Primera Guerra Mundial.
Hitler odiaba con especial saña a los negros, a los que consideraba intrínsecamente lascivos y peligrosos corruptores de la sangre aria, y contra los que carga explícitamente en su libro Mein Kampf.
Aunque a menudo se olvide, las Leyes de Nüremberg, el pilar legal del racismo nazi, concernían no sólo a los judíos, sino también a los negros.
Medio millar de niños mulatos, hijos de matrimonios mixtos, fueron esterilizados en un afán de purgar la raza alemana y cortar de cuajo esa «conspiración que los negros habían establecido», según la jerga nazi, con los judíos para «ensuciar» la raza aria.
Fuente:El Mundo .M. FOKKELMAN. Viena