25-09-2010
Tyskerjentene ( chicas alemanas ) , así fueron llamadas las chicas noruegas que tuvieron relaciones con los soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que fueron unas 100.000, al final de la guerra fueron internadas, deportadas y despojadas de la nacionalidad noruega.
Se trata de una serie de artículos aparecidos en el periódico Bergens Tidende en marzo del 2008. Son extractos del libro de Helle Aarnes ' Tyskerjentene, historiene vi aldri bli fortalt' ( Las chicas alemanas, las historias que nunca nos contaron ).
Parte I
El castigo permanente de las ' chicas alemanas '
Era la guerra, fué amor. Las 'putas alemanas' fueron detenidas, deportadas y privadas de la ciudadanía. Else Gabler, de 86 años, no se arrepiente de nada.
En un hoyo oculto en la tierra, debajo de un suelo de madera de un campo de prisioneros en Nottoden, está Else, de 23 años de edad, está temblando de miedo. Encima de su cabeza oye los pasos de los oficiales noruegos. Sí la encuentran su vida cambiará para siempre.
Es mayo de 1945 y la paz ha llegado a Noruega. 3 millones de noruegos son libres. Más de 350,000 soldados alemanes son encarcelados como prisioneros de guerra y enviados fuera del país. Los gobernates han perdido, la verdad se levantará otra vez. Ahora son los noruegos que vigilan a los alemanes en los campos.
Uno de los soldados alemanes detenidos se llama Erich Gabler. Por un año ha sido el primer amor de la noruega Else. La joven enamorada ha entrado y salido del campo, a escondidas, para visitarlo. Durante tre semanas Erich la ha escondido en su habitación. Cuando los noruegos hacen inspección ella se esconde debajo del suelo, en un agujero.
Else esta aterrorizada. Ella sabe como tratan a las "tyskertøser" (putas alemanas). Si la encuentran, también será detenida. El novio que ha escogido le ha traido cambios dramáticos: Perdió el trabajo el 8 de mayo, el día de la liberación. Su familia, a excepción de su madre, ha interrumpido todo contacto. La relación de Else con un soldado alemán fue demasiado para su padre, un respetado hombre de negocios, quien fue a su vez un prisionero en un campo alemán durante la guerra. Y sus cuatro hermanos, que huyeron a Suecia e Inglaterra durante la guerra, todavía no saben acerca de la gran vergüenza.
Else solamente mira a Erich.
Solamente verlo dije: "Él será mío! Me casaré con el". El tenía una relación con otra, pero era terriblemente atractivo. Lo era! Espera, voy a buscar una foto de él.
Después de un año con la policía alemana en Bergen, Erich fue trasladado a Østlandet. La rubia Else era hermosa, feliz y de buena familia; ella podía haber tenido quien quisiera, se decía. No pasó los exámenes de idioma alemán, pero con Erich la conversación se dió de forma fluida. Se enamoró a primera vista.
Nunca discutieron de política. Él era comunista, no era miembro de la SS, dice ella. Ella misma, "nunca fue nazi", pero sí "un poco desafortunada", tanto que terminó en un grupo de nuevos compañeros que apoyaban a la juventud Nazi.
- Nah... Él tenía algo así como un encanto propio, todas las mujeres le coqueteaban, sonríe. Else Gabler. Cumplió 86 años, pero todavía hay algo de juvenil en ella. En eso cruza su pequeño apartamento en Berlín y muestra una fotografía coloreada de hace más de 60 años. Ella está casi enamorada. Un hombre moreno y atractivo con uniforme alemán. Erich. Su gran amor. Ya han pasado 15 años de su muerte. Ella se siente terriblemente sola sin él.
Ella lo echa espantosamente de menos.
17 de mayo de 1945. En el corazón de una Noruega embriagada de felicidad, las "tyskertøs" son forzadas a marchar semidesnudas por la calle Karl Johan. "Yo soy una puta alemana" dicen los carteles que son obligadas a llevar. Al mismo tiempo dos desafortunadas jóvenes están sentadas en una cocina en Notodden. A Else y su amiga las autoridades noruegas les han prohibido caminar por la calle. Están asustadas. No hacen más que sentarse ahí.
- Fue totalmente atroz. No recuerdo que fue lo que pensé, dice Else. - Pero ese día pasó algo raro. Mi amiga tenía un perro. En la tarde vino un tipo de la policía noruega y le disparó al perro. Ahí mismo en el jardín. El 17 de mayo (día nacional noruego).
Else es una de las decenas de miles mujeres noruegas que fueron detenidas, arrestadas y encarceladas durante la primavera y el verano de 1945. No habían quebrantado ninguna ley, no eran culpables de ningún delito. Su crimen era haber tenido una relación con los alemanes durante la guerra.
- Fuimos presas de caza. Hicieron lo que quisieron con nosotras, recuerda Else.
Un día sucedió algo que quizás tenía que pasar: Camino al campo de prisioneros se torció un pie y fue arrestada. Fue llevada a una de las escuelas que en los días de postguerra estaba llena de "tyskerjenter" y colaboradores alemanes. Varias veces la amenazaron con cortarle el pelo a tijeretazos.
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Ven! Córtalo todo! respondí yo, y les ofrecí el pelo. Pero al final me quedé con mi pelo! Puff!, a mi no me importaba, dice Else, 63 años más tarde. Pero agrega:
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Si... una estaba un poco avergonzada, por supuesto.
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Un día vinieron a llevarse una chica joven que sufría de epilepsia. Ella había tenido un amigo alemán, al principio de la guerra. Le cortaron el pelo mientras yacía de espaldas con un ataque de epilepsia. Fue horrible.
A través de las calles de Kongsvinger, Else caminava junto con un grupo de otras jóvenes. Al frente y al final caminan noruegos, soldados armados. Las chicas llevan materiales de limpieza. Son tyskerjenter (chicas alemanas) y se dirigen a una vieja casa de oración. Tienen que limpiar la basura que dejaron los alemanes que estuvieron alojándose ahí durante la guerra.
El caos es total los primeros días de paz. Las tyskerjenter son detenidas y dejadas en libertad sin orden ni sistema. Else es detenida varias veces.
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Una vez el jefe de policía miró a mi mamá, que venía a buscarme, de forma tan ruda que ella le pidió que se calmara. Porque ella tenía 7 hijos que habían estado luchando en la resistencia, cuatro de ellos en Inglaterra. Entonces se calmó.
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Yo creo que fue complicado haberme puesto en tal situación, que mi familia se haya avergonzado de mí, dice Else hoy día.
Else es encarcelada por un largo tiempo en un campo de prisioneros. Ambos, ella y Erich saben que él será pronto deportado a Alemania en uno de los enormes transportes de prisioneros. Deciden casarse.
Para Else esto significa que, al igual que las demás mujeres noruegas que se casan con un hombre del "estado enemigo", será despojada de su nacionalidad noruega. Después de esto, el gobierno noruego la tratará como alemana y la deportará a Alemania junto con Erich.
Ella nunca ha estado fuera del país. Ahora será enviada, junto con cientos de soldados alemanes, a una completamente bombardeada y arruinada Alemania. Ahí donde hay hambre y se necesita absolutamente de todo.
En una carta a sus padres Else les cuenta que se va a casar. Ellos están en shock. Le ofrecen de todo y le ruegan que cambie de opinión. Ella es inamovible.
Erich Gabler
« Se certifica con esto que el Wachtmeister Erich Gabler, temporalmente en el campo "Lager Berlin", en Kongsberg, y la oficinista Else Marie Huth, de Sarpsborg, se han casado en Kongsberg el 19 de octubre de 1945».
La madre de Else es la única que asiste a la boda. El vestido azul que lleva será el vestido de novia de su hija. La pareja no recibe regalos de matrimonio. Erich se casa en uniforme.
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Yo sabía que mi familia no iba a venir, no lo esperaba. No me afectó mucho. Yo era tan joven y escuchábamos tantas cosas de como las "tyskertøser" eran recibidas. Probablemente fue debido a eso.
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Crees que se avergonzaron?
-
Sí. Yo creo que sí. Es por eso que nunca lo mencionaron. Ellos nunca han dicho nada. Nunca.
Gunnar, el hermano mayor de Else, ha llegado a casa desde Inglaterra y ha sido designado jefe en el campo de prisioneros donde Else y Erich viven. No tiene idea de que una de las "chicas alemanas" es su propia hermana. Else sabe el nombre del jefe del campo de prisioneros, pero rehusa decirle a los demás prisioneros que ella es su hermana; no le quiere avergonzar. Pero un día, mientras Gunnar está haciendo una ronda de inspección, Else escucha una voz fuera de su habitación: "Perdón, teniente Huth. Solo quería notificarle que en este cuarto vive su hermana".
La puerta se abre, y los dos hermanos se reúnen nuevamente, después de años con secretos.
-
El me mira, totalmente formal, preguntando solo cosas acerca de la habitación. "está bien esto? Y esto? Y esto?", cuenta Else, más de 60 años más tarde. En un armario en su sala de estar en Berlín tiene guardada una carta que recibió un par de días más tarde.
-
"He dejado de considerarte como mi hermana", dice ahí. Yo ya no era su hermana. Sí. Eso dice. Me he guardado esto durante años. No creo que él lo recuerde. Pero yo todavía tengo la carta.
Durante un poco más de un año Else y Erich han estado internados en el campo de prisioneros en Brevik. Hay poca comida, poco que hacer, pero hay cine y baile cada sábado.
El 1 de abril de 1946 nace Reidar Karl Heinz Gabler en el hospital de guerra alemán en Skien. Él es uno de los entre 10.000 y 12.000 tyskerbarn (niños alemanes) que nacen en Noruega durante y después de la guerra.
En contra de todas las reglas el niño alemán es bautizado en la iglesia de Brevik. Es el padre de Else quien ha conseguido esto. El bautizo será la primera vez en que padre e hija se reunan después de que ella le ha contado que se iba a casar. El padre llora mucho, durante toda la ceremonia, recuerda Else.
Después de la iglesia son invitados a tomar café en el campo de prisioneros. El padre también es invitado a compartir con los altos oficiales noruegos, pero se niega. Prefiere estar con su hija y su soldado alemán. Esta es la última vez que Else ve a su padre, él fallece al año siguiente, a la edad de 57 años.
- Lo último que mi papá le dijo a mi marido fue: "Espero que sepas lo que Else ha hecho por ti. Dejó la patria de sus padres y su familia, todo por seguirte a Alemania". Eso nunca lo voy a olvidar.
El recién nacido tiene solo dos meses cuando la pequeña familia es deportada a Alemania, el 3 de junio de 1946. Lo último que Else ve de su país es el campo de prisioneros.
Ahora es una de las pocas mujeres en el grupo de cientos de soldados alemanes a bordo del viejo barco que solía ir a América. Durante tres o cuatro días la pequeña familia duerme en el suelo. Else está muerta de miedo; el océano está lleno de bombas sin detonar, frente a ella hay una vida de la que ella no tiene idea.
Pero ella sabe que la Alemania que la espera está aniquilada y muerta de hambre. También sabe que llegarán a la aislada zona rusa, donde el trato es peor que en los demás lugares.
En Alemania son transportados Else, Erich, Karl Heinz y cientos de soldados a un campo de internos ruso, por el momento. Son transportados en vagones de ganado y tienen que estar de pie todo el camino. En la única maleta que Else ha llevado consigo hay ropa de bebé, algunas provisiones de emergencia y el gran tesoro: un kilo de café que obtuvo en su casa en Noruega. Erich cambia el café por una botella de aguardiente.
- Era terrible en ese campo. Los prisioneros que venían de Rusia eran solo piel y huesos. No recibíamos verdadera comida. Era completamente atroz.
Después de tres semanas en ese campo pudieron marcharse a Wittenberg, el hogar de Erich. La ciudad está en la zona este y es devastada por la principal arma rusa: violencia.
Hace un poco más de sesenta años camina la noruega Else y sus dos pequeños hijos por Alemania, pasando hambre. Buscan comida. Ella está consumida, varias veces se ha desmayado de hambre. El más pequeño de los niños ha empezado a tener deficiencias nutricionales. Buscan comida, encuentran pequeñas zanahorias y las sacan de la tierra, se las comen con lo verde de encima. No tienen nada más.
El gobierno noruego se niega a ayudar con comida y ropa a las varias miles de mujeres noruegas que han sido deportadas, en contra de las peticiones de la cruz roja. También rechazan la petición del padre de Else para que su hija y nietos vuelvan a casa, en Noruega.
- Era tanto lo que los niños necesitaban, que no tuvieron. Fueron los cuatro peores años de mi vida, dice Else.
La pequeña familia se traslada después de un tiempo desde la zona este a Berlín. No tienen casa, y tienen que vivir en una casa de barro.
- Estaba llena de enormes, horribles ratas. Teníamos un par de camas húmedas, situadas exactamente sobre el suelo de tierra, con tres niños. Era terrible, dice Else. Ella recuerda que estaba tan delgada que Erich podía rodearle la cintura solo con los dedos.
Por primera vez en 1951 Else recibe el permiso del gobierno noruego para visitar Noruega. La madre de Else, madre de diez hijos, ha enviudado, pero envía los pasajes de tren. Sin un centavo pero con tres niños pequeños, se sube Else al tren en Alemania. Durante todo el camino hacia el norte, hacia Noruega, la gente se compadece de ella. Los dos niños duermen en el compartimiento de equipaje. La pequeña Rose tiene solo seis meses de edad.
Nadie recibe a Else en la estación de Sarpsborg cuando el tren llega, un poco más temprano, un día de enero de 1951. Tiene el corazón en la mano, tiene miedo del recibimiento. Pero se alivia enormemente cuando ve algunos conocidos en el andén que sonríen y exclaman: "oh, tres niñitos alemanes!". Cuando finalmente llegan al hogar de su infancia nadie menciona nada acerca de la guerra. La mesa está puesta. Sirven salchichas ahumadas.
Else y los niños se quedan en Noruega casi un año. Quien juega más con los niños es el hermano mayor, Gunnar, el hombre de la resistencia que seis años atrás renegó a Else como hermana. No hablan de lo que pasó. Todos ven las largas cartas que Erich le manda a Else a diario. Tiene miedo de que ella no regrese. En noviembre de 1951 Else y los niños viajan de regreso a Berlín. Ahí espera Erich. Comparten el resto de sus vidas en un pequeño apartamento en el oeste de Berlín.
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Uno era joven y estaba "verliebt" (alemán: enamorada). Enamorada, sabes, eso es lo mejor. Pero es verdad que el amor te vuelve ciega; muchas de nosotras, las noruegas que vinimos a Alemania, hemos vivido muchas cosas dolorosas. Siempre he dicho "Estoy viva hoy día. He conseguido sobrevivir a todo esto". Entonces no tiene que haber sido tan malo, después de todo, dice Else. Dice que no sufrió durante esos años.
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Que hayamos perdido la nacionalidad tenía que haber sido el castigo por casarse con el enemigo, así lo llamaron. Muchas han tratado de obtenerla de vuelta, después de que fue permitido. Eso nunca me ha importado, dice Else.
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Que piensas cuando escuchas la palabra "tyskertøs"?
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Yo pienso que es una palabra terriblemente fea. Una vez me llamaron "deutsche Hure", que es lo mismo que "tyskertøs", dice Else. Habla despacio ahora.
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Yo era demasiado joven para entender lo que significaba. Además tenía que aceptarlo; el odio en contra de nosotras y en contra de los alemanes era enorme. Los noruegos tienen un orgullo nacionalista muy grande. Estaban demasiado ocupados con si mismos esa vez, y lo están hoy en día también. Pero sabes qué? Cuando mi hijo se fue a vivir a Noruega, fue como una compensación, como si yo hubiera vuelto. Eso es importante. Entiendes?
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Yo creo que fue mi gran amor . Yo sé que fue terrible cuando Erich murió. Eso nunca lo voy a superar. Han pasado quince años, y de todas formas pienso... Que estoy aquí, sentada sola, con nadie. Los niños jamás podrán suplirlo. Es tan horrible. Tan horrible.
Ella tenía 24 años cuando se casó. Ahora tiene 86. Alrededor de su cuello tiene una alarma de seguridad.
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Estoy muy sola en Berlín ahora. Pero me he vuelto demasiado vieja para volver a Noruega. El tiempo ha pasado. Dicen que cuando empiezas a soñar en alemán, entonces ya eres alemán. Y esto me ha pasado durante muchos años, dice Else.
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Mi hogar me ofreció mucho para que dejara a Erich. Cosas, seguridad. Por supuesto que pensé en eso, cuando pasábamos hambre. Pero fué como tenía que ser. Así debía ser. No miro atrás.
La decisión de Else le costó su familia, su nacionalidad, su país de origen, su libertad. Pero ella no se arrepiente.
- No. No lo hago. He estado bien, con un hombre que me ha sustentado. Una amiga noruega dijo una vez que se arrepentía de haberse casado con un alemán. Me dió pena. No creo que sea correcto decir algo así. No puedes ir por la vida arrepintiéndote.
No arrepentirse. No arrepentirse. Lo repite varias veces. Entonces lo piensa de nuevo. Hay una cosa, una cosa esa noche que Erich se enfermó, yacían los dos en la cama:
- Yo quería levantarme e ir a la sala de estar, pero él preguntó: "No te puedes quedar conmigo?". Me levanté de todas maneras y me fui a la sala de estar...
A Erich lo enviaron al hospital esa noche. Nunca volvió.
- Que me haya ido de su lado... De eso me arrepiento.
Else Gabler caminando por Berlín.
Copyright © Helle Aarnes
Traducido por Ernst Barkmann y Google translator
Fotos: Copyright © Oddleiv Apneseth
Artículo original: http://www.bt.no/nyheter/innenriks/Tyskerjentenes-livslange-straff-528180.html
Tyskerjentene de Helle Aarnes
Editado por Gyldendal ( Noruega )
250 pags.
ISBN/EAN: 9788205390645
http://www.gyldendal.no/Fakta-og-dokumentar/Biografier-og-memoarer/Tyskerjentene