02-01-2010
La biografía que voy a relatar a continuación la he publicado en http://www.forosegundaguerra.com/index.php y dada la peculiaridad y el misterio del personaje unido al hecho de ser el único prisionero alemán que se fugó con éxito de un campo de prisioneros merece la pena ser repetida y compartida con más personas vamos pues con un etenso resumen de las peripecias de este singular personaje
Franz von Werra era un piloto de la Luftwaffe que consiguió escapar de un campo de prisioneros en Canadá.
Cuando yo era un crío vi una película biográfica sobre dicho piloto titulada "El único evadido" protagonizada por el actor alemán Hardy Kruger y en ella se narraban las peripecias de dicho piloto.
Vamos a comentar un poco las peripecias de Franz von Werra que a pesar de ser poco conocido se le podría conceder mucha más importancia por los hechos que aquí se van a presentar.
El teniente Franz von Werra era un tipo que le echaba mucho morro a todo, pero lo hacía porque tenía mucha imaginación, era inteligente y porque cuando llevaba cierto tiempo en la Luftwaffe se dió cuenta de que el mejor modo de progresar era que hablasen de uno, porque veía que lo que impresionaba era la osadía, el arrojo,..... en una palabra la excentricidad. Incluso a la hora de hacerse con una mascota fue diferente a sus compañeros y tomó como tal a un cachorro de león al que puso de nombre Simba. Como colofón a su curriculum se añadió el título de barón para darse cierto lustre ante sus camaradas y superiores.
Nada más comenzar la guerra su primer objetivo fue convertirse en as y consiguió derribar 8 aviones cuyos derribos fueron confirmados
En cierta ocasión tras regresar de una patrulla en solitario se jactó de haber derribado 5 Hurricanes y destruido otros cuatro en tierra, esos dudosos derribos y destrucciones pusieron a Franz entre los mejores pilotos al comienzo de la guerra, pero le quitaron cuatro de esos Hurricanes lo que no fue obstáculo para que le fuera concedida la Cruz de Caballero.
Tardaría mucho tiempo en lucir esa distinción pues antes de que se le fuera entregado y en su décima misión fue derribado sobre los cielos de Inglaterra y le hicieron prisionero.
En un primer interrogatorio llevado a cabo por un oficial hábil oficial inglés éste le comenzó a hablar sobre Alemania y otras cuestiones aparentemente triviales pero que proporcionaron a dicho oficial una valiosa información sobre el prisionero sin que von Werra se percatase de su propia indiscreción, von Werra había tenido la precaución de quemar cuantos papeles llevaba encima para evitar que los ingleses pudieran saber más de lo que él conscientemente pudiera decir, pero aún así el oficial inglés consiguió sacarle todo lo que pudo que no fue poco, pero von Werra se dio cuenta de cuanto había dicho de un modo inconsciente durante ese primer interrogatorio cuando en un segundo interrogatorio otro oficial le espetó tras una larga conversación nombres de su mejor amigo su mascota y grupo de caza y unidad a la que pertenecía, en sucesivos interrogatorio sufrió el acoso de diferentes oficiales de inteligencia que pusieron en práctica todos los medios posibles para conseguir sacarle más información sin darse cuenta que von Werra era un tipo inteligente que había aprendido la lección y no dio información militar a sabiendas de que lo hacía pero esos interrogatorios sirvieron para que el piloto alemán aprendiera casi todos los trucos de los ingleses para hacer hablar a cualquier prisionero lo aprendido por von Werra tendría consecuencias en un futuro no muy lejano, como veremos más adelante.
A unos 35 kilómetros de las costas del mar de Irlanda, en Grizedale Hall, había un caserón de piedra con 40 habitaciones, que era usado como albergue para prisioneros de guerra y que estaba muy bien vigilado, allí fue conducido Franz von Werra.
A los pocos días de encontrarse allí ideó un plan para fugarse. Durante los paseos que se llevaban a cabo cada dos días, para que los prisioneros pudieran hacer ejercicio y caminar estos tomaban dos direcciones aleatorias, hacia el norte o hacia el sur, dependiendo del criterio de un sargento que guiaba la comitiva de prisioneros y guardianes, compuesta por el Sargento montado a caballo que iba al frente de la comitiva, un oficial jefe de la comitiva y ocho guardianes cuatro de los cuales iban detrás y los otros cuatro al lado de los prisioneros. La distancia a recorrer era de aproximadamente tres kilómetros, al cabo de los cuales se detenían a descansar unos 10 minutos para tras el descanso volver a la casona prisión.
Cuando la comitiva se dirigía hacia el norte, las posibilidades de fuga eran casi nulas, pues el terreno estaba configurado por un prado abierto y amplio, guardado por una valla de alambre y sin lugares donde poder ocultarse. Por el contrario, el camino hacia el sur ofrecía al menos una posibilidad de escapar, era el momento en que el grupo se paraba a descansar, pues lo hacían junto a una tapia de piedra. Von Werra pensó que si sus compañeros entretenían a los guardianes el podría saltar la pequeña tapia y escapar agachado junto a la misma para más allá internarse en el bosque e intentar llegar a la costa para tomar un buque de un país neutral que le condujese a la libertad.
En uno de los paseos, uno de los prisioneros dio orden de seguir la ruta del sur. Y todos emprendieron dicho camino, ni el sargento dijo nada, ni el oficial puso objeción alguna, los vigilantes tampoco notaron el engaño y todos creyeron que o bien el sargento había dado la orden y éste a su vez pensó que aquel día el oficial había decidido elegir la ruta. Al llegar al lugar de descanso, se repitió el protocolo de siempre, los vigilantes se situaron a un lado de la carretera mientras los prisioneros se situaban del lado de la valla para permanecer de pie o moverse a uno y otro lado.
Von Werra se situó tras sus compañeros más altos todos los cuales se agruparon en un determinado momento con arreglo al plan preconcebido, von Werra se subió a la pequeña tapia de no más de un metro y a una señal de uno de sus amigos saltó al otro lado.
Al reiniciarse la marcha, unas mujeres, que habían visto la fuga, comenzaron a agitar las manos para alertar a los guardianes, pero uno de los prisioneros comenzó a devolver los saludos acción a la cual se sumaron otros compañeros y las señales de las mujeres no fueron tenidas en cuenta por los guardianes. Tras el incidente los prisioneros empezaron a cantar para (en otra señal acordada) indicar al fugitivo que todo iba bien y no había sido descubierta su fuga, no obstante el hecho de que los prisioneros cantaran alertó al sargento y al oficial pues estaba prohibido cantar durante los paseos. El sargento sospechando que algo ocurría empezó a pasear arriba y abajo intentando contar á los prisioneros, pero estos dándose cuenta de lo que pretendía empezaron a moverse y a agruparse y separarse para impedir que consiguiese su propósito, la actitud de los prisioneros incrementó las sospechas del sargento, que tras comentarlo con el oficial se dirigió a la parte delantera de la columna e hizo al grupo de prisioneros detenerse a punta de pistola, entonces el oficial y el sargento comenzaron a contar y tras la comprobación se dieron cuenta que faltaba un prisionero.
Tras varios días vagando por la campiña fue localizado pero volvió a escapar, dos días más tarde fue pillado definitivamente y al regreso a su prisión estuvo incomunicado durante varios días antes de ser enviado a una nueva prisión. (continuará)