28-05-2007
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Recientemente, en mis vagabundeos por Internet, (buscando datos sobre los submarinos de transporte)
encontré un artículo de Alberto Roselli, en el que, a su vez hacia referencia a otro, del periodista é historiador
Arrigo Petacco, que me llamó la atención, principalmente porque considero que casos como el que os voy a
relatar, no creo se hayan dado muchos en la SGM.
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Raffaello Sanzio
Una aventura, bajo tres banderas.
La historia de Raffaello Sanzio, marinero de Bari, y que desde el verano de 1940, hasta el verano de 1943
estuvo embarcado a bordo de diversos submarinos italianos (tambien prestó servicio en el Bagnolini, y en el
Torelli) con base en Burdeos (Betasom), puede parecer increible.
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12 de Julio de 1943. El Cappellini en el Estrecho de Malacca.
Partió, desde Burdeos, en Julio de 1943, a bordo del Comandante Capellini, con desino a Penang, en el
Extremo Oriente. Este marinero, que tenia en aquellas fechas, veintipocos años, pensaria, seguramente, que
emprendia una larga y dificil misión (el Capellini debiá transportar a Singapur varias decenas de toneladas de
material bélico, mercurio y quinina, destinado al aliado nipón, y a su regreso, si todo se desarrollaba con a --
rreglo a lo previsto, volver a Burdeos, con una determinada cantidad de caucho, estaño y metales raros, des-
tinados a la industria bélica italo-alemana ), pero nunca le pasó por la mente, el terminar combatiendo bajo
una bandera distinta de la italiana.
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El Cappellini, en su arribada al puerto de Saipang.
Tras dos meses y diez dias, de navegación, en circunstancias muy dificiles, y con grandes privaciones,
logran arribar a Saipang en Sumatra, donde subsanan las carencias de agua, y alimentos frescos (principal-
mente frutas ) continuando viaje, bajo escolta japonesa, hacia Singapur. Una vez en este puerto se unen con
el Capellini, el Giuliani y el Torelli, (que habian realizado una análoga y casi contemporanea misión ) y ape --
nas tienen tiempo de desembarcar su carga, ya que el 8 de Septiembre, al conocerse la firma por Italia, del
Armisticio,este hecho, pone en serias dificultades a la tripulación del submarino Capellini, que es hecha pri-
sionera por los japoneses. Sin embargo, y despues de alguna semanas de dura segregación, la casi totali -
dad de la tripulación,desobedeciendo las indicaciones de los Oficiales, deciden continuar combatiendo al la-
do de los ex aliados alemanes y japoneses, al igual que los tripulantes del Giuliani y del Torelli, con lo que,
de esta forma, se adhieren, de hecho, a la Republica Social Italiana.
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Raffaello Sanzio,en 1944, con uniforme de la Kriegsmarine
Durante muchos años, por motivos políticos é ideologicos, la historia de aquel numeroso grupo de mari --
neros desplazados ( ó mejor dicho abandonados ) en Extremo Oriente, que rehusaron seguir las indicacio --
nes del Gobierno de Badoglio, fué dejada caer en el olvido, por la reticente idea, de que su conocimiento, po-
dria crear turbación (en la opinión pública).
El primero, y quizá el único en hablar abiertamente de este hecho. fué el periodista e historiador Arrigo --
Petacco, que en 1986, en Yokohama, tuvo ocasión de entrevistar al marinero Raffaello Sanzio, que entonces
contaba 66 años, y hacerle recordar a un protagonista, sus muchas vivencias.
La suerte de los marineros, que como Sanzio, primero combatieron, a bordo de sus propios submarinos
(incautados en un primer momento, por las fuerzas alemanas con base en Penang y Singapur ) al lado de --
tripulantes de la Kriegsmarine, y depues al lado de los de la Marina japonesa, fué muy ingrata.
Como tuvo ocasión de recordar el mismo Sanzio,, despues de la rendición del Japón,el 1 de Septiembre
de 1945, los pocos marineros supervivientes, fueron hechos prisioneros por los americanos, y tratados como
verdaderos traidores.
A continuación de este hecho, la recien nacida Marina de la República Italiana, dicta una norma, que de
una forma directa, margina a estos valerosos supervivientes - culpables solamente de haber querido defen --
der el honor de la Patria - privandoles del grado y la pensión que les correspondiera.
Un hecho triste, y grave al mismo tiempo.