24-11-2007
(1847-1934)
El Mariscal Paul Von Hindenburg era una especie de figura militar que justificaba con algunos ligeros retoques, el viejo dicho que afirma que los viejos soldados nunca mueren y que con el tiempo se convierten en símbolos nacionales impotentes y patéticos.
Dentro del contexto de los difíciles años de antes de la segunda guerra mundial, Hindenburg, presidente de edad, se dejó persuadir por el astutoFritz Von Papen para que llamara a Hitler en enero de 1933 al puesto de Canciller. La imagen que mejor ilustra a Von Hindenburg es la foto de un anciano de mirada fatigada posando ante la cámara al lado de un Hitler ávido y exaltado, cuyas maquinaciones y diabólicos designios probablemente no llegó a adivinar jamás.
Hindenburg tenía un inestimable valor para la propaganda de Hitler. Había sido el más grande y honrado soldado alemán de la Primera guerra mundial. Los alemanes llenos aún de resentimiento a propósito de la derrota de 1918, rendían honores a un jefe como Hindenburg que había atenuado la vergüenza de la última derrota mediante brillantes victorias durante notables batallas, como las que salvaron Prusia Oriental de los rusos en Tannenberg y en los lagos de Mazuria en agosto-setiembre de 1914.
En 1918, Hindenburg, prototipo perenne del oficial prusiano, hizo la cosa más insospechada para un espíritu ultratradicionalista como era el suyo: dió su apoyo a la expulsión del Kaiser. Este acto le valió, sin embargo, las simpatías de un pueblo cuya lealtad había sido quebrantada por el propio Káiser.
Así pues, Hindenburg era en 1925 un Presidente muy popular.
En cuanto Hitler llegó al poder, Hindenburg se convirtió en un personaje complaciente, satisfecho de pasar la mayor parte del tiempo en su finca de Neudeck mientras que Hitler ejercía su papel como dictador.
En 1934, durante la sangrienta purga del Partido nazi (la Noche de los cuchillos largos contra las SA), el viejo mariscal fue utilizado con un cinismo
sin precedentes. Una vez acabada la purga, Hitler fue felicitado por el anciano por "haber salvado al país de la trición". El telegrama que contenía esta frase llevaba su firma, si bien no se sabe si fue imitada y falsificada, o le fue presentado el escrito al mariscal a la firma sin que éste se enterara de su contenido. Tuvo la "Amabilidad" de morirse, pocas semanas despues, el 2 de agosto de 1934, dejando sitio vacante a Hitler.