11-10-2007
Paul Joseph Goebbels nació 29 de octubre de 1897 y fué el ministro de propaganda del gobierno de Adolf Hitler en la Alemania Nazi. Fué una figura clave del régimen, conocido por sus dotes retóricas y su capacidad persuasiva. A pesar de su aspecto no muy agraciado y su bajo perfil, era poseedor de una personalidad desbordante, absolutamente manipuladora y dominante.
El 13 de marzo del año 1933, Goebbels fué nombrado Ministro de Propaganda, controlando la literatura, la prensa, el teatro, la radio, las bellas artes y el cine. Con su talentosa retórica creó la mayoría de los discursos de Hitler, ideó la propaganda radiofónica y el Ministerio de Propaganda y fué la cara visible y el portavoz del Nacionalsocialismo.
Los once principios de la propaganda, por Goebbels:
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Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
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Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
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Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
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Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
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Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
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Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
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Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
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Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
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Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
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Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
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Principio de la unanimidad. Llegar a convencer mucha gente que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.
Un rasgo característico de la propaganda Nazi, era crear alrededor de Hitler una especie de leyenda de héroe nacional, para mantener a las masas en un estado de esclavitud psíquica.
Hitler afirmó en su libro “Mein Kampf” (”Mi lucha”) que “la propaganda política es el arte esencial de guiar políticamente a las grandes masas”. Y en el congreso de Nuremberg de 1936 exclamó: “la propaganda nos ha llevado hasta el poder, la propaganda nos ha permitido conservar desde entonces el poder; también la propaganda nos concederá la posibilidad de conquistar el mundo”.
texto con fotos en página:
http://www.blogdemay.com/index.php/paul-joseph-goebbels-aun-vive-en-la-propaganda/