29-01-2013
A continuación os dejo un articulo que no es mio. Es de un compañero de trabajo cuyo padre combatió en la División Azul, como leeréis al final. Lo publico tal y como el lo ha hecho por que me parece una lectura interesante.
**BATALLA DEL LAGO LADOGA
(12-30 de enero de 1943)**
Antecedentes.
En enero de 1943, el peligro de un asalto alemán contra Moscú había desaparecido, no obstante, Leningrado, ciudad de gran valor simbólico para los soviéticos, seguía fuertemente sitiada, una situación que Stalin quería revertir. Desde noviembre de 1942, sus tropas habían logrado importantísimos éxitos en Stalingrado y en el Don, y la moral del Ejército Rojo estaba por las nubes. Había llegado el momento de liberar Leningrado. El punto más idóneo para intentar romper el cerco era el estrecho pasillo de unos 12 km. por el que los alemanes llegaban hasta el lago Ladoga.
Con este fin, el 12 de Enero de 1943, el Ejército Rojo lanzó la Operación Chispa (Операция Искра, operatsia iskra), operación militar organizada por el STAVKA que tenía como principal objetivo romper el sitio de Leningrado y destruir al 18º Ejército Alemán. Como segundo objetivo los rusos trataban de hacerse con los altos de Sinyavino, posición de gran importancia táctica en la zona.
El nombre de la operación también suponía todo un símbolo para los rusos, era el del periódico de Lenin en los tiempos de la Revolución de Octubre. A esta batalla también se le conoce por parte alemana como 2ª Batalla del lago Ladoga y, por los soviéticos como 3ª Ofensiva de Sinyavino.
Esta ofensiva soviética, que se realizaría de forma conjunta, a modo de pinza, entre las tropas del Frente de Leningrado en el Oeste y del Frente del Voljov en el Este, comenzó a las 09:30 del 12 de enero con un bombardeo de artillería de 4.500 bocas de fuego y el posterior ataque de 21 divisiones, con un total de 302.800 efectivos. El XXVI Cuerpo de Ejército alemán, perteneciente al 18ª Ejército, iba a ser apretado por ambos flancos como una esponja, en el estrecho pasillo que separaba a los ejércitos soviéticos 67º y 2º de Choque.
El 18 de enero de 1943, las unidades del Ejército Rojo, tras duros y feroces combates contra las mermadas divisiones del 18º Ejército alemán del General Lindemann, se apoderaron de las zonas fortificadas alemanas en la orilla sur del lago Ladoga, produciéndose la unión de las unidades de ambos frentes y abriendo un corredor terrestre con la ciudad sitiada a la que, inmediatamente, comenzaron a llegar suministros mediante camiones y, rápidamente, se procedió a construir un ferrocarril para robustecer el sistema de abastecimiento de la hambrienta ciudad. Todos estos esfuerzos no significaban que el cerco hubiera quedado levantado. La Luftwaffe, y la artillería alemana situada en los Altos de Sinyavino, seguirían bombardeando, con más ardor si cabe, esa ruta de aprovisionamiento. Por esta razón, este estrecho corredor de entre 8 y 11km. de anchura, fue conocido como "el pasillo de la muerte". Más adelante, por el acudirían las fuerzas que, a partir de primeros de febrero, se irían concentrando en el Sector de Kolpino, desde donde con medios desorbitados de artillería, tanques e infantería desencadenarían, el 10 de febrero, un brutal ataque sobre las líneas españolas que defendían el Sector de Krasny-Bor, como parte de la ofensiva "Estrella Polar", pero ese es otro tema.
Desarrollo.
Para poder formar un nuevo frente que contuviera a los soviéticos en su avance hacia el Sur, hacia los Altos de Sinyavino y Mga, los alemanes enviaron a la zona divisiones sacadas de otros sectores, incluida la 4ª División
Polizei SS, vecina oriental de la División Azul, lo que obligó a esta a extender sus líneas hacia el Este, llegando a tener una extensión total de 34 km. Este incremento de la extensión del frente dejaba al general de la división española, Emilio Estaban-Infantes y Martín, prácticamente sin reservas. No obstante, los refuerzos alemanes para detener a los soviéticos seguían siendo insuficientes. Lindemann se vio obligado a pedir a otras divisiones que facilitaran algún batallón o batería de sus propias reservas. En el caso de la División Azul, a pesar del aumento de sus líneas y a sabiendas que esta decisión le iba a dejar con tan sólo dos compañías como reserva, el general Estaban-Infantes, decidió enviar un batallón de infantería: el IIº/269, en ese momento al mando del capitán Manuel Patiño Montes y que era, además, el que más sólida reputación tenía a sus espaldas.
El lunes 11 de enero, el II/269º, compuesto en esos momentos por 533 hombres, había sido relevado de sus posiciones de primera línea para descansar en Pavlovsk. El sábado 16 se ordenó a la unidad dirigirse hacia el nudo ferroviario de Sablino, donde llegó en la mañana del domingo 17, quedando en alerta ante las graves noticias que llegaban del lago Ladoga. En la noche del 20 al 21 de enero, los hombres del II/269º embarcaron de nuevo en sus camiones (20), con destino a Mga y Kelkolovo, donde Patiño se pondría a las órdenes del general Werner Hünter, de la 61ª División alemana.
Mapa de la Operación Chispa (Iskra).
A las 13:30 del mismo jueves 21, se pusieron de nuevo en marcha, ahora en dirección noroeste, hacia las colinas de Sinyavino. A las tres de la tarde ya era de noche y la temperatura cayó hasta rondar a los -40ºC. Al acercarse a la línea de contacto, el contingente español quedó a las órdenes del coronel Vehrenkamp, del 162º Regimiento alemán (61ª División). A estas alturas de la batalla, los batallones del 162º eran poco más que débiles compañías. El capitán Patiño se separó de sus hombres, que siguieron progresando hacia Sinyavino, para presentarse a Vehrenkamp y recibir órdenes. Este coronel le entregó un plano indicándole donde creía él que estaban las líneas e informándole que, en la zona de despliegue asignada, se había producido una penetración del enemigo, había cruzado el río Kornaia y se infiltraba hacia el sur, con una magnitud y profundidad imposible de establecer; estaban un poco por todas partes, delante, pero también detrás de las líneas alemanas. En todo caso parecía claro que, el enemigo, en vez de atacar directamente los Altos de Sinyavino, trataba de rodearlos por su flanco oriental para, posteriormente, asaltarlo por distintos puntos y había abierto un brecha en el dispositivo defensivo germano que los españoles tenían que taponar a toda prisa. Esa era la misión asignada.
Mientras Patiño recibía instrucciones, el capitán Aranda guiaba al batallón español remontando la colina hacia la propia localidad de Sinyavino, que se encontraba en rüinas. Los guripas, en medio de la noche, atravesaron la asolada población y siguieron avanzando hacia el norte, a través de un tupido bosque, con nieve hasta las rodillas y ateridos de frio. Por la izquierda, debían tratar de mantener contacto con lo que quedaba del 176º Regimiento alemán (61ª División) y, por la derecha, ante Gontovaia Lipka, buscar enlace con el 366º Regimiento germano del coronel Maximilian Wengler. La situación de esta última unidad era aún más penosa que la del 162º. Se trataba de uno de los regimientos de la División de Infantería 227ª que había quedado temporalmente cercado en la orilla del lago al producirse el ataque soviético y, los españoles, tuvieron muchos problemas para encontrar el regimiento porque prácticamente no existía. La dureza del combate pronto resultó evidente para los guripas españoles al comprobar que el terreno por el que se movían estaba cubierto de cadáveres de uno y otro bando. De repente, comenzaron a estallar granadas y una de ellas alcanzó al capitán Aranda y a ocho de sus hombres hiriéndolos.
**Capitán de Infantería
Manuel Patiño Montes.**
Pasada la media noche del 21 al 22, Patiño se reunió con sus oficiales y les comunicó que su batallón se encontraba en medio de una brecha de las líneas alemanas y que ya se hallaban en el frente. ¡Ellos eran el frente! A pesar de la obscuridad y lo desconocido del terreno, Patiño ordenó un despliegue en forma de abanico, dando cara al norte: La 6ª compañía del capitán Muller a la izquierda; la 5ª del teniente Acosta (tras la baja del capitán Aranda), en el centro; la 7ª de Massip a la derecha, y las máquinas de la 8ª, de Olmedo, repartida: una sección de ametralladoras en cada compañía y los morteros del 81 situados a caballo entre la 5ª y la 6ª. Patiño instaló su puesto de mando unos 200 metros por detrás de Acosta. No habían fortificaciones y la situación era tan confusa que los españoles pronto pudieron comprobar que también estaban recibiendo fuego desde lo que, en teoría, era su retaguardia.
Situación del batallón español en este frente: En el mapa extraído del Atlas Ilustrado de la DA, de Carlos Caballero Jurado, podemos observar la zona de operaciones donde el batallón español actuó tratando de evitar la penetración envolvente de las tropas soviéticas de Sinyavino.
El mando soviético ya había detectado la llegada de una nueva unidad al sector y se proponía aniquilarla para mantener abierta la brecha. Hacia las seis de la mañana del viernes 22, las divisiones de infantería soviéticas 11ª y 71ª abrieron fuego con todo lo que tenían: artillería media, cañones de asalto, anticarros, lanzacohetes y morteros. El demoledor ataque cayó sobre los españoles y el 366º alemán durante dos horas y media. El tremendo hostigamiento artillero causó muchas bajas, ya que los improvisados puestos defensivos y refugios de nieve cedieron casi de inmediato y, a las 09:45, el enemigo se lanzó al asalto en oleada, con inusitada superioridad de efectivos y con sus gritos de ¡¡Hurra!!
Los españoles se defendieron con tremendo arrojo. Ante la tenaz resistencia, los soviéticos trajeron sus morteros pesados y lo intentaron una y otra vez: bombardear, atacar, retirarse y vuelta a empezar. El ciclo se repitió durante todo el día. Las compañías españolas sufrieron grandes pérdidas y fue preciso ordenar un repliegue de las de Muller y Acosta hacia el puesto de mando, que se hizo sin dejar de combatir y causando al enemigo muchas bajas. Este repliegue dejó a la 7ª de Massip en una situación muy comprometida. Las muestras de heroísmo individual extremo se sucedían en todas las filas. Los heridos que aún podía tenerse en pié, tras una cura de urgencia, volvían a coger sus armas y a ocupar sus puestos. El puesto de mando de Patiño era ahora primera línea.
Croquis del despliegue del II/269º, perteneciente al libro del General Esteban-Infantes, “División Azul: donde Asia empieza”,
Esa mañana del viernes 22, la 7ª de Massip, más avanzada y en terreno abierto, recibió el ataque de todo un regimiento soviético. Ante su resistencia, los rusos la envolvieron y quedó aislada del resto del batallón, pero los islotes defensivos (defensa tradicional de la infantería española), siguieron resistiendo. Massip, que ya había resultado herido de metralla en la frente, apartó el cadáver de un ametrallador, se sentó en el sillín de la máquina y siguió disparando, herido de nuevo en el ojo izquierdo se negó a ser retirado, con un vendaje improvisado continuó disparando hasta que una nueva bala le volvió a alcanzar y lo derribó, esta vez era en la pierna derecha, ante la insistencia de sus soldados de que se retirase él se negó. Sus secciones habían ido desapareciendo una a una, las máquinas no tenían sirvientes vivos y comenzaba a escasear la munición. Los tenientes Abraín y Casas habían muerto. Massíp, arrastrándose, trataba de taponar las brechas en sus líneas volviendo a emplazar las ametralladoras que le quedaban…
La matanza era enorme. A mediodía ya habían caído más de cien guripas y media docena de oficiales pero, ahora, los rusos venían con más lentitud, en pequeños grupos, ya no se producían más asaltos masivos frontales… Massip intentó enlazar con Castro. Ya obscurecía. La avanzadilla soviética distaba solo 20 metros de las líneas españolas. Apenas quedaba munición. En esto, Massip, intentó lanzar su última granada y fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora, murió cuando ordenaba “¡Calar bayonetas!”
En el puesto de mando, Patiño, iba recibiendo noticias por los heridos que llegaban casi arrastrándose. Así se pudo enterar que la 7ª aguantaba aún. A pesar de la comprometida situación, el coronel Vehrenkamp le comunicó que debían contraatacar pues el 162º había quedado muy expuesto. Los guripas españoles llevaban cuarenta y ocho horas sin descanso alguno y más de 24 de feroz combate continuo, estaban medio congelados, habían visto caer a decenas de sus compañeros y se encontraban casi sin municiones, pero se lanzaron al contraataque. A las 00:30 del sábado 23, formando una cuña con los 200 hombres que le quedaban, Patiño les guió en un feroz contraataque a bayoneta calada que, tras dura lucha cuerpo a cuerpo y en confusa melé, al amanecer, las compañías 5ª y 6ª habían conseguido recuperar sus posiciones y restablecer contacto con los supervivientes de la 7ª, que aún aguantaban.
Al final del día, el coronel Wrengler del 366º, situado a la derecha de los españoles, ante el acoso que estaba sufriendo, les ordenó salir por verse él obligado a retirarse. Llevando sus armas, sus heridos y el cadáver del capitán Massip envuelto en una manta, los supervivientes del II/269º pasaron a una posición de reserva detrás del 366º. Cuando finalmente fueron relevados por efectivos de la 4ª División Polizei SS, la fuerza de combate del batallón español había quedado reducida a unos 60 hombres útiles en apenas dos días de combate.
El domingo 24 comenzó como un día de descanso. No obstante, los rusos se habían reforzado con la División de Infantería 349ª, para apuntalar a las diezmadas 11ª y 71ª. De nuevo, el coronel Vehrenkamp pidió a Patiño treinta hombres para restablecer la línea, que partieron al mando del Tte. Soriano. Los restantes guripas pasaron el día recuperándose y tratando de localizar a compañeros perdidos.
Al día siguiente, lunes 25, le tocó a Patiño operar con una sección y fue uno de los que cayeron heridos.
El martes 26 cayó una granada en el puesto de mando que hirió a seis oficiales, un sargento y cinco soldados. La sangría era continua y esa situación duró aún tres días más.
**En el siguiente mapa (del libro de David Glantz), pueden observarse las situaciones de las divisiones citadas.
Posselok significa "asentamiento de trabajadores" descrito en el mapa con las siglas en inglés WS. En el mapa se reflejan la zona donde estuvo combatiendo el batallón español, entre los poblados de Sinyavino, Posselok 5 y Posselok 7.**
Finalmente, el sábado 30 de enero, vino la orden de relevo. A las ocho de la mañana, lo que quedaba del batallón formó y salió de los obscuros bosques camino de Sinyavino. Allí, en un solo camión, los supervivientes subieron a él para volver con su división. Sobraba sitio… Cuando el día 31, el camión se detuvo en el campo de maniobras de Pavlosvk, de él bajaron un oficial –Soriano–, seis sargentos y veinte soldados.
Proporcionalmente esta fue la acción de guerra más mortífera en la historia de la División Azul. Todos los oficiales menos un teniente fueron baja: por muerte 6, por heridas 3 y por congelación 2. El parte de bajas totales del batallón se desglosaba de la siguiente forma: 124 muertos, 211 heridos, 92 desaparecidos, 66 congelados y 12 enfermos. Tan sólo se pudieron recuperar 32 cuerpos que, con todos los honores, fueron inhumados en una fosa común del cementerio de Mestelevo. Los alemanes calcularon las pérdidas soviéticas de toda la operación en 115.082 hombres (incluyendo 33.940 desaparecidos).
La virtual inmolación del II/269º no había sido en vano, el enemigo no había logrado su objetivo: abrirse paso flanqueando los Altos de Sinyavino por el Este y aniquilar las tropas alemanas que mantenía el saliente hasta el lago Ladoga.
La noticia del casi completo holocausto del II/269º causó un profundo impacto en la División Azul y también impresionó a los mandos alemanes. Los españoles comprendieron amargamente que el Ejército Rojo de 1943 era una fuerza mucho más temible que la que habían tenido enfrente en 1941 y 1942 y, por otra parte, los alemanes ratificaron su fe y confianza en las tropas españolas.
Muy pocos días más tarde, con los refuerzos recibidos a través del “Pasillo de la muerte”, los soviéticos volvieron a intentar forzar el levantamiento del cerco de Leningrado lanzando un furibundo ataque masivo hacia el Sur, contra el sector de la División Azul en Krasni-Bor, aunque tampoco lograron grandes resultados hasta que, un año más tarde, el 14 de enero de 1944, cuando la División Azul ya había sido repatriada, el Frente de Voljov al mando Kiril Meretskov y el Frente de Leningrado al mando de Leonid Govorov, atacaron de nuevo. En esta ocasión, sin embargo, la fuerza del ejército alemán ya era solo una sombra de lo que había sido y en cuestión de días, el 18º Ejército alemán fue barrido de las puertas de Leningrado quedando, final y completamente levantado el cerco y liberada la exhausta ciudad.
Bibliografía:
LA DIVISIÓN ESPAÑOLA DE HITLER – La División Azul en Rusia, de Gerald R. Kleinfeld y Lewis A. Tambs. (Ed. San Marín, 1979).
ATLAS ILUSTRADO DE LA DIVISIÓN AZUL, de Carlos Caballero Jurado (Ed. Susaeta Ediciones SA)
Internet.
NOTA PERSONAL.
Me he permitido incluir una breve reseña biográfica en honor y memoria de mi padre, el Sr. Pedro, como respetuosamente le llamabais los que tuvisteis oportunidad de conocerle.
Mi padre, tras luchar en la Guerra Civil Española, en el lado republicano, al igual que tantos otros jóvenes, sin trabajo, sin porvenir y en un país arruinado, contando 21 años, se lanzó a la aventura y se alistó como voluntario en la División Azul, dejando la paga que le correspondía a sus necesitados padres (en teoría iba para seis meses).
Salió de España el 25 de febrero de 1942 y, después de un periodo de adiestramiento en Hoff, Alemania, el 10 de abril llegó a Rusia con el 7º Batallón de Marcha (1º Transporte de Relevo), siendo asignado a la Plana Mayor del glorioso IIº Batallón del Regimiento de Granaderos 269 de la División Azul, por entonces desplegada en el frente del río Volkhov, en la zona de Novgorod, al norte del lago Ilmen, y siendo su cometido realizar funciones de enlace entre la PM y las posiciones avanzadas y el mando de la división.
Entre otras escaramuzas de menor importancia, participó en los combates de limpieza de la bolsa del Volkhov y posteriormente, ya en el frente del sitio de Leningrado, en los que tuvieron lugar al sur del lago Ladoga aquí descritos. Fue uno de los escasos supervivientes de esta batalla aunque, más tarde, el 22 de febrero, durante una patrulla, resultó herido de bala en el vientre, siendo evacuado y hospitalizado en Riga, la hoy capital de Letonia, volviendo a incorporarse a su unidad una vez recuperado.
Finalmente, el 6 de agosto de 1943 volvió a España, después de más de 17 meses fuera de ella. Una vez en España aún tuvo que hacer la “mili”, sirviendo primero en San Sebastián y posteriormente, en el Regimiento de Infantería Sevilla núm. 40 con base en Cartagena, su pueblo natal, donde se licenció en mayo de 1945. Poco después conoció y se casó con mi madre, dándome a mí la oportunidad de llegar a existir.
Aunque mi padre no solía ser muy pródigo en relatar “batallitas” de su paso por la División Azul, cuando en alguna ocasión lo hizo, yo, como admirado hijo, le escuchaba embelesado. Sus relatos se me quedaron grabados en la memoria de forma indeleble y recuerdo un fragmento que sobre esta batalla narró, más o menos, en los siguientes términos:
“…Cuando llegamos al lugar…, inmediatamente nos enviaron al choque. Los alemanes se habían visto obligados a retroceder. El frío era intensísimo, dijeron que entre -30º y -40ºC. Algo de coñac con un poco de pólvora para beber y… como locos nos lanzamos al ataque, de noche, a través del bosque, con nieve hasta la cintura… Obligamos a los rusos a retroceder, recuperamos el terreno y las posiciones que se habían perdido y avanzamos otros 2 km. más. Finalmente, cuando el combate cesó, quedamos tan pocos que tuvimos que ser reforzados por tropas alemanas y, para que los rusos creyesen que los refuerzos recibidos eran también españoles, pues los alemanes decían que los rusos se habían quedado “cagados” por nuestro ataque y las bajas que les habíamos causado, nos ordenaron mezclarnos entre ellos, separados unos 30-40 metros y que hablásemos en voz alta entre nosotros. Comenzamos a decirnos tonterías, alguna como ¿Qué tal te va con tus criados boches? Frases de este estilo eran inmediatamente reprendidas por algún intérprete alemán que venía para decirnos que eso no, que hablásemos de otra cosa…
Cosas de la guerra…”
Mi padre falleció el 7 de noviembre de 1996 (D.E.P.).
Antonio Nieto Soto.
P.D. Ruego sepáis disculpar mi vehemencia y amor de hijo por la memoria de su padre.
**Pedro Nieto Campillo
P.M., IIº Bllón., Rgto. 269; Riga, abril 1943.**