Operación Paperclip

Hasek

06-02-2008

Originalmente llamada Operación Overcast, la Operación Paperclip fue el nombre en clave de la operación realizada por el Servicio de Inteligencia y Militar de los EE.UU. para extraer de Alemania científicos especializados en las llamadas Armas Maravillosas del Tercer Reich, como cohetes, (por ejemplo, V-1, V-2), armas químicas (como el Zyklon B) y Medicina después del colapso del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Esos científicos y sus familias fueron llevados secretamente a Estados Unidos, sin el conocimiento o aprobación del Departamento de Estado. Ninguno de ellos tenía cualificación para un visado de entrada en los EE.UU., pues todos habían servido a la causa nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Más de 700 miembros de la comunidad científica nazi fueron trasladados a EE.UU. como resultado directo de la Operación Paperclip, muchos de los cuales eran aún nazis. Numerosos documentos fueron reescritos para limpiar el nombre de diversos científicos envueltos en esa operación, a fin de posibilitar su entrada en los EE.UU. e impedir que cayeran en manos de los soviéticos. Gran parte de las informaciones concernientes a la Operación Paperclip aún están clasificadas como secreto absoluto en los EE.UU. Además de la Operación Paperclip, hubo una operación aún más secreta para conseguir secretos nucleares alemanes, equipamiento y personal: la llamada Operación Alsos.

Los científicos de la Operación Paperclip posan juntos.

Al final de la Segunda Guerra Mundial el estado mayor de los Estados Unidos inicia la operación Paperclip a espaldas del presidente Roosevelt. En algunos años, cerca de 1 500 científicos nazis son sacados de Alemania y reclutados para trabajar contra la URSS comunista. Realizan investigaciones principalmente sobre armas químicas, el uso de psicotrópicos en la tortura y la conquista del espacio. Lejos de situarlos en puestos subalternos el Pentágono les confía la dirección de estos programas en los que estampan su sello ideológico.

Apenas terminada la Segunda Guera Mundial en el teatro de operaciones, se inicia la rivalidad entre los Estados Unidos y la URSS. La prioridad de ambos pasa a ser el rápido saqueo del enemigo vencido: el Tercer Reich de Adolf Hitler. Así, el conocimiento tecnológico desarrollado por los científicos alemanes despierta la codicia aunque haya sido fruto de la explotación de una mano de obra en cautiverio en los campos de concentración.

Una parte del estado mayor de los Estados Unidos, sacudida por lo que descubren sus hombres en Dachau, Auschwitz, Dora, ordena recoger la mayor cantidad posible de pruebas con vistas a un proceso de los dirigentes nazis. Por el contrario, otros oficiales del estado mayor consideran que estos criminales son un personal insustituible que conviene poner al servicio del poderío de los Estados Unidos, de modo que el Pentágono pone en marcha una operación para recuperar a los científicos alemanes que hayan trabajado para el Tercer Reich nazi de Adolf Hitler.

La operación se enfrenta a una gran resistencia proveniente al mismo tiempo de dirigentes políticos y en el estado mayor. La posición del presidente Franklin Delano Roosevelt es clara: rechaza el conceder privilegios a los oficiales de las SS y a los miembros del ministerio alemán de Relaciones Exteriores al ser interrogado sobre el asunto por William Donovan, jefe de la OSS.

Los científicos más codiciados en lo inmediato son los que han constituido la amenaza más fuerte para los Aliados, es decir, los que han concebido los temibles misiles V2, (cohetes supersónicos) en cuya vanguardia está el nazi Wernher von Braun. Con sólo 32 años en 1945, se trata de uno de los más brillantes ingenieros de la época. Desde la década de 1930 trabaja con Hermann Oberth, padre del cohete alemán.

Pasa a formar parte de las SS y del comando personal del jefe de la organización, Heinrich Himmler, antes de obtener el grado de comandante. Durante la guerra trabaja en el centro de Peenemünde en el proyecto de los cohetes V2, construidos en la fábrica Mittelwerk por personal procedente del campo de concentración de Dora.

**El mayor de las SS Wernher von Braun en 1943 (círculo rojo). Presentación a los dignatarios nazis del centro de investigación Peenemünde donde fue concebida la «guerra de las galaxias» y realizados los cohetes V2 nazis. Von Braun se convirtió posteriormente en director de la NASA estadounidense.

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Tras la victoria de los Aliados, es internado por un tiempo en Garmisch por el equipo del coronel norteamericano Holger Toftoy, quien alberga un proyecto descabellado: reiniciar en la base de Fort Bliss, en los Estados Unidos, el programa coheteril en el que trabajaba von Braun, a quien le encarga además convencer a sus antiguos colegas para unirse en la aventura.

La tarea no es muy difícil: en su mayoría, los científicos corren el riesgo, si se quedan en Europa, de ser conducidos ante un tribunal por «complicidad en crímenes de guerra». Paralelamente, uno de los directores de la JIOA, E.W. Gruhn, se encarga de hacer una lista de científicos alemanes y austriacos de los más calificados para que sean reclutados y trabajen para el gobierno de los Estados Unidos.

Para ello se apoya en Werner Osenberg, quien dirigió la sección científica de la Gestapo encargada de verificar la confiabilidad política de los científicos que trabajaban para el Reich. Los informes y expedientes de la siniestra policía le permitieron a Osemberg hacer una lista de 15 mil nombres de científicos con su filiación política y valor científico. Como lo señala Linda Hunt, este método «favorecía sobre todo la contratación de nazis acérrimos y convencidos».

El programa confiado a von Braun no obtiene inmediatamente los resultados esperados. En junio de 1947 se efectúa el lanzamiento del primer V2 modificado desde la rampa de White Sands Proving Ground, en Nuevo México. El misil, ensamblado a partir de piezas alemanas recuperadas en Mittelwerk, se aleja de su trayectoria inicial para ir a estrellarse del otro lado de la frontera mexicana, a menos de cinco kilómetros de un barrio superpoblado de Ciudad Juarez, lo que obliga a Washington a explicarles inmediatamente a los mexicanos que bajo ningún concepto pretende lanzar un ataque coheteril contra su país.

Nota desclasificada del jefe del Estado Mayor de la US Air Force, del 2 de junio de 1953, en la que hace constar que 820 científicos nazis han sido ya reclutados en el marco del proyecto Paperclip.

El traslado de científicos tan implicados en el aparato nazi no podía producirse sin dificultades. Muchos de ellos sólo aceptaron este «exilio» bajo amenaza de persecución judicial en su país, lo que no es una prueba de confiabilidad. En el mejor de los casos consideran colaborar con un aliado objetivo en la lucha contra la URSS.

En el peor, están decididos a compartir lo menos posible las tecnologías que dominan o a venderlas al mejor postor. Estos problemas son identificados al principio de la operación. Walter Jessel, teniente del ejército norteamericano, fue encargado en 1945 de evaluar la lealtad de los científicos antes de que abandonaran Alemania.

Su informe, basado en los interrogatorios, concluye que Von Braun y sus hombres tratan de ocultar sus informaciones a los oficiales norteamericanos. Según el militar estadounidense, confiar en ellos sería «absurdo». Después de todo, los científicos alemanes estaban hasta hacía poco en el campo enemigo.

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Una operación de interés nacional**

La opinión pública no se inmuta por esta llegada al territorio norteamericano de antiguos científicos nazis, además de haber sido cuidadosamente desinformada al respecto. A finales de 1946 el departamento de Guerra organiza incluso un día a puertas abiertas en Wright Field a fin de presentarle a la prensa una delegación de «sabios alemanes». Los artículos publicados tras esta iniciativa propagandística silencian los antecedentes dudosos de estos brillantes ingenieros.

La ortodoxia del Pentágono quiere que todos sean «pasados por el tamiz». El subsecretario de Guerra Patterson declara «que ningún científico sospechoso de crímenes de guerra ha sido introducido en los Estados Unidos». En realidad, existen importantes diferencias dentro de la propia base de Wright Field, donde varios militares norteamericanos se indignan por tener que trabajar con «criminales de guerra nazis».

Así, Theodor Zobel es acusado de haber «efectuado experiencias con seres humanos cuando dirigía los túneles de pruebas aerodinámicas de Chalais-Meudon, en Francia, información confirmada por un informe del OMGUS, la administración militar norteamericana en Berlín. El experto en carburantes de reactores, Ernst Eckert, ve resurgir su pasado de antiguo miembro de las SA, luego del NSDAP a partir de 1938 y de las SS en 1939. Pero la política del Pentágono es la de proteger al máximo a estos hombres mientras siguan trabajando mientras se va trayendo a otros más.

A partir del verano de 1947, la JIOA lanza una nueva operación titulada «National Interest» (Interés Nacional) que le permite reclutar a toda la gama de científicos nazis, incluso a los que han sido condenados por crímenes de guerra. Esta les propone trabajar para el ejército o para grandes empresas privadas, especialmente para Lockheed, W.R. Grace and Company, CBS Laboratories y Martin Marietta.

Otto Ambros es de los que se benefician con el programa. Director del IG Farben durante la guerra, participa en la decisión de utilizar el Zyklon B (producido por una filial del IG Farben) en las cámaras de gas y escoge el campo de exterminio de Auschwitz para instalar una fábrica. Esto le permite producir, con mano de obra en condiciones de esclavitud, gases asfixiantes que probaba allí mismo con prisioneros antes de extender su uso a los demás campos. Declarado culpable en Nuremberg de esclavización y asesinatos en serie, es beneficiario de la clemencia del tribunal y sólo es condenado a ocho años de prisión.

Durante su encarcelamiento su nombre se mantiene en las listas de contratación de la JIOA, que lo recluta desde su liberación anticipada mediante John McCloy, alto comisionado de los Estados Unidos para Alemania. Entonces es integrado como «consejero» a los efectivos de W.R. Grace Company, Dow Chemical, así como a los del US Army Chemical Corps.

Lista Osenberg

Siguiendo al fracaso alemán de la Operación Barbarossa y la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, la situación estratégica de Alemania cambió, ya que no estaba preparada para una guerra larga. Como resultado de esto, en la primavera de 1943 se empezó a llamar a científicos y técnicos desde las unidaddes de combate para empezar a desarrollar nuevas armas y técnicas.

Este esfuerzo de llamada primero requirió identificar al personal y rastrearlo (particularmente por su lealtad ), el cual culminaría en la Lista Osenberg por Werner Osenberg, un ingeniero científico de la Universidad de Hanover que condujo la Wehrforschungsgemeinschaft (en español Asociación Militar de Investigación).

En marzo de 1945, un técnico polaco encontró restos de la Lista Osenberg en un baño que no había sido limpiado apropiadamente. El Mayor Robert B Staver, Jefe de la Jet Propulsion Section of the Research y Rama de Inteligencia del Ejército de Estados Unidos en Londres, usó después la Lista Osenberg para hacer la Lista Negra, el nombre código de la lista de los científicos expertos en cohetes, con el nombre de Wernher von Braun en el primer lugar.

Operación Overcast

El plan original - de sólo entrevistar a los científicos nazis expertos en cohetería - cambió después de que el Mayor Staver mandara un cable (firmado por el coronel Joel Holmes) al Pentágono el 22 de mayo de 1945 acerca de la importancia de evacuar a los técnicos nazis y sus familias en TAN "importante para la Guerra del Pacífico." Además estaba el deseo fuerte de negar a los expertos nazis a la Unión Soviética-.

Operación Alsos

En la Operación Alsos, Werner Heisenberg, la cabeza visible del Proyecto alemán de energía nuclear: "…valía más que diez divisiones de alemanes".

Además de los especialistas en Cohetería y Física Nuclear, varios equipos de aliados fueron en busca de expertos en Química, Medicina y armas navales. Uno de los esfuerzos premiados de Overcast fue el rapto, en mayo de 1945, del experto de Henschel, el Dr. Herbert A. Wagner, quien estaba inicialmente empleado en una Mansion de Long Island NY y después en la Estación Naval Aérea Point Mugu en 1947.

Wernher von Braun de las SS a la NASA

Fuentes: http://www.voltairenet.org/article123315.html

            es.wikipedia.org/wiki/Operación_Paperclip.

Saludos  <<36

Nonsei

06-02-2008

La operación se enfrenta a una gran resistencia proveniente al mismo tiempo de dirigentes políticos y en el estado mayor. La posición del presidente Franklin Delano Roosevelt es clara: rechaza el conceder privilegios a los oficiales de las SS y a los miembros del ministerio alemán de Relaciones Exteriores al ser interrogado sobre el asunto por William Donovan, jefe de la OSS.

Es cierto que el presidente Roosevelt no quiso saber nada del reclutamiento de científicos e ingenieros nazis, pero como dices la operación Paperclip comenzó cuando ya había acabado la guerra y Roosevelt había muerto, y fue aprobada por su sucesor, el presidente Truman. Es que por el texto se puede entender que todo se hizo de espaldas al presidente.

Además de la Operación Paperclip, hubo una operación aún más secreta para conseguir secretos nucleares alemanes, equipamiento y personal: la llamada Operación Alsos.

La Operación Alsos fue un caso distinto, era una operación de inteligencia destinada a conocer el nivel al que habían llegado las investigaciones atómicas alemanas (lo que se buscaba era información, no reclutar científicos), y comenzó a finales de 1944, incluso antes de que los aliados cruzasen las fronteras de Alemania.

Von Braun y la inmensa mayoría de su equipo se entregaron voluntariamente a los estadounidenses, se llevaron todo lo que pudieron de las instalaciones de Peenemunde y se lo dieron todo a ellos. Cuando más tarde los soviéticos llegaron a Peenemunde practicamente no encontraron nada allí.

Armia Krajowa

06-02-2008

Muy buen artículo Hasek, me sonaba el nombre de esta operacio, asi como el de la lista osenberg, por eso me lo he leido entero.

Mis conclusion es que ya antes del final de la guerra se sabía el peligro que entrañaba la URSS , sobre todo por el lider que tenía... aparte de su potencial bélico y humano.

No era momento de andarse con tonterias, los alemanes habían llegado muy lejos y casi consiguen la fórmula de la energía nuclear, así como cohetes y aviones a reacción (faltaba prácticamente solucionar ciertos problemas de inestabilidad en estos últimos... vamos, les faltaron meses).

Era un momento en el que hay que hacerse con la máxima de las informaciones y técnicas que se emplearían en lo militar... eso si que fué una carrera, mucho mas importante que la de la conquista del espacio unas décadas mas tarde :)

Y seguro que mintieron y maquillaron los pasados de la gente, pero digamos que era el precio que iban a pagar por obtener jugosos resultados... y porque sabían que en la URSS el pasado de cualquiera no iba a ser problema mientras les pudiera dotar de armas más modernas.

Nonsei

06-02-2008

Los estadounidenses lo hicieron a una escala muchísimo mayor que los soviéticos, y fue así porque eran ellos mismos los que buscaban la colaboración con los estadounidenses y huían de los soviéticos. Si había algún criminal de guerra (y en el grupo de Peenemunde seguro que había varios) no se puede poner como excusa que había que hacer la vista gorda para evitar que acabasen trabajando para la URSS, porque nunca lo habrían hecho, ni voluntariamente ni a la fuerza.

Bueno, en realidad no lo sabemos, porque no podemos saber si los soviéticos les habrían ofrecido algo mejor en el caso de que los estadounidenses no les hubiesen aceptado por su pasado nazi.

Nonsei

07-02-2008

La operación Paperclip era un secreto a voces. La llegada a América de cientos de alemanes de pasado dudoso o nazis comprobados no podía pasar desapercibida. Ya en 1946 la viuda del anterior presidente, Eleanor Roosevelt, promovió un movimiento de protesta junto a antiguos colaboradores de su marido para pedir que la administración Truman interrumpiese la inmigración de nazis alemanes con ofertas de residencia permanente o ciudadanía a cambio de trabajar en proyectos militares estadounidenses. El científico nazi americanizado era un personaje típico muy parodiado durante la guerra fría (por ejemplo, quien haya visto la película "Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú", como se la llamó en español, recordará el personaje del doctor Strangelove). El mismo Von Braun tenía un pasado difícil de ocultar que de vez en cuando era denunciado por los medios de comunicación, a pesar de que sus superiores trataban de suavizar su imagen, por ejemplo haciéndole participar en programas infantiles de televisión.

Hasek

07-02-2008

Nazis en la Luna: El Mito

Al final de la II Guerra Mundial, los espías que acompañaban a las tropas aliadas al entrar en territorio nazi quedaron impresionados por el nivel tecnológico alcanzado por los científicos alemanes. Aviones supersónicos, cohetes, bombas voladoras, gas nervioso, misiles teledirigidos, tecnología invisible al radar, bombas atómicas… El ritmo de avance y de trabajo era tan alto que muchas fábricas estaban instaladas en dependencias subterráneas incluso cuando la guerra estaba perdida. Muchos técnicos trabajaban como si no fueran a perderla.

Pronto, los soviéticos y los estadounidenses entablaron una dura pugna sobre el terreno para hacerse con los secretos tecnológicos de Hitler. Los americanos habían entrenado y seleccionado a sus espías desde 1944 dentro de la “Operación Overcast”. El cometido era sencillo aunque peligroso: entrar en lugares estratégicos con las tropas que se encontraban en el frente de guerra y hacerse con todo el material técnico que se encontrara. Esa operación finalizó en los últimos días de la guerra y pasó a denominarse Paperclip. La nueva misión consistía en llevarse a los científicos que manejaban ese entramado técnico. La lista de especialistas en cohetería, aeronáutica, electrónica, física atómica, gases nerviosos, guerra biológica o combustibles sintéticos era inmensa. El general Bosquet Web, encargado de la operación, lo dejó bien claro: “Si no aceptamos la oportunidad de poner en funcionamiento a los cerebros que desarrollaron esta maquinaria, permaneceremos varios años por detrás mientras intentamos cubrir un campo que ya ha sido explorado”.

Para hacer las listas de los científicos a captar, los espías americanos se sirvieron de Werner Osenberg, que había dirigido la sección científica de la Gestapo, encargada de verificar la fiabilidad política de los científicos que trabajaban para el Reich. Los informes y expedientes de la siniestra policía permitieron a Osenberg hacer una lista de 15.000 nombres, cada uno con su filiación política y su valor científico.

Walter Jessel, teniente del Ejército de Estados Unidos, encargado en 1945 de evaluar la lealtad de los científicos antes de que abandonaran Alemania, redactó un informe, basado en interrogatorios, cuya conclusión era que Von Braun y sus hombres trataban de ocultar sus informaciones a los oficiales estadounidenses. A pesar de ello, nunca serían puestos bajo estricta vigilancia por el comandante James Hamill, responsable directo de los científicos en la base militar de Fort Bliss (Texas): “No sólo los miembros de Paperclip estaban autorizados a un amplio acceso a las informaciones secretas, sino que no había ni toque de queda ni verificación del correo alemán (…) las actividades de los científicos en el exterior eran muy poco controladas”.

Varios meses después de la captura de los científicos nazis, el responsable de la “Operación Paperclip” le envió al presidente Truman los informes de los primeros científicos seleccionados. Fueron rechazados sin excepción. Un ayudante del presidente respondió lacónicamente a los militares: “Todos son nazis convencidos”. El general Web, máximo dirigente de Paperclip, se mostró furioso. Comenzó así una batalla en los pasillos de la Casa Blanca que afectó a las más altas esferas de la nación.

Comienza la Conspiración

Quizá fuera en una reunión, o tras una serie de conversaciones entre ellos, pero lo cierto es que una facción del Ejército y de los servicios de inteligencia americanos, decidió poner en marcha la “Operación Paperclip” por su cuenta falsificando los informes y, en algunos casos, inventando las biografías de los científicos involucrados.

El secreto fue de tal envergadura que ni siquiera el presidente Truman y sus directos sucesores estuvieron al corriente de hasta qué punto antiguos nazis y oficiales de las temidas SS ocuparon puestos clave del Gobierno y gestionaron presupuestos millonarios. Se trataba de un grupo de poder actuando a espaldas del presidente y del Gobierno. Técnicamente, una conspiración. De hecho, no es casualidad que muchos de esos científicos nazis fueran promovidos por el entonces asesor presidencial en ciencia y tecnología, el doctor Vannevar Bush.

En 1985 la investigadora Linda Hunt publicó un revelador artículo en el Bulletin of the Atomic Scientists en el que revelaba lo siguiente: “Después de acceder a más de 130 antiguos expedientes de Paperclip me di cuenta de que todos habían sido cambiados”. Recordemos que los expedientes siguen aún bajo una férrea clasificación, a pesar de haber transcurrido más de 30 años, plazo que marca la ley para hacer públicos documentos secretos en EEUU.

Un buen ejemplo es el de Wernher von Braun. En su ficha de inteligencia durante la guerra se podía leer: “El sujeto es un riesgo potencial para la seguridad según el gobernador militar”. Cinco meses más tarde, tras la finalización del conflicto bélico y previo paso por el espionaje de Paperclip, su ficha quedó limpia: “No hay información negativa sobre el sujeto (…) el gobernador militar de la zona es de la opinión de que no comporta riesgo para EEUU”.

En cualquier caso, todos esos científicos y espías nazis acabaron trabajando en el país de la libertad, y sus crímenes fueron encubiertos.

Saludos  <<36

Nonsei

07-02-2008

Me parece todo muy exagerado. No creo que hubiese oficiales de las SS ocupando puestos clave en el gobierno estadounidense, ni que se pudiese calificar de conspiración. Como ya comenté, era un secreto a voces, y el presidente Truman estaba enterado y dio su aprobación.

Al final de la II Guerra Mundial, los espías que acompañaban a las tropas aliadas al entrar en territorio nazi quedaron impresionados por el nivel tecnológico alcanzado por los científicos alemanes. Aviones supersónicos, cohetes, bombas voladoras, gas nervioso, misiles teledirigidos, tecnología invisible al radar, bombas atómicas

?

Hasek

07-02-2008

Si Nonsei yo en cuanto lo leí también me dio la impresión de exagerado, me imagino que como dice el Título "El Mito", exageran un poco más. De todas formas te anexo el link para que leas...  <<34

http://www.otrasalternativas.com.ar/2007/09/nazis-en-la-luna.html

Inclusive hablan de científico alemanes en Argentina...

Saludos  <<36

Nonsei

07-02-2008

También los hubo en España. La información siempre se pagó muy bien, y quien tenía algo que ofrecer lo utilizaba.

Otro tema en relación con este, y mucho más relacionado con el espionaje, fue el reclutamiento de agentes de los servicios de inteligencia alemanes, incluyendo lógicamente nazis del SD y la Gestapo. Después de la guerra, el servicio de contraespionaje del ejército estadounidense, el G-2, en poco tiempo pasó de localizar y detener nazis a incluir en sus filas a agentes e informadores que se ofrecían a cambio de informes de los servicios de seguridad del Reich (reales o imaginarios, en muchos casos) sobre agentes y actividades comunistas en Europa. La guerra fría había comenzado y el enemigo ya era otro, y los que habían trabajado para el régimen nazi contra los comunistas tenían mucho que ofrecer a los norteamericanos a cambio de su inmunidad. El caso más famoso fue el de Reinhard Gehlen, que no era nazi, pero que no le importó negociar con los estadounidenses a cambio de todos los archivos del servicio de inteligencia del ejército en el frente del este, que él dirigía. El y sus colaboradores se pasaron en bloque a los norteamericanos con valiosa información sobre inteligencia y política soviética, que habían estado recopilando en microfilms desde meses antes de que terminase la guerra. Como estaba en realidad "limpio" (incluso estuvo implicado en el complot contra Hitler, aunque al parecer no participó directamente o se supo cubrir muy bien), pudo hacer carrera, y durante décadas dirigió los servicios de inteligencia de la RFA, en sus comienzos conocidos como Organización Gehlen. En esta organización encontraron refugio miles de miembros de las SS y la Gestapo, y nazis buscados por crímenes de guerra, con cobertura, financiación y apoyo directo de la OSS estadounidense (más tarde de la CIA). Otros trabajaban directamente para la OSS, o incluso en territorio estadounidense para el FBI.

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