Cazas y aces de la Armada japonesas. 1937-45.

Marcelo

23-02-2007

Un temita que a muchos interesa.

Marcelo

23-02-2007

Marcelo

24-02-2007

Marcelo

28-02-2007

Marcelo

28-02-2007

Marcelo

28-02-2007

Con seguridad las victimas del Fujita eran torpederos Douglas  Devastator.

V. Wobst

28-02-2007

Muy interesante Marcelo...

cual es tu fuente?

Marcelo

28-02-2007

La fuente es "Aces de la Armada Japonesa, 1937-1945" de Henry Sakaida, Osprey/del prado.

Fug

01-03-2007

Hay marcelo de esto no me avisastes, muy bueno.  Saludos

Marcelo

01-03-2007

Hay que darse una vuelta por la seccion de vez en cuando, no solo los primeros temas.  ;D

Marcelo

02-03-2007

Fug

02-03-2007

No teniais un enlace muy buneo de esto por aqui?=?  No te preocupes qeu borrare todo lo que esorbe.

Marcelo

02-03-2007

De la muerte de Yamamoto ? creo que si algo hay escrito por Molders.

Marcelo

04-03-2007

Saburo Sakai en acción:

En Surabaya:

Aquel día marcó una de las más violentas luchas aéreas de las primeras fases de la guerra en el Pacífico. Por lo menos cincuenta cazas aliados, volando a unos tres mil metros de altitud, mantenían una sombrilla de protección sobre la ciudad, desplazándose en sentido contrario a las agujas del reloj. La fuerza enemiga, anticipándose a nuestra llegada, no tenía precedentes: una larga línea compuesta de tres oleadas de grupos en V, cuya superioridad numérica sobre nosotros era de más de dos a uno.

Tras localizar a los cazas enemigos, lanzamos los depósitos auxiliares y ganamos altura. Al divisarnos, los aparatos aliados rompieron su movimiento y cerraron contra nosotros a toda velocidad. Estaban preparados y deseosos de luchar, a diferencia de los cazas norteamericanos que encontramos el 8 de diciembre en la vertical de Clark Field.

Menos de un minuto después, las ordenadas formaciones se desintegraron en una salvaje y turbulenta pugna cerrada.

Vi cómo un P-36 se me venía encima chillando, virando después a la izquierda, en espera de la reacción del enemigo. Mantuve su rumbo insensatamente. Eso me bastaba, y me lancé a un cerrado viraje a la derecha con el Cero apoyado en un ala, y fui a parar directamente encima de la cola del P-36, cuyo piloto debía estar asombrado.

Eché un vistazo atrás para asegurarme que no me encontraba yo en la misma situación del caza aliado, y acorté distancias. El P-36 viró a la derecha, pero un ligero movimiento de los mandos mantuvo el Cero pegado a su deriva. A cincuenta metros de distancia abrí fuego con ametralladoras y cañones. Casi de inmediato, se le desprendió el plano derecho, voló por el aire; saltó luego el ala izquierda. El P-36 entró en barrena y se fue haciendo pedazos al caer. El piloto no logró abandonar el avión.

Describí un amplio giro para subir y volví al combate principal. Por lo menos seis aviones caían envueltos en llamas. Los cazas se arremolinaban alocadamente en el aire y, de pronto, la mancha verde oliva de un P-36 viró hacia mí. Di la vuelta para hacerle frente, pero otro Cero se lanzó hacia las alturas en una subida en candela, cazó al P-36 en una larga ráfaga de cañón y luego se alejó al tiempo que estallaba el avión holandés.

A mi izquierda, un P-40 se cerró sobre la cola de un Cero que huía, y yo giré desesperadamente para espantar al caza enemigo. No había necesidad de ello; el Cero ejecutó un apretado rizo que terminó exactamente encima y por detrás de la cola del P-40. Los cañones y ametralladoras dejaron oír su voz, y el aparato adversario hizo explosión.

Otro P-40 pasó como una flecha, dejando tras de sí una estela de llamas tres veces más larga que el propio caza. Un P-36 se movía a sacudidas en el aire, con su piloto muerto a los mandos.

Debajo de mí, nuestro buscasendas - un avión sin armamento- se vio sorprendido por tres cazas holandeses. El piloto japonés entró violentamente en un tirabuzón para escapar de las trazadoras enemigas, que silueteaban enteramente su avión.

Curtiss P-36

Nuevamente llegué demasiado tarde. Un Cero se lanzó en picado en un alarde de fuerza, y sus granadas de cañón hicieron estallar los depósitos de combustible de caza holandés que se hallaba en posición más elevada. El aparato Mitsubishi recogió el picado y ganó altura en ángulo casi vertical, cogiendo por detrás al segundo P-36. Cayó sobre un ala incluso aunque el tercer piloto se disponía a hacer frente al Cero. Demasiado tarde también; su cabina estalló en una lluvia de cristal.

A6M2

El otro Cero se situó paralelamente a mí, y su piloto me saludó y sonrió con toda la boca; luego se alejó escoltando al aparato de reconocimiento fuera de la zona de combate.

Un P-36, que aparentemente huía de la lucha, pasó sobre mí. Di todo el gas con sobrealimentación y tiré de la palanca hacia atrás, rizando el rizo para salir cerca del holandés. Todavía subiendo, abrí fuego de cañón. Demasiado pronto; el efecto del viraje arruinó mi puntería.

El cañón me traicionó; el P-36 se lanzó en un viraje a la izquierda y picó verticalmente. Corté su giro y piqué a mi vez al tiempo que el Curtiss pasaba como un relámpago a menos de cincuenta metros de distancia. Mi dedo golpeó el botón, y las granadas hicieron explosión en el fuselaje. Brotó un espeso humo negro. Lancé dos ráfagas más, y luego recogí el picado al tiempo que una cortina de llamas envolvía al caza holandés.


Extracto del libro "Samurai" compilado por Francisco José Díaz y Díaz y Luis Alberto Gómez Muñoz. León. España

Marcelo

06-03-2007

Y seguimos ahora con el libro de H. Sakaida.

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