El NSDAP en México: historia y percepciones,
1931-1940
JÜRGEN MÜLLER
Universitdt Kóln
El presente artículo se propone ofrecer, basándose en documentación diplomática alemana inédita, un análisis histórico de la función que cumplió el Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista (NSDAP) en México, a través de su Organización para el Extranjero (AO), desde 1934 hasta 1941. Se abordarán algunas cuestiones poco estudiadas, tales como en qué medida el NSDAP logró conquistar ideológicamente a las instituciones culturales y sociales de la comunidad alemana en México y alinearlas con el régimen nazi del Tercer Reich, y cuál fue su verdadero peso político en términos de afiliados e influencia en todo el país. El trabajo también se propone indagar la verdadera dimensión del peligro nazi en México y la estrategia del NSDAP en el marco de las conflictivas relaciones diplomáticas de México con la Alemania nazi durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, desde el momento de estallar la Guerra Civil española. El autor examina las medidas anti-nazis adoptadas por el gobierno mexicano antes del estallido de la guerra mundial en relación con otros países latinoamericanos, y la actitud de la Legación de Alemania en México. Finalmente, se presenta una descripción de la actividad del NSDAP durante los dos primeros años de la guerra y la reacción del gobierno de Cárdenas, tomando en cuenta sus dificiles relaciones con los Estados Unidos hasta su ingreso en la conflagración mundial.
El partido
En 1931 se fundó, bajo el nombre de Auslandsabteilung (Departamento para el Extranjero), un departamento en el Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, NSDAP) que reunía y guiaba a los miembros del partido, ciudadanos alemanes por lo general, que vivían fuera de Alemania. Hasta marzo de 1933 fue dirigido por el diputado del Reichstag Hans Nieland, y después por Ernst Wilhelm Bohle, nacido en Inglaterra e hijo de un profesor de universidad. A partir de febrero de 1934, el Auslandsabteilung se llamó Auslandsorganisation (A0/Organiza- ción para el Extranjero). En abril de 1935, la AO dejó de ser un departamento del NSDAP y se convirtió en una Gau (comarca) independiente. Bohle ascendió a la posición de Gauleiter (jefe de la comarca). A comienzos de 1937, Bohle dio otro paso hacia adelante en su carrera cuando Hitler le nombró Jefe de la AO en el Ministerio de Asuntos Exteriores, con el rango de StaatssekretÜr1. Tanto en la jerarquía del partido como en la del Estado, Bohle llegó a ocupar un segundo lugar.
Hasta 1930, sólo unos pocos de los alemanes que se hallaban en el extranjero entraron en el partido nazi: 486 en todo el mundo, siete de ellos en México. Los primeros grupos se fundaron a principios de 1931. El éxito del NSDAP en las elecciones de septiembre de 1930 animó a muchos ciudadanos alemanes en todo el mundo a reunirse con simpatizantes y trabajar para el partido. En México, por falta de un líder apropiado -según lamentaba la AO-, nadie tomó la iniciativa y por ello se demoró la fundación de un grupo del partido5. Los miembros del partido vivían aislados y sin contacto entre sí. A instancias de la AO, los siete miembros en la capital fundaron el Ortsgruppe (grupo local) de México, D.F. el 10 de noviembre de 1931, pero sólo unos meses más tarde, con el nombramiento del hábil y vivaz Wilhelm Wirtz como Ortsgruppenleiter (líder del grupo local), empezó a desarrollarse el partido en México. El 1 de septiembre, el Ortsgruppe contaba con 52 miembros, y en enero de 1933 ya eran 68. El ascenso al poder del Partido Nacionalsocialista en Alemania aceleró su crecimiento. No obstante, a diferencia de Alemania, donde a partir de mayo de 1933 se impidió el ingreso de nuevos miembros al NSDAP, en el extranjero era casi siempre posible hacerse miembro. En enero de 1934 había en México 191 miembros, y en julio de 1935 eran 264. En los años siguientes el partido creció más despacio; en junio de 1937 el número de miembros ascendió a 310, un año más tarde a 325, y al siguiente sumaban 3666. Eso significa que aproximadamente el 5% de los 6875 ciudadanos alemanes en México pertenecía al NSDAP -un resultado promedio en la AO.
El partido ya no estaba limitado a la capital, sino que se extendió por todo el país. Se fundaron nuevos grupos, por ejemplo en Mazatlán (20 miembros), Veracruz (16), Monterrey (16) y Puebla (5)8, pero un alto porcentaje de los miembros, cerca del 40%, vivía en la capital. Por sus méritos al haber promovido el grupo local de la capital, Wilhelm Wirtz se convirtió en líder del Landesgruppe (grupo regional) del NSDAP de México y ocupó esta posición hasta principios de 1940. Estando en Alemania, el comienzo de la guerra hizo imposible su regreso a México. Wirtz fue uno de los pocos líderes de la AO que permaneció en su cargo sin ser depuesto. En esto, el grupo regional de México mostró una rara estabilidad en la historia de la AO, ya que, en muchos casos, los grupos en el extranjero no cumplían los requisitos de la AO. Mientras que otros líderes no tenían autoridad sobre los militantes, o simplemente no eran capaces de dirigir una organización nacional, Wirtz consiguió la unidad del partido e impidió querellas interna.
Dado el número de miembros, el Landesgruppe de México era uno de los grupos regionales más pequeños de la AO. Por ejemplo, en 1939 había 1569 miembros en Argentina, 2990 en Brasil -siendo ambos de los mayores grupos de la AO- y 921 en Chile. Por eso, el grupo en México no tenía la misma importancia para la AO que tenían otros grupos: mientras que en 1932 un enviado de la AO visitó los grupos en Argentina, Brasil y Chile para inspeccionarlos y apoyarlos en su propaganda, nadie fue a México10. Del mismo modo, en los primeros meses de 1933, cuando la AO intensificó el contacto con los grupos en América Latina, los partidarios en México se sintieron abandonados11. Finalmente, cuando políticos y periódicos atacaron los grandes grupos nazis en Latinoamérica, la AO defendió con ahínco los derechos de los alemanes en el exterior, hasta provocar fricciones diplomáti- cas incluso; en México, en cambio, cedió ante las presiones.
Los fundadores de los partidos nazis en el extranjero eran, por lo general, hombres nacidos hacia fines de siglo o pocos años después. Experimentaron su socialización política en los últimos años de la época del Kaiser y, cuando les fue posible, participaron en la Primera Guerra Mundial. Rechazaron la República de Weimar y, en más de una ocasión, se unieron a tropas irregulares (Freikorps) y/o entraron en grupos o partidos de la extrema derecha. Emigraron en los años veinte por motivos económicos, porque no consiguieron integrarse en la vida civil de Alemania y consolidar su existencia allí. El país de destino dependía más de la casualidad que de proyectos concretos. Pocos emigrantes lograron establecerse pronto. Solían cambiar muchas veces de trabajo, para finalmente encontrar, después de varios años, un puesto que les permitiera vivir sin problemas de subsistencia13. Un ejemplo de este tipo de personas es Artur Dietrich. Nacido en 1900, por su juventud no pudo combatir en la guerra hasta finales de 1917. En 1921 estuvo en una tropa irregular en Silesia. Su diploma en agricultura, obtenido en 1922, le posibilitó aceptar una oferta para ir a México en 1924. Después de una serie de fallidos intentos en la administración de haciendas, en 1930 empezó a trabajar como empleado de un comerciante de artículos dentales, puesto que desempeñó en los años siguientes. Dietrich ingresó al partido en noviembre de 1931, cuando se fundó el grupo local en la capital. En 1933 fue nombrado líder del Ortsgruppe y, poco más tarde, aceptó reemplazar a Wirtz y -para el Ministerio de Propaganda de Goebbels, que también tenía a su cargo la propaganda en el exterior- fue consejero de prensa de la Legación de Alemania en México.
La tarea más importante de los grupos regionales de la AO era la Gleichschaltung (unificación forzada) de los alemanes en el extranjero15, es decir, asumir la dirección de las organizaciones de la comunidad alemana que tenían reputación y dinero, y que podían servir para propagar las ideas nacionalsocialistas. A través del control de escuelas, periódicos y asocia- ciones, la AO intentaba impedir la asimilación de los alemanes a la cultura de los países de recepción e instrumentalizarlos para la difusión de la ideología nacionalsocialista. En México, la AO no consiguió su objetivo sin problemas, pues surgió un conflicto de generaciones, de clases y de poder. Los representantes establecidos de la comunidad alemana, empresarios exitosos, de clase alta, más o menos dos décadas mayores que los nazis, criticaban la juventud de los militantes, su bajo estatus social y los pocos años de residencia en el país, todo lo cual, a su modo de ver, les descalificaba para asumir el liderazgo de la comunidad. Aunque acertados, estos argumentos eran más bien un pretexto para no subordinarse a las reivindicaciones del partido y no ceder sus puestos en organizaciones que le daban a esa élite un alto prestigio social y ventajas económicas.
Así, un primer intento de Gleichschaltung en 1933 fracasó. El partido pretendía tomar la Verband Deutscher Reichsangehdriger (Asociación de Ciudadanos del Reich) como base institucional para transformarla en una organización que integrara a toda la comunidad alemana, es decir, también a los mexicanos de origen alemán. Sólo la intervención del representante diplomático, el ministro RÜdt v. Collenberg, ayudó al Landesgruppe a lograr su objetivo. RÜdt aclaró que un estrecho vínculo con la patria significaba también la cooperación de la AO. Con esa frase RÜdt dejó al descubierto un punto central de la ideología nacionalsocialista: ser alemán solamente era posible como nazi. Presentando la AO como representante oficial del Reich, el ministro implícitamente advirtió contra las consecuencias de la insubordi- nación al partido: la privación de recursos del Reich para las asociaciones, la interrupción de la intervención de la Legación en los contactos con oficiales mexicanos, el boicot económico y el aislamiento social. En enero de 1935, finalmente, se fundó la Comunidad del Pueblo Alemán en México (Deutsche Volksgemeinschaft, DVM). Bajo el control de Wilhelm Wirtz y Artur Dietrich, quienes asumieron funciones centrales, la DVM se convirtió en la organización alemana más grande de México, con filiales en todo el país. La alusión de RÜdt venció la resistencia de la comunidad alemana, de modo que muchos, también algunos de los viejos adversarios, se unieron a la DVM. Otros, sobre todo la dirección anterior, abandonaron la DVM, protestando así contra la subversión nazista. En 1936, la DVM ya tenía 1665 miembros, 798 de los cuales vivían en el interior. El alto porcentaje de miembros en el interior lo explica la fundación de filiales en pueblos donde hasta entonces no existían asociaciones alemanas: por ejemplo en Chihuahua, donde 26 de los 30 alemanes se hicieron miembros. La esfera de acción más importante de la DVM, sin embargo, se hizo sentir en la capital, donde, por ejemplo, operaba un servicio para alemanes sin empleo o necesitados, y se impartían cursos de alemán para mexicanos. Su sede social era el lugar central para las festividades de la comunidad alemana.
Además de la DVM, otras asociaciones estaban bajo el control del partido nazi. El respetado Colegio Alemán en la capital fue dirigido por un miembro a partir de 1933. Friedrich W. Schróter descartó la orientación elitista predominante hasta ese momento y abrió la escuela a niños alemanes de todas las clases sociales. Con él, se propagaron ideas nacionalsocialistas en la enseñanza, y los judíos tuvieron que abandonar la escuela. Schróter tuvo mucho éxito con ese programa dentro de la comunidad alemana: el número de alumnos se duplicó entre 1936 y 1940, de 620 a 125917.
Otras instituciones bajo el control del partido, o con orientación nazista, eran la Juventud Hitleriana, con 245 miembros, y la Asociación de Profesores Alemanes Nacionalsocialistas, que reunía a 28 personas18. Estas cifras muestran que para una valoración de la AO en México no basta contar el número de militantes. Sumando solamente los miembros de las asociaciones aquí mencionadas, se cuentan mucho más de 2000 personas. Aunque no todos sus miembros hayan sido nazis empedernidos y algunos quizás hayan ingresado por oportunismo o la presión de adaptación, eso indica que una parte considerable de la comunidad alemana en México, sobre todo en la capital, fue expuesta a la propaganda y a los rituales del nacionalsocialismo.
Un simple miembro del NSDAP en México se movía en el reducido microcosmos de la comunidad alemana, y su contacto con el pueblo mexicano se limitaba a lo imprescindible; las relaciones con los representantes del gobierno se reservaban para la Legación alemana. La propagación de ideas nacionalsocialistas en México, en cambio, era tarea de Artur Dietrich. Este, por ejemplo, transmitió material sobre judíos y sobre el comunismo a la Acción Revolucionaria Mexicanista, a los fascistas mexicanos, e invitó a su líder, Nicolás Rodríguez Carrasco, a intensificar la propaganda antic- omunista y antisemita. Esta era la única ayuda de que disponía la ARM. Dietrich también le aconsejó a Rodríguez Carrasco nombrar un representante personal ante el Reich. Sin embargo, el gobierno alemán no hizo caso del representante durante una visita que éste efectuó a Alemania, porque temía problemas con el gobierno mexicano, que en ese momento ya había proscrito la ARM.
Dietrich cultivó el contacto con los fascistas sin intención de ayudarles ni en la organización del partido ni en la toma del poder. Más bien, la ARM era uno de tantos posibles multiplicadores para la difusión de posiciones e ideas nacionalsocialistas. También periódicos, como La Prensa, recibieron propaganda alemana. Dietrich incluso fundó un diario -La Noticia-, el cual, sin embargo, sólo se publicó poco tiempo19.
Una ojeada a otros países confirmará esta interpretación de las relaciones entre nacionalsocialistas alemanes y fascistas. Solamente en el sur de Brasil existieron contactos cotidianos entre simples partidarios del NSDAP y los fascistas brasileños, la Acpdo Integralista Brasileira, debido a que allí descendientes de alemanes, que impresionados por Hitler habían fundado las primeras células fascistas, o fascistas y nacionalsocialistas, pertenecían a los mismos grupos sociales y tenían los mismos enemigos: la élite política y económica. Normalmente, sin embargo, los miembros del partido solían ser de un nivel alto o medio, o quienes, además de su cargo dentro del partido, desempeñaron una función para el Ministerio de Propaganda de Goebbels o tuvieron contacto con los fascistas latinoamericanos. Así, para su interés en los fascistas no era decisiva la calidad de miembro de la AO, sino la función local que desempeñaban para Goebbels.
Tampoco en otros países los representantes de la AO/Goebbels apoyaron revoluciones o golpes de estado de los fascistas vernáculos. Al contrario, empeñados en impedir la asimilación de los alemanes, la AO contrastó con la política nacionalista de los fascistas que, por su parte, querían integrar a los alemanes en la nación21. Por ejemplo, cuando el líder del Movimiento Nacional Socialista de Chile descubrió que miembros de origen alemán rechazaban la mezcla de razas y exigían a los alemanes conservar su sangre pura, los expulsó del partido y públicamente criticó esta actitud que -según dijo- desintegraba el país. En Brasil, el hecho de que muchos alemanes pertenecían a la Acedo Integralista Brasileira no impidió a sus líderes atacar la resistencia de los alemanes a asimilarse. Para la AO, en cambio, un contacto demasiado estrecho con estos grupos, que por lo general luchaban en contra de sus respectivos gobiernos, podría haber puesto en peligro su existencia, hecho que tenían muy presente los líderes de la AO en Alemania.