25-02-2006
El siguiente testimonio es una auténtica muestra de principios y valores del capitán Teodoro Palacios frente a sus captores los soviéticos, espero que os guste:
...Palacios fue llamado a presencia del general Siebranicof.
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Siéntese por favor - le dijo con cortesía - capitán Palacios quiero felicitarle, el Tribunal de Kiev ha anulado la sentencia del Tribunal Militar de Jarkov. (Antes había sido condenado a muerte junto a otros camaradas por negarse a obedecer con motivo del mal trato dado a los soldados rasos, tanto italianos como españoles, Palacios era muy querido, porque defendía a todos los débiles.)
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Ya lo sabía.
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¿Como lo sabía?- Pareció sorprenderse.
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La Dirección de la carcel me lo dijo con una nota del Tribunal de Casación.
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Bien, pues le felicito. En realidad no le he llamado para interrogarle, sino para charlar simplemente. Le conozco muy bien de referencias y es un placer tener esta ocasión para intercambiar impresiones con usted. ¡Estará usted harto de interrogatorios despues del proceso!
-Imaginese- dijo sonriendo
-Me lo imagino - dijo mientras le ofrecía un cigarrillo emboquillado. Lo aceptó y le dió fuego.
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Usted, en España, tiene mando sobre cuatrocientos setenta y cinco hombres ¿verdad?
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No, no señor. Sobre ciento cincuenta.
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¿Nada más? - dijo extrañado.
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Nada más - Sieribranicof quedo escandalizado.
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Es curioso como en España desconocen a sus propios hombres. Aqui en España se le daría un mando de muchisima mayor categoría y responsabilidad. - No respondió, sabía lo que quería. Se hecho a reir.
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Si usted quisiera - añadió -aquí en Rusia, podría hacer ua excelente carrera... Le estoy hablando en serio...
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Mayor... renuncio en plano a este ofrecimiento que me hace tan gentilmente.
De repente dió la vuelta a la conversación.
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¿Usted no conoce Moscú?
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Sí, estuve allá en el campo número 27.
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¡Bah! eso no es conocer la ciudad. Moscú hay que conocerlo desde dentro. Hay mujeres explendidas en Moscú... finas, cariñosas...
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En Madrid también las ahí.
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Claro, claro- dijo sonriendo- pero aquellas no están a su alcance y en cambio las de Moscú sí.- Hizo una pausa- Aquí en Rusia ¿no ha conocido usted... quiero decir, si no ha tratado intimamente con una mujer?
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No
-¿Y cuanto tiempo lleva usted prisionero?
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Seis años.
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Parece increible, realmente increible. Pues ya sabe, si usted quiere...
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No, gracias - Respondí secamente.
Hacía rato que Palacios ya había trocado la cordialidad a que le obligaba su inicial cortesía, con una marcada hosquedad. El mismo Sieribranicof, percibiendo la tirantez, cambió de tono y las ampulosas sonrisas que acompañaban sus intentos de soborno, fueron sustituidas con el subrayado en el tono de voz a ciertas palabras claramente amenazadoras.
- Usted sabe muy bien, que muchos hombres que como usted fueron nuestros enemigos, hoy colaboran con nosotros y son muy queridos por nuestro pueblo...¿no considera tristísimo morir en una cárcel, cuando podría dar de otra manera días de gloria a su pueblo?
Él hacía un juego asqueroso, Palacios debía haber sido llamado para repatriarlo. HABÍA SIDO ABSUELTO., aquello era un secuestro ¿por que le hacían aquello? Sieribranicof repitió de nuevo la pregunta y entonces Palacios se levantó indignado.
- Prefiero mil veces morir respetado a vivir despreciado.
Sieribranicof le pidió al interprete que repitiera la frase y empezó a decir algo, pero Palacios le interrumpio dirigiéndose al intérprete (el intérprete era un español que había huído al término de la Guerra Civil a la URSS).
- Diga a este hombre que no tolero que me siga hablando de esta forma. Considero sucio y deshonesto cuanto me está diciendo. Me asquea...
Se levantó Sieribranicof.
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Voy a ausentarme cinco minutos para dejarle meditar la propuesta.
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No necesito los cinco minutos, mi decisión está tomada.
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Su suerte capitán Palacios, está en sus propias manos. Usted decidirá.
Se fue y el interprete le acompañó hasta la puerta. Cuando se alejó Sieribranicof, el interprete se acercó a Palacios.
- ¡Bravo, amigo, bravo!
Palacios lo miró sorprendido.Mientras el interprete ponía las manos en sus hombros.
- Me siento orgulloso de ser su compatriota!¡Se lo juro!
Se le llenaron los ojos de lágrimas, la voz le temblaba.
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Creí que era usted comunista.
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Y lo soy, y si nos encontráramos en España nos matariamos a tiros, pero por la cara, no por la espalda. Aquí dejeme que le abrace y le felicite. Mientras le traducía, estuve a punto de traicionar mi emoción. Usted me perdonará si en algún momento he suavizado alguna expresión. ¿Que le va a contestar?
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¿Pero lo duda usted?
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No, no lo dudo-dijo sonriéndo- un hermano mío a muerto en un campo de concentración de Viena. Nada me agradaría más que tener noticias de que a muerto por adoptar una aptitud como la suya...
Volvió Sieribranicof
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¿Qué ha decidido?
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Ya le dije que me sobraban los cinco minutos.
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¿Usted cree en Dios? - dijo cogiendo papel y pluma.
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Eso es cosa mía
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Pues le voy a abrir un nuevo proceso del que no le va a salvar ni Dios.
Dejó de escribir y lo intentó de nuevo.
- ¿No comprende que con esas ideas jamás saldrá de la URSS?
-Si algún día salgo saldré con ellas. De lo contrario aquí en Rusia moriré con ellas.
Palacios saldría en 1953 de Rusia terriblemente enfermo con el resto de divisionarios presos. Se recuperó y se casó con una linda mujer. Más tarde escribiría sus memorias en "Embajador en el infierno" que también está en película.