11-02-2008
En 1943 el Abwehr puso en marcha un plan para asesinar a los líderes aliados, Chuchill, Roosevelt y Stalin, aprovechando la celebración de la conferencia de Teherán. Esta es la historia contada por uno de sus protagonistas, Guevork Vartanian, agente de inteligencia soviético destinado en Irán que participó en la búsqueda y captura de los agentes alemanes enviados por el Abwehr para preparar el magnicidio:
*Sería muy difícil sobrestimar la importancia histórica del encuentro del "Gran Trío" porque decidía los destinos de millones de seres humanos y el futuro del mundo. El tema principal a tratar en la conferencia era el concerniente a la apertura del Segundo Frente en Europa. Lo comprendían también los cabecillas de Alemania nazi que encomendó a la Abwehr organizar en Teherán un atentado contra los líderes de la URSS, EE.UU. y Gran Bretaña. Una a operación secreta bajo el nombre en código de "Salto Largo" la ideó y desarrolló el comando nazi número 1, Otto Skorzeny.
La protección de los asistentes a la Conferencia de Teherán corrió a cargo mayormente de los órganos de seguridad soviéticos. Tropas soviéticas habían entrado en las zonas Norte de Irán ya en agosto de 1941 a fin de poner coto a la labor subversiva de los agentes alemanes, de acuerdo con el Tratado de 1921. La parte Sur del país estaba ocupada por las tropas británicas para garantizar los suministros anglo-americanos procedentes del Golfo Pérsico de conformidad con la Ley de Préstamo y Arriendo.
La conferencia se celebró en la sede de la Embajada de la URSS. Para las negociaciones secretas de los tres líderes era difícil escoger un lugar más seguro: una gran finca con extensa parcela estaba rodada de una tapia de piedra, y entre el verdor del parque estaban diseminados edificio de ladrillo blanco. Una de estas mansiones estaba destinada a la residencia del presidente de EE.UU.
Roosevelt aceptó la invitación de Stalin por razones de seguridad. La misión diplomática de EE.UU. en Teherán se encontraba en un suburbio cerca de un estadio, mientras que las Embajadas soviética y británica hasta ahora están cerca la una de la otra a ambos lados de una calle. Después de abrir brechas en las tapias, mediante tableros de seis metros se bloqueaba la calle para crear un paso provisional entre las embajadas. Allí al lado estaban emplazadas piezas de artillería antiaérea y ametralladoras. Las Embajadas estaban rodeadas de un dispositivo de seguridad de cuatro filas de modo nadie podía penetrar dentro. Si Roosevelt hubiera parado en la misión diplomática de EE.UU., él o Stalin con Churchill habrían tenido que ir a las negociaciones viajando por las angostas calles de Teherán donde podían encontrarse dentro de la muchedumbre agentes del Tercer Reich. Ya de vuelta a Washington, Roosevelt hizo la declaración acerca de que en Teherán se había alojado en la Embajada soviética, porque el "el Mariscal Stalin le advirtió sobre un complot alemán".
Después de haber descifrado el código naval norteamericano, la inteligencia nazi se enteró de cuándo y dónde se celebraría la conferencia ya a mediados de septiembre de 1943. En 1966, Otto Skorzeny confirmó que tenía la misión de asesinar a Stalin, Churchill y Roosevelt o hasta secuestrarlos en Teherán.
Moscú recibió la advertencia sobre el futuro atentado contra los líderes de las potencias aliadas desde los bosques de Rovno donde actuaba el destacamento guerrillero al mando de Dmitri Medvédev y del que formaba parte el legendario agente de inteligencia soviético Nikolai Kuznetsov. Haciéndose pasar por el primer teniente alemán Paul Siebert, Kuznetsov logró caer en gracia al Sturmbahnfuhrer de las SS, Ulrich von Ortel quien hasta le prometió a Kuznetsov presentarlo a Otto Skorzeny. Cuando estaba bebido, a Ortel se le escapó: "Viajaré junto con Skorzeny a Irán donde va a reunirse el "Gran Trío". Repetiremos el salto a Abruzzo* (se refería a la liberación de Mussolini). *¡Pero este será un ‘Salto Largo’! ¡Eliminaremos a Stalin y Churchill e invertiremos el curso de la guerra! Secuestraremos a Roosevelt para que nuestro Fuhrer se ponga de acuerdo con América. Partiremos formando varios grupos. Ahora ya se entrenan agentes en una escuela especial de Copenhague".
Después de recibir el informe de Nikolai Kuznetsov, el Centro nos dio la orden de prepararnos para garantizar la seguridad de esta conferencia.
En aquella época Teherán estaba llenó de refugiados venidos de la asolada Europa. Eran en su mayoría personas acomodadas que quería ponerse a salvo de los peligros de la guerra. En aquel entonces en Irán residían unos 20 mil alemanes. Entre los refugiados se ocultaban también espías nazis que tenían muchas oportunidades gracias al amparo que en los años de preguerra les ofrecía el Sha Reza Pahlavi que simpatizaba expresamente con Hitler. La estación de inteligencia alemana en Irán era muy fuerte y estaba encabezada por Franz Maier.
Mucho antes de que se celebrara la conferencia - desde febrero hasta agosto de 1941- nuestro grupo de siete hombre había logrado identificar a más de 400 agentes de Alemania nazi. Cuando nuestras tropas entraron en Irán detuvimos a todos estos agentes. Pero Franz Maier pasó a la profunda clandestinidad. Lo buscamos mucho tiempo y por fin encontramos: se había dejado y teñido la barba. Trabajaba de sepulturero en el cementerio armenio.
Nuestro grupo fue el primero en detectar un grupo de agentes alemanes que se desembarcaron cerca de la ciudad de Kum, a 60 kilómetros de Teherán. Se componía de seis paracaidistas radiotelegrafistas. Acompañamos este grupo hasta Teherán donde la estación de inteligencia nazi le había preparado una finca como residencia. Tenían muchas armas, y todos los bultos los cargaron sobre camellos. Todo el grupo se mantenía bajo nuestra vigilancia. Supimos que habían establecido comunicación con Berlín e interceptamos todos sus mensajes. Logramos descifrarlos, y supimos que los alemanes se proponen enviar otro grupo de comandos encargados de eliminar o secuestrar el "Trío". Este grupo debía estar al mando del propio Otto Skorzeny que ya había estado en Teherán y analizaba la situación sobre el terreno. Ya entonces vigilábamos todos sus desplazamientos en la capital iraní.
Detuvimos a todos los agentes del primer grupo y los obligamos a trabajar bajo nuestro control, enviando mensajes falsos al servicio de inteligencia alemán. Teníamos la gran tentación de atrapar al propio Skorzeny pero el "Gran Trío" ya se encontraba en Teherán y, por lo tanto, no podíamos permitirnos correr mucho riesgo. Dimos deliberadamente al radiotelegrafista la posibilidad de enviar un mensaje sobre el fracaso de la operación. Ello surtió efecto, y los alemanes renunciaron a enviar a Teherán el grupo principal con Skorzeny al mando. De modo que el éxito de nuestro colectivo en detectar el primer grupo de sabotaje, acompañar y detenerlos e intercambiar mensajes falsos con la Abwehr previno el atentado contra el "Gran Trío".
(http://www.a-ipi.net/article152382.html)*
Tengo que añadir que hay quien no se cree mucho de esta historia. Durante la conferencia el general del NKVD Dimitri Arkadiev avisó a Mike Reilly, jefe de seguridad de Roosevelt, de que el NKVD tenía conocimiento del plan alemán, y que agentes alemanes habían saltado en paracaídas los días anteriores y todavía no habían sido detenidos. También el ministro de Asuntos Exteriores Molotov dio un aviso urgente a los embajadores estadounidense y británico en Moscú sobre el peligro que corrían los líderes en Teherán sin dar demasiados detalles. Sin embargo, los servicios de inteligencia estadounidense y británico no dieron mucha credibilidad a las informaciones soviéticas. Ciertamente hay algunos puntos oscuros. Primero, el que se haya incluido en ella a dos personajes míticos, Otto Skorzeny y Nikolai Kuznetsov, le resta cierta credibilidad, como si se hubiese adornado demasiado la historia. Al parecer en 1966 Skorzeny confirmó que el plan había existido, sin embargo no lo mencionó en sus memorias. Hay quien piensa que es una historia creada y publicitada por los servicios secretos soviéticos para apuntarse el tanto de haber salvado la vida de los líderes occidentales. Incluso que pudo tratarse todo de un plan ideado por Stalin y Beria para ganarse la gratitud de Roosevelt, desarticulando un falso complot para asesinarle.