22-04-2008
Sirva de homenaje a esos valientes pilotos.
Aunque la División Azul es el sinónimo de la presencia española en Rusia durante la II Guerra Mundial, el Ejército del Aire también tuvo un importante papel en el frente del Este. En él destacaron los pilotos asturianos que se presentaron voluntarios para participar en aquella contienda.
Uno de los episodios menos conocidos de la participación de militares asturianos en la Segunda Guerra Mundial -concretamente, del Ejército del Aire en el frente de Rusia- lo desvela en su último libro, «La Escuadrilla Azul», el piloto de Iberia e historiador Jorge Fernández-Coppel Larrinaga. Un trabajo que recoge la presencia española en la Luftwaffe, el arma aérea del III Reich, durante casi tres años. El libro es el fruto de una documentada investigación.
El libro contribuye a llenar una importante laguna. Hasta ahora había muchos volúmenes escritos sobre la presencia en Rusia de la División Azul. Pero sobre la participación en el arma aérea, la bibliografía era muy escasa. Más aún sobre el protagonismo de los asturianos en los cielos del frente del Este.
Los asturianos de la Luftwaffe realizaron misiones tan audaces como arriesgadas que les hicieron merecedores de las más altas condecoraciones alemanas. Las aventuras aéreas de los pilotos asturianos merecieron los elogios de sus compañeros de armas.
Pero no todas las intervenciones tuvieron buen final. Éste es el caso del ovetense José Cavanilles Vereterra, que era apreciado por sus compañeros como el más alegre de toda la escuadrilla, porque siempre estaba con una sonrisa en la boca.
«Pepín Cavanilles», como era conocido por sus compañeros, en el frente del Este realizó 91 servicios de guerra, sostuvo catorce combates y alcanzó cuatro victorias aéreas. Murió en combate aéreo al sureste de la población de Cawydowitschi, al ser derribado su avión (un FW 190 A3W.Nr 285) el 10 de enero de 1944. Así lo recoge el responsable de la patrulla, el teniente Lucas Fernández Peña, en su informe sobre el combate que entablaron tras escoltar a un grupo de bombarderos. En el mismo informe precisa que «nadie» vio caer al simpático piloto asturiano.
El capitán Llaca
Mejor suerte tuvo otro asturiano, el capitán llanisco José Llaca Álvarez, que fue uno de los pilotos más condecorados. Logró derribar cuatro aviones rusos. Años después el destino le jugaría una mala pasada cuando volaba desde el aeródromo de Llanes a Santander.
El capitán Llaca, igual que sus compañeros, volaba siempre con la muerte pegada a la cola del avión, pero en Rusia le acompañó siempre su buena estrella. No así a un compañero de patrulla. Durante una misión de protección de bombarderos He-111 para los que habían sido seleccionados el capitán Llaca y el alférez Estébanes, este último encontró la muerte poco después de que los bombarderos cumplieran su letal misión. Fue entonces cuando el capitán Llaca dio la alarma tras detectar varios aviones enemigos que se encontraban sobre una capa de nubes.
Tras acercarse a los cazas soviéticos, se lanzaron sobre uno de los aviones, que fue derribado por el audaz llanisco. Pero el alférez fue alcanzado y se perdió entre las nubes. Los esfuerzos de Llaca para localizarlo fueron infructuosos. Los rusos avanzaban hacia Smolensko, la antigua capital de la Rusia blanca. La escuadrilla se vio obligada a evacuar el aeródromo. A Alemania se le estaba complicando la campaña del Este.
Otros dos asturianos, los hermanos Arango López, Dámaso y José María, de Oviedo, también tuvieron una participación muy meritoria en el cielo ruso. El primero tuvo también una actuación muy destacada, y al lograr su quinta victoria al derribar a un IL-2 se encaminaba a la medalla militar individual, al igual que su hermano José, también piloto en la segunda escuadrilla expedicionaria.
El relato de este último sobre una de sus muchas actuaciones de guerra en Rusia no puede ser más gráfico sobre las circunstancias de los combates: «Me acerqué bastante a los rusos, hasta que el aparato de la izquierda me vio y pegó un tornillazo. Le disparé al de la derecha, metido en el rebufo y a unos 100 metros. En un viraje a la izquierda desapareció. Otro aparato estaba envuelto en llamas».
Fuente:Ángel Fidalgo, LNE.es
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1561&pIdSeccion=42&pIdNoticia=496749
No sé porque no se ven las fotos del artículo en grande. Una pena.