23-04-2006
Los centros de reubicación de personas de raza o etnia japonesa en los Estados Unidos agruparon a unas 120.000 personas, de ellos más de la mitad eran ciudadanos de nacionalidad estadounidense, en establecimientos diseñados a ese efecto en el interior recóndito del país. Lo establecido fue trasladarlos desde su residencia habitual, mayoritariamente en la costa oeste pacífica, a instalaciones construidas bajo medidas extremas de seguridad; los campos estaban cerrados con alambradas de espino y altas vallas, vigilados por guardias armados, y ubicados en parajes alejados de cualquier centro urbano. Los intentos de fuga del campo en ocasiones resultaron en la ejecucióno el abatimiento de los reclusos.
La acción estaba sin duda motivada por la SGM, en la que los USA se incorporó con tardanza al Ejército Aliado contra el Eje Roma-Berlín-Tokio, pero fueron mayoritariamente las personas de etnia japonesa que vivían en la costa del Pacífico las que fueron sometidas a este internamiento. Durante la guerra, una apelación presentada por organismos de defensa de los derechos humanos intentó impugnar el derecho del gobierno a encerrar personas por razones étnicas, pero la Suprema Corte de los Estados Unidos rechazó la petición. El gobierno estadounidense ofrecería compensaciones a las víctimas a partir de 1951, pero se disculparía sólo en 1988, afirmando que la concentración de prisioneros se debió a "los prejuicios raciales, la histeria bélica y la deficiencia del liderazgo político". La orden de concentración fue dictada por el presidente Franklin Delano Roosevelt, mediante el decreto 9066, que autorizaba a los jefes de las guarniciones militares a designar "áreas de exclusión"; el "área de exclusión militar número uno", que ocupaba la costa del Pacífico, se declaró fuera de límites para cualquier persona de ascendencia japonesa.
Hubo acuerdos con casi todos los países de Latinoamérica (salvo Argentina y Chile) para que estos enviaran algunos de sus respectivos ciudadanos de origen japonés a los campos de EEUU y Panamá o aplicasen su propio programa de internamiento. Algunas de estas personas sólo eran descendientes de japoneses y nunca habían estado en Japón. En total 2.264 del Perú (1.800), Bolivia, Colombia, Costa Rica, la República Dominicana, el Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela fueron trasladados inicialmente a los campos de concentración en EEUU y Panamá, y de allí unos 860 partieron a Japón como parte de un intercambio. Al finalizar la guerra, 900 fueron deportados al Japón, 360 fueron objeto de órdenes condicionales de deportación, 300 permanecieron en los Estados Unidos, 200 regresaron a países de América Latina, y solo unos 79 recibieron autorización para regresar al Perú.
Un campo de concentración fue el de Crystal City en Texas. El campo de Tule Lake estuvo bajo un régimen más severo; se reservó para los descendientes de japoneses y sus familias que eran sospechosos de espionaje, traición o deslealtad, así como para líderes comunitarios, como sacerdotes o maestros. Otra familias fueron llevadas a Tula Lake al solicitar ser repatriadas a Japón. En este campo hubo algunas manifestaciones pro-japonesas en el transcurso de la guerra.
[url]http://es.wikipedia.org/wiki/Campos_de_concentraci%C3%B3n_en_Estados_Unidos[/url]
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Interesante debate éste.