09-06-2006
Nacido en Konradswaldau, Silesia el 2 de julio de 1916, en el seno de una familia protestante (su padre era ministro), Hans Ulrich Rudel se destacó desde temprana edad por su espíritu inquieto y ávido de emociones fuertes.
En 1924 los padres de Hans asistieron a una exhibición aérea en la localidad vecina de Schweidnitz, pero decidieron no llevar al pequeño Hans muy a pesar del llanto y el pataleo. A la vuelta de estos el muchacho los asaltó con preguntas acerca de aquel evento, sobre todo de ese increíble acto en el que un hombre descendió suavemente pendiendo de un paracaídas. Luego de mil ruegos la madre accedió a construirle un modelo con un pedazo de seda atado a una piedra.
Pero esto no fue suficiente y al domingo siguiente al quedarse solo nuevamente decidió llevar a la práctica su teoría de que "lo que hace una piedra puedo hacerlo yo mismo". Equipado con el paraguas materno subió al primer piso, salió a la cornisa de la ventana, abrió el paraguas y antes de llegar a meditarlo se arrojó al vacío, aterrizando en un cantero con el doloroso resultado de una fractura y múltiples torceduras. Pese al dolor y a la cólera de sus padres estuvo resuelto de ahí en más, quería ser aviador. Tiempo más tarde se volvería un motociclista aficionado dando tenebrosos saltos mortales sobre rampas hechas con tablas.
Destacado por ser un deportista de excelente condición y a la vez un estudiante apenas por sobre lo que se consideraría mediocre, se gradúa con esfuerzo del bachillerato y cuando consideraba imposible el empezar una costosa carrera de piloto comercial surge el llamado a oficiales de reserva de la renaciente Luftwaffe. Pesé a lo exigente del examen de ingreso (más aún considerando su escaso apego por los libros) logra ser admitido. Tras la instrucción militar, no muy diferente al de la infantería, inicia su instrucción de vuelo y el estudio de materias técnicas. Se gradúa como piloto apenas en el promedio y temiendo no ser considerado para la tan codiciada especialidad de caza no duda en ofrecerse voluntario para volar Stukas, avión de reciente fabricación y muy publicitado como "El arma suprema". Decepcionante sería el enterarse más tarde que casi toda la promoción había sido destinada a caza.
En 1938 inició su instrucción de bombardeo en picado, los flamantes Junkers Ju.87 Stuka comenzaban a reemplazar a los más vetustos Henschel He-123 en la tarea. Una vez más se encontró progresando lenta y penosamente en su aprendizaje al punto de llegar a ser considerado una causa perdida por sus instructores. Debido a esto y ante una solicitud de pilotos para el Centro de Reconocimiento Aéreo los jefes de escuadrilla decidieron que era una oportunidad para desembarazarse de aquel "caso" que además tenía la extraña costumbre de no beber alcohol, solamente leche.
Para 1939 la invasión de Polonia encontró a Rudel efectuando tediosos vuelos de reconocimiento los que sin embargo le darían un importante entrenamiento en la materia, agradecería esto más tarde durante esos prolongados vuelos sobre la estepa rusa, casi sin referencias en el terreno y con muy poco margen para el error. A pesar de todos los contratiempos ascendió a Teniente y el 11 de octubre de 1939 recibió la Cruz de Hierro de 2da Clase.
Desdeñado también de este servicio por confusos partes médicos respecto a su tolerancia al vuelo en altura, termina arrumbado en el papeleo de un Regimiento de Instrucción desde donde vio la campaña de Francia pasarlo por alto, efectuando ocasionales vuelos de enlace.
Finalmente sus ruegos surtieron efecto y fue enviado a su antigua escuadrilla de Stukas pero para entonces las misiones en Francia habían terminado. Aprovechó el tiempo para asimilar lo mejor posible lo aprendido por los otros pilotos en las dos campañas precedentes. Sin llegar a ser un "prodigio" aprendió lo más posible en cada vuelo, aunque esto no logró evitar que la escuadrilla lo dejara atrás cuando parte a Europa Oriental.
Sería su fama de "oveja negra" la que en mayo de 1940 le daría su oportunidad bajo el mando de otro "indeseable" jefe de escuadrilla, el cual lo llevaría a formar parte del empuje alemán hacia el este bajo el 1er Staffel (escuadrón) del Stukageschwader 2 (Grupo 2 de bombarderos en picado). La Operación Barbarrosa era lanzada el 22 de junio de 1941.
Achtung Marat!
En septiembre de 1941 el escuadrón es trasladado al sur de Luga desde donde se lanzan ataques a la región de Leningrado. Enfrentados a una barrera de fuego antiaéreo formidable y a los ocasionales lances de los cazas rusos, los Stukas del StG 2 consiguen sus primeros éxitos contra los buques de la Flota Soviética del Mar Báltico en el puerto de la isla de Kronstadt.
En particular los acorazados Marat y Revolución de Octubre, de 23000 toneladas, junto a sus cruceros escoltas habían sido objeto de una constante persecución. Rudel tuvo su primer encuentro con el Marat, un monstruo erizado de armas antiaéreas, el 16 de septiembre, cuando siguiendo a su jefe de escuadrilla en un temerario picado a través de la capa nubosa alcanza la popa de éste con su bomba de 500 kilos. Aunque la espesa coraza del buque apenas es mellada por la carga explosiva deja un precedente, el buque ha quedado marcado.
Finalmente el 21 de septiembre llegan las bombas de 1000 kilos y con ellas una nueva chance. Cuando el 23 reciben un informe de reconocimiento que indicaba que el Marat había entrado al puerto de Kronstadt, todo estaba listo, las largas discusiones de los pilotos sobre como asestarle el golpe debían dar paso a la acción.
El cielo estaba de un azul inmaculado y hasta el último rastro de bruma había sido barrido por la brisa marina. Apenas alcanzada la franja costera, la formación de Stukas que volaba a 3000 metros, se topó con la caza rusa que intentó en vano cortarles el paso, el fuego concentrado de los artilleros de cola y su propia desorganización los obligó a desistir. En cambio el fuego antiaéreo alcanzó proporciones dantescas cuando estaban a menos de 15 kilómetros del puerto, por lo que sintieron que la distancia era inmensa. Un solo impacto puede ser suficiente para borrar del cielo un avión.
Ya sobre Kronstadt avistaron al Marat anclado junto a dos cruceros. Siguiendo a su líder e imitándolo como una sombra Rudel atravesó los 3 kilómetros que lo separaban del blanco y se lanzó en picado, mientras el resto se debatía en un infierno de fuego antiaéreo y cazas rusos describiendo un alocado carrusel.
Picando el Stuka a 70 u 80 grados el Marat se encuadró en su visor, se hizo enorme, todos sus cañones parecían apuntar directamente hacia él, obligándolo a atravesar un muro de fuego. Debían pasar, si lo lograban los "Kameraden" en tierra no se verían detenidos por el fuego concentrado de la artillería principal de ese gigantesco buque y pagarían menos caro cada centímetro de terreno.
El Capitán Steen iba delante y pegado a él Rudel intentaba no embestirlo, al tiempo que el blanco se acercaba más y más al punto de no poder errar. Sobre cubierta los marineros corrían de un lado a otro llevando las municiones. A 300 metros la pesada bomba se desprendió del vientre del Stuka que inmediatamente inició la recuperación de ese descenso macabro.
Luego del velo negro que se cruzó por sus ojos, producto de la brutal desaceleración recuperó el conocimiento y se encontró volando a escasos 3 metros del agua. La voz de su artillero lo sobresaltó al decir "Mi Teniente, ¡el barco salta!" Al virar observó como el Marat desaparecía bajo una nube de humo de unos 400 metros de alto, probablemente su bomba impactó la santabárbara. El Jefe del StG 2 pidió para Rudel la Cruz de Caballero.
La cuenta interminable
En la navidad de 1941 Rudel vuela su misión número 500 y el 30 de diciembre es condecorado con la "Deutsches Kreuz" (Cruz Alemana en oro) otorgada por el mismísimo General Freiherr Wolfram Von Richthofen (primo del famoso Barón Rojo) cuyo nombre designaba al StG 2. Durante este corto y fructífero período, puentes, lanchones y vehículos saltaron por los aires al paso de su Stuka.
Por lógica se decidió su retiro del frente para ser destinado a Graz, su vieja escuela de Stuka donde tendría que pasar sus conocimientos y experiencias a las nuevas generaciones. Renegando por no poder estar junto a sus camaradas ahora que el frente está tan convulsionado, Rudel emprende el regreso al oeste. Previo contraer matrimonio en su pueblo natal y con la bendición de su padre quien celebró el oficio, tomó el mando de la escuadrilla de entrenamiento, llevando a sus alumnos contra puentes y campanarios locales con la intención de enseñarles las técnicas adecuadas. En los escasos momentos de ocio encontró tiempo suficiente para consagrarlo a los deportes que lo mantenían en excelente condición física, tan requerida para la tarea ha desempeñar.
Con esta nueva camada de pilotos consigue en junio de 1942, mediante el usual método de fastidiar a los mandos, el traslado a Crimea. El frente una vez más está a un tiro de piedra de su aeródromo.
Para septiembre se le encomendó el mando del 1er Staffel del StG2, la que fuera su vieja unidad, que a la sazón se encontraba combatiendo en el endemoniado frente de Stalingrado, para ese momento su escuadrón se vio envuelto en una frenética batalla, en su mayoría contra tanques, incluso cuando ya se había demostrado que los resultados que se obtenían con bombas eran mínimos. Desde sus cabinas los pilotos vieron como el frente se derrumbaba y aún pese a sus esfuerzos el cerco sobre la ciudad se cerraba estrangulando al Sexto Ejército Alemán.
A pesar de ello, las salidas se sucedieron, hasta 6 por día, volando del amanecer al crepúsculo, con lluvia, nieve, niebla y techos de nubes que en ocasiones se arrastraban pesadamente a pocos metros del suelo, representando un riesgo constante de colisión contra el terreno u otros aviones. Sumado a todo esto estaba el fuego antiaéreo que lejos de reducirse se había potenciado aún más.
Así llegó el 10 de febrero de 1943, día en que Rudel alcanza su salida de combate número 1000. Sus pilotos festejaron el acontecimiento con un cerdo al cual se lo convirtió en numerosos y sabrosos platillos, pero Rudel tiene poco que festejar pues el jefe de Grupo le ha ordenado tomarse licencia, su estado de salud había decaído notablemente y pese a haberse fugado del hospital no consiguió evadir la orden de su jefe. Sus hazañas alcanzaron estado público convirtiéndose en un nuevo héroe nacional.
Cazatanques
De camino a su pueblo natal, Rudel hizo escala en Berlín para visitar el Ministerio del Aire. Allí se le encomendó dirigirse a Rechlin, base de ensayos de material, donde un comando a las ordenes del capitán Stepp, estaba trabajando en poner a punto un nuevo "método" para atacar tanques. Lo que en un principio parecía ser una estratagema para alejarlo del frente resultaría ser el principio del uso de un arma desdeñada por muchos y usada con maestría por Rudel.
Tras recibir su ascenso a Capitán Rudel se evadió de su destino en Rechlin dirigiéndose directamente a Briansk donde se llevaban a cabo los ensayos operativos de las nuevas armas. Un Ju.88 armado con un cañón de 75 mm en la proa, que se reveló monstruoso e ingobernable y el algo más dócil Ju.87 G con dos cañones de 37 mm.
Siendo de por sí un avión lento, el Stuka se vio degradado aerodinámicamente con estas protuberancias colgando de sus planos, lo que provocó el inmediato rechazo por la mayoría de los pilotos, sumado a la dificultad que implicaba la puntería que demandaba volar bajo y disparar casi a bocajarro del blanco. Pese a ello Rudel le encontró ciertas bondades y se dedicó a estudiar los puntos débiles de los tanques rusos.
El momento de probarlo llegaría con una orden de traslado inmediato a Crimea. En Kertsch encuentra a sus camaradas del StG 1 que una y otra vez remontaban vuelo para bombardear a la marea rusa.
El primer intento de uso del "cañonero" tropezó con un desastre mucho antes de poder siquiera divisar los tanques, el avión de Rudel recibió fuego antiaéreo y se vio obligado a retornar mientras los demás fueron alcanzados por cazas rusos que los pusieron en fuga.
Rudel concibió entonces la fórmula que le daría al ju.87 G el éxito esperado, formaciones mixtas de Stukas cañoneros y bombarderos, estos últimos se encargarían de distraer y eliminar el fuego antiaéreo mientras los otros podían dedicarse más tranquilos a la caza. El binomio demostró su efectividad en los ataques a los puertos de Jeisk y Achtary en el Mar Negro, donde un verdadero enjambre de barcas desplazaba refuerzos. Empleando munición convencional en los cañones los aviones de Rudel consiguen desmembrar setenta barcas. En marzo de 1943 durante un combate de tanques alrededor de Belgorod, Rudel destruye el primer tanque con la nueva arma.
El 10 de mayo de 1943 Rudel recibió las Hojas de Roble para su Cruz de Caballero, de manos del Führer en la Cancillería. Con las pruebas concluidas, se le permitió reincorporarse a su viejo escuadrón "Immelmann" con la condición de que continuara probando el avión artillado, cosa que a Rudel no desagradó. Consiguiendo hacerse de uno de estos se unió a sus viejos camaradas, a los que les mostró lo que había descubierto en sus ensayos. Más tarde los hombres de Briansk se le unirían con más de estos "Panzerjagder" disponiendo así de dos escuadrillas sumadas a las de Stukas bombarderos.
En el primer día de la Operación Citadel, los nueve aviones antitanques de Rudel fueron enviados para apoyar a la 3ra División Panzer SS que se encontraba en feroz combate contra blindados rusos. Para el final del día el solo había destruido doce blindados.
Hasta el final
El 25 de octubre de 1943 se le encomendó a Rudel las espadas para su Cruz de Caballero con Hojas de Roble, las que recibió en noviembre nuevamente de manos del propio Hitler en Prusia Oriental.
En marzo de 1944 es ascendido a Mayor al completar su misión número 1500.
Derribado un camarada suyo a manos de un caza ruso, Rudel decidió (como lo había hecho tantas veces) descender para rescatarlos, no pudiendo volver a remontarse debido al terreno terminó viviendo una peripecia de la que su querido artillero no sobreviviría (se ahogó cuando cruzaba el helado río Dniester). Perseguido por patrullas rusas, herido y al final casi desnudo, terminó regresando a las propias líneas. Por esta increíble y azarosa acción el 29 de marzo de 1944 se le encomendó los diamantes para su ya recargada Cruz de Caballero con Hojas de Roble y Espadas.
Derribado en noviembre de 1944 cerca de Budapest, retornó al servicio con una pierna enyesada, sumado a sus pies casi descarnados luego de aquella prolongada caminata sin zapatos. Aún así siguió volando, aún cuando no podía hacer uso del timón por no poder pisar los pedales, lo que lo convertía en un blanco más fácil para el fuego enemigo.
El 1 de enero de 1945 recibe la Cruz de Caballero con Hojas de Roble en oro, Espadas y Diamantes, condecoración creada especialmente para él.
En febrero, mientras lideraba una misión cerca de Lebus, ya en territorio alemán, es alcanzado por fuego antiaéreo y herido de gravedad en la pierna derecha, aún así logró regresar y fue inmediatamente conducido al hospital de campaña donde le fue amputada la pierna. Llevado luego a Berlín para su recuperación, consiguió que se le colocara un miembro artificial con el que retornó al combate una vez más.
Ya como Coronel y al mando del mítico StG 2 "Immelmann" voló hasta el último día de la guerra. La cuenta interminable llegó a 2500.
Cuando Alemania se rindió Rudel y sus hombres se encontraban en Bohemia, su última misión consistió en lograr llegar hasta la zona americana para no caer en manos rusas, quienes seguramente estarían complacidos en echarle mano al "caza tanques" (se dijo que Stalin mismo había puesto precio a su cabeza). Arribaron al aeródromo de Kitzingen cerca de Wurzburg, dónde fue hecho prisionero. Interrogado primero en Inglaterra y luego en Francia fue luego enviado a Bavaria para su convalecencia, la pierna cercenada seguía causándole problemas y dolor.
En 1948 Rudel emigra a la Argentina para trabajar con el "Grupo Tank" del afamado ex diseñador de la Focke Wulf que fue empleada en la Fabrica de Aviones de Córdoba. Encontró también tiempo para explorar los Andes, donde ascendió el Yuyaillaco de más de 6000 metros. En los 50 retornó a Alemania donde permaneció hasta su muerte en 1982. Controvertido por sus afirmaciones respecto al "destino de Alemania" y considerado como un "nazi recalcitrante" fue siempre admirado, tanto por amigos como enemigos por su arrojo y valentía más allá de toda prueba. Plasmada con simpleza en la frase que oyó sonar en su mente mientras flotaba en las heladas aguas del Dniester y que sería su cita favorita: Solo esta vencido quien se da por vencido