15-01-2008
Continuación Cuarta Parte
P: ¿Usted tenia buena relación con los órganos políticos del regimiento?
R: Con los órganos del regimiento yo tenía buena relación. Nuestro comisario político del regimiento era el mayor Dmítriy Polkánov. Era un buen tío, además, era un comisario que seguía volando. Aunque mas tarde dejó de volar, pero era asunto suyo. No quiero juzgarle por esto. Insisto, era un buen hombre, entendía a los pilotos. El hecho de que en el regimiento siempre hubo un clima de trabajo, de tranquilidad, que el personal estaba unido como si todos fueran una familia - incluso en los días más duros de la guerra – en gran medida eran meritos suyos. Pero los órganos políticos son lo que son, y allí siempre hay algún espabilado que querrá apropiarse de los frutos del esfuerzo de los demás.
Una vez a nuestro regimiento enviaron a un mayor que estaba en prácticas, estudiaba en la academia político-militar de Lenin. También era piloto, pero era comisario político. Recibimos las instrucciones para realizar la misión, y si no recuerdo mal yo tenía que ser líder del sexteto. Pues rápidamente me puse con el mapa a trazar la ruta, disponía de muy poco tiempo. El mayor se me acercó por detrás y se puso a mirar como lo estaba haciendo. Miró y luego me dijo: “¿Por qué no has planificado los tramos de 5 minutos? Ahora mismo iré a informar sobre esto al comandante del regimiento, para que te retiren de los vuelos por incumplir el reglamento de navegación”. Intenté explicarle que hemos de despegar cuanto antes y que conocía el terreno y el rumbo a perfección. Pero no había manera de convencerle, y ese tipo se fue corriendo a quejarse al comandante.
Al cabo de pocos minutos me avisaron para hablar con Krasnolutskiy. Justo al entrar, me dijo: “¡trae el mapa¡”. Le di el mapa. Krasnolutskiy estaba al corriente de todo y sabía por que lo hice así, no hacia falta darle explicaciones. El mayor estaba esperando la respuesta de Krasnolutskiy, quería saber cómo reaccionaria el comandante ante una infracción como esta. Krasnolutskiy era un hombre directo y severo, así que su respuesta no tardó en llegar - contestó al momento: “ha hecho muy correcto, camarada mayor, en informarme sobre la imprudencia del camarada leytenant. Voy a castigar al leytenant Ryabuschkó y le voy a retirar de esta misión por incumplir la normativa de navegación. Por tanto, camarada mayor, Usted mismo trazará la ruta. Y también encabezará Usted mismo a su grupo de ataque para llevar a cabo la misión que le fue encomendada. Irá de líder en su lugar”.
Al mayor le cambio por completo la expresión de la cara, el tipo empezó a hacer la pelota: “¡Pero que dice! ¿Por que le va a castigar? Yo comprendo su situación – no dispone de suficiente tiempo para trazar bien la ruta. Y le diré mas – yo mismo quería ayudarle a trazar la ruta, pero no sabia cómo ofrecerle mi ayuda. Ahora mismo trazaré esta ruta, pero le ruego que no castigue al camarada leytenant”. Evidentemente, nadie pensaba castigarme. Krasnolutskiy no era tan imbesil para mandar a sus aviones bajo mando de un tipo totalmente desconocido. Solamente le quería dar un buen susto a este mayor – y lo consiguió. Aquel tipo desapareció rápidamente de nuestro regimiento. Ya te digo, en el frente podía pasar de todo.
P: ¿En alguna ocasión Usted llegó a atacar a los bombarderos enemigos? ¿Hubo casos así en su regimiento, o en el frente?
R: No, no tuve la ocasión. Aunque en varias ocasiones vi bombarderos alemanes de lejos, a cinco o a diez kilómetros. Pero ellos tenían su propia misión, y nosotros – la nuestra.
P: Grigóriy Maksímovich, en Su opinión, ¿por que los pilotos alemanes podían realizar más vuelos que los nuestros?
R: Yo creo que la mayoría de los pilotos alemanes que tienen una gran cantidad de vuelos de combate los hicieron durante la primera mitad de la guerra, cuando nuestros cazas y antiaéreos no tenían fuerza. Mas tarde, cuando nuestros cazas y la artillería antiaérea se hicieron más fuertes, los alemanes perdieron el margen de maniobra, sobre todo los bombarderos. Te diré que es mucho más difícil realizar una gran cantidad de vuelos con un bombardero que con un caza. Y con un Shturmovík aun mas difícil que con un bombardero. Yo me había encontrado personalmente con pilotos de Shturmovík que habían realizado más de 200 vuelos de combate. Sus nombres son: Borís Efímov, dos veces Héroe de la Unión Soviética; Odintsóv Mijaíl Petróvich, con 232 ataques a tierra. También estaba condecorado con dos “Estrellas de Oro”. ¡Estos si que son pilotos de verdad! Admiro el coraje y la maestría de estos hombres.
P: ¿Qué opina sobre el mantenimiento técnico de vuestros aeródromos?
R: En nuestro regimiento - bien. Nuestro BAO – batallón del mantenimiento de aeródromo – estaba muy bien equipado de diversa maquinaria. Tenían niveladoras de terreno, excavadoras, apisonadoras, camiones y etc. Haga el tiempo que haga, por muy densa que sea la nieve, en una noche el aeródromo estaba limpio – tanto las pistas de despegue y aterrizaje como las pistas de maniobra – todo estaba limpio y apisonado. Gasolina, munición, repuestos – todo era suministrado a tiempo. El suministro de alimentos para el personal de vuelo y el de mantenimiento técnico - también era su responsabilidad y la cumplían como es debido. La comida era estupenda.
P: ¿Como se registraban los daños causados a la tropa y a la maquinaria del enemigo?
R: Mediante los resultados del fotocontrol y por los informes de los pilotos. Mediante las películas se valoraba la cantidad de la maquinaria y otros bienes materiales destruidos en nuestros ataques, así como se deducía (aproximadamente) la cantidad de los soldados enemigos muertos. Posteriormente todo esto era dividido entre los aviones que formaban parte del grupo de ataque. Por ejemplo, cuatro IL-2 reventaron a una batería de cuatro cañones antiaéreos de pequeño calibre: a la hora de registrar los daños, repartían los objetivos entre pilotos, y de esta forma resultaba que cada piloto de este grupo eliminó un cañón antiaéreo. Así es como se rellenaban las cuentas personales de los pilotos. Sabes, estoy escéptico respecto al cómputo de “cada soldado” enemigo eliminado. En la mayoría de las ocasiones es imposible determinar la cantidad exacta de soldados enemigos muertos. Un ejemplo: aquella vez que vertimos el fósforo encima de los convoyes ferroviarios – ¿como puedes determinar la cantidad de soldados alemanes muertos? Por allí todo estaba envuelto en llamas.
P: ¿Alguna vez no le fue registrado el vuelo de combate por incumplir el objetivo de la misión?
R: No, esto no pasaba. Si bombardeaste el objetivo – el vuelo de combate era registrado. En alguna ocasión el vuelo de combate no se producía, es decir, despegábamos y aterrizábamos sin haber atacado el objetivo. Pero esto únicamente pasaba por culpa de las condiciones meteorológicas. Eran casos muy aislados. Yo, por ejemplo, jamás había vuelto a la base sin haber atacado a tierra.
P: Grigóriy Maksímovich, Usted en varias ocasiones había mencionado que los alemanes le tenían pánico a los IL-2. Más que al resto de aviones. Usted también ha dicho que los alemanes os llamaban “condenados a muerte”. ¿Cómo sabe estas cosas?
R: Si, créeme, si te lo digo – es porque era así.
Estábamos en Polonia, creo que fue en marzo o en abril del 1945. En el frente había una interrupción operativa de operaciones, volábamos poco, en ocasiones realizábamos uno o dos vuelos al día. La guerra llegaba a su fin, y nosotros ya teníamos claro que Hitler tiene días contados. Era un día muy soleado, ya habíamos realizado un vuelo y no se preveía realizar mas misiones aquel día. Estábamos de muy buen humor. Así que quisimos divertirnos un rato. Nuestro aeródromo se encontraba justo al lado de una carretera. Vimos que por la carretera pasaba una gran columna de prisioneros alemanes. Y de pronto a uno de nosotros se le ocurrió una idea brillante: “¿y por que no interrogamos a una decena de alemanes? Charlaremos un ratillo con ellos, y así nos reiremos un poco”. Dicho – hecho. Enviamos a un técnico de mantenimiento a negociar con los soldados de la escolta. Aquellos seleccionaron a una decena de alemanes y los enviaron a nosotros.
Lo primero que vieron los alemanes eran nuestros aviones: aunque estaban cerca de la carretera, estaban bien camuflados, y distinguirlos desde allí no era fácil. Cuando los alemanes vieron a los IL-2, se quedaron parados. Tropezaron como burros y no querían moverse ni un centímetro más. No había manera de hacerles andar. Este hecho nos despertó mucha curiosidad - ¿qué les pasa a estos? Así que decidimos acercarse hacia ellos nosotros mismos. Y cuando los alemanes nos vieron, se volvieron completamente histéricos. ¡Se pusieron a gritar como locos! Gritaban muy alto. Chillaban como perros. Uno de ellos se tiró a la tierra y empezó a llorar, tapándose la cara con las manos. No entendíamos nada de lo que estaba pasando. Pero era bastante cómico: unos hombres mayores gritando como niños pequeños. Nos acercamos más. Miré a esos alemanes y vi sus caras aterrorizadas. Yo viví una vida larga y vi de todo, pero jamás recuerdo haber visto el horror tan descomunal en la cara de un hombre.
Empezamos a averiguar por que están chillando de esta forma. Nuestro Idelchik hablaba muy bien el alemán y se puso de traductor. Dijo: “los alemanes nos piden que no les fusilemos”. Nosotros: “¡pregúntale - ¿por que piensan que les vamos a fusilar!? ¡Nosotros somos pilotos y no un pelotón de fusilamiento!”. Por lo que los alemanes dijeron: “¡¡¡Pero sois los pilotos del Shturmovík!!!”. La cosa se ponía cada vez más interesante. Empezamos a interrogarles. Ahora mismo no recuerdo literalmente nuestra conversación, pero aproximadamente era así:
Resulta que los soldados alemanes siempre se preguntaban: “¿que clase de bestias rusos pilotan estos Shturmovík? ¡Nunca nos dejan en paz! ¡Andan sobre nuestras cabezas!”. A los soldados alemanes sus comisarios políticos lo explicaban de siguiente forma: “los rusos que pilotan los Shturmovík son tan crueles y tan audaces porque son condenados a muerte. No tienen nada que perder, ya que han sido condenados a pilotar los Shturmovík. Los pilotos de Shturmovík son unos canallas y una escoria tan grande que en cualquier otro ejercito normal, como el ejercito alemán, les hubieran fusilado hace tiempo, pero los bárbaros rusos les condenan a pilotar los Shturmovíks. Y los que pilotan estos aviones son unos criminales tan bestias que no les importa ni su propia vida, cuando se les presenta la oportunidad de matar a alguien. Y entre vuelos, cuando disponen de tiempo libre, para que estas canallas no se escapen y no maten a nadie mas, el mando ruso les deja fusilar a los prisioneros alemanes. Digamos, para descargar su furia y para pasar bien su tiempo libre”.
Así que estos alemanes pensaron que fueron escogidos a propósito para ser fusilados personalmente por los pilotos de Shturmovík. Cuando les preguntamos: “¿de donde habéis sacado que somos unos condenados a muerte?” – por lo que los alemanes nos contestaron: una persona normal, que valore su vida aunque sea un poco, no va a volar así como vuelan estos rusos. Atacar de esta forma tan cruel, sin piedad, desde una altitud superbaja y sin hacer caso al fuego de la artillería antiaérea solamente lo puede hacer un tipo de personas: los condenados a muerte, que ya no tienen nada que perder. Y para una persona normal tener miedo a estas bestias no es vergonzoso sino todo lo contrario – es obligatorio.
Pues esto. Aquellos alemanes nos contaron muchas cosas interesantes, y gracias a ellos me enteré que para un infante alemán no hay un avión más mortífero y más temido que un IL-2. Todos los demás aviones rusos vuelan por allí, no se sabe donde, y muy alto, ni se les ve. Pero el Shturmovík siempre esta encima de ti y te trae la muerte. Un horror indescriptible. Por esto te dije antes - de todos los aviones soviéticos el mas temido por los alemanes era el IL-2. Lo oí con mis propios oídos. No creo que aquellos alemanes nos “hacían la pelota” aquel día, se encontraban en el momento menos adecuado para esto.
P: Grigóriy Maksímovich, que opina, ¿nosotros vencimos a los alemanes “con cantidad” o “con maestría”?
R: Al principio de la guerra nosotros luchábamos “con cantidad”. No teníamos los conocimientos necesarios. Ni nuestros mandos, ni la mayoría de los pilotos tenían conocimientos requeridos. Luchábamos con valentía pero no con conocimientos. Nuestra fuerza aérea tenia una gran cantidad de pilotos mal preparados, y ellos no solamente no ayudaban a los pilotos expertos – eran una carga para ellos y les molestaban durante el combate, les ataban las manos. Intenta imponer tus reglas del juego al enemigo cuando tu cabeza esta ocupada pensando en dar protección a los novatos, y no en cómo eliminar al enemigo. Con suerte, en algunos regimientos había veteranos, pero es que había regimientos enteros que estaban formados exclusivamente por los novatos. Muchos de ellos murieron en los combates.
Por otro lado, nuestros aviones no eran aptos para aquella guerra aérea que nos habían impuesto los alemanes. Lo que nos salvó ha sido la valentía y el coraje. Moríamos, y los que sobrevivíamos en un combate, volvíamos a luchar en el siguiente. Pero en la segunda mitad de la guerra, cuando aprendimos a luchar correctamente, cuando obtuvimos experiencia en combates, cuando nos igualamos (o incluso sobrepasamos) a los alemanes en las características técnicas de nuestros aviones, cuando empezamos a preparar a nuestros pilotos como es debido – la cosa cambió, y el conocimiento salió en el primer plano. Y es cuando los alemanes quedaron en inferioridad. Nosotros por fin logramos superarles.
P: ¿Cómo incorporaban en los combates a los novatos que venían de refuerzo en su regimiento?
R: Poco a poco. Les enseñábamos. Enseñábamos de todo. Tácticas de combate, trabajar con los mapas, practicas en el campo de tiro, enseñábamos a mantener correctamente la formación en pareja. Los recién llegados de las academias eran muy apasionados. Exigían que les enviáramos al combate al día siguiente: “¿¡Por que no me envían a luchar?!”. Y yo contestaba: “Calmante. Ya tendrás tu oportunidad. No vayas, si vas allí ahora – no volverás. Mejor siéntate conmigo y trabaja con el mapa, analiza, marca los objetivos”. Pues así estábamos sentados con mi mapa de resolución de cien metros por sector: yo - marcando los objetivos - donde estaban los antiaéreos, y etc., él – mirando como lo hago. En un mapa con esta resolución se marcaba todo al mínimo detalle – donde está ubicado cada cañón, cada ametralladora. Pues el novato estaba mirando y se sorprendía: “comandante, ¿como es posible que todo lo que acaba de marcar en el mapa lo logró distinguir desde el aire?”. Y le contestaba: “si, puedes estar tranquilo. Lo veo todo”. Y el novato decía: “¡no puede ser, es imposible!”. Y le contestaba: “ya te digo yo que si”.
Cuando el novato adquiría conocimientos suficientes, lo cogíamos con nosotros para que realice su primera misión, y le asignábamos un objetivo fácil, donde había poca defensa antiaérea, y siempre con escolta de cazas. Y el grupo se formaba de siguiente manera: 3-5 pilotos con experiencia, y 1-2 novatos. Cuando yo iba de líder del grupo, cogía de punto a un novato, para poder enseñarle en un combate real, para poder controlarlo y corregir sus errores, y también para poder observarlo y valorarlo. Comprender y analizar su comportamiento, ver como dispara. La principal tarea de un novato era la de siempre: “¡no separarse de su líder!”. Y al aterrizar, siempre un análisis exhaustivo de todas sus acciones. Le preguntábamos que es lo que había visto, como valora al enemigo. Después de realizar varias misiones como esta, el novato era enviado a realizar misiones más complejas.
P: Una ultima pregunta: “¿Qué opinión tiene ahora sobre la guerra y sobre los alemanes?
R: Estoy en una edad cuando empiezas a revisar y analizar toda tu vida, para presentarte ante el Dios. Y decirle quien soy y que es lo que hecho. Es cierto que yo derramé mucha sangre, pero no me arrepiento de nada. Yo no derramaba sangre inocente, y no fusilaba a mujeres y niños. Yo luchaba honradamente y cualquiera de aquellos que yo había matado me hubiera matado a mí si tuviera esa oportunidad. Soy un soldado de la guerra del aire, y yo mataba a nuestro enemigo. A un enemigo fuerte y bien armado. ¿Que opino sobre los alemanes?
Respecto los alemanes de ahora – nada malo. No siento ninguna rabia ni odio hacia ellos. Ahora Alemania es distinta. Aunque te diré que soy yo quien tendría que ajustar cuentas con los alemanes, más que nadie en este mundo. ¿Sabes lo que hicieron los alemanes con mi familia, con mi mama, con mi hermana, cuando se enteraron que el hijo y el hermano de estas dos mujeres era un piloto de un Shturmovík? Ni te lo voy a contar, ¡no lo desearía ni al enemigo! Pero no siento odio a los alemanes. Incluso me había encontrado con Helmut Kohl, hicimos un apretón de manos. Ahora Alemania es distinta. Pero todo aquello que sufrimos yo mi generación - jamás debería ser olvidado.