23-09-2015
Oberleutnant Anton Müller
Comandante de la 4./35. Panzer-Regiment, perteneciente a la 4. Panzer-Division
Yo tenía una tripulación que funcionaba a la perfección, que se mantenía unida durante lo dulce y lo amargo, inteligentes todos como zorros.
Heine Huck, un Unteroffizier de la zona de Hamburgo, era el conductor. Nos daba lecciones drásticas de la comida del Norte de Alemania. Por ejemplo, un día nos enseñó que un trozo de pan, con un poco de margarina, junto con una pizca de mostaza y miel artificial, no sabía tan mal como parecería en un principio.
Hannes Freiwang, de Miesbach, en Bavaria Superior, era nuestro cargador. O, como él mismo se autoproclamaba, el "maestro cargador". Tan sólo trabajaba cuando era necesario, pero sus armas estaban siempre impolutas, listas para el combate. Su pasatiempo favorito era comer, y, si no teníamos nada, se lo "procuraba" el mismo. Nos podía traer el alimento más delicioso en los momentos más inesperados. Un día nos sorprendió con una vaca. Su "Schiffen" siempre marcaba un ángulo peligroso por encima de su inteligente cara.
El radiooperador, que también hacía de ametrallador, era un chaval extremadamente joven de Suabia, que respondía al nombre de Bartels. Un día, fue herido por un trozo de metralla del tamaño de una cereza en la cabeza, y lo acarreó en ella, envuelta en una venda sucia, por semanas. La herida, lógicamente, se infectó, pero dijo que permanecería con nosotros, sus camaradas, que no se iría al hospital. En medio de un ataque, se lo pudo extraer de su cráneo con sus dedos aceitosos, y me lo enseñó entre dos transmisiones, diciendo "Herr Leutnant, ¿ le gustaría ver mi metralla ?"
El 5 hombre de mi tripulación era mi artillero, el Obergefreiter Bernhard Himmelskamp. Venía de un pueblecito del sur de Sajonia, y tenía una enorme y redonda cabeza, propia de granjero, sobre la que su gorra parecía demasiado pequeña. Le encantaba discutir, cantar canciones, algunas propias de los tiempos de nuestros abuelos. Era un compañero afable, que siempre mantenía su sonrisa y su particular humor incluso en la peor situación. Cuando fallaba un tiro con el cañón principal, se enfurruñaba consigo mismo y podía no hablar con nadie durante días. Sentía que su honor de artillero había sido atacado. Pero su enfado se disipaba con un nuevo acierto.
Era un hombre curioso. Una vez, estando de patrulla, una barrera de misiles, provienientes de algun "Katyusha", comenzaron a caer a los lados de nuestro tanque. Rápidamente, salimos del tanque y nos pusimos debajo de él. Sin embargo, Himmelskamp llegó una décima de segundo más tarde, y fue alcanzado por la barrera. Cuando "los fuegos" terminaron, nos acercamos a donde él estaba, temiendo lo peor. Allí estaba, en un cráter, revolviéndose de lado a lado, agarrandose su trasero con las manos. Cuando me acerqué, me susurró suavemente "Me han dado en el culo!". No tengo ni la menor idea del tiempo que llevo aquel trozo de metralla en "la baja espalda", tan sólo sé que rechazó cualquier visita al médico. Pero, para no tener que sufrir cuando se sentaba en su estrecha silla en el tanque, justo al lado del cañón, se ponía un paño entre el asiento y él, tan cuidadosamente, que su trasero no tocaba jamás el asiento. Le repetíamos una y otra vez que debería ir a revisar su herida, pero él tan sólo reía. Así que prosiguió cazando tanques, aunque tuviese el culo "dañado".
Continuará...
*El "Cosselbär", el osito de peluche, era la particular mascota del I./35. Panzer-Regiment, el batallón de los tanquistas de esta historia.
Su mote ( "Bären Abteilung", o batallón de los osos) era representativo de esta agradable figura, que llevaban pintada en cada tanque del batallón.*
Tanquistas del I./35. Panzer-Regiment junto a su Panzer III, con el antes mencionado osito pintado en la torreta. En primer plano, una DKW NZ 350.
http://worldwartwozone.com/forums/index.php?/topic/12340-panzer-tales/