ataque de Japón a Pearl Harbor

Deleted member

23-01-2007

bien, esto es un poco complejo, porque es un rumor que me contaron sobre el bombardeo de Pearl Harbor, igual sabeis algo sobre este tema ¿es cierto de Japón tuvo un incidente en el Pacífico con Estados Unidos en el que estubieron invoolucrados tanto un submarino como un barco de guerra, y a raíz de la pérdia de Japón decidieron bombardear a la flota norteamericana?

saludos

MIGUEL WITTMAN

31-01-2007

Yo lo que tengo oído es que un submarino japonés pequeño fue hundido horas antes de que se produjese el ataque a Pearl Harbor cerca de Hawai.

Creo que  National Geographic tiene algún documental sobre el tema.

Wittmann

31-01-2007

Yo lo que tengo oído es que un submarino japonés pequeño fue hundido horas antes de que se produjese el ataque a Pearl Harbor cerca de Hawai. Creo que  National Geographic tiene algún documental sobre el tema.

El USS Ward fué el buque que hundió al submarino (encontrado hace poco) que mencionas horas antes del primer bombardeo japonés, convirtiéndose por lo tanto en el primer disparo "oficial" de la guerra.

USS Ward.

Submarino "enano" japonés.

MIGUEL WITTMAN

01-02-2007

Pues los americanos deberían haberse puesto en alerta ante la presencia del minisubmarino japonés. ¿Se pusieron? ¿Sabían que tenían que sacrificarse para entrar en guerra?

Nonsei

01-02-2007

El destructor informó de que había localizado y hundido un submarino, pero los mandos de Pearl Harbor fueron bastante incrédulos, llegaron a pensar que el destructor había atacado a un submarino propio. Pidieron más información, y no aumentaron el nivel de alerta.

Moisin-Nagant

01-02-2007

Nonsei

05-02-2008

Esta es la historia del ataque con minisubmarinos a Pearl harbor, tal como se cuenta en el libro Heroísmo en el Pacífico, de Olivert North (Moisin, perdona que no lo publique en tu tema, pero como es un relato de los hechos y no una descripción de los submarinos o sus tácticas creo que está mejor aquí):

A la vista de los resultados (del ataque a Pearl Harbor),*puede parecer que todo ocurrió exactamente según los planes de Yamamoto, pero no fue así. En Tokio, en el último minuto, el príncipe Hiroyasu Fushimi insistió en que el ataque incluyera algunas armas especiales que estaban escondidas en la muy secreta base naval de Kure. Esas armas (tan secretas que sólo un puñado de oficiales militares japoneses las conocían) eran submarinos de bolsillo. Los japoneses llevaban años trabajando en silencio en aquellos submarinos especializados. Fushimi estaba convencido de que podrían penetrar en el seguro puerto de Pearl Harbor. Quería que se incluyesen cinco en la misión, de modo que al atacar a los barcos estadounidenses que estaban en sus muelles, el servicio de submarinos formase parte de la gran victoria sobre la flota americana.

Los minúsculos submarinos, de veinticuatro metros de largo y dos de alto, eran mucho más pequeños que los submarinos convencionales. Desplazaban sólo cuarenta y seis toneladas y tenían sitio para dos tripulantes especialmente entrenados para esa misión.

Yamamoto no quería incluir al principio los submarinos, que no se habían probado, en el ataque, temiendo que le podrían costar la ventaja de la sorpresa si eran detectados antes de que su fuerza aérea estuviera sobre el objetivo. Los pequeños submarinos de Fushimi tendrían que ser trasladados a su posición horas antes del ataque, con lo que se corría el riesgo de que fueran detectados, alertando así a los militares estadounidenses de lo que se avecinaba.

Los submarinos de bolsillo, oficialmente llamados Submarinos con Fines Especiales (SPS), se empezaron a construir a finales de los años treinta y la Marina Imperial los había sometido a pruebas intensivas en la base secreta de Kure. Pero eran un arma nueva y aún no se habían utilizado. Yamamoto, que no sólo era experto en el arte de la guerra sino también prudente con respecto a la realidad política, entendió que el príncipe Fushimi tenía poderosos aliados en el entorno del emperador, así que de mala gana modificó su plan de ataque para incluir los submarinos de bolsillo.

Los submarinos de Clase I, los más grandes de Japón, podían albergar un SPS detrás de la torre de mando. Yamamoto designó al grupo como Unidad Especial de Ataque.

Los minisubmarinos, de 600 caballos de vapor, funcionaban por medio de baterías y podían hacer 23 nudos en superficie y 19 nudos sumergidos, pero sólo durante dos horas. A 2 nudos, podían funcionar durante casi diez horas sumergidos, si la tripulación de dos hombres no se quedaba antes sin aire. Debido a estas limitaciones, Yamamoto ordenó que los barcos I de la Unidad Especial de Ataque se aproximaran a unas 10 millas de Pearl Harbor a primera hora de la mañana del 7 de diciembre, rodearan la entrada y lanzaran sus submarinos de bolsillo.

Los submarinos nodriza se retirarían entonces a un punto de cita frente a Oahu y esperarían la vuelta de los SPS después del ataque. Cada SPS estaba equipado con dos torpedos Tipo 97, de 457 milímetros. No había nada «de bolsillo» en esas armas; cada una de las cuales tenía una cabeza de 350 kilos. Cuando se disparaban desde los tubos verticales que estaban en la proa de los submarinos, podían alcanzar más de 4,5 kilómetros a 80 kilómetros por hora. Los submarinos de bolsillo también llevaban cargas explosivas que podían ser detonadas por la tripulación, convirtiéndose así en bombas suicidas.

Una vez lanzados por los submarinos nodriza, cada SPS tenía que abrirse camino a través de las redes antisubmarino y entrar en el puerto para lanzar sus torpedos contra los barcos estadounidenses atracados alrededor de Ford Island.

Se escogieron y entrenaron diez hombres, dos por submarino, para las tripulaciones. Tenían que ser capaces de aguantar el confinamiento en un espacio minúsculo durante largos periodos de tiempo; soportar temperaturas extremas y resistir el aire viciado por gases de ácido sulfúrico que producían las baterías. Estos hombres no sólo no debían tener miedo a la muerte: tenían que esperarla.

A primera hora de la mañana del 7 de diciembre, mientras los seis portaaviones de Nagumo se preparaban para mandar aviones a unas 230 millas al norte de Oahu, los cinco submarinos nodriza de la Unidad Especial de Ataque llegaron a su lugar ante la bocana de Pearl Harbor. El teniente de Marina Kichiji Dewa iba a bordo del barco nodriza del SPS I-16TOU, uno de los minisubmarinos (los minisubmarinos no tenían nombre propio. Se referían a ellos por medio del barco nodriza, seguido por el sufijo TOU). Kichiji llamó por teléfono al oficial que se encontraba en el interior del SPS cuando el pequeño navío se preparaba para desconectarse de su barco nodriza, deseando ser uno de los diez valientes que iban a bordo de los submarinos de bolsillo que se dirigían a Pearl Harbor.*

*Operador de señales Kichijidewa

A bordo del submarino Chiyoda

6 de diciembre de 1941

Fuimos escogidos entre los escogidos. Éramos conscientes de la importancia

de nuestra misión, así que, a pesar del tipo de trabajo encomendado, no había

mucho que temer. Poco a poco íbamos haciendo progresos en el entrenamiento

para asaltar el puerto.

Cuando entré en el Chiyoda, me sometí a un fuerte adiestramiento y

aprendí muchas lecciones espirituales [como] «escogido entre los escogidos».

Cuando empecé a ser realmente consciente de mi estatus como miembro de

la tripulación del SPS, ya llevaba dos meses a bordo del Chiyoda. Me pareció

que estábamos trabajando en algo realmente importante.

Durante el entrenamiento, crearon lo que se llamó «asalto al puerto». La

estrategia consistía en que cuando los SPS se encontrasen con acorazados

enemigos, lo primero que tratarían de hacer sería disminuir el número de acorazados

y tropas, para reducir las unidades militares enemigas. Los SPS se

usarían para este plan de «reducción de las fuerzas enemigas».

Mientras estábamos sumergidos, nos dedicábamos a dormir. Cuando salíamos

a la superficie por la noche, hacíamos labores de mantenimiento. Nuestras principales

obligaciones consistían en cargar las baterías y la ventilación. Como llevábamos

baterías muy grandes, si dejábamos la escotilla cerrada todo el día se generaba

mucho gas. Y si el motor arranca con el gas generado puede soltar chispas

y explotar. A veces moría gente en estas explosiones, por lo que teníamos mucho

cuidado. Aparte, había que limpiar el barco. Se iba acumulando el agua sucia y

no podíamos dejarla, sobre todo en lugares como el cuarto de máquinas.

Después de haber cargado el SPS en el barco nodriza y zarpado, el capitán

anunció oficialmente que nuestro objetivo era Pearl Harbor.

Oí que los oficiales de mayor rango no darían permiso [para la misión] a

menos que hubiera garantías de que los miembros de las tripulaciones volvieran

vivos, pero no creo que el oficial al mando, el teniente coronel Masaji Yokoyama,

pensara que iba a volver vivo. Solía decir: «Hay un dicho, “Mata al

insecto pequeño para conseguir al insecto grande”».

Además, aunque el asalto y el regreso fueran un éxito, Estados Unidos nos

perseguiría y descubriría la existencia del barco nodriza; y si éramos atacados,

lo perderíamos todo. Así que, el que murieran sólo los dos tripulantes que

iban en el SPS no era lo peor. Así pensábamos nosotros. No creo que nadie

esperase volver.

Cuando se marchaban, iban vestidos con los uniformes que llevaban los

pilotos de los aviones. Llevaban sus espadas japonesas y la comida que les

preparábamos.

La noche del 6 de diciembre, yo estaba a cargo del teléfono que conectaba

el barco [nodriza] con el SPS. Estaba hablando del mantenimiento y de cosas

corrientes. En el otro extremo, el teniente coronel Masaji Yokoyama, el oficial

al mando del SPS, nos dio las gracias por haber hecho un buen trabajo. Ambos

éramos realistas. No era más que una conversación normal. No queríamos

pensar en la muerte. Sólo pensábamos en cumplir nuestro deber con dignidad.*

Nonsei

05-02-2008

*Océano Pacífico

Una milla al sur de Oahu

Domingo, 7 de diciembre de 1941

Una vez lanzados desde los submarinos nodriza, los capitanes de los minisubmarinos trataron de abrirse camino hacia el puerto para estar en su puesto junto a Ford Island cuando empezase el ataque aéreo.

Las tripulaciones de los submarinos de bolsillo podían ver las luces de Honolulu a través de sus periscopios y oír música de jazz procedente de las emisoras de radio locales; las mismas cuya señal había guiado a los submarinos nodriza al punto de partida a 10 millas de la bocana del puerto. Llegar hasta allí había sido relativamente fácil. Deslizarse a través de la red antisubmarinos para entrar en el fondeadero que estaba detrás o pasar junto a uno de los barcos estadounidenses que entraban en el puerto suponía un desafío mucho mayor.

El comandante de la Unidad Especial de Ataque de los cinco submarinos, el teniente de veintinueve años Naoji Iwasa, había sido piloto de pruebas. Había entrenado a los otros nueve hombres y había subrayado la importancia y gravedad de su tarea. No dijo exactamente que la suya era una misión suicida, pero nadie dudaba de que lo fuera. «Nadie pretende que volvamos», dijo Iwasa a sus hombres. Iwasa, capitán del submarino nodriza I-22, era también capitán del SPS I-22TOU. Era el mayor de los miembros de la tripulación, y su segundo era Naokichi Sasaki, experto espadachín kendo.

El teniente Masaji Yokoyama, capitán del SPS I-16TOU, era asistido por el contramaestre Sadamu Uyeda, un silencioso joven campesino.

El capitán Shigemi Furuno, del SPS I-22TOU había dicho a sus padres que no podía casarse porque debía estar dispuesto a morir en cualquier momento. Su segundo era el contramaestre Shigenori Yokoyama.

El alférez Akira Hiro-o, capitán del SPS I-20TOU, de veintidós años, era el más joven de los tripulantes de los submarinos de bolsillo. El contramaestre Yoshio Katayama, un joven granjero, era su segundo.

El alférez Kazuo Sakamaki era el capitán del SPS I-24TOU, y su tripulante, el oficial técnico jefe Kiyoshi Inagaki.*

Pintura japonesa en memoria de los nueve tripulantes

de los minisubmarinos muertos en el ataque a Pearl Harbor

*A las 3.42, el dragaminas Condor, de patrulla a la entrada del puerto, avistó lo que parecía ser el periscopio de un submarino que seguía al Antares cuando se dirigía lentamente hacia el puerto, esperando a que la red antisubmarinos se retirara al amanecer para poder entrar. La tripulación del Condor emitió inmediatamente un aviso por radio: AVISTADO SUBMARINO AL OESTE; VELOCIDAD CINCO NUDOS. Alertada por el Condor, la tripulación del Antares también vio al submarino y repitió el mensaje. Un avión de reconocimiento PBY que sobrevolaba el puerto y el Ward, un antiguo destructor de cuatro chimeneas tripulado por reservistas del Medio Oeste y al mando de un flamante capitán, William Outerbridge, oyeron los avisos.

A bordo del Ward, el fogonero Ken Swedberg, un joven reservista de St. Paul, Minnesota, estaba en su puesto de combate a los pocos segundos de la alerta. Al escudriñar en la oscuridad, lo primero que pensó fue que tenía que ser uno de los submarinos de Hitler.*

*Fogonero Ken Swedberg

A bordo del destructor Ward, Pearl Harbor

7 diciembre de 1941

Yo era fogonero de primera clase, lo que significaba que solía estar normalmente

en la sala de calderas. Para eso fui entrenado. Pero mi trabajo en el

«puesto de combate» estaba arriba, en cubierta, manejando un cañón antidirigibles

de la Primera Guerra Mundial diseñado para abatir globos aerostáticos.

Hacia la una de la tarde del sábado 6 de diciembre, el capitán hizo una llamada

de ejercicios al «puesto de combate» para poner a prueba a su tripulación

de reserva. Eran los primeros ejercicios, y creo que estuvo muy acertado en hacerlos,

como más tarde se demostró. Fuimos a los puestos de batalla y yo coloqué

mi cañón de 76 milímetros en la proa, justo debajo de nuestra batería principal,

el cañón número uno de 101 milímetros. Terminamos los ejercicios y el

capitán se sintió satisfecho, así que volvimos a nuestras tareas habituales.

Se colocaba una tela metálica en la entrada del puerto al anochecer y,

normalmente, no se volvía a abrir hasta el amanecer. Por la noche, patrullábamos

en zig-zag, probando nuestro sónar relativamente nuevo. A las 3.45 de

la mañana del 7 de diciembre, uno de los dragaminas, el Condor, avistó lo que

pensaban que era un periscopio. Fuimos a los «puestos de combate», corrimos

hacia el lugar y buscamos durante una hora, pero no encontramos nada.

De modo que seguimos patrullando.

Al romper el día, hacia las 6.30, cuando el puerto empezaba a despertar,

el Antares se encontraba fuera, esperando a que abrieran la tela metálica para

poder entrar en Pearl Harbor. Y tras el Antares divisamos la torrecilla de ese

submarino, sobresaliendo casi un metro del agua, con la pretensión evidente

de ir tras el barco de suministros hasta el interior del puerto. Fuimos inmediatamente

a nuestros puestos de combate, y mientras corríamos hacia ellos, un

PBY dejó caer una bomba de humo para marcarnos la posición. Mientras yo

manejaba mi cañón en la proa, pude ver que se acercaban muy deprisa.

Tuve un asiento de primera fila. Parecía que íbamos a colisionar con él, y

todo el mundo empezó a prepararse; pero en el último minuto, el capitán se

dirigió hacia el puerto. Cuando lo hizo, el estribor, o lado derecho, se alzó un

poco. Nuestros cañones navales no podían disparar hacia abajo, así que cuando

disparamos, el primer proyectil, que partió del cañón número uno, de 101

milímetros, pasó por encima de la torrecilla.

En ese momento nos encontrábamos casi paralelos al submarino, y el cañón

número tres que estaba encima del puente de mando, a estribor, apuntó

y disparó. Estábamos tan cerca que el proyectil no explotó, pero hizo un agujero

en la torrecilla. Era un agujero relativamente pequeño, pero al submarino

le entró agua y empezó a hundirse.

Pensamos que era un submarino alemán y lanzamos cuatro cargas de profundidad

a 300 metros. Con el peso añadido del agua que le había entrado,

el submarino perdió flotabilidad y cayó como una roca hacia el fondo.

Nos quedamos en los «puestos de combate» y el capitán dio la orden de

preparar los fusiles Springfield. Una hora después, más o menos, avistamos

dos aviones que se dirigían hacia nosotros desde el interior del puerto, y pudimos

ver las «albóndigas», los soles rojos, pintados en sus alas. Nuestros

nuevos cañones antiaéreos dispararon a los aviones; y eso fue lo que realmente

nos salvó, porque interrumpieron su ataque. Recibimos una ráfaga en un costado

y otra al otro. Y eso fue todo lo cerca que estuvimos de recibir impactos.

A las 8.15 vimos el humo y las explosiones en la costa. En ese momento el

capitán nos dijo que había recibido un mensaje por radio que decía «esto no

son ejercicios».*

Nonsei

05-02-2008

*A bordo del Ward

Pearl Harbor

7 de diciembre de 1941

Después de transmitir lo que había visto en el puente, Ken Swedberg se quedó en su puesto de combate. A las 6.53, el comandante Outerbridge envió un mensaje al comandante del 14.º Distrito Naval: «Hemos atacado, disparado y dejado caer cargas de profundidad sobre un submarino que se encontraba en una zona marina defensiva. Esperen posteriores mensajes».

La tripulación del Ward, aunque formada por reservistas asignados a un destructor ya viejo, estaba bien entrenada y respondió rápidamente.

Como bien dedujo Ken Swedberg, el proyectil de 101 milímetros lanzado por la torreta número tres del Ward no había recorrido la distancia suficiente como para explotar. Pero incluso así, había causado daños. Mató al capitán japonés y el submarino hizo agua. Tras hundir el submarino japonés de bolsillo, la tripulación del Ward siguió lanzando cargas de profundidad dentro del puerto, suponiendo correctamente que era probable que hubiera otros enemigos en las aguas.

El avión PBY de patrulla que Ken Swedberg había visto desde la cubierta del Ward era pilotado por el capitán Bill Tanner, un piloto de veinticuatro años de San Pedro, California. Se había graduado en la Universidad del Sur de California y se había incorporado a la Marina en 1938, se había entrenado en Pensacola, Florida, y estuvo destinado en San Diego hasta que su escuadrón se trasladó a Kaneohe Bay, en la costa noreste de Oahu a principios de aquel año. Tanner había respondido a las llamadas de radio hechas por el Antares y el Condor y estaba sobrevolando la zona en la que se había visto al submarino por última vez. En el aire gris del amanecer, el capitán Tanner pensó que había visto algo y dio una nueva vuelta de reconocimiento. Se le encogió un poco el estómago cuando divisó los submarinos (al menos dos, quizá tres, en las aguas que tenía debajo), demasiado cerca de los barcos anclados, justo al otro lado de la red antisubmarinos, dentro de Pearl Harbor. Dejó caer señales de humo en el agua, donde había avistado los submarinos de bolsillo, y luego mandó por radio un mensaje a la base aérea para informar de su descubrimiento.

Tanner hizo girar su PBY y volvió al lugar donde había dejado caer las señales de humo. Dispuso su avión para dejar caer cargas de profundidad sobre el objetivo a fin de hundir los submarinos enemigos que había descubierto en las aguas hawaianas.*

*Capitán William Tanner

Piloto de PBY

7 de diciembre de 1941

El PBY era un avión muy lento y pesado, pero tenía gran alcance. Llevaba una

tripulación de ocho personas y tenía dos motores; se utilizaba para reconocimientos

de amplio alcance en el mar. Volaba en patrullas entre 700 y 800 millas

y volvía. No era un avión de combate; sólo de reconocimiento, pero teníamos

cañones por si éramos atacados.

La mañana del 7 de diciembre nos tocaba volar; de hecho fue mi primera

patrulla como piloto jefe, pues había sido nombrado comandante de patrulla

la semana anterior. Despegué antes del amanecer con otros dos aviones, uno

pilotado por Fred Meyers y el otro por Tommy Hillis. Salimos de Kanehohe

Bay, al norte de la isla de Oahu, rodeamos Barber’s Point, giramos hacia el este

y volamos hacia el sur de Pearl Harbor, a una distancia de unas dos millas de

la isla. Luego viramos ligeramente hacia el sureste y seguimos la fila de islas

de Maui y Lanai hacia la gran isla —a unas cien millas— antes de dar la vuelta

y seguir en paralelo a unas veinte millas mar adentro. Eso era lo que se suponía

que tenía que hacer. Los otros dos aviones tenían planes de vuelo algo diferentes,

hacia el norte y el este de donde estaba yo.

Lo vi, y el copiloto también lo vio: parecía una boya en el agua, pero una

boya que se desplazaba. Nunca habíamos visto algo parecido. Sin duda era un

submarino enemigo, y parecía dirigirse directamente hacia Pearl Harbor. Mi-

ramos hacia la izquierda y vimos que el Ward avanzaba hacia el objeto. Estábamos

demasiado cerca como para tirar una bomba, así que lanzamos dos

bengalas de humo sobre el sumbarino para ayudar al Ward a localizarlo.

Viramos hacia la izquierda para dar la vuelta y ver lo que estaba pasando,

y al hacer girar el avión vi que el Ward estaba disparando al submarino. Me

pareció que el primer disparo iba demasiado alto, y creí que el segundo también,

pues lo vi hundirse en el agua detrás del submarino.

No había duda de que era un submarino enemigo, porque los nuestros no

tenían permiso para sumergirse en aquella zona, y nos habían ordenado que

atacásemos a cualquier submarino que viéramos en el área restringida. Completamos

nuestro círculo, volvimos y dejamos caer dos cargas de profundidad.

El Ward siguió atacando con cañones, dejando caer cargas de profundidad a

medida que navegaba sobre el lugar donde se encontraba el submarino.

Informamos de lo siguiente: HUNDIDO SUBMARINO ENEMIGO A UNA MILLA

AL SUR DE PEARL HARBOR. Lo enviamos codificado, no por voz, a nuestro cuartel

general. No teníamos notificación de que estuviéramos en guerra, pero lo mandamos

en código morse, como se suponía que debíamos hacer. Recibimos una

respuesta de la base que decía: VERIFIQUEN SU MENSAJE. Así lo hicimos, y nuestra

base nos dijo que permaneciéramos en la zona hasta nuevas órdenes.

Volamos en círculos durante un tiempo. Como no vimos nada más, seguimos

patrullando.*

Nonsei

05-02-2008

*A bordo del SPS I-24TOU japonés

Perímetro exterior de Pearl Harbor

7 de diciembre de 1941

El alférez de veintitrés años Kazuo Sakamaki, vestido sólo con una toalla alrededor de la cintura, estaba sentado ante el periscopio de su submarino de bolsillo. Como no tenía contacto por radio con los demás SPS, no sabía que uno de ellos había sido hundido. Hizo girar el periscopio para ver si el Antares, el barco de suministros que esperaba en el exterior del puerto, había recibido permiso para entrar en la bahía y acercarse a los muelles. Si el Antares estaba avanzando en esa dirección, eso significaría que la red submarina estaba abierta y el alférez Sakamaki podría manejar su nave, sumergida bajo el Antares, para entrar en el puerto junto con todos los barcos de la Marina estadounidense anclados alrededor de Ford Island. Sakamaki tenía órdenes de entrar en el puerto, lanzar sus dos torpedos y «hundir todos los barcos que pudiera». Según sus órdenes, los portaaviones eran la prioridad, después, los acorazados y los cruceros pesados. Si los portaaviones no estaban allí, los japoneses decidieron que su objetivo principal sería el acorazado Pensylvania, el buque insignia del almirante Husband Kimmel, comandante de la flota estadounidense del Pacífico.

Hacía más de siete horas que el submarino de bolsillo había sido lanzado del submarino nodriza, y los gases de ácido sulfúrico se acumulaban dentro del estrecho recinto.

Pero el alférez Sakamaki tenía problemas mayores dentro de su minúsculo submarino que la acumulación de los gases tóxicos. Desde que se habían separado del I-24, la brújula giroscópica del minisubmarino —su principal medio de navegación— funcionaba mal. Él y su compañero, el contramaestre Kiyoshi Inagaki, llevaban horas trabajando para reparar la brújula, pero no lo habían logrado. Deseosos de participar en el ataque, ambos estaban cada vez más nerviosos pues pensaban que no iban a poder entrar en el puerto antes de que empezara el ataque aéreo, al cabo de poco más de una hora.

La misión de Sakamaki consistía en dirigir el minisubmarino y la de Inagaki manejar el lastre y las válvulas de equilibrado. Juntos trataron de navegar hacia la bocana del fondeadero, recordando los detallados mapas de Pearl Harbor que habían aprendido de memoria cuando estaban en ruta a través del Pacífico procedentes de Japón. Ellos, junto a los tripulantes de los demás submarinos de bolsillo, tuvieron que estudiar todos los detalles y características pertinentes, no sólo de Pearl Harbor sino de otros cuatro puertos: Singapur, Hong Kong, Sydney y, quizá lo más terrible para los estadounidenses si lo hubieran sabido, San Francisco.*

*Destructor Monaghan, DD-354

Pearl Harbor

7 de diciembre de 1941

Poco más de una hora después de que el Ward hundiera un submarino fuera del fondeadero, el Curtiss, un buque de aprovisionamiento de aeroplanos, y un barco de refuerzo, el Medusa, también avistaron a uno de los submarinos de bolsillo, esta vez dentro de Pearl Harbor. Inmediatamente mandaron mensajes al Monaghan, un destructor que acababa de ponerse en camino. Pero mientras el Monaghan calentaba motores, el cielo se llenó de aviones y aquello fue la debacle.

Mientras los aviones japoneses dejaban caer bombas y torpedos, castigando los aeródromos, los barracones y la flota de los americanos, sólo uno de los SPS penetró en el puerto. Lanzó un torpedo contra el Curtiss, que en ese momento ya estaba seriamente dañado después de que un avión japonés se estrellara contra él. A pesar del fuego cruzado, y teniendo, además, que defenderse de otros aviones, la tripulación del buque de aprovisionamiento contestó al ataque de torpedos con una salva de cañonazos que alcanzaron de lleno a la torrecilla del submarino.

El misil submarino* (?) *dirigido al buque de aprovisionamiento falló y alcanzó el muelle de Pearl City. Pero la trayectoria del torpedo alertó a los vigías del Monaghan. Con cañones antiaéreos atacando a los numerosos Zeros, el destructor, soltando humo negro para ocultarse del ataque aéreo, cargó contra el minisubmarino, que disparó entonces su segundo torpedo a la proa del barco estadounidense que se aproximaba. El tiro erró y, segundos más tarde, el Monaghan chocó con fuerza contra el submarino a gran velocidad, doblando la popa como si fuera un cigarrillo. Por si acaso, antes de despejar el puerto en llamas, el Monaghan dejó caer cargas de profundidad sobre el submarino alcanzado, que se hundió rápidamente en el cieno del fondo.

Cuando la segunda oleada de aviones del comandante Fuchida llegó a Pearl Harbor, el Monaghan se había unido al Ward y a otros barcos estadounidenses (entre ellos los cruceros Phoenix, St. Louis y Detroit, y los destructores Tucker, Bagley, Dale, Henley y Phelps) que estaban en el exterior del fondeadero. Allí se unieron al ataque otros dos sumergibles de bolsillo SPS, uno de los cuales fue detectado y supuestamente hundido por cargas de profundidad después de haber lanzado sus torpedos contra el St. Louis. Aunque nunca se confirmó, parece que un cuarto submarino de bolsillo se hundió como a una milla hacia el exterior del puerto durante uno de los ataques de cargas de profundidad de los destructores americanos, que siguieron la tarde del 7 de diciembre y la mañana del día siguiente.

Los recelos de Yamamoto con respecto al ataque de los SPS resultaron estar bien fundados. Pero para uno de los capitanes de los submarinos, el alférez Kazuo Sakamaki, el ataque resultaría ser el hecho más ignominioso de su vida.*

*Alférez Kazuo Sakamaki

A bordo del SPS I-24TOU

Oahu, Hawai

8 de diciembre de 1941

Teníamos órdenes estrictas de mantener en secreto nuestra misión, de manera

que no podíamos subir a la superficie ni hacer ruido alguno. Dos destructores

estaban en la zona, patrullando. Cuando me acerqué, dejaron caer varias cargas

de profundidad. De nuevo traté de sobrepasar la patrulla y entrar en el

puerto. Nos habían ordenado atravesar la red antisubmarinos, incluso cortarla

si era necesario para entrar en el puerto.

Fuimos hacia la red y cortamos la tela metálica para entrar, pero nos resultó

imposible llegar al punto de encuentro porque mi brújula giroscópica no

funcionaba. Luego nos quedamos atrapados en el arrecife. Intentamos avanzar

durante cuatro horas, pero no pudimos.

Al día siguiente, el 8 de diciembre, justo antes del amanecer, vaciamos los

tanques de lastre. Ordené a mi tripulante que abandonara el barco. En ese

momento, ambos estábamos medio mareados porque el aire estaba muy viciado

en el interior del submarino.

Antes de darme cuenta estaba flotando en el mar, herido. No estoy seguro,

pero quizá cuando saltamos al agua, nos herimos con los corales. No lo sé. Las

olas —muy grandes— me llevaron hasta la isla, delante del aeródromo estadounidense.

Estaba inconsciente... y no recuerdo nada. Fui capturado.*

El alférez Sakamaki

Nonsei

05-02-2008

*La noche del 7 de diciembre, el único submarino de bolsillo superviviente, pilotado por el alférez Sakamaki, tenía graves problemas. Su brújula giroscópica no funcionaba y las baterías estaban casi agotadas. Fue a la deriva hacia el este hasta que embarrancó en un arrecife de coral frente a Bellows Field a última hora de la noche. Sakamaki y su segundo, Inagaki, se vieron obligados a abandonar el barco. Antes de hacerlo, pusieron en marcha un detonador en un explosivo para evitar que el submarino cayera en manos estadounidenses. Luego nadaron hasta la orilla, a menos de 90 metros de donde el submarino se encontraba encallado. Para desgracia del desafortunado Sakamaki, la carga explosiva no funcionó como se deseaba y el submarino no se destruyó, ni se hundió. Peor aún, Inagaki se ahogó, o bien se suicidó, y el exhausto Sakamaki, herido por el coral y enfermo tras inhalar a los gases venenosos que llenaban el submarino, llegó a duras penas a la orilla, donde se desmayó.

Lo primero que vio fue un Colt 45 automático apuntando contra su cabeza, sostenido por un soldado estadounidense que le gritaba en inglés que se pusiera de pie. El soldado que sujetaba la pistola era el cabo Auki, de la Guardia Nacional Hawaiana. Acababa de convertir al alférez Kazuo Sakamaki, de la Marina Imperial, en el primer prisionero de guerra japonés.*

*Teniente Steve Weiner

Centro de Comunicaciones de Bellows Field

Pearl Harbor

7-8 de diciembre de 1941

A primera hora de la mañana del domingo, cuando empezó el ataque, un

avión cuatrimotor sobrevolaba nuestro campo. Bellow Field no es más que

una corta franja de tierra, usada para prácticas de tiro de los cazas P-40.

Cuando ese avión nos sobrevoló, pensamos que era de la Marina, pero ellos

no tenían cuatrimotores. Momentos más tarde, hubo una explosión. Un B-17

que trataba de aterrizar en nuestro terreno había sobrepasado la pista y se había

estrellado con la zanja del extremo. Los que estábamos en los BOQ (Pabellón

de Oficiales Solteros) nos vestimos rápidamente, corrimos hasta el aparato y

descubrimos que la tripulación estaba muy nerviosa. Les habían disparado.

Les preguntamos: «¿Qué queréis decir, cómo que os han atacado? ¿Quién

os ha atacado?».

Y mientras tratábamos de entender la situación, llegó una escuadrilla de

aviones japoneses y empezó a bombardearnos. Todos corrimos a ponernos a

cubierto. Yo corrí al centro de operaciones y me quedé allí hasta que los atacantes

se fueron.

Después del ataque, se abrió la armería. Ninguno de nosotros había llevado

antes un arma, pero entonces pudimos coger la que quisiéramos. Cogimos

fusiles de calibre 45 y M1, pero no había munición. Lo único que había eran

bandoleras para las ametralladoras de calibre 30, pero las vainas cabían en los

fusiles, así que nos colocamos las bandoleras.

Nos dijeron que nos emparejáramos, que caváramos trincheras y que nos preparásemos

para el combate cuerpo a cuerpo. A última hora de la tarde, me emparejé

con un joven piloto de Texas. Él era más inexperto que yo, y ninguno de los

dos había disparado nunca un arma. Empezó a llover, hacía muy mal tiempo, y

nos sentamos compadeciéndonos mutuamente, pensando que podría ser nuestro

último día en la tierra. Él estaba sentado a mi derecha; como estaba lloviendo, sacó

el pañuelo para secar el fusil y se le disparó sobre mi regazo. ¡Casi me convierto

en un Corazón Púrpura de Pearl Harbor el primer día de la guerra!

Más tarde, después de que oscureciera, estábamos sentados en la trinchera y

vimos dos figuras caminando hacia nosotros desde el mar, a unos 90 metros de

donde nos encontrábamos. Cuando se acercaron lo suficiente, vi al cabo Auki,

miembro de la Guardia Nacional Hawaiana, que llevaba delante a un prisionero

desnudo, con excepción de un taparrabos. El cabo nos lo entregó a nosotros.

Yo pregunté: «¿Dónde lo ha encontrado?».

El cabo Auki dijo: «Ha salido del agua».

Pensé que se alegraba de entregárnoslo. Nosotros teníamos que llevarlo ante

una autoridad superior, así que nos dirigmos al centro de operaciones. Le hicimos

sentarse y nos dimos cuenta de que había estado muchas horas en el agua.

Tenía la piel arrugada y parecía agotado, así que le pusimos una manta sobre los

hombros y le dimos agua y galletas saladas. Tratamos de hablar con él, pero estaba

desafiante. Nos miraba alternativamente a uno y a otro, y nos dimos cuenta

de que no llegaríamos a ninguna parte con él. Decidimos que dos jóvenes tenientes

sin experiencia en interrogatorios no iban a hacer hablar a aquel tipo.

Una hora después, seguíamos como al principio. No sabíamos quién era

ni de dónde venía; sólo deseábamos que apareciese un oficial de rango superior

y nos lo quitara de encima.

Pasó otra hora. Y entonces, de pronto, el prisionero habló. En un inglés

rudimentario, pidió un papel y un lápiz. Escribió: «Soy oficial de Marina japonesa.

Mi barco encalló en coral. Salté al agua. No hablo de barcos. Me matan

de manera honorable». Y firmó con su nombre, Kazuo Sakamaki.

El lunes por la mañana, vimos una torre de mando de submarino que surgía,

a 100 o 150 metros de la costa. No sé quién lo ordenó, pero alguien de la

base nadó hasta el submarino con un remolque, y tiramos de él con un jeep.

También encontramos el cuerpo de un marinero japonés sin graduación. Llegó

a la costa aquella mañana, un poco más tarde. Ni en sueños hubiéramos

pensado que íbamos a ser atacados por submarinos de bolsillo.*

Nonsei

05-02-2008

*Irónicamente, estos hechos históricos poco conocidos son a menudo ocultados por los demás acontecimientos que se desarrollaron en los cielos sobre Pearl Harbor. Este pequeño suceso al pie de aquel «día de la infamia» lo han sacado a la luz un puñado de guerreros e historiadores de ambos bandos.

Durante más de sesenta años, miembros de la tripulación del destructor Ward, del Monaghan y otros han sostenido que habían hundido tres submarinos japoneses de bolsillo poco después y durante el desgraciado ataque aéreo. Pero, excepto el submarino capturado del alférez Sakamaki (que puede verse en el Museo Nacional de la Guerra del Pacífico en Fredericksburg, Texas), nunca se pudieron encontrar pruebas de que se hubieran hundido otros tres submarinos. Fotografías tomadas durante el ataque aéreo demuestran la presencia de un submarino en el puerto, pero no se pudo acreditar que se hubiera hundido ninguno más.

En 1960, frente a Keehi Lagoon, buceadores de la Marina encontraron un submarino de bolsillo durante unos ejercicios prácticos. El 28 de agosto de 2002, cerca de la bocana de Pearl Harbor, se descubrió otro. Un submarino del Laboratorio de Investigaciones Submarinas de Hawai hizo un descubrimiento que confirma que el Ward efectuó el primer disparo y se apuntó la primera victoria sobre los atacantes japoneses.

John Wiltshire, director del Laboratorio de Investigaciones Submarinas de Hawai, me contó que el Ward hundió realmente el submarino de bolsillo. Me enseñó un agujero de diez centímetros en el lado de estribor de la torre de mando, un disparo que hasta a John Wayne le hubiera resultado difícil. Wiltshire dijo: «Éste es el submarino de bolsillo hundido por el Ward la mañana del 7 de diciembre de 1941. Se encontró a 365 metros de profundidad en el fondo del océano, a poca distancia de Pearl Harbor. Reivindica a la tripulación del Ward. Demuestra que, en efecto, llevó a cabo ese dramático primer ataque con un disparo increíble de un viejo cañón de borda».

Durante esa primera batalla de la Segunda Guerra Mundial, los defensores estadounidenses neutralizaron a cuatro de los cinco submarinos, tras hundir a tres y capturar al cuarto, el del alférez Sakamaki, después de que embarrancara en la costa. Se cree que el quinto submarino se hundió fuera del puerto el 7 o el 8 de diciembre, o bien escapó. Doce horas después del ataque a Pearl Harbor, los descifradores americanos interceptaron un mensaje japonés que se supone que tuvo origen en el quinto minisubmarino: ATAQUE SORPRESA CONSEGUIDO.

Pero después de la guerra se llegó a la conclusión de que el quinto submarino se había perdido tratando de reunirse con el submarino nodriza, y aún debe estar en aguas hawaianas. Los cinco buques nodriza esperaron durante dos días la vuelta de los submarinos de bolsillo. Ninguno regresó.*

Kazuo Sakamaki en el museo texano donde se exhibe el SPS I-24TOU

MInisubmarino rescatado por la marina estadounidense en Keehi Lagoon en 1960

Otro localizado en Pearl Harbor en 2002

El texto, como indiqué al principio, es del libro Heroísmo en el Pacífico, de Olivert North.

tecumseh

26-02-2008

mapa que muestra el estado de la base antes del ataque japones, con todos y cada un de los navios (incluso una draga)

tecumseh

27-02-2008

efectos de una bomba en el West Virginia

primer impacto en Battleship Row, concretamnete en el West Virginia

tecumseh

27-02-2008

el Tenneesse

fotografia que muestra el estado de Battleship Row tras el ataque: el Oklahoma volcado, el Virginia apunto de volcar y el Arizona hundido

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