Para los interesados en esta batalla les dejo algo que es... bueno, veanlo por ustedes mismos y vean la fuente tambien <<18
*Después de mi primer ataque en la retaguardia enemiga el comandante del batallón me envió repetidas veces a ese tipo de misiones. Descubrir casas y probar sus defensas.
El 27 de septiembre me llamó el comandante de la compañía.
-Camarada Pavlov, hay un asunto…
-Lo escucho, camarada teniente de la guardia
-¿Conoce la casa de 4 pisos que da a la plaza 9 de Enero?
-La conozco, Camarada teniente de la guardia
-Esta casa es una posición muy ventajosa, necesitamos saber cuantos alemanes la defienden. Usted hará eso esta noche. ¿Cuántos hombres necesita?
-Tres serán suficientes
-Escójalos usted mismo…
Seleccione a uno de los artilleros de mi sección, Chernogolov y a dos bravos soldado: Glushchenko y Alekandrov
Alekandrov Y Glushchenko
Observamos la casa y nos dimos cuenta de que nadie hacía fuego desde ella, pero la zona era magnifica para la maniobra de los tanques enemigos.
Teníamos que arrastrarnos unos 150-200 metros, pero que metros! Los Alemanes abrían fuego a cada sombra o cada sonido.
Forzándonos lo más que podíamos contra la tierra comenzamos el lento avance. No teníamos demasiado tiempo porque pronto saldría la luna. Aleksandrov al frente, yo detrás y Glushchenko al final. Chernogolov quedó en donde habíamos estado observando la casa con ordenes de que si llegábamos sin problemas se uniera a nosotros, pero si por el contrario no conseguíamos nuestro objetivo lanzaría las necesarias señales para pedir refuerzos.
Metro tras metro avanzamos hacia la casa, ni por un minuto dejaron de sonar las ametralladoras enemigas. A veces teníamos que quedarnos quietos, pegados a la tierra y las balas nos pasaban cantando como abejorros por sobre la cabeza.
Al instante en que se callaban volvíamos a avanzar. Mas tarde pude observar espantado dos agujeros de bala recientes en mi abrigo.
En nuestra observación habíamos concluido que la casa tenia 4 entradas. Nosotros íbamos hacia la primera de ellas. Nos agolpamos contra la fría pared de la casa y esperamos a Chernogolov. Siguiendo nuestras huellas pudo arrastrarse con más confianza y demoro muy poco en unirse a nosotros.
Era tiempo de actuar. Intentamos escuchar… todo estaba tranquilo dentro de la caza. Siguiendo mis órdenes Aleksandrov queda afuera cuidando la entrada y Glushchenko entra y se dirige a las escaleras que llevan al primer piso. Chernogolov y yo nos dirigimos al sótano. Apreté mi oreja contra la puerta. Pude escuchar el sonido de voces hablando en ruso. “Quizás los habitantes de los pisos superiores” pensé. Abrimos la puerta y nos cubrimos por las dudas. Apunte la linterna hacia adentro y el rayo de luz reveló un grupo de mujeres y ancianos, les dije:
-Buenas noches.
Todos quedaron asombrados y en silencio, después de unos segundos una mujer dijo:
-¿es cierto que están aquí? Esta casa está en manos fascistas!
-Lo sabemos, por eso vinimos – Respondí - Por cierto ¿Dónde están los fascistas?
-En la segunda entrada del primer piso.
-¿Y aquí no?
-Aquí no…
Sin embargo, por precaución necesitábamos verificar. Glushchenko entró al sótano para revisar a aquellas personas mientras que Chernogolov y yo revisábamos las habitaciones vacías. Luego de encontrar solo viento en las habitaciones nos convencimos de que en realidad no había alemanes en la primera entrada.
Nos movimos hacia el patio. La luna estaba por salir, debíamos actuar rápido. Nos movimos pegados a la pared hacia la segunda entrada. Aleksandrov quedó afuera de guardia. Glushchenko se dirigió al sótano y Chernogolov se dirigió con migo al primer piso… Teníamos dos puertas adelante que llevaban a los apartamentos. Me apoyé en una de las puertas a escuchar, y lo que pude escuchar fueron voces hablando en alemán. Chernogolov hizo lo mismo en la segunda puerta también aquí se escuchaban frases en alemán.
Nuestro armamento consistía en armas automáticas, grandas y cuchillos.
Susurrando le informe a Chernogolov del plan de acción: Cada uno patearía una puerta, lanzaríamos tres grandas y luego entraríamos a las habitaciones.
La explosión de nuestras granadas perturbó la tranquilidad de la casa, luego nos metimos a las habitaciones rociándolo todo con ráfagas de las automáticas.
Por una de las ventanas de la habitación pude distinguir toda el área iluminada por la luz de la luna. Tres soldados corrían heridos por nosotros. Otros tres estaban muertos junto a la ventana.
Rápidamente revisamos los pisos superiores. No había nadie así que nos dirigimos al sótano. Encontré una puerta, y con la automática preparada entré en el sótano, encontramos a más gente. Nuevamente exclamaciones de victoria y agradecimiento de parte de la gente asustada por las explosiones. Las preguntas comenzaron:
-¿Cómo llegaron aquí? Arriba están los fascistas.
-Estaban si… pero ahora estamos nosotros, soldados soviéticos.
Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz reconocí a una cara familiar entre los civiles.
-Instructor medico Kalinin ¿Qué hace usted aquí?
-Estaba atendiendo a los heridos y quedé atrapado – Contestó Kalinin.
Lo que me interesaba era saber si había algunos otros fascistas en la casa. Pude averiguar que su grupo estaba solo en la segunda entrada y desde ahí hacían fuego y que en el sótano de la tercera entrada también había civiles. Sin embargo decidí seguir con el reconocimiento. Inspeccionamos todos los apartamentos y habitaciones de la tercer y cuarta entradas. Entonces me convencí de que la caza estaba en nuestras manos. Entonces recordé que el comandante de la compañía nos había ordenado hacer reconocimiento de la casa y que la toma de la misma no estaba incluida en las órdenes.
Nosotros… ellos podríamos decir, excedieron las órdenes, no solo hicieron reconocimiento si no que tomaron la casa.
Sin embargo ¿Cuál era el curso a tomar? Abandonarla sin soldados era abrir la posibilidad a que los enemigos la recuperaran. Tomé la decisión de quedarme a defender la casa. Nosotros cuatro nos quedaríamos. Comencé a repartir órdenes: Chernogolov tomaría la posición en la ventana donde los fascistas estaban antes y controlaría el área. Glushenko vigilaría las puertas. Aleksandrov vigilaría la retaguardia. Sin embargo teníamos un problema: Poca munición! Casi nada! Escribiría un reporte al cuartel general y ellos enviaran la munición, los civiles nos ayudarían. ¿Pero quien enviaría el papel? Quedarnos tres era demasiado arriesgado. Después de pensarlo decidí enviar a Kalinin. Escribí en el reporte que a consecuencia de la exploración había sido posible tomar la casa, pero teníamos poca munición y suministros, esperaba órdenes.
-Esto es para el comandante del batallón, en sus manos! Y date prisa!
Kalinin pudo abandonar la casa poco tiempo antes de que los fascistas comenzaran a abrir fuego sobre nosotros. “Ya han informado a las autoridades” – pensé en aquellos fascistas que se nos escaparon. Temporalmente tuvimos que refugiarnos en el sótano, pero cuando cesó el fuego retomamos nuestras posiciones.
De repente escuche la voz de Chernogolov:
-Camarada Sargento, venga un momento!
Cuando llegue hasta donde estaba me señalo tres sombras que vagaban por la zona y me preguntó:
-Los elimino?
-Si
La ráfaga elimino a los tres fascistas, sin embargo alertó a todo su destacamento. Había muchas tentaciones de utilizar balas y granadas, sin embargo no podíamos malgastar la munición por temor a un contra ataque enemigo.
Los civiles del sótano de la segunda entrada nos hicieron algo de sopa y charlaron con nosotros. Luego nuevamente comenzaron los tiros. La artillería y los morteros atacaban la casa cada media hora. Era imposible que supieran que solo éramos cuatro defendiendo la casa. Parece que el enemigo había decidido desgastarnos durante la noche para dirigir un contra ataque en la mañana. El comandante de batallón seguía silencioso, como dice el dicho: O responden o no están agradecidos.
Los fascistas habían hecho tal descarga que parecía que la casa saltaba de sus cimientos, el techo se había derrumbado en varios puntos. Pero el edificio era fuerte y resistió.
La artillería se calló y Chernogolov me gritó:
-Ahí vienen!
Corrí hacia donde estaba el y vi a una cadena de fascistas arrastrándose hacia nosotros.
Permitimos que se acercaran al máximo y los eliminamos con las automáticas. Eliminamos a algunos y otros retrocedieron. Miré hacia donde se encontraba nuestro cuartel general pero no había ni rastro de ayuda, estaba muy desconcertado.
No podía ser que el comandante de batallón no contestara a mi reporte! ¿Habría muerto Kalinin antes de entregar el reporte?
Como después me entere ocurrió lo siguiente:
Al cuartel general había llegado el comandante del regimiento, el Coronel de la guardia Yelin.
El comandante del batallón le reportó que había enviado a un grupo de hombres a inspeccionar la casa en la plaza 9 de Enero.
-¿A cuantos hombres ha enviado? – preguntó Yelin
-Cuatro
-¿Solo cuatro? ¿Qué ha hecho? Probablemente murieron inmediatamente.
El comandante de batallón no supo que contestar, ya habían pasado 24 horas y no había rastros de nosotros.
Repentinamente Kalinin entró súbitamente al cuartel general casi sin poder respirar. Al ver al Coronel preguntó:
-Camarada coronel de la guardia, ¿puedo hablar?
-Lo escucho
-Vengo de parte del sargento de la guardia Pavlov
-¿De Pavlov?
-Si desde la casa donde Pavlov ha tomado la defensa…
El comandante del Batallón tomo el reporte y lo leyó, luego se dirigió felizmente al comandante del Regimiento.
-Camarada Coronel de la Guardia! Permítame informarle que el Sargento de la Guardia Pavlov ha tomado la casa sin sufrir bajas y solicita munición…
El Coronel estaba encantado.
-Muy bien! Bien hecho, que glorioso! Inmediatamente envíele refuerzos, munición, comida, todo lo que necesite.*
Capitulo dos “La caza en la plaza 9 de enero” del libro “En Stalingrado” de Yakov Pavlov
Los apellidos pueden estar mal o variar por problemas de la traducción.
Luego el capitulo 3 "El bastión impregnable"