Batallas desesperadas

gaffer

26-08-2015

Como siempre en tu línea. Un aporte muy bien relatado y de tamaño justo para poder reflejar tamaña gesta.

Merecen estar alli...Cordiales saludos.

Heinz von Westernhagen

11-09-2015

Buen relato, Ignaz!!

Ignaz Woll

14-09-2015

Gracias, Heinz, gaffer, Mister Xixon, Topp, Peiper y josmar  !

A ver si os gusta esta otra...

A finales de enero de 1895, una fuerza del Ejército Portugués, destinada en el todavía rebelde Mozambique septentrional, comandada por el Mayor José Ribeiro, avanza hacia el interior de la salvaje África. Sin embargo, no pasa mucho tiempo hasta que, a causa de la hostilidad de los nativos (que ya los han emboscado infructuosamente en varias ocasiones) y la dificultad del terreno, Ribeiro decide establecer campamento en la orilla oriental del Río Incomati. Ribeiro, debilitado a causa de una enfermedad tropical, decide legar el mando de unidad, compuesta por 37 oficiales y 800 soldados, a su segundo, Alfredo Augusto Caldas Xavier.

El Imperio de Gaza, que luchaba con Portugal por el control de Mozambique, decide asestar un duro golpe a los aterrados portugueses. El Emperador Zixaxa agrupa a 4000 hombres en las selvas alrededor del campamento, sin que los íberos se inmuten. En la madrugada del dos de febrero, Zixaxa ordena que sus soldados ataquen a los colonizadores.

Los exploradores de Zixaxa ya le habían dado parte de la presencia de algunas piezas metálicas extrañas, pero que él desdeñó el consejo de abandonar el ataque, juzgando que el gran número de sus tropas contribuiría a hechar de una vez por todas a los colonizadores. Pues bien, aquellas piezas metálicas eran unas Ametralladoras Nordentfeld, y además de un par de esas, los portugueses contaban con un cañón. Sin embargo, los hombres que las servían eran, en su mayoría, reclutas venídos de la metrópoli hace poco más de un mes, y Caldas Xavier conocía ese hecho. El veterano oficial, de 42 años, llevaba desde los 25 en África, y conocía la naturaleza de los agresivos nativos. Así pues, fortificó, sin armar mucho alboroto, el campamento, y mando a sus hombres formar un cuadro sobre el que defenderse.

Cuando los indígenas se abalanzaron sobre los portugueses, las ametralladoras y el fuego de fusilería se cebaron con ellos. Con una enorme bravura, los portugueses defendieron el perímetro, mientras las lanzas y flechas de los africanos hacían mella en sus líneas. Las ametralladoras y el cañón, sin embargo, otorgaron esa ventaja, que resultó decisiva, para los hombres de Caldas Xavier. Los portugueses, con sus fusiles de cerrojo, demostraron que las brechas en las líneas propias no eran cosa que temer, que el río, la selva y los indígenas no los habían amedrentado, y que estaban dispuestos a defender aquel campamento con todos sus medios.

Tras varias horas de combate, los indígenas de Zixaxa se retiraron organizadamente. Los infantes portugueses, en un principio desconfiados, esperaron cierto tiempo hasta que decidieron salir de sus posiciones, y ir observar el campo de batalla. En la tierra húmeda  a las orillas del río, a pocos metros de donde la selva se alzaba, yacían nada menos que 66 indígenas. Sin embargo, los regueros de sangre y las armas abandonadas indicaban que las pérdidas eran mucho más altas en el bando enemigo. Cuando esos mismos infantes volvieron a sus líneas, observaron que el preciso lanzamientos de lanzas y el disparo de las mortíferas flechas también había hecho estragos en sus propias líneas: nada menos que 24 muertos y 28 heridos, que eran atendidos por el estresado cirujano.

Poco más tarde, el Imperio de Gaza era eliminado, y el sur de Mozambique era unido al resto de la colonia tropical portuguesa, hasta que conseguiría su independencia en 1975.

Y con esto, 400 mensajes... ¡ que rápido se me han pasado !, pues nada, a por 400 más...

josmar

14-09-2015

Y con esto, 400 mensajes... ¡ que rápido se me han pasado !, pues nada, a por 400 más...

....Si, de acuerdo.....pero ...¡¡¡  Que sean como estos....!!!     

Heinz von Westernhagen

15-09-2015

Ameno relato sobre los integrantes de unas Fuerzas Armadas vecinas, casi desconocidos por estos lares 

Saludos!!

peiper

15-09-2015

Buen relato Inagz, si es que pasa muy rápido todo.

Saludos

mister xixon

15-09-2015

Un buen aporte Ignaz

saludos

Lenz Guderian

16-09-2015

Y con esto, 400 mensajes... ¡ que rápido se me han pasado !, pues nada, a por 400 más...

No pues es que estos mensajes... cada uno "pesa" como cincuenta  El trabajo que haces con el hilo de la división Wiking es de reconocerse aún más.  De tanto leerlo me resulta ansiolítico.

gaffer

04-10-2015

No pues es que estos mensajes... cada uno "pesa" como cincuenta  El trabajo que haces con el hilo de la división Wiking es de reconocerse aún más. De tanto leerlo me resulta ansiolítico.

A mi me ocurre igual  .

Un saludo.

Ignaz Woll

11-10-2015

Espero que este sea de vuestro agrado, entonces... 

En junio de 1854, los franceses establecieron un pequeño fuerte en Tuyên Quang, junto al río Lô, en en norte de Vietnam. Sería la posición francesa más al oeste de Tonkin, y estaba separada por 80 kilómetros de espesa selva del puesto más cercano. La guarnición le fue encomendada a parte 1. Batallón del Primer Regimiento de la Legión Extranjera, formada con dos compañías (capitanes Chmitelin y Broussier), y estaba al mando del chef de bataillon Frauger. Los bravos legionarios de Frauger resistieron varios asaltos de gran magnitud por parte de los chinos, deseosos de retomar el control de Tonkin, pero los rechazaron todos. En noviembre, se decidió que serían relevados, pues los franceses habían visto reducida su guarnición en casi un cuarto a causa de la malaria.

A pesar de sufrir una sangrienta emboscada (que narraré más tarde), los franceses pudieron alcanzar el puesto de Tuyên Quang y relevar a los exhaustos legionarios. La nueva guarnición, compuesta por las otras dos compañías del 1. Batallón del Primer Regimiento de la Legión Extranjera, además de 160 tiradores nativos, alcanzaba los 630 hombres, y estaba al mando del chef de bataillon Marc-Edmond Dominé. Los chinos, que habían perseguido a los relevadores, dejaron, sin embargo, escapar a los relevados. Sin embargo, acamparon el pequeño puesto, y Dominé tuvo que aceptar que estaban siendo sitiados.

Un puñado de semanas transcurrieron en relativa tranquilidad, pero, el 31 de diciembre, los chinos atacaron con todas sus fuerzas por vez primera. Los legionarios tan sólo pudieron rechazarlos gracias al sacrificio de varios hombres, pero ningún asiático pudo penetrar el puesto. El 10 y el 26 de enero, volvieron a intentarlo, con resultados similares.

Los chinos, convencidos de que los asaltos frontales no les traerían la victoria, comenzaron a reclutar campesinos de los alrededores y les obligaron a construir unos túneles. Dominé, sin embargo, emplazó a los mejores tiradores en las posiciones más elevadas, y desde allí, los hábiles franceses cazaron a capataces y obreros, cada uno 9 o 10 cada día. Para el final del asedio, habrían matado a cerca de 700 enemigos, ellos solos.Los chinos respondieron con ferocidad a la afrenta de los legionarios. Debido a que el puesto podía ser batido con facilidad por todas las montañas colindantes, los defensores sufrirían a partir de ese momento un constante fuego de mortero, cañón y rifle desde todos los lados. Además, prosiguieron, a pesar de sufrir bajas enormes, con el proyecto del túnel. El sargento Jules Bobillot, experto en ingeniería, frustró, con particular inteligencia y picaresca, cada intento de túnel por parte de los asiáticos, que cada vez se acercaban más a las empalizadas.

Bobillot, sin embargo, no podía destruir todas las galerías, y el 11 de febrero, de súbito, un infante francés se dio de bruces con un chino, que acababa de salir de un hoyo, dentro del fuerte. Una sangrienta lucha de bayonetas y revólveres se sucedió por el resto del día, y los defensores lograron cegar el túnel. El día siguiente, una mina hizo explosión justo debajo del perímetro, pero los legionarios pudieron defender el fuerte ante la potente carga asiática que les vino encima inmediatamente. El cuerpo de un legionario fue a acabar en las líneas chinas, por lo que 3 hombres se ofrecieron voluntarios, esa misma noche, para recogerlo. Lo trajeron de vuelta.

El 22 de febrero, otra mina de grandes dimensiones volvió a explotar en los subterráneos del pequeño puesto en Tuyên Quang, matando a 12 legionarios e  hiriendo a otros 20. El capitán Moulinay, comandante de una compañía de la legión, y el alférez Vincent fallecieron en el acto. Los chinos, como era de esperar, cargaron a continuación, haciéndose valer de la brecha. Un contraataque, liderado por el

chef de bataillon Dominé en persona, terminó por rechazarlos. Una tercera mina hizo explosión minutos después, derruyendo más de 50 metros de empalizada. Los enfurecidos chinos cargaron con todas sus fuerzas, pero los avezados infantes "gabachos" los rechazaron, a pesar de su enorme número, con facilidad.

El comandante chino se retiró junto a su ejército, todavía maravillado por la increíble resistencia de aquellos barbudos europeos, y el 3 de marzo, una columna de socorro alcanzó el semidestruído fuerte. El general al mando de aquella partida, de apellido Brière de l'Isle, reconoció a un antiguo conocido, el Capitán de Borelli, entre los supervivientes. Con cierta sorna, le dijó:

-Capitán, ¿se encuentra bien? ¡Estoy encantado de verle!

A lo que el Capitaine le respondió:

-¡De maravilla! ¡De hecho, especialmente, después de haber burlado a la muerte por enésima vez esta mañana!

Soldados franceses en Tonkin, alrededores de 1890

josmar

11-10-2015

Un buen relato, con su pizca de humor "gabacho".....  

mister xixon

11-10-2015

Estos barbudos Gabachos....

Buen relato Ignaz 

saludos

peiper

18-10-2015

Muy buen relato Ignaz, es curioso como los gabachos siempre a tenido una predilección especial por Vietnam.

Saludos

Heinz von Westernhagen

20-10-2015

Ciudad costera de Kolberg, Pomerania, 6 de Marzo de 1945. Las comunicaciones por tierra están cortadas y el Coronel Fullriede, al mando, sólo cuenta con 4.000 soldados pertenecientes a unidades dispersas, seis tanques averiados y una batería del 8,8 para resistir el embate de tres divisiones soviéticas y varias unidades de tanques, apoyadas por la artillería y la aviación.

En Kolberg hay 80.000 civiles, ancianos, mujeres y niños. Durante 11 días, los destructores alemanes Z-34 y Z-43 baten con su certero fuego de apoyo a las tropas enemigas. Cada vez que, alternativamente, salen del puerto para repostar municiones, llevan consigo a todos los refugiados que pueden embarcar. El 15 de marzo, 70.000 personas han sido evacuadas y puestos a salvo por los dos destructores y varias embarcaciones menores. En la ciudad en llamas, sólo quedan los defensores supervivientes y los civiles que no han podido escapar. Los rusos penetran en Kolberg y el bombardeo a los puntos de embarque arrecia.

Destructor Z-34

El Z-34 dispara sus cañones contra las baterías enemigas, silenciándolas. Lleno de refugiados, su Capitán no quiere zarpar, ya que le queda todavía mucha munición y quiere dar una oportunidad a los que se han quedado para defender el embarque civil. Llaman al Z-43 y al T-33 para completar la evacuación. Los buques disparan contra los tanques enemigos. El perímetro defensivo queda reducido a una franja de 1.500 x 500 metros. Por fin, el día 17, las lanchas alemanas embarcan a los últimos defensores y civiles, incluyendo al Coronel Fullriede.

josmar

20-10-2015

  Un vibrante relato....

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