En mayo de 1879, el Emir afgano Yaqub Khan firma un tratado (Tratado de Gandamak), que garantiza la evacuación de la mayoría de las tropas británicas en Afganistán, perdiendo, a cambio, todo control de las relaciones exteriores. Los pasos de Khyber y Michni, fueron, además, entregados al ejército de Su Graciosa Majestad. Sin embargo, entre las pocas tropas que quedaron en Afganistán, se encontraba la guarnición de la British Residency en Kabul, formada por Sir Louis Cavagnari, un noble mitad italiano mitad anglo-irlandés (y nacido en Francia), que era odiado por la población civil, por ser, precisamente, el representante británico en el vergonzoso tratado, su asistente, un cirujano, y un contingente de 75 soldados indios, del Queen's Own Corps of Guides, guiados por el Lieutenant irlandés Walter Hamilton.
A principios de septiembre, un enorme contingente de tropas afganas (cerca de 6 regimientos) acamparon en los alrededores de la Residency, exigiendo varios meses de salario no pagados. Los británicos, que no contaban con mucho dinero en sus arcas, sólo pudieron pagar un mes a unos pocos soldados. Los infantes "herati", se aproximaron, enfadados, hacia Cavagnari, que les respondió, con la característica flema británica y una pizca de picardía itálica, que sus sueldos no eran asunto del Imperio Británico, así que fueran a "hablar con su Emir". Los soldados indios, para prevenir las más que posibles hostilidades, dispararon un par de disparos al aire, para espantar a los "herati". Estos, al contrario, no se amedrentaron, sino que fueron en busca de sus fusiles, y, en menos de una hora, 2.000 infantes afganos se abalanzaban sobre el edificio bajo control británico. Rodeada por tres flancos por edificios más altos, los defensores parecían condenados a morir.
Las diversas sangrientas cargas de los afganos no provocaron la caída de la Residency, sino que, en diversas ocasiones, los atacantes, ya en el interior del paupérrimo fuerte, fueron rechazados por fuertes contraataques de los anglo-indios. Estos contraataques provocaron que, junto con más tropas, los "herati" trajeran dos cañones, y los emplazaron a unos escasos metros del edificio. Antes de que pudieran hacer fuego, los valerosos defensores (o lo que quedaba de ellos) volvieron a salir de sus posiciones, para combatir al enemigo en sus propios cañones. Con Cavagnari, su asistente y el cirujano muertos, Hamilton y los 20 indios supervivientes volvieron a retroceder al edificio en un orden propio de un desfile. Mientras la Residency se derrumbaba en un temible incendio, los supervivientes se atrincheraron en los baños. Poco más tarde, en un súbito contraatque y continuando la valentía mostrada durante toda la tarde, los defensores volvieron a cargar hacia los cañones, que estaban siendo recargados. Mientras unos frenaban la acometida enemiga, 3 indios tiraron de un cañón hasta emplazarlo lejos de los afganos, ya en manos británicas, y se prestaron a disparar a los dueños de la pieza.
Minutos después, Hamilton y la mayoría de los indios serían masacrados con la siguiente carga masiva, no antes de haber vaciado su revólver o fusil. 5 afortunados indios se retirarían al interior del edificio, donde los afganos les ofrecirían su rendición honorable. Los indios se negaron, y, en ese mismo instante, volvieron a cargar, muriendo todos después de segar al enemigo. Tras 8 horas de combate, los "herabti" habían sufrido cerca de 800 bajas, pero todos los defensores de la British Residency habían caído.
El Lieutenant Walter Hamilton, no sabía, en el momento de su muerte, que la Reina Victoria le había concedido la Victoria Cross por sus acciones en Futtehabad, hacia 3 meses atrás. Su condecoración estaba ya firmada, pero no fue sino hasta el 7 de octubre cuando fue anunciada oficialmente.
El gobierno indio condecoró con la Orden India al Mérito (la más alta condecoración militar) a todos los defensores de aquel arenoso edificio en Kabul, y una nueva fase en la Segunda Guerra Afgana no hacía sino comenzar, pues los británicos tenían ahora en sus mentes la muerte de sus compañeros, que lucharon por extraordinariamente por un pedazo de tierra, que no mostraba más que la sólida victoria de la diplomacia del Reino Unido sobre el Emir de Afganistán.
PD: Y sí, me he vuelto a pasar...
No le acabo de coger la medida a las 20 líneas...