02-04-2008
Los Paracaidistas Franceses en la RC 4. El infierno (parte 06) :
El asunto de la RC 4 no terminará sin ofrecerle, en holocausto, un segundo batallón de paracaidistas. Como si hiciese falta el sacrificio de un puñado de guerreros para redimir la cobardía de la mayor parte.
El 3° BCCP está a punto de dar fin a su estancia en Asia. Al comienzo de la operación de “estrechamiento del dispositivo” (como dice Carpentier grandilocuentemente), se encontraba en alguna parte en dirección a Nasan, a ciento cincuenta kilómetros de Hanoi, en pleno corazón del país thaï.
En cuanto las cosas han empezado a ir mal dadas, Carpentier ha hecho volver a este batallón extenuado a Hanoi, a marchas forzadas, para lanzarlos en paracaídas sobre That Khé.
Le da la misión al capitán Cazeaux, el jefe del cuerpo :
Hay que tender una mano a la columna Charton-Lepage.
De hecho, el 3 de octubre Cazeaux y sus hombres se encuentran relativamente cerca de Coc Xa y podría haber acudido en ayuda de las tropas que van camino a la perdición. Pero Carpentier ha ordenado :
¡Sean prudentes!
Ya sabía que no existía esperanza alguna para ayudar a Lepage, ni a Charton, y no tenía ganas de ofrecer a los viets un batallón suplementario. Por esta razón, el 7 decide que el 3° BCCP, se dirija a That Khé. Misión : esperar a los supervivientes.
Por estar al final de estancia, el batallón no tiene más que dos compañías completas. Se le agregó la compañía de marcha del teniente Loth, formada por un refuerzo de legionarios inicialmente previsto para el 1° BEP.
Ultima foto tomada del capitán Cazeaux en Bach Mai, antes de su último salto. Morirá en cautividad en respuesta a una tentativa de fuga.
En resumen 398 hombres serán largados, 268 del 3° BCCP y 130 la compañía de marcha del BEP, recién lleganda de Argelia, en 3 oleadas. El 8 de octubre a 14:20 los primeros Dakota y el Junker 52 despegan del aeródromo de Bach Mai. Entre 16:00 y 16:30 los primeros elementos saltan cerca del puente Bascou a 7 km. en el norte de That Khé, llegados al suelo toman el camino a las colinas cercanas y descubren de inmediato allí a elementos de la Brigada 308 de los viets, que tiene tomada las partes altas.
Los supervivientes de la columna Charton-Lepage, van llegando de a poco. Cien, doscientos quizá. Los primeros en llegar son los solados marroquíes.
Llegan allí llenos de pánico, locos de miedo, como una horda acorralada. Les siguen algunos legionarios de Charton, en número inferior. También algunos paracaidistas.
Y nadie más. Como si la jungla se hubiese cerrado sobre sí misma, como si ya nadie pudiese salir de allí. Menos los viets.
Los viets están por todas partes,
“Son los más fuertes, sálvese quien pueda“.
Esta frase repetida por los marroquíes desencadena el pánico. Pronto, a la guarnición de That Khé ya no le quedan ánimos para afrontar a esta “marea roja” que los supervivientes describen con palabras de horror.
Carpentier, en Hanoi, se inquieta. Adelanta la retirada en cuarenta y ocho horas y recomienda al coronel Simon :
Sobre todo no destruyan nada, que los viets no adviertan que se marchan, pues en caso contrario prepararían emboscadas.
Una sección de morteros del 3° BCCP (Batallón Colonial de Comandos Paracaidistas), en operaciones en That Khé, en la RC 4, en octubre de 1950.
El puesto de That Khé levanta el campo de noche, con la habitual corte de civiles.
En la cola, para contener un eventual flujo de viets, los paracaidistas.
Cazeaux se pone en marcha de madrugada. A lo lejos, hacia el río Song Ky Kong, se distingue un hormiguero humano que se desliza lentamente por un puente de barco.
La vanguardia enemiga empieza ya a tantear el terreno. Cazeaux contesta, contiene su ímpetu. Detiene al enemigo y a las tres de la mañana llega al río. Pero constata que los barcos que debían permitirles franquearlo han sido abandonados por los fugitivos, en la orilla contraria.
Los viets ganan terreno. ¿Van a acorralar al BCCP en la orilla del Song Ky Kong?
No. Tres paracaidistas se lanzan al agua y a nado llegan hasta los barcos que acercan a la orilla. El batallón pasa por los pelos.
Frente a ellos, al fondo de un estrecho valle donde serpentea la RC 4 que conduce a Lang Song, la salvación, hay un estrechamiento que constituye la última dificultad.
Graciani, un joven teniente, un corso bullicioso que desde la víspera tiene un ojo reventado a causa de un estallido, dice :
Esperemos que los viets no estén en el paso.
Añade Planet :
Si están, estamos perdidos.
Están.
Apenas la columna evacuada de That Khé se introduce en el desfiladero, es recibida por las ametralladoras. Un muro de hierro y de fuego.
Ocurre entonces una cosa increíble, inaudita. Son los civiles, rebaño harapiento y famélico muerto de miedo, los que fuerzan el paso. Se lanzan hacia delante como animales acosados. Muchos son alcanzados por las balas, pero detrás de ellos, marroquíes, partisanos y soldados regulares pueden pasar al otro lado, hacia la seguridad.
Unicamente algunos elementos de tabors son cortados de la columna. Ellos y, naturalmente, el 3° BCCP.
El desfiladero de Deo Cat entre That Khé y Dong Dang, que vive gran parte de la destrucción del 3° BCCP y de la compañía del teniente Loth, el 11 y 12 de octubre de 1950.
Dice Cazeaux :
Hay que pasar.
Y contestan los comandantes de compañía :
¡Allá vamos!
A las nueve, cuando el sol empieza a calentar, se lanzan a descubierto hacia el flanco de las rocas donde están instalados los viets. Esperaban contar con el apoyo de dos pequeños puestos establecidos sobre los viets, a uno y otro lado de la carretera. Y su maniobra, montada en función de este apoyo, desemboca en la catástrofe.
Sin orden para ello, los puestos franceses han levantado campo al amanecer. Sin tampoco avisar. Lo que es fatal para los paracaidistas. Al cabo de dos horas de vanas tentativas, es evidente que no van a poder pasar.
Entonces, bajan de nuevo al valle.
Los oficiales discuten alrededor de Cazeaux.
Algunos opinan :
Sólo queda una solución, dejar a los heridos y huir a través de la vegetación, hay senderos y podríamos despistar a los viets.
Pero Cazeaux mueve la cabeza :
Acuérdense, señores, del asunto de Pho Lu...
El caso de Pho Lu es el drama secreto del 3° BCCP. Ello tuvo lugar hace un año. Acorralado en condiciones similares a las de hoy por alrededor de mil viets, el 3° BCCP consiguió salir contraatacando. En el lugar sólo dejaron a los muertos. ¡Sólo a los muertos!
Cuando el 3° BCCP regresó a Hanoi con los heridos, el coronel Carpentier, con un gesto despreciativo, les lanzó a la cara : “¡Son ustedes unos cobardes!”.
Actualmente, sigue siendo el que manda en Indochina. El 3° BCCP no puede ni pensar en abandonar a sus muertos, y menos aún a sus heridos.
Graciani sentencia :
En ese caso, estamos perdidos. Para eso es mejor reventar limpiamente.
Se pone a la cabeza de un destacamento y parte hacia el Norte a través de los matorrales. Al cabo de tres horas está de regreso y anuncia :
Hay un paso posible por la cima.
Cazeaux da la orden de ocuparse de los heridos y los muertos de forma que puedan ser transportados. A las cinco todo está a punto. El batallón se pone en movimiento. Durante todo el día y toda la noche van penetrando en la jungla.
El tiempo es malísimo. Sin guía, sin punto de referencia, sin mapa, sin nada, la columna se pierde en la selva de bambúes. Por la mañana las radios captan un mensaje dirigido al puesto de Lungai, muy cerca :
Esperen a los paracaidistas hasta las ocho. Si a esa hora no han aparecido repliéguense.
Instintivamente, Cazeaux mira el reloj : son las ocho menos cuarto. Queda una esperanza : el puesto de Na Cham. Hay que seguir, y andar. ¡Andar más y más!
Por la noche gracias a una escampada, pasa un avión, repara en el batallón y le envía un mensaje con lastre : “Estén en Na Cham a las tres de la madrugada. Les indico el camino correcto. ¡Animo!”
Renacen de nuevo las esperanzas para el batallón. Y, de pronto, al final del sendero, un río con un puente. Todos piensan lo mismo : “Si los viets nos esperan, es ahí donde sucumbiremos”.
Y efectivamente, les esperan. En gran número además, seis mil : dos divisiones.
El 14 de octubre marca la destrucción casi íntegra del batallón, aparte de algunos paracaidistas perdidos en la selva que todavía se batieron durante dos días intentando reunirse con las líneas amigas, un puñado lo logrará, los otros serán muertos o prisioneros.
De los 268 paracaidistas del 3° BCCP empleados en la RC 4, 14 se reunirán con las líneas francesas, 15 llegarán a evadirse de los campos de prisioneros viets, 91 sobrevivirán a la cautividad, pero 38 serán muertos en los combates, 94 murieron en cautividad y 16 serán ejecutados por tentativas de fuga, como el capitán Cazeaux.
De la compañía de marcha BEP, únicamente cinco hombres llegan a Lang Son.
Las acciones en la RC 4 le dieron a los franceses 4.800 muertos o desaparecidos y 2.000 heridos, sin contar un importante material : 13 cañones, 450 vehículos, 120 morteros, 940 ametralladoras, 1.200 fusiles ametralladores y 8.500 fusiles.
El desastre de la RC 4 fue como una epidemia. Nadie lo creía, pero todos, o casi, murieron allí. Y el sacrificio de los paracaidistas, y también de otros, no sirvió para nada. Debían proteger la retirada y salvar Lang Song, la que fue vergonzosamente evacuada algunos días más tarde, sin destruir nada. Fueron los paracaidistas de Gilles, el general tuerto, quienes tres años más tarde hicieron por fin saltar los depósitos dejados intactos por Constans “El Magnífico”, el coronel a cargo de la guarnición.
Pero los paracaidistas no sienten rencor. Escondieron cuidadosamente su duelo y, si lloraron, lo hicieron sin testigos : no hay que dar un espectáculo a “los otros”.
Su única venganza fue un “al estilo de...” que se burlaba con humor y algo de amargura de esos “otros” que los enviaban a la muerte.
“Los que...”
Los que voluntariamente
Los que de oficio
Los que hacen campaña a los TOE en espera de que pase
Los que acorralan
Los que estorban
Los que medio estorban
Los que escalan
Los que construyen con hormigón
Los que destruyen
Los que abren el camino y que sólo tienen derecho a cerrarlo
Los que la tinta en la gorra
Los que la tinta en la pluma
Los que dan órdenes
Los que las transmiten y las mejoran
Los que se preguntan cómo ejecutarlas
Los que dicen estamos mandados por una pandilla de cerdos, sin dar cuenta de que podrían formar parte del Alto Mando
Los de corbata verde
Los de corbata negra
Los que les gustaría mucho tener una del color de sus albornoces
Los que no necesitan color para llevar corbata
Los que toman las armas al enemigo
Los que más bien hacen tomas de armas entre amigos
Los que en el Regimiento
Los que en la Brigada
Los que en la División
Los que en Cuerpo de Ejercito
Los que en el Ejercito
Los que “al asalto” y que no tienen nada porque se encuentran completamente solos
Los que mueren como héroes modestos
Los que no son ni héroes, ni modestos, pero que no mueren
Los que se esconden
Los que “hacia delante, vosotros”
Los que disparan sobre todo lo que ven
Los que disparan sobre todo antes de ver
Los que comprenden y se acuestan viendo llegar a la Marina
Los que se esconden incluso allí donde no llega la Marina
Los que china
Los que vietnamita
Los que camboyana
Los que laosiana
Los que venérea
Los que doblan los paracaídas para tener el “sueldo del Aire”
Los que se contentan con amores masculinos domésticos
Todos éstos y muchos otros que no se atrevían como antes a gritar “Muerte a los cerdos” por miedo a encontrarse todos en los diques de la Vida Eterna, acabaron sin embargo por ponerse de acuerdo y por encontrar una sonrisa indulgente al contemplar a unos enormes diablos negros con unos dientes muy blancos, encuadrados como capitanes barrigudos doblemente provistos de anzuelos, y la divisa de todos ante este espectáculo reconfortante a partir de entonces : “En el asfalto, los más cerdos.”
Lo que a pesar de todo es falso, pues no había asfalto lo bastante importante para necesitar la presencia y justificar el sueldo de ciertos oficiales superiores.
Hasta aquí dejo las palabras de ese ex-para Erwan Bergot, que deja claro cual es el espíritu Para del Paracaidista Francés, y de lo valedera que es su máxima : “ El Para no para, Sigue”.
Fuente :
Les Paras (Erwan Berghot).
La Legión (Georges Blond).
La Légion Étrangère sur la RC 4. Indochine, 1950 (Jean Philippe Liardet).
Hasta acá este capítulo de los Paracaidistas Franceses en Indochina. Saludos.