26-07-2010
Hay diferencias importantes entre los países imperiales del pasado y presente, y sus diferentes diásporas. En el pasado, los centros imperiales, en general, dictaban la política a sus dependencias de ultramar, de las que reclutaban mercenarios, soldados y voluntarios para sus guerras imperiales y obtenían altos rendimientos para sus inversiones y unas relaciones comerciales favorables.
En algunos casos, los asentamientos de colonos, a través de sus representantes en los parlamentos, influían en la política imperial, llegando a conseguir algún tipo de descentralización del poder. Además, en algunos casos los colonos repatriados recibieron el apoyo político del centro imperial y compensaciones financieras por las propiedades expropiadas. Sin embargo, el centro imperial siempre hizo caso omiso de la resistencia de sus colonos en el extranjero a la hora de configurar un pacto con las ex colonias que preservase los grandes intereses económicos y políticos del centro.
En cambio, el estado imperial de EE.UU. paga un tributo de miles de millones de dólares y se somete a las políticas de guerra dictadas por Israel –un país que aparenta ser su «dependencia»– como resultado de la penetración de la configuración del poder sionista en la formulación de políticas estratégicas.Se tiene la extraordinaria circunstancia de que la «diáspora» de un Estado extranjero (Israel) prevalece sobre los intereses económicos estratégicos (industria petrolera), y sobre los altos mandos militares y las agencias de inteligencia del centro imperial en el establecimiento de las políticas en Oriente Próximo.
A diferencia de cualquier potencia anterior, en EE.UU. todo el aparato de propaganda de los medios, la mayoría de los centros académicos, la mayoría de los think tanks, ricamente subvencionados, producen cada año miles de programas, publicaciones y documentos de política que reflejan una visión israelí-sionista de Oriente Próximo, y que censuran, elaboran listas negras y purgan a cualquier disidente, o lo obligan a retractarse sumisamente.
Las potencias imperiales emergentes, como China, no tienen este tipo de dependencia «hegemónica».
En contraste con el desleal papel de la configuración de poder sionista, que sirve como un instrumento político-militar de Israel, la diáspora china es un aliado económico del Estado chino. Los chinos de ultramar proporcionan oportunidades de mercado a los grupos empresariales del continente y participan en empresas mixtas dentro y fuera de China, pero no definen la política exterior del Estado en que residen.
La diáspora china no actúa como una quinta columna en contra de los intereses nacionales de sus países de residencia, a diferencia de los sionistas estadounidenses, cuyas organizaciones de masas colaboran con toda su fuerza en el único objetivo de subordinar la política de EE.UU. para maximizar las políticas coloniales de Israel.
Las diferencias en las relaciones entre los centros imperiales pasados y presentes y sus diásporas externas e internas tienen enormes y diversas consecuencias en el contexto competitivo del poder global. Vamos a enumerarlos someramente:
1.-Las potencias europeas sacrificaron las exigencias de sus diásporas coloniales de continuar con la forma racial-colonial del imperialismo, en favor de una transición negociada a la independencia, y del mantenimiento y ampliación de sus lucrativas inversiones a largo plazo, de sus vínculos comerciales y financieros y, en algunos casos, incluso de sus bases militares. Los colonos fueron sacrificados para promover un nuevo tipo de imperialismo.
2.-En estos momentos China no está constreñida por unos colonos racistas, por lo que puede promover sus intereses económicos en cualquier parte del mundo, particularmente en las regiones y países y entre los pueblos amenazados por la quinta columna sionista “incrustada” en su potencia rival, EE.UU .
3.-China tiene colocados en Irán más de 24.000 millones de dólares en inversiones lucrativas, y es su principal comprador de petróleo; EE.UU. tiene cero inversiones y cero comercio. China ha desplazado a EE.UU. como principal importador de petróleo saudí y es el principal socio comercial de Siria, Sudán y otros países musulmanes donde las políticas sionistas de sanciones han minimizado o eliminado la actividad económica estadounidense.Tiene Bonos del tesoro Gringo por mas de 894 mil millones de $.
Mientras las políticas chinas, movidas por sus intereses mercantiles nacionales, han sido la fuerza motriz para mejorar su situación económica en el mundo, EE.UU., trabado por las necesidades propias de una potencia colonial tributaria, es un claro perdedor económico. Igualmente significativo, mientras que la diáspora china está estrictamente interesada en ampliar los vínculos económicos, la diáspora israelí –la configuración de poder sionista– está rigurosamente conectada con la militarización de la política de EE.UU., participando en guerras prolongadas extraordinariamente costosas, y enemistándose con casi todos los principales países de población islámica con su retórica escandalosamente islamofóbica.