24-03-2016
Forward the 42nd!, de Robert Gibb.
Tras ver a los rusos retirarse tras la aniquilación de la Guards Brigade (narrada con el anterior cuadro), los británicos decidieron retirarse ellos también y prepararse para una segunda carga. Los franceses cargaron, mientras que los supervivientes de la División Ligera cargaban, por segunda vez aquella jornada, en dirección del Gran Reducto, que estaba siendo defendido por un paupérrima mezcla de supervivientes, heridos y demás abandonados en el campo de batalla, que habían decidido retomar la importante posición antes de que los rusos volviesen a tomar posesión de ella, abandonada por los infantes que habían perdido a tantos camaradas en su toma.
Los franceses, junto a lo que quedaba de la Guards Brigade, estaban cargando hacia el Gran Reducto, que pudieron mantener, pero a su alrededor los rusos habían destrozado una vez más las líneas de los atacantes galos y britones.
Lord Raglan, comandante de las tropas de su Graciosa Majestad en Crimea, decidió acometer una última y poderosa carga, que decidiría el final, el bando victorioso de aquella batalla. Y decidió sacar de la retaguardia a la Highland Brigade, 3 regimientos escoceses al completo, con sus kilts y demás iconografía.
Al mando de su comandante, el también escocés sir Colin Campbell (¡faltaría más!), el 93rd (Highland) Regiment, el 79th (Cameron Highlanders) Regimenty 42nd (Royal Highland) Regiment se extendieron, formando una línea que corría a lo largo de 2 kilómetros. Sin cobertura de la artillería, ya sin municiones, los escoceses, con el único sonido de las gaitas y los no tan agradables gritos de sus sargentos, avanzaron hacia los rusos. Cruzando el Río Alma, avanzando por el flanco ruso, disparando mientras avanzaban, con la ayuda de una nostálgica niebla, los escoceses cargaron hacia sus trincheras, sembrando el pánico.
Los rusos huyeron, abandonando material y equipamiento allí mismo. La Brigada Ligera, al mando de Lord Cardigan, fue enviada a destruir los restos del ejército derrotado. La primera batalla en Crimea, la primera victoria para los hijos de Gran Bretaña. A cambio de perder poco más de 100 hombres, la Brigada Escocesa había salvado la situación.