04-03-2006
A medida que la guerra avanza, los acontecimientos desvelan los errores cometidos en su preparación, un error de cálculo, un momento de vanidad ilimitada, una advertencia o simplemente un disparate que no fue detectado en un principio, pero que luego resulta tan evidente que parece obvio desde el principio. Cuando Hitler desveló su recien creada Luftwaffe en 1935, el mundo se quedó impresionado, aunque no podía ver, como tampoco Hitler, los errores cometidos en el camino por intentar establecer una fuerza aérea de nivel mundial. De hecho, la Luftwaffe se parecía bastante a las fuerzas aéreas inglesas y francesas. Y al iniciarse la guerra en 1939, dio la sensación de parecer mucho más poderosa. Su actuación durante la campaña de Polonia, confirmó estas opiniones.
Sin embargo, a pesar de las apariencias, la fuerza aérea alemana cometía fallos garrafales. La Luftwaffe no consiguió establecer las prioridades correctas para los nuevos tipos de aparatos y careció cada vez más de los recursos para producir cantidades suficientes de aviones. El Alto Mando padecía diferencias internas y una gran desorganización. Y Göring, el comandante de la Luftwaffe, implicado en complejas relaciones con su Führer, cometió desaciertos cruciales y dio garantías falsas. Estos y otros graves errores llevaron a la destrucción total de Alemania y la Luftwaffe (unidos a otros).
Durante el Tratado de Versalles, se le prohibiría a Alemania que tuviera fuerzas aereas. Sin embargo, Alemania sentó las bases de la Luftwaffe mucho antes de la llegada al poder en 1933 de Hitler.
En contraste, para 1935 las fuerzas aéreas de los aliados habían estado operando con restricciones presupuestarias y tenían pocos aparatos modernos. A la Luftwaffe, que partía de una situación de borrón y cuenta nueva, se le asignaron en secreto grandes sumas de dinero. EN consecuencia, desde el principio sus aparatos eran modernos, lo que la hacía ser formidable.
La Luftwaffe tuvo una ventaja adicional cuando estalló la Guerra Civil española en julio de 1936. Allí fue donde la Luftwaffe afiló sus colmillos. De inmediato, Hitler mandó sus Junkers 52 para trasladar al Ejército africano de los nacionales. Luego creó la Legión Condor, con la que las tripulaciones ganaron la experiencia en el combate moderno, en particular frente a los rusos, que daban apoyo al gobierno republicano. Al inicio de la II Guerra Mundial, la Luftwaffe era una fuerza de combate probada. Sin embargo, siguió estando plagada de problemas organizativos.
Como ministro del Aire, Göring era entrometido, indolente... De hecho estaba considerado como el principal adulador de Hitler, lleno de alabanzas excesivas para el Führer y opuesto a darle malas noticias. Y la lealtad, a menudo ciega, entre ambos hombres era mutua. A Göring le costaba dar a Hitler una apreciación táctica que éste no quisiera oír, y Hitler se mostraba incapaz de dudar de Göring. Después de todo era un heroe de la Gran Guerra y había sido herido durante el Putsch de la Cervecería al lado de Hitler.
En el orden jerárquico, después de Göring venía Erhard Milch, el secretario de Estado para el Aire. Aunque era un organizador hábil, años antes creador de la Lufthansa, era ambicioso, lo que podía resultar fatal en la jerarquía nazi.
Jeschonnek, el jefe del Estado Mayor de la Luftwaffe, era el siguiente. A pesar de su brillante capacidad táctica, por desgracia para él, era un individualista, un rasgo que en el nacionalsocialismo se consideraba sospechoso. Era el responsable de operaciones, información, logística, entrenamiento y dirección, pero sólo tenía acceso directo a Göring en cuestiones operacionales. No disponía de control directo sobre su personal, que era manejado por el Reichsmarshall, que hizo de la asignación del personal una cuestión política.
El suministro y mantenimiento de los aparatos también estaba fuera del control de Jeschonneck, lo que tenía que paralizar a cualquiera que estuviese a cargo de las operaciones. Tampoco ayudaba mucho el hecho de que Milch y Jeschonnek no congeniaran.
El as de la PGM, Ernst Udet, era el responsable del suministro de aviones y respondía directamente ante Milch. Aunque tenía una personalidad atractiva, Udet era inadecuado para el cargo por su temperamento. Como en tantos otros casos del sistema nacionalsocialista, reinaba el divide y vencerás, una receta estupenda para el fracaso.
Al principio, cuando Hitler creó la Luftwaffe, la consideró un medio para amenazar a sus vecinos y obligarlos a ceder a sus demandas. Desfiles aéreos masivos durante los mítines anuales de Nuremberg aseguraban que el mensaje llegaba a su destino. En cierta forma, se podía reprochar a Hitler que, por una vez, pensará a pequeña escala. Por ser un país virtualmente sin acceso al mar obsesionado en expandir sus fronteras hacia el este y el oeste, la idea sobre la guerra que tenía Alemania era la amenaza a los vecinos con la intención de ganar algún terreno para la patria. Si tenía que haber una guerra, Hitler la veía como una marcha de la tropa hacia algún lugar, Polonia, Checoslovaquia, Francia, Noruega. La función primaria de la Luftwaffe sería, por tanto, el apoyo a las operaciones terrestres; aunque el Ejército y la Fuerza Aérea destinaron mucho tiempo a perfeccionar en las técnicas de cooperación aire – tierra, la Blitzkrieg, con este fin, esta política hizo que la Luftwaffe se concentrará principalmente en el bombardeo en picado a costa del desarrollo de bombarderos pesados de gran alcance. Esto demostraría ser un grave error cuando se amplío la geografía del conflicto.
Por ejemplo, los ingenieros aeronáuticos alemanes desarrollaron el Junkers 87, el temido Stuka, un bombardero que se mostró muy efectivo en las primeras campañas de la Blitzkrieg, pero su escasa velocidad en vuelo horizontal (en especial al salir de un picado) lo hacía vulnerable tanto al fuego antiaéreo como a la persecución de los cazas enemigos, y fue retirado del servicio en otoño de 1943. Göring y los altos mandos de la Luftwaffe exigieron que otros bombarderos pudieran practicar el bombardeo en picado. Entre estos era muy notable el prometedor Junkers 88. Pero cuando se hubo llevado a cabo todas las modificaciones necesarias, el peso del aparato se había doblado, reduciendo significativamente sus prestaciones.
Nada de eso fue importante durante las primeras campañas de la Blitzkrieg, en que la Luftwaffe tuvo una actuación impresionante en los ataques contra blancos terrestres y en la destrucción de aparatos hostiles. Pero cuando Hitler se volvió contra Gran Bretaña y atacó a través del Canal de La Mancha, las deficiencias de la Luftwaffe se hicieron evidentes. No sólo el bombardeo en picado era improductivo sino que la Luftwaffe cometió su primer disparate más evidente al subestimar a su oponente.
A finales de mayo de 1940, durante la invasión del oeste por Alemania, Göring declaró que su fuerza aérea destruiría a la RAF y al BEF en Dunkerque. Los cazas británicos y la Royal Navy impedieron que esto sucediera; los esfuerzos de la Luftwaffe fracasaron, y casi 400.000 soldados aliados evitaron ser capturados y consiguieron cruzar el canal de La Mancha. Esto impidió que los alemanes obtuvieran una victoria decisiva.
Cuando Göring mandó a la Luftwaffe para abrir el camino a la invasión alemana de Gran Bretaña a finales del verano de 1940 se equivocó en el cálculo del potencial de combate que le quedaba a la RAF. El 1 de agosto dijo a sus generales: “El Führer me ha ordenado aplastar Gran Bretaña con mi Luftwaffe”. Era la Operación León Marino. No se necesitó mucho tiempo para que Göring y sus generales, y también Hitler, se dieran cuenta de que iban a necesitar algo más que la Luftwaffe para conseguir doblegar a Gran Bretaña, o al menos para llevarla a la mesa de negociaciones.
Eran varias las razones de la ventaja británica. Con la guerra en los cielos británicos, la RAF ahorraba mucho combustible, los aparatos alemanes tenían que volar de 80 a 160 kilómetros antes de entrar en combate, mientras que los aviones británicos podían hacerlo en cuanto alcanzaban la altura operacional. Y la diferencia entre lanzarse en paracaídas sobre suelo amigo o hacerlo sobre el canal de La Mancha no pasaba inadvertida para nadie.
La RAF disponía de sistemas avanzados de vigilancia y radar, mucho más fiables que los alemanes, y el funcionamiento pleno de la aviación y la munición británicas significaba que los británicos podían superar la producción alemana. En el crucial verano de 1940, las fabricas Vickers y Hawker de Gran Bretaña producían 500 aparatos al mes, ¡los alemanes sólo 140!.
Sin embargo, para las fuerzas de la Luftwaffe todavía fue peor la falta de una estrategia meditada. Goring creyó que bastaría un aporreo brutal; estaba equivocado. En un último esfuerzo, los alemanes pasaron a bombardear los aeródromos a hacerlo contra la densamente poblada Londres, pero los británicos no cedieron. Los pensamientos de Hitler se desviaron a Rusia.
Fue en Rusia donde empezó a ser evidente la debilidad de la Luftwaffe, en especial en su creciente incapacidad de satisfacer las demandas que se le requerían.
La Luftwaffe comenzó la campaña de una forma muy espectacular. En la primera mañana de combate, el 22 de junio de 1940 destruyó más de 500 aparatos soviéticos en tierra y más de 200 en vuelo. Al final del día, 1200 aviones, más del 25% de la flota en la línea del frente, habían sido destruidos. Pero ha medida que los panzers penetraban en el territorio ruso, a la Luftwaffe le fue cada vez más difícil atender a las múltiples peticiones de apoyo. La geografía del combate había cambiado, las demandas hechas a la Luftwaffe exigían más aparatos de los que poseía, y la producción no podía satisfacerlas.
La causa subyacente fue la negativa de Hitler a poner la economía alemana, especialmente la industria de producción de municiones, en pie de guerra hasta 1943. En consecuencia, la industria aeronáutica alemana carecía de los recursos para producir el número siempre creciente de aparatos que necesitaba la Luftwaffe.
Göring, sin embargo, acusó a Udet de las insuficiencias de la producción. Udet se deprimió tanto que se suicidó en noviembre de 1941, aunque Göring hizo anunciar oficialmente que Udet había muerto mientras probaba un nuevo arma secreta.
Pero se hizo más y más evidente que una del mayores deficiencias de la Luftwaffe era la falta de bombarderos pesados de largo alcance. No tenía nada con que atacar la industria de guerra soviética, que crecía con rapidez. Este déficit era el resultado de los errores cometidos por el alto mando de la Luftwaffe.
A mediados de la década de los 30, empezó el trabajo de desarrollo de lo que los alemanes llamaron Uralbomber, un bombardero pesado cuatrimotor diseñada para atacar Rusia. Sin embargo, Erhard Milch ordenó parar todos los trabajos del proyecto, y dispuso que todos los bombarderos debían ser bimotores. Pues se podían construir más en este tamaño, lo que mejoraba el ritmo de producción.
Sin embargo, la compañía Heinkel siguió creyendo en los bombarderos pesados y desarrolló el He177, con dos conjuntos de motores en tándem para eludir la disposición de Milch. Pero se encontraron con continuos problemas por su tendencia a calentarse demasiado. Además, la fijación de la Luftwaffe por el bombardero en picado significó que el He177 también requería esta capacidad. En consecuencia, la entrada en servicio del He177 se retardó demasiado, y los alemanes no tuvieron nada con que atacar las fábricas de municiones rusas hasta que fue demasiado tarde.
Después de la rendición en Stalingrado a principios de 1943, los alemanes fueron obligados a retroceder, lo que situó las fábricas de municiones fuera del alcance alemán, incluso para los He177. Para la primavera de 1943, la tendencia se había vuelto claramente en contra de la Luftwaffe, en especial con la aparición de los bombarderos pesados aliados, que cada vez aparecían con más frecuencia en los cielos del Reich.
Hicieron evidente a los alemanes su propia falta de un bombardero pesado.
Tanto Göring como Hitler acusaron a Jeschonnek de los defectos de la fuerza aérea de forma que, al igual que Udet, se suicidó en noviembre de 1943. Durante dos años, los bombarderos aliados, de la clase que la Luftwaffe no había conseguido desarrollar, destruyeron la industria y las ciudades alemanas.
Saludos amigos ;)