23-01-2007
**NOVENA Y ULTIMA PARTE
La Rutina de la Guerra 1**
A.S. ¿En el frente se bebía mucho alcohol?
D.A. Era una autentica desgracia. Bebían frecuentemente y grandes cantidades. Se mataron buenos muchos pilotos por esto.
Por ejemplo, mi primer líder, Vánin. Era un excelente piloto, un as. Luchó en la batalla de Kursk, y por ello fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja, estuvo herido (tenia deformados los dedos de una mano, pero se le permitía volar). Lo llegué a conocer incluso antes de su llegada al regimiento, dado que el era comandante de escuadrilla en nuestra academia, y fue enviado al frente solamente a partir de 1942. En el frente aquel excelente piloto se convirtió en un autentico alcohólico. Por la mañana se levantaba con una resaca, por la noche estaba siempre borracho. Comenzó a realizar vuelos de combate en estado ebrio. Cuando nos dimos cuenta, ya era demasiado tarde. Intentamos ayudarle y decidimos enviarlo a un hospital. Encontramos una “causa justificada” (si no recuerdo mal, le detectaron una “fuerte conmoción nerviosa”). Así que lo mandamos al hospital de Zhitómir. Durante su viaje Vanin sufrió un accidente: cuando iba borracho le atropelló una moto y le dañó gravemente una pierna. No volvió a nuestro regimiento hasta el final de la guerra, dado que pasó todo este tiempo en los hospitales. Llegó a nuestro regimiento después de la guerra, cuando nosotros estábamos emplazados en Hungría. Vino a nuestra residencia, se sentó a la mesa, nos miró y nos dijo: “¡Que estúpido soy! Muchachos, ustedes pudieron aguantar todo esto, pero yo no tuve suficiente voluntad. ¡Que idiota soy! ¿Qué voy hacer ahora?”. En aquel entonces el Ejercito ya estaba en fase de reducción, y en la VVS despedían incluso a pilotos en perfecto estado de salud, así que a Vanin no le quedaba ninguna esperanza. ¿Qué fue de él después de la guerra? Lo desconozco por completo.
Algunos hacían unas autenticas barbaridades cuando estaban borrachos. Uno de nuestros pilotos (Héroe de la URSS, por cierto) derribó a otro piloto de nuestro regimiento. Despegó después de haber bebido, al principio todo iba bien, pero de pronto alguien gritó por radio: “¡Los Focke-Wulf!” (Pero en realidad era una confusión, no había ningún Focke-Wulf en el aire). Todos se pusieron a buscar a estos Focke-Wulf por todos lados. Pues aquel muchacho vio que a uno de los nuestros, al parecer, le perseguía un “Focker” (y ni siquiera se le pasó por la cabeza que aquel avión podría ser el punto). Le atacó y le derribó. Menos mal que el piloto pudo saltar en paracaídas, aunque fue herido. Gracias a que el piloto quedó vivo, nuestro “Héroe” no fue enviado al Tribunal de Guerra.
Durante los festivos, 7 de noviembre, 1 de mayo, Año Nuevo y etc., siempre había una borrachera. Te diré sinceramente, que al día siguiente el regimiento, en mejor de los casos, era operativo al 50%. En el mejor de los casos.
Si quieres contar todo lo que hacían algunos de nuestros pilotos durante las borracheras, se puede escribir un libro entero. Había de todo: audacia, estupidez, insultos, peleas... Si, si. Cuando se emborrachaban, ya no reconocían quien era quien, y empezaban a insultar, a pelearse, a sacar las pistolas… A estos tipos se les ataba las manos y les dejaba así mientras se les pase la borrachera. Yo también bebía, pero no en exceso, bebía justo lo necesario para poder aguantar todo aquello.
A.S. ¿Cómo era su relación con los órganos políticos del regimiento?
D.A. En general, en las VVS los órganos políticos no tenían buena reputación. Ellos tenían mucho poder, y muchos de ellos no eran inteligentes. Pero nuestro zampolit del regimiento Guskóv no era nada estúpido, yo le respetaba mucho en aquel entonces y lo sigo respetando ahora. Él tenia unos cuarenta años (a nosotros nos parecía un anciano, dado que nosotros teníamos veinte). Él siempre venia a vernos. Nos cuidaba de verdad. Siempre se interesaba por nuestras condiciones de vida, preguntaba cómo están nuestros familiares, preguntaba si necesitábamos algún tipo de ayuda. Para muchos de nosotros era como segundo padre. Vigilaba que nadie de nosotros no cometa alguna estupidez (cuando uno tiene veinte años es capaz de cometer cualquier locura). A menudo defendía ante el comandante a los que habían cometido alguna infracción.
Era responsable de todo el trabajo rutinario terrestre (el comandante no tenia tiempo para ello, dado que estaba plenamente ocupado con sus tareas directas). Nuestro zampolit ganó mucho respeto, sobre todo después de haber puesto en orden el archivo de documentación y la documentación de las condecoraciones (¡había un desorden descomunal!). Guskóv acabó rápidamente con todo este desorden, puso las pilas rápidamente a todas las ratas del Estado Mayor. Y a pesar de que nuestro zampolit no realizaba misiones de combate, indiscutiblemente era respetado por nuestros pilotos. Y el hecho que él no volaba incluso era mejor, dado que de esta forma no se distraía de su trabajo principal. En un regimiento vecino el zampolit volaba, pero volaba mal. Por eso los pilotos se reían de él y no lo tomaban en serio.
A.S. ¿Realizaban alguna preparación física, tenían equipamiento para hacer gimnasia (como por ejemplo la barra fija, realizaban giros en barra fija)? ¿Les gustaba hacer deporte, o para esto ya no les quedaba suficientes fuerzas? ¿Qué preparación física realizaban los pilotos?
D.A. No, no realizábamos ningún tipo de preparación física. Cuando teníamos algo de tiempo libre, preferíamos dormir. Procurábamos movernos cuanto menos. Es decir, procurábamos descansar el máximo tiempo posible. Durante un vuelo te quemas mucho. Así que ya no nos quedaban fuerzas para realizar ejercicio físico.
Referente al nivel de preparación física, esto dependía de cada uno, de lo que le había dado la naturaleza. Algunos de nosotros tenían unos cuerpos atléticos, eran muy fuertes físicamente, otros eran más débiles.
Durante la operación de Lvov hubo un día cuando no hubo ningún vuelo, había una intensa niebla. Pasamos todo el día durmiendo. Ni siquiera fuimos a desayunar ni a comer. Alguno de nosotros ni siquiera fue a cenar. Todos estaban durmiendo. Durante las operaciones bélicas sufríamos una falta de sueño sistemática.
A.S. Respecto al tabaco: ¿la mayoría fumaba o no?
D.A. Yo no fumaba. En mi familia nadie fumaba, ni mi padre, ni mis hermanos. Durante mi infancia no vi a nadie fumando, así que no tenia “ejemplos a seguir”. Cuando ingresé en la Academia, con el tiempo seguramente me lo hubieran enseñado, pero comenzó la guerra y tuvimos serios problemas con el suministro de tabaco. Allí vi los sufrimientos de mis compañeros fumadores: fumaban el musgo, el papel, y vete a saber que más. Pero nada les podía quitar el vicio. ¿Para que iba a fumar yo, si esto trae tantos sufrimientos? Pero a pesar de todo, muchos de mis compañeros eran fumadores.
A mí, como piloto, me correspondían 500 cigarrillos mensuales. Los regalaba a mis compañeros. Durante un tiempo recibía caramelos a cambio. Cuando terminó la guerra, en Hungría intercambiaba estos cigarrillos por el vino a la población local. Por los 500 cigarrillos me daban 13 litros de vino.
A.S. ¿Podrían los pilotos ponerse de acuerdo y derribar en el aire a un “mal” comandante?
D.A. Teóricamente si. Y en el frente corrían rumores sobre estos casos. Pero no eran más que rumores. Jamás había oído hablar de un caso real.
A.S. ¿Había oído hablar sobre los escuadrones de penalización?
D.A. No. Pero en nuestro frente hubo un caso, cuando enviaron a un Pe-2 en misión de reconocimiento, cuya tripulación estaba compuesta por el piloto y el navegante, sentenciados en un Tribunal de Guerra. Fueron enviados de día para fotografiar la autopista Opeln-Berlín, y tenían que seguirla hasta el mismísimo Berlín para fotografiarlo todo. Era casi una muerte segura. Pero ellos pudieron sobrevivir, y cumplieron su misión con éxito, así que la sentencia fué anulada.
A.S. Si he comprendido bien, Usted mismo realizó numerosas misiones de reconocimiento. ¿Con que aparatos de fotocontrol estaba equipado su avión, recuerda?
D.A. Mi avión estaba dotado de una cámara aérea. Ya no recuerdo el modelo. La instalaron detrás de la cabina, en el fuselaje (había mucho espacio libre en esta parte del fuselaje). Hicieron una ventanilla para el objetivo de la cámara, pasaron cables de control en la cabina. No me gustaba realizar estas misiones. Cuando estas fotografiando, tienes que ir recto, “sobre un hilo”, respetando rigurosamente la altitud y el rumbo. El rumbo constante es el “sueño de un artillero antiaéreo”. Instalaron la cámara en mi avión porque yo era el punto del comandante: es para que el comandante pueda maniobrar durante la misión de reconocimiento. El comandante era único, puntos como yo – muchos.