04-06-2008
Recientemente he encontrado esta interesante reseña sobre la vida de posguerra del mítico Galland. Presenta detalles muy interesantes no sólo sobre su vida y viscisitudes personales, sino que ilustra el camino que otros como él siguieron a emigrar a sudamérica y posteriormente regresar alternadamente a Alemania. (Galland no era un perseguido) Muestra el papel tan importante que tuvo en la consolidación de las fuerzas aéreas argentinas. Si bien no es una biografía contiene valiosa información sobre la vida de este gran piloto. Lo coloco en esta secciçon por juzgarla la más pertinente.
El legado de la Luftwaffe
Adolf Galland en Argentina 1948 – 1955
Por Walter Marcelo Bentancor
Al finalizar la segunda guerra mundial, las potencias vencedoras se disputaban a los llamados “cerebros” alemanes. Algunos de ellos, fueron seducidos por el gobierno argentino, que les ofrecía buenas remuneraciones, trabajar en sus especialidades y por sobre todo, disfrutar de la paz que le brindaba una Nación emergente y rica. Entre los que arribaron a Argentina, se encontraba el grupo de trabajo del Profesor Ingeniero Aeronáutico Kurt Tank. Integrando ese grupo, estaba el Ten. General Adolf Galland, reconocido As de la Luftwaffe. Traía consigo toda la valiosa experiencia que le dio el haber estado al frente del arma de la caza alemana durante el conflicto. Su trabajo como Asesor de la Fuerza Aérea Argentina, su vida social y su legado para los pilotos argentinos se narran en este resumido trabajo.
Instalado en el gobierno el general Juan Domingo Perón, una de las políticas del Justicialismo fue darle impulso a la modernización de las Fuerzas Armadas argentinas una de las cuales, la Fuerza Aérea, se había independizado del Ejército el 4 de enero de 1945.
La República Argentina se encontraba por aquel entonces en una situación económica – financiera favorable con respecto a países europeos, ya que durante la segunda Guerra Mundial, abasteció de suministros – sobre todo alimentarios - a los aliados, en especial al Reino Unido.
Dada la imposibilidad en la que se encontraba de saldar la deuda con divisas, el gobierno de Londres, propuso el envío de material bélico de distinta índole, pese a la férrea oposición de los EEUU. Tras llegarse a un acuerdo, diversas comisiones de oficiales y suboficiales viajaron a las Islas Británicas para familiarizarse con el nuevo material que pronto equiparía a las FF.AA. argentinas, en especial a la Aeronáutica Militar. Consecuentemente, en estos años de posguerra, la Fuerza Aérea Argentina –FAA- creció de forma notable: Fue renovado el orden de batalla con modernos aviones de combate y de transporte; en concreto Gloster Meteor FMk-IV. Avro Lancaster y Lincoln, Fiat G-55, DC-3, DC-4, Vickers Viking, Bristol 170 y De Havilland Dove, entre otros.
También, la industria aeronáutica recibió un impulso que la llevaría a diseñar y fabricar aviones como los IAe DL.22 de adiestramiento, los bombarderos livianos IAe. 24 Calquín (similar al célebre Mosquito británico), y los legendarios IAe.27 Pulqui I e IAe. 33 Pulqui II, primeros reactores construidos en Sudamérica.
Pero todo este repentino crecimiento para ser útil, debería ir acompañado, entre otras cosas, con la actualización de las doctrinas, según las experiencias cosechadas en el curso de la todavía reciente segunda Guerra Mundial.
- Operación rescate: el grupo Tank
El 26 de abril de 1945,el teléfono de alerta suena una vez más en la sala de pilotos de la JV-44. la llamada Unidad de Expertos de la Luftwaffe: Una formación de seis Me-262 mandados por el joven Teniente General Adolf Galland despega para interceptar una formación de Marauders norteamericanos. Los seis cazas a reacción son dirigidos desde la pequeña Sala de Interceptación hacia el objetivo. Un nutrido fuego recibe a los pilotos germanos. Galland elige a su presa y abre fuego con los cañones. Pasan pocos segundos. El otrora inspector del Arma de Caza de la Luftwaffe (General der Jagdflieger), no había advertido a la Aviación de escolta. Un Mustang alcanza al Me-262 desde arriba y Galland siente un golpe muy fuerte en su rodilla. El tablero de instrumentos está hecho añicos. Recibe otro impacto en la turbina derecha. El maltrecho avión pierde chapas de recubrimiento y Galland piensa en saltar, aunque renuncia a esa idea al comprobar que todavía responde a los mandos.
Al picar a través de las nubes observa a la ciudad de Munich y a la izquierda el aeródromo. Con una turbina menos y atacado por Thunderbolts, dejando una gruesa cortina de humo tras de si, el Me-262 logra aterrizar pese a contar con un neumático destrozado. Un mecánico se acerca hasta el avión en motocicleta y rescata al piloto. En medio del ataque rasante de los cazas enemigos, y metido en una improvisada trinchera, para el Teniente General Galland llega a su fin la segunda Guerra Mundial, contando en su haber con un total de 104 derribos confirmados.
Tras entregarse a los aliados, es recluido como P.O.W. (Prisioner of War) en el Campo 7 de Latimer (Buckinghamshire) y luego en la Estación RAF (Royal Air Force) de Tangmere. Le someten a interrogatorios los servicios de Inteligencia estadounidenses que consiguen extraerle, valiosa información acerca del empleo en combate de los aviones a reacción. .
El 24 de agosto de 1945, un B-17 despega desde otra base situada en el Reino Unido, Bovingdon con destino a Kaufbeuren, en Baviera, llevando como pasajeros a Galland y al famoso piloto de bombarderos, coronel Werner Baumbach.
Durante 1946 y 1947, Galland trabaja para la División Histórica de la Fuerzas Armadas norteamericanas del Teatro Europeo, y al mismo tiempo, entabla una relación amorosa con la baronesa Gisela Von Donner, viuda del teniente coronel baron Conrad Hinrich von Donner, edecán y amigo de Galland, muerto en combate en marzo de 1944. La atractiva dama vivía en una granja perteneciente a la familia de su esposo situada en Schleswig-Holstein.
Gisela había demostrado una notable devoción hacia Galland durante sus dos años como POW. Había viajado en trenes cargueros para visitarlo y soportó numerosos problemas e incluso vejaciones para estar junto a su lado.
En el verano europeo de 1948, el antiguo jefe de Ingenieros de la fábrica Focke-Wulf, el profesor Kurt Tank, contactó a Galland para que le hiciera una visita. Después de explicarle con detalle los planes que tenía el gobierno argentino para construir una nueva aeronave de combate, Tank logró convencer a su interlocutor para que se integrara en el equipo de trabajo que el mismo dirigía como piloto de pruebas. Le dijo el veterano diseñador de aviones: Pasarán muchos años para que la vida vuelva a ser normal en Alemania.
Como resulta sabido, el general Perón había demostrado una clara simpatía por las potencias del Eje durante la contienda y concluida esta, ordenó enviar una delegación a Europa, para captar cerebros alemanes llamados a colaborar en diversas áreas, tanto científicas como militares. La idea del presidente dio muy buenos resultados y pronto, miles de ex combatientes, científicos y ciudadanos del derrotado III Reich alemanes lograron huir a la Argentina.
Kurt Tank y su equipo, habían abandonado Europa a través de distintos puntos y medios. Ahora le tocaba a Galland que llegó a Génova embarcando en ese puerto italiano con un Pasaporte otorgado por la Cruz Roja Internacional, avalado por el mismo Vaticano y por el cónsul argentino quién además, le suministró el pasaje del buque que lo llevaría a la República del Plata. Hacia mediados de octubre de 1948 y bajo el nombre falso de Rolf Jaeger, ( es decir, Rolf Cazador) Galland se hizo a la mar en el buque Andrea C, de la línea marítima italiana Costa.
El 7 de noviembre de 1948, el Andrea C amarraba en el puerto de Buenos Aires. Para el famoso piloto, comenzaba un período de su vida que el luego calificaría como uno de los más felices .
- De piloto de pruebas a asesor
Dos días después, Galland fue recibido por el Secretario de Aeronáutica, brigadier César Raúl Ojeda, quién le hizo llegar los saludos del presidente Perón. La calurosa bienvenida brindada conmovió a Galland, quién mas tarde escribiría :
“Cuando a fines de 1948, inmediatamente después de mi llegada, fui recibido en el Ministerio de Aeronáutica, me impresionaron profundamente el respeto y la camaradería que caracterizaron aquella bienvenida. En todo el mundo existían barreras para todo lo alemán. En cambio, entre las Fuerzas Armadas Argentinas, no tropezamos con prejuicios de ninguna naturaleza. Ante los ojos de los camaradas Argentinos habíamos perdido la guerra, pero no el honor. Ninguno de nosotros podrá olvidar jamás la innata caballerosidad de la Nación Argentina que se evidenció plenamente en aquella recepción”.
El Teniente. General Galland pasaba a ser parte de la FAA como personal contratado, estipulando ese contrato un periodo de servicio de cuatro años, con opción para dos más.
Es así como Galland, que llegó para formar parte del Grupo Tank como piloto de pruebas (puesto que ocuparía en su lugar Otto Bherens), pasó a desempeñarse como asesor en lo referente a doctrinas y tácticas para el Arma de caza-interceptación.
Bajo la directa dependencia del Comando en Jefe de la FAA, el as germano comienza su labor trabajando junto a las misiones aeronáuticas extranjeras (británicos, estadounidenses e italianos). Con a su lado como oficial de enlace y ayudante, el primer teniente Luis Mario Grieben, quién domina a la perfección el idioma alemán. Piloto de transporte, Grieben iba a dedicarse por completo a Galland, naciendo pronto entre ellos una mutua simpatía y amistad.
En Argentina la vida era por otra parte muy agradable. Galland pudo volver a disfrutar de la paz y el tiempo libre. La FAA le proporcionó una hermosa casa en Ciudad Jardín en la localidad de El Palomar, en el oeste del Gran Buenos Aires, cuna de la aviación Argentina: la I Brigada Aérea. La casa poseía un hermoso jardín y contaba con personal doméstico. Mas tarde con la llegada de Gisela von Donner con sus tres hijos, Conrad, Gitz y Angélica, se completó la familia. El 25 de enero de 1949, ávido de poder volver a volar, Galland pasó el examen de vuelo en un Piper PA-12 obteniendo la tan ansiada patente de vuelo, en concreto la número 925. Por fin podría surcar por aire los extensos territorios argentinos y no preocuparse de ser derribado por algún Spitfire o Mustang. Un mes después, en febrero, y por expreso deseo del presidente Perón, obtuvo la cédula de identidad argentina con su verdadero nombre. El Sr. Jaeger pasaba al recuerdo.
Una de sus tareas principales como asesor consistía en dictar conferencias sobre la guerra y su especialidad: la defensa aérea. Estas solían durar de dos a tres horas, que eran seguidas con entusiasmo por los aviadores militares de las distintas Brigadas Aéreas que visitaba. Mucho habían oído hablar del General de los cazas y sus desplantes al mando, y ahora tenían la posibilidad de escucharlo en directo.
También suscitaron gran interés una serie de artículos escritos para la “Revista Nacional de Aeronáutica”. Títulos como “La Batalla de Inglaterra”, “ Causas de la derrota de la Luftwaffe” y “La utilización por parte de Alemania de aviones a reacción”, exponían al mundo por primera vez la opinión de un protagonista de alta graduación del bando perdedor.
Mientras tanto, la FAA seguía incorporando material de vuelo. La dotación de cien cazas a reacción Gloster Meteor FMk-IV se iba completando y poniendo en servicio. Solamente había doce pilotos instructores que recibieron instrucción básica en el Reino Unido, por lo que el proceso de adaptación al nuevo caza, más la precariedad de los medios existentes, era algo lento. Para volar el Meteor, los cazadores argentinos realizaban una etapa de entrenamiento avanzado en los Fiat G-46, y luego se familiarizaban en el aterrizaje con tren triciclo en De Havilland Dove. Las doctrinas de combate utilizadas databan de la época de pre-guerra, recordando que el principal caza de la FAA había sido hasta entonces el Curtiss Hawk 75-0.
- Con los cazadores
Comenzada la década de los 50, el teniente general Galland se sentía muy a gusto con sus camaradas argentinos. A diferencia del otro as alemán, el famoso piloto de Stukas coronel Hans Ulrich Rudel (quién también había llegado a Argentina con el Grupo Tank, y fundado un partido político alemán en el exilio), Galland siempre mantuvo un bajo perfil público, a pesar de la intensa vida social que llevaba a cabo junto a la varonesa Gisela von Donner. La vibrante noche de Buenos Aires se prestaba a ello y era muy difícil no ver a la pareja en eventos y fiestas. A pesar de sus contactos nunca utilizó sus muy buenas relaciones con el general Perón para beneficiarse. A los ojos de los argentinos, Galland era un general simpático y agradable.
Naturalmente seguía con atención todo lo que afectaba a su Alemania natal. Era frecuente su correspondencia con otros ex camaradas, quienes le transmitían las intenciones de las autoridades aliadas de nombrarlo comandante en jefe de la futura Luftwaffe.
Mientras junto con el Capitán Luis Grieben, Galland pudo pilotar aviones Dove, que en esos momentos eran utilizados como enlace por la FAA. La mayoría de esos vuelos tenían por destino a la provincia de Córdoba, asiento del IAME (Industrias Aerotécnicas y Mecánicas del Estado). Allí, el profesor Tank y su equipo de ingenieros y especialistas daban vida al proyecto del caza a reacción Pulqui II (Flecha en idioma indígena), derivado del alemán Ta-183.
Por fin, el 8 de febrero de 1951 el nuevo caza nacional era presentado al general Juan Domingo Perón en el Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires siendo ese evento un acontecimiento histórico para la industria aeronáutica argentina. Por supuesto, toda la colectividad alemana estuvo presente, y Galland entre los invitados de honor.
Tras los vuelos de demostración realizados por el profesor Tank en persona, Galland fue saludado por Perón quién le dijo: Así que Ud. es el famoso General de los Cazas?... juro que si me lo cruzo por la calle Florida me lo confundiría con un criollo más (refiriéndose a sus rasgos pocos germánicos).
A todo esto, la situación se enrarecía día a día. A pesar que el gobierno de Perón había dotado a las FFAA con moderno material y bienestar para su personal, la intromisión de la política en los cuarteles generó malestar entre sus cuadros. Para muchos, la única forma de sacar a Perón del gobierno era mediante un golpe de Estado.
El 28 de septiembre de 1951, los pilotos de los Meteor pertenecientes a los Grupos 2 y 3 de Caza Interceptora con asiento en la VI Brigada Aérea de Tandil (provincia de Buenos Aires), esperaban ansiosos la visita de Adolf Galland pero, además, por sus cabezas pasaba la posibilidad de unirse al movimiento revolucionario que estaba gestándose en el Ejército.
Temprano, en la mañana, un Dove que se posaba en la pista de tierra de la Brigada trasladaba al teniente general Galland quien, a través de la ventanilla pudo contemplar a los poderosos Meteor alineados, resplandecientes bajo el sol.
En una improvisada sala de conferencias, los jóvenes cazadores de los Grupos 2 y 3 se reunieron para escuchar al as alemán, pero había un problema: el idioma. Y es que esta vez, misteriosamente, el capitán Grieben no acompañaba a Galland y no había quien tradujera sus palabras. Fue así que el primer teniente Gert Kleissen se ofreció ya que al igual que Grieben, dominaba a la perfección el idioma alemán.
Al comenzar su intervención, Galland tomó la maqueta de un avión parecido a un P-51, y quitándole la hélice, exclamó :¡chorro! ( su español era muy pobre).
Basadas en sus experiencias con los Me-262, se fue adoctrinando sobre las técnicas de vuelo en formación con reactores, ataques en vuelo a formaciones de bombarderos y la famosa formación llamada dedos de la mano ampliamente utilizada por la Luftwaffe.
De pronto, llegó la orden de desplegar un escuadrón de Gloster Meteor para contrarrestar un intento golpista que acababa de producirse. En medio de un pandemonium, los pilotos se dirigieron a sus aviones y Galland se quedó a solas. Pero la ocasión vino muy bien para emplear lo recientemente aprendido, y es así que el escuadrón al mando del capitán Daniel Aubone, aplicó la formación aérea de combate dedos de la mano, en el vuelo de navegación desde Tandil hasta el aeropuerto internacional de Ezeiza, y a su vez, en el sobrevuelo de la Capital Federal realizaron los primeros cambios de formación en virajes de 90º y 180º. El intento revolucionario careció de fuerza y fracasó, pero Galland se había quedado sin su oficial de enlace: El capitán Luis Grieben fue detenido por conspirar contra el gobierno y confinado en una carcel para presos comunes en el sur del país.
Hacia fines de 1951, en diciembre, el general solicitó el pasaporte alemán. Su vuelta a la tierra natal se estaba gestando.