13-02-2009
“Mientras el ejército de Chuikov intentaba hacer frente a la crisis provocada por el corte de la línea regular de abastecimientos, los soldados de la 284 División de Batiuk, situados a lo largo de la colina Mamayev, eran testigos de una extraordinaria miniguerra a causa de estos suministros.
Cada soldado ruso recibía una ración diaria de 100 gramos de vodka. La mayor parte de ellos la esperaban con ansiedad; sólo unos pocos la rechazaban. Pero al veterano teniente Iván Bezditko, “Iván el terrible” para sus hombres, le gustaba increíblemente el vodka y halló un medio para tener a su disposición, un abundante suministro. Cuando morían los soldados de su batallón de morteros, Iván los informaba como “presentes y en activo” y se apropiaba de sus raciones diarias de vodka. En poco tiempo, el sediento oficial, llegó a tener muchos litros, que guardaba cuidadosamente en su propio refugio.
En un depósito a orillas del Volga, un oficial de Intendencia, el comandante Maliguin, comprobó sus archivos e informó que la unidad de Bezditko, soportaba muy bien tantas semanas de bombardeo. Abrigando sospechas, Maliguin siguió el asunto hasta el final y descubrió que en realidad, la unidad de morteros había sufrido grandes pérdidas. Llamó a Bezditko y le dijo que había descubierto su mezquino plan y que iba a informar sobre ello al Cuartel general del Frente. Luego añadió que le suprimiría su ración de vodka.
El oficial de Intendencia había ido demasiado lejos. Bezditko vociferó:
- Si no la tengo yo, usted tampoco.
Maliguin le colgó, dio parte del delito al Cuartel General y suprimió las raciones de licor de Iván.
Rabioso, Bezditko, giró sus baterías de 122 mm., preparó las alzas, trazó una precisa red de coordenadas y dio orden de disparar. Tres precisas salvas cayeron en el depósito de Maliguin en la orilla del río.
El trastornado Comandante salió tambaleándose entre el humo y los escombros. Tras él, yacían rotas centenares de botellas de vodka y se derramaba su contenido por el suelo. Maliguin se dirigió vacilante hasta un teléfono y llamó al Cuartel General. Mientras crecía su ira, vomitó lo que él sabía que era cierto: que Iván el terrible había sido el autor de aquella andanada.
Al otro extremo de la línea, la voz aparentaba paciencia, pero poca cordialidad.
-La próxima vez déle su vodka. Acaba de serle concedida la Orden de la Estrella Roja.
Maliguin regresó, lleno de cólera, al almacén, y se quedó de pie impotente, entre los charcos de licor. Al cabo de unas horas, el teniente Bezditkov volvió a recibir su ración de vodka y Maliguin ya no volvió a preocuparse de él."
William Craig: La batalla por Stalingrado.
Saludos