Relatos de Guerra

Stauffenberg

03-10-2007

Fantástico Zhukov, ya te lo he comentado anteriormente: excelente iniciativa y gracias por compartirla en el foro  <<37

Saludos

Scott Baker

14-10-2007

Felicitaciones por la iniciativa, Zhukov. Me he leído todo de una. :D

TITUS20050

16-10-2007

Estimado  Zhukov ,estuve leyendo con detenimiento el articulo en que se mensiona la ciudad de Napoles y quiero agregar a este asunto lo siguiente:

En primer lugar las fotos son de una parte de la estacion de trenes de Napoles que realmente quedo muy destruida y la otra de las casas que se encontraban cercanas al puerto sobre una avenida que no recuerdo el nombre , el resto de las casa sufrio daños considerables pero la destruccion no fue tan importante , el puerto fue arrasado y los aliados debieron reconstruirlo y limpiarlo totalmente para que fuera en parte operativo.

Con respecto al comportamiento de los americanos ,ingleses y otras diversas etnias que combatieron en Italia y que pasaron por Napoles, los americanos y los ingleses se cuidaron muy bien de atender a la poblacion dentro de la ciudad y restringir en lo posible el mercado de la prostitucion , cosa imposible de lograr debido al hambre y la dificultad para conseguir alimentos o dinero para comprarlos.

Con los Marroquies el tema fue mucho mas complicado debido al ansestral deseo de obtener botin de guerra y no puedo cerificar que en los pueblos cercanos a la ciudad hubiera pasado eso , pues las unidades que los contenian estaban integradas en sistemas mixtos de comando, pero si en Napoles los niños como era yo y las niñas debiamos tener un cuidado infinito pues estos cretinos eran afectos los niños mas que a las mujeres y en un determinado momento los cuerpos de marroquies debieron ser retirados de la ciudad pues se produciria una revuelta popular por el comportamiento salvaje de los mismos , la policia militar era tremendamente efectiva y no puedo confirmarlo pue mis recuerdos no son tan buenos pero creo que en el caso de muertes de civiles por violacion o asalto violento eran cualquiera fuera su rango y nacionalidad fusilados sumariamente.

La otra cosa que los americanos no pudieron erradicar fue el mercado negro que funciono desde siempre y con mayor efectividad a partir de la llegada del primer contingente aliado a la ciuda y creo que aun sigue funcionando con toda intesidad , pues los napolitanos en esa epoca eran los mejore ladrones y comercianes de lo prohibido que existieron y podian conseguirte siempre por dinero o canje de otra mercaderia que consideraran valiosa desde un rollo de papel higienico que era mercaderia de lujo hasta un cañon de 150 mm americano de ultima generacion

Por lo demas  Zhukov tus articulos son una delicia para la lectura ,realmente te felicito <<30 <<34

Zhukov

16-10-2007

Estimado TITUS,primero quiero agradecerte tus conceptos por este hilo y segundo por tus comentarios y presiciones que enriquecen la historia.Nadie como vos ,testigo de primera mano para ampliar la historia.

Te envio como siempre un saludo y mis respetos. <<34 <<34

m1 garand

17-10-2007

Muchas gracias a los dos,un placer leeros.

Caesar

07-11-2007

[size=15pt]UN BOMBARDERO DE LA RAF DERRIBADO[/size]

LA TRIPULACIÓN Y SU OBJETIVO

La ciudad alemana de Krefeld se encuentra a escasa distancia de la frontera holandesa, en el extremo más occidental de la gran cuenca industrial del Ruhr.  Famosa desde el siglo XVII por sus sederías -industria introducida por los hugonotes franceses que habían abandonado su país para escapar de las persecuciones religiosas-, en Krefeld había además talleres mecánicos y fábricas de jabón y de productos químicos.  En los años de la guerra contaba con más de 150.000 habitantes.  Esta ciudad, la noche del 21 al 22 de junio de 1943 sufrió un ataque por parte de 705 aviones del mando de bombarderos de la RAF.

          Se trató de una incursión típica en muchos de sus aspectos.  La señal para el comienzo del bombardeo la dio un Mosquito de la unidad Pathfinder (aviones guías), que volaba a alta cota.  Este avión empleó la denominada técnica de bombardeo Oboe, método de gran precisión, cuya línea de ataque se controlaba constantemente desde las estaciones de radar especiales situadas en Inglaterra.  El Mosquito llevaba a bordo únicamente cuatro de las nuevas bombas iluminadoras para la delimitación del objetivo, dispositivo muy reciente y eficaz que se había adoptado hacía tan sólo una semana.  Se soltaban como bombas explosivas corrientes, con la diferencia de que estallaban a 300 metros del suelo, lanzando 60 bengalas de un rojo brillante.  Las bengalas se esparcían por el aire y luego caían, formando en el terreno un círculo de fuego de un diámetro de 90 metros.  Como ardían durante tres únicos minutos, en la incursión sobre Krefeld, que según los planes debía durar 53 minutos, otros aviones guías lo relevarían, como en las antiguas postas, a fin de renovar el lanzamiento de bengalas sobre los objetivos: en total, llevarían a cabo esta misión 85 aviones.

          A la 1,32 horas, cinco minutos exactos después del lanzamiento de las primeras bengalas, la oleada inicial de bombarderos, compuesta por 104 Lancaster, confiados a tripulaciones muy seleccionadas, lanzó su carga explosiva sobre las vívidas manchas rojas que ardían en el suelo.  Los otros 516 bombarderos los seguirían en cuatro oleadas distintas.

          Con el fin de contrarrestar eficazmente la reacción de la caza alemana a lo largo de la ruta de aproximación, las tripulaciones de los bombarderos atacantes habían recibido la orden de hacer lo posible para mantener los aparatos unidos, de manera que formasen una «riada» compacta.  En efecto, el paso de 705 aviones en 53 minutos significaba una media de 14 aparatos por minuto sobre el objetivo.  Y como un caza alemán, guiado por el radar necesitaba unos diez minutos para la interceptación y una estación de radar terrestre sólo podía guiar un caza cada vez, la táctica de mantener los bombarderos concentrados era muy útil para los atacantes.

          Los 98 bombarderos Stirling de la 3ª División aérea debían sobrevolar el objetivo desde la 1,49 a la 1,57, en el transcurso de la tercera oleada.  El subteniente W. Skillinglaw, que formaba parte de dicha división, despegó con su Stirting BK-712, del 218 Escuadrón, del aeródromo de Downham Market, cerca de King's Lynn, a las 00,15. El avión llevaba más de 6 toneladas de bombas rompedoras e incendiarias, lo que constituía su carga máxima, que no había sido preciso reducir para dar cabida al carburante de reserva puesto que el recorrido hasta Krefeld y su retorno era inferior a los 800 km de autonomía.

            Mientras el supercargado Stirling iba ganando altura, el navegante, sargento McArdle, estaba muy ocupado en su misión específica.  El punto de reunión establecido para los aviones de la tercera oleada era Aldeburgh, en la costa de Suffolk, al sur de Lowestoft.  Desde allí, los bombarderos debían dirigirse hacia el Este-Sudeste, ruta uno-cero-cinco grados, en línea recta hacia Krefeld.

LA CAZA Y EL FINAL

Aquella noche prometía ser una desilusión para el subteniente Kühnel y para los hombres de la 13ª compañía del Regimiento de transmisiones 211 de la Luftwaffe.  La estación de radar en la que prestaban servicio, designada con el nombre convencional de «Herrerillo» y situada a 24 km de Bruselas, en dirección Nordeste, había recibido la alarma; pero esta vez las oleadas de los bombarderos británicas pasaban a más de 64 km al norte de la estación, fuera del alcance de su instalación radar de precisión Würzburg gigante.  A la 1,10 horas, todas las estaciones de radar situadas más al Norte, «Hamster», «Mariposa», «Avispa», «Gorila», «Castor» y «Petirrojo», estaban bien ocupadas en dirigir a sus cazas contra los bombarderos que llegaban, mientras para la «Herrerillo» parecía que no había nada que hacer.

Poco después los servicios de Freya, el radar de largo alcance de «Herrerillo», descubrieron un aparato aislado: si éste mantenía la ruta que seguía en aquel momento, no tardaría en acabar dentro del alcance de su radar de precisión.  Pero los hombres que tripulaban el Stirling BK-712 lo ignoraban.  Se desconoce el motivo por el cual Skillinglaw y su tripulación se habían desviado, sobre Bélgica, de la ruta establecida, y ahora, a la 1,15 horas, se dirigían a Krefeld en dirección Este.  Pero entre ellos y el objetivo se interponía la estación de radar «Herrerillo».

            Y sobre la mencionada estación de radar estaba dando vueltas, a bordo de un Messerschmitt-11O, el subteniente Heinz Wolfang Schnaufer, un piloto de veinte años que pertenecía al 2º Grupo de la 1ª División de cazas nocturnos.  Schnaufer había despegado del aeródromo de Saint-Trond, cerca de Bruselas, a las 00,54.  A al 1,20 horas, Kühnel le informó por radio de que se estaba aproximando un objetivo por el Oeste.

            Una de las instalaciones de radar Würzburg, de la estación «Herrerillo», comenzó a seguir imnediatamente a Schnaufer, quien ya se dirigía al Oeste para interceptar al enemigo.  Mientras tanto, el suboficial Deller y sus seis hombres, encerrados en la cabina del segundo Würzburg, trataban de localizar al intruso en sus pantallas.  A la 1,26 establecieron contacto con el Stirling: «objetivo a 34 km de distancia, 4300 m de altura, rumbo 285º».  En la pantalla de vidrio esmerilado de la estación de radar «Herrerillo», la luz roja que representaba la posición de Schnaufer, se le aproximaba lenta e inexorablemente.  Medio minuto antes de que los dos aparatos, que volaban en direcciones casi diametralmente opuestas, se encontrasen, Kühnel ordenó a Schnaufer que virase a la derecha, describiendo casi un semicírculo. El piloto del Messerschmitt siguió rigurosamente las instrucciones, colocándose así a la cola del Stirling, cuya tripulación permanecía totalmente ajena al peligro.

            En la cola del fuselaje del Messerschmitt, el operador de radar de Schnaufer, el subteniente Baro, inclinado sobre las pantallas, percibió finalmente lo que estaba buscando: una pequeña mancha luminosa, al principio apenas localizable, pero que luego se fue haciendo cada vez mayor y que surgía del revoloteo en la línea de base del osciloscopio: «Contacto a estribor, distancia 2500 metros». Baro comenzó a transmitir a Schnaufer las informaciones respecto de los movimientos del bombardero y así continuó, sin interrupción, hasta la 1,30 horas, cuando el joven piloto alemán pudo distinguir, a 450 metros a la derecha y por encima de él, las llamas que salían de los tubos de descarga de gases del Stirling.  Uno de los ametralladoras del bombardero inglés vio entonces al aparato alemán mientras se aproximaba desde abajo y, en un intento por librarse del perseguidor, Skillinglaw lanzó bruscamente su avión en barrena. Pero todo fue inútil.  El piloto alemán se aproximó hasta 45 metros, disparando con su potente armamento cada vez que podía tener al adversario en su punto de mira.  El Stirling se estremeció al impacto de los disparos; luego, el fuselaje y las alas empezaron a arder.

            El suboficial Scheflenburg, de guardia en la 13ª compañía, en la terraza de la estación «Herrerillo», había seguido el combate que se desarrolló a 4000 metros por encima de él.  También los siguió, en las pantallas de radar, el suboficial Deffer.  Mientras el bombardero caía, anotó con cuidado la posición en la cual la señal luminosa había desaparecido del radar: en aquel punto, con las primeras luces del alba, empezaría la búsqueda de los restos.

Los restos del "Stirling" tal como los encontró Kuhnel, a 3 km al nordeste de Aarschot. No se salvo ninguno de los siete hombres de la tripulación.

EL FIN: UN CONCISO TELEGRAMA

Apenas despuntó el día el subteniente Kuhnel fue en busca de dichos restos, como era, desde luego, su deber, para verificar la exactitud del informe de Schnaufer.  No fue una búsqueda difícil.  Y cuando regresó al mando Kühnel comunicó a sus superiores:

        «Los restos se encuentran a 3 km al nordeste de Aarschot, referencia en la carta topográfica NK 31B. Los siete hombres de la tripulación enemiga están muertos, encontrándose sus cadáveres entre los restos del avión, algunos completamente carbonizados.  El Short Stirling ha quedado totalmente destruido en la caída que siguió al incendio.  Los planos y timón de cola y la torreta posterior se encuentran a unos 1500 metros del lugar de la caída.»

        El Stirling de Skillinglaw era la decimotercera «víctima» de Schnaufer.  En el curso de la incursión sobre Krefeld el mando de bombarderos británico perdió otros 41 aviones, alrededor del 6 por ciento de las fuerzas empleadas; lo que quería decir que a la noche siguiente participarían en su primer ataque aéreo unas 40 nuevas tripulaciones.  Sin embargo, también Krefeld sufrió duramente aquella noche del verano de 1943.  Skillinglaw y sus compañeros no llegaron a su objetivo; pero sí llegaron los demás aparatos, y casi la mitad de Krefeld quedó reducida a un montón de escombros bajo un bombardeo extraordinariamente concentrado, en el que perdieron la vida más de 1000 de sus habitantes.  Era aquella una guerra larga y dolorosa para todos; para los bombarderos de la RAF y para el pueblo alemán.

El subteniente Heinz Wolfang Schnaufer.

Caesar

07-11-2007

[size=15pt]EL CREDO KAMIKAZE.[/size]

La filosofía en la que se funda todo el «credo» de la unidad kamikaze está en completa contradicción con las ideas dominantes en Estados Unidos, donde nada es más precioso que la vida.  Según usted, ¿cómo se explica que las fuerzas japonesas pudieran obligar a tan gran número de pilotos a realizar misiones de ataque suicida de este tipo?

        La filosofía kamikaze surgió en un período muy antiguo de la historia japonesa, y en la larga existencia de nuestro país pueden hallarse muchos ejemplos de este tipo.  La filosofía fundamental del Japón es la del sacrificio individual por el bien de la patria.  Esta filosofía está profundamente arraigada en todos nosotros.  En el curso de la guerra en el Pacífico, la situación crítica en la que llegamos a encontrarnos nos indujo a adoptar la idea del ataque kamikaze.  Este tipo de ataque, pues, no fue impuesto nunca desde el exterior.

        El almirante Ohnishi se dio cuenta simplemente del sentimiento que animaba a los pilotos japoneses, particularmente a los más jóvenes, sentimiento nacido de manera total y absolutamente espontánea.  En la práctica fue el almirante quien constituyó las unidades kamikaze, pero mucho antes de que él tomase esta iniciativa, los pilotos de combate ya habíamos discutido la idea de efectuar ataques kamikaze durante la batalla de Saipan; sin embargo, el Estado Mayor de la Marina no aprobó entonces la idea.

        Estoy firmemente convencido de que la idea del ataque kamikaze nació y se desarrolló de manera absolutamente espontánea en el ánimo combativo de nuestros más jóvenes pilotos.

Un avión kamikaze se  acerca a una unidad norteamericana de navegación.

¿Qué opina del reclutamiento de los hombres destinados a las unidades kamikaze? ¿Era forzado o voluntario?

        Desde el primero al último hombre el reclutamiento fue siempre voluntario.

        Incluso se dieron casos en que grupos aéreos completos se ofrecieron para misiones kamikaze, sobre todo al darse cuenta de la difícil situación bélica a que se había llegado en diversos frentes, por ejemplo en el de las islas Filipinas.

¿ Cómo se realizaba el reclutamiento de voluntarios para las unidades kamikaze en el suelo de la patria?

        Cuando estuve encargado del reclutamiento de pilotos kamikaze para su adiestramiento en suelo japonés, pude comprobar que, prácticamente, todos los hombres de los diversos grupos aéreos estaban deseosos de participar en aquellas misiones.  Algunos de ellos me hicieron llegar expresamente su solemne deseo escrito en sangre, mientras otros me despertaron varias veces por la noche para pedir que les enrolase.  A veces, yo mismo me ocupé de seleccionar a los voluntarios, teniendo en cuenta su situación personal o familiar: nunca se aceptó a un piloto que fuera el hijo único de una familia.  Pues bien, aun así, tras conocer mi  decisión por una carta que su único hijo le había escrito, una madre se dirigió a mi suplicándome que lo aceptase.  De estos episodios se puede deducir fácilmente hasta qué punto el carácter del reclutamiento era exclusivamente voluntario.

        Basándonos en la mentalidad común de los jóvenes americanos de veinte años de edad, aproximadamente, nos es imposible creer en ninguna de estas afirmaciones. ¿Cómo podían ustedes aceptar la idea de inmolarse en ataques suicidas de este tipo por la patria o por el emperador sin ninguna probabilidad de sobrevivir?, ¿No existía escuela especial para el adoctrinamiento de los jóvenes japoneses destinados a las unidades kamikaze?

        No existía ninguna escuela especial de este tipo.

En vuestra calidad de voluntarios para las unidades kamikaze, ¿cuál era vuestro estado de ánimo?

        Los graduados teníamos sólo un año de instrucción militar: por lo tanto, éramos  más civiles que militares, nos dábamos cuenta de que la situación bélica era muy precaria y estábamos convencidos de que en aquellas circunstancias el sistema de ataque especial era el mejor.  Nos enrolábamos, pues, como voluntarios decididos a sacrificarnos para que el Japón pudiera ganar y para que los más jóvenes de nosotros pudieran estudiar en mejores condiciones.

Una densa columna de humo se eleva de la cubierta de vuelo de un portaaviones norteamericano sobre el que se ha estrellado un avión  kamikaze.

¿Acaso creíais que los pilotos kamikaze realizaban las misiones a fin de que su espíritu reposara en paz y su nombre fuera honrado en el altar nacional de Yasakuni? (El altar de Yasakuni está consagrado a la memoria de los caídos en el campo de batalla).

No era necesario realizar misiones kamikaze para ser honrado en el altar de Yasakuni, puesto que todo hombre caído en combate, cualquiera que sea su grado o su procedencia, es honrado en este altar.  Nunca nos movió una idea semejante.  La verdadera razón que nos impulsaba a utilizar este tipo de ataques consistía en la enorme diferencia existente entre el potencial productivo de ambos países y en la carencia de métodos de combate alternativos.  Así fue cómo llegamos a la conclusión de que el mejor método que podíamos adoptar era el de matar miles de hombres con un solo hombre y hundir un buque de guerra con un solo avión.

¿Se celebraba alguna clase de ceremonia antes de cada misión especial? ¿Recibíais instrucciones del almirante? ¿Escribíais a casa o hacíais testamento? 

      En el sector de Filipinas, al principio, se celebraba un brindis con el almirante.  Pero pronto esto resultó imposible, pues a causa de la difícil situación bélica y del gran número de acciones a realizar ya no quedaba tiempo para ninguna ceremonia.  Algunos de nosotros escribíamos a casa y hacíamos testamento; pero lo hacíamos una sola vez, cuando se solicitaba ser enrolados, y no antes de partir para la misión kamikaze.

 

josmar

08-11-2007

Magnifica recopilación de relatos, la realizada por Zhukov, y buen comienzo de los de Cesar.

Bravo por los dos. <<37

Stauffenberg

08-11-2007

Muy bueno César,  <<18

Zhukov

08-11-2007

Muy bueno Caesar,excelente relato,mis felicitaciones. <<37

Armia Krajowa

08-11-2007

No tendreis por ahi el relato de un tipo de la RAF que sobrevivió a una caida de 10.000 pies (3300m) por caer sobre la nieve? :D solo se torció un tobillo.

Los alemanes pensaron que era un espía... pero al interrogarlo y descubrir que no (hallaron los restos de su avión derribado en la dirección que el indicó)

Fué un héroe de guerra, incluso le fué dada una carta firmada por los jefes de su campo de concentración para prisioneros de Guerra, con el fin de atestiguar que lo que pasó era cierto.

:) a ver si encuentro el Audio del programa en el que escuché la historia.

Stauffenberg

08-11-2007

Cierto Armia, lo leí hace tiempo en un número atrasado del Reader´s Digest

Descubrieron que era cierto, pues entre los restos del avión encontraron los restos de su paracaídas, las hebillas y partes metálicas...

Armia Krajowa

08-11-2007

Encontré la información :)

Se trataba del sargento de aviación Nicholas Alkemade

«Mi estómago pareció desprenderse de mi cuerpo -dijo- Sabía que iba a morir. Me dije: "Se acabó".» Pero decidió que no iba a morir quemado. «Es mejor una muerte rápida y limpia que asarse.» Nicholas Alkemade iba a saltar. Se arrancó la máscara de oxígeno que estaba ya semiderretida y se las arregló para mover la torreta de modo que el hueco quedara nuevamente hacia atrás. Y después se arrojó al espacio.

Nicholas Alkemade sobrevivió a su decimotercera misión de bombardeo. Y siguió viviendo una vida llena de sorpresas. Después de la guerra trabajó en una fábrica de productos químicos en Loughborough. Una vez, una viga de acero de 100 kg de peso cayó sobre él. Lo sacaron creyéndolo muerto, pero sólo sufrió una herida superficial en la cabeza. En otra ocasión quedó empapado de ácido sulfúrico. Sufrió una descarga eléctrica que le arrojó a un hoyo donde respiró gases de cloro durante un cuarto de hora, y también vivió para contarlo.

Fuente: http://www.canalmenorca.com/foros/viewtopic.php?p=6573&amp;sid=de2fb301e091f5cb53c28d899268798b

Un tio con suerte ....

Caesar

08-11-2007

Su aseguradora estaría bien feliz <<12

Caesar

08-11-2007

Tengo un librito por aquí de relatos muy bueno,lo malo que son cortitos,....

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