La otra Kriegsmarine

Deleted member

14-03-2008

Cuando uno lee en los libros de historia la actuación de la Armada Alemana en la Segunda Guerra Mundial, normalmente uno lee sobre aquellos grandes barcos de superficie, sobre los míticos cruceros auxiliares (los corsarios) y de los submarinos (los U-boote), pero la Armada mostró más que eso.

Existieron los destructores, los barreminas, los torpederos,lanchas rápidas (S-boot), lanchas costeras (R-boot), los mercantes, los forzadores de bloqueo, y una infinidad de pequeñas embarcaciones, además de tropas de la Armada que actuaron como fuerzas de tierra, especialmente al final de la guerra. A los que muchas veces la literatura deja un poco de lado.

Quiero abrir este tema para tratar las historias de dichas unidades, esperando la colaboración de los participantes del foro, para tratar este tema lo mejor posible.

Para empezar abriré fuego yo, y como me gusta ir contra la corriente, empezaré por el final.

La Ultima Batalla Naval :

Después de las 5 de la tarde del 9 de mayo de 1945, el convoy que había evacuado los puertos de Báltico ya había dejado atrás la isla de Bornholm. En esos instantes el vigía del Rugat, buque principal de la Novena División de Salvamento, en el que viajaban 1.300 pasajeros, además de su tripulación, informa que se acercan embarcaciones rápidas por la popa.

Mayo de 1945, la Armada Alemana rescata los refugiados del báltico.

Al ver más de cerca las embarcaciones suenan las alarmas del buque, eran torpederos rusos.

Los torpederos pasaron a unos centenares de yardas del Rugat, y dispararon una ráfaga de ametralladora. Para los alemanes quedó claro cuál era la orden de los rusos. El Rugat detuvo sus máquinas, mientras dos barreminas cercanos emprendían la huida. Una batalla era inútil, ya que casi todas las embarcaciones habían inutilizado sus cañones, en cuanto entró en vigor la capitulación. En el Rugat sólo funcionaba un cañón de 8,8, todos los demás habían sido arrojados al agua.

Los soviéticos no persiguieron a los barreminas, y sólo se limitaron a hacer la señal internacional de detención al Rugat.

Del Rugat salió el siguiente mensaje telegráfico : A Novena División de Salvamento. Torpederos Rusos se acercan al costado. ¿Qué debo hacer? Rugat.

El almirante del Báltico Oriental, que también se encontraba en el mar, y que recibe el mensaje sabe que el armisticio no ha sido anulado y que el propósito de los rusos es impedir que los buques cargados de soldados, alcancen la zona occidental.

La respuesta no se hizo esperar : Continúe.

Mientras tanto uno de los torpederos se acercó al Rugat, mientras los otros dos tomaban posición para hacer lanzamiento de sus torpedos. El torpedero se puso al costado y los soldados rusos se esforzaron para arrojar un cable al barco alemán, per en él nadie les ayudó, más aún, los soldados de a bordo cargaron rifles y ametralladoras.

La situación en el barco alemán era desesperada, ya que se tenía claro que el Rugat era un viejo vapor de paseo, que no tenía compartimentos de estanco, por lo que bastaría un solo impacto para que se fuera a pique.

Un oficial soviético, que lucía muchas condecoraciones en el pecho, gritó a los ocupantes del puente del barco alemán : ¡Ustedes todos volver a Neksö! ¡De otra manera, van al otro mundo! Y señaló los torpedos y las otras armas que estaban en su lancha, listas para actuar.

En el puente del Rugat, el oficial de señales de la Novena División de Salvamento gritó al telegrafista, para que emitiera el siguiente mensaje : A la Novena División de Salvamento. Torpedero soviético al costado con torpedos listos. ¿Qué debemos hacer? Rugat.

Recibió la contestación al minuto : Continúe hacia punto indicado en las instrucciones. Siga informando situación. Comandante Novena División de Salvamento.

Toda la comunicación se llevaba acabo en un lenguaje claro y sin cifrar.

Los rusos se habían movido un poco hacia popa, convencidos de que los alemanes tomarían el nuevo curso que les habían indicado.  Al principio lo hicieron, pero en un momento dado tomaron súbitamente el rumbo anterior, a toda velocidad con ambas máquinas. Los pasajeros, llenos de entusiasmo, ayudaban a los fogoneros para alimentar las calderas.

¿Listo el cañón de 8.8?, preguntó el comandante. Estaba listo.

Los torpederos, quedaron muy rezagados por la sorpresiva de la maniobra. Los torpederos, se dirigieron nuevamente al Rugat por ambas bandas.

Los tripulantes del Rugat vieron claramente como las lanchas abrían fuego y sus torpedos caían al agua. Navegaron a gran velocidad y viraron tan violentamente que, al escorar sobre la banda de estribor, los pasajeros tuvieron que aferrarse a cualquier saliente para salvar sus vidas. Así fue como eludieron los dos primeros torpedos.

El telegrafista había estado mandando  su mensaje con toda rapidez mientras esto ocurría . Torpederos atacando con torpedos. ¿Puedo abrir fuego?

Antes de la respuesta, ya los rusos estaban disparando contra el Rugat sus armas de fuego rápido. Y entonces, por fin, el último cañón de 8,8 centímetros del buque alemán recibió autorización para abrir fuego. Por primera vez, muy próxima al torpedero ruso que abría la marcha, se levantó a gran altura una enorme columna de agua.

Eran las 8 PM, del 9 de mayo de 1945, casi un día entero después de la capitulación, cuando se inició esta última batalla naval. Pero sólo duró unos cuantos minutos. Con una de sus primeras descargas, los alemanes hicieron blanco directo en el primer torpedero, que desapareció en una nube de humo y vapor. Luego, de pronto, quedaron sólo dos lanchas enemigas que se retiraron al momento, disparando al alejarse. Dos torpedos más surcaron las aguas hacia el Rugat, pero la maniobra del buque alemán para eludirlas tuvo éxito. Y así fue como termino la batalla.

Cuando los barreminas volvían lentamente para unirse al Rugat, llegó un nuevo mensaje del Almirante del Báltico Oriental : Si los detienen los rusos, infórmenles que el barco se dirige al Oeste de conformidad con acuerdo entre Aliados Occidentales y el Supremo Mando Soviético.

Los oficiales del Rugat se miraron confundidos. ¿Acaso lo habrían creído?

Al medio día siguiente, el Rugat, con otras innumerables naves, ancló en la bahía, frente a Kiel.

Fuente : La Swástica en el Mar ( Cajus Bekker )

Fuente en línea : http://es.wikipedia.org/wiki/Gran_%C3%A9xodo_del_este

Espero que me ayuden, aportando información, para que este tema sea de interés para el foro.

Saludos desde Chile.

Deleted member

17-03-2008

Vamos con otras historias :

Las S-Boote en el Mediterráneo :

A fines de 1941, el Alto Mando de la Kriegsmarine, decide el traslado de las primeras lanchas rápidas  S-Boote (Schnellboote) al mediterráneo.

Desde mi punto de vista, hay tres historias que pueden resumir su accionar en el Mediterráneo.

Uno de los primeros modelos de S-Boot alemanas.

Primera :

La primera unidad en ser trasladada fue la 3ª Flotilla de S-Boote, bajo el mando del capitán de corbeta F. Kamnade y el teniente de navío Wuppermann como comandante del grupo, que había operado antes en el Canal de la Mancha. El viaje desde Alemania al Mediterráneo, a través de los canales franceses, se había llevado a cabo con gran secreto. Las lanchas se disfrazaron con falsas chimeneas y superestructuras, para darles la apariencia de remolcadores. En la Spezia las lanchas recuperaron su aspecto normal y se dirigieron a Sicilia, y con base en Augusta, aún llegaron a tiempo para participar en la acción contra Malta, los primeros meses de 1942.

Segunda :

En mayo de 1942, la flotilla de S-Boote, fue trasladada a la base de Derna, treinta y cinco millas al oeste de la guarnición británica de Tobruk, para patrullar las aguas de la costa norte-africana por donde le llegaban a Rommel los suministros destinados a preparar su gran ofensiva. En el mes siguiente, el 15 de junio, lograron su primer éxito en el Mediterráneo. Un gran convoy inglés fuertemente escoltado, salió de Alejandría para intentar llegar a Malta. El Eje tuvo la primera información de éste por los agentes italianos en Algeciras, y más tarde fue detectado por unidades de la Luftwaffe, basadas en Creta.

Se ordenó a Wuppermann que lo interceptara y atacara con cinco S-Boote. Su primer intento, antes de la medianoche del 14 de junio, fue rechazado por la escolta de destructores y cuando ya se habían agrupado sus fuerzas, había perdido contacto con el convoy. 

Este pudo ser el final de la historia, pero unas horas más tarde, el contraalmirante Vian, al mando del Convoy, se enteró que la flota italiana había salido de Tarento para interceptar el convoy, integrada entre otros por los cruceros Garibaldi, Aosta, Gorizia y Trento, inmediatamente seguidos por los acorazados Lottorio y Vittorio Veneto, con seis destructores, al mando del almirante Fioravannazo.

De esta forma, los buques británicos invirtieron el rumbo con la esperanza que los italianos les perdieran el rastro, dejando a los cruceros HMS Newcastle y HMS Birmingham, con cuatro destructores a la retaguardia del convoy para prevenir sorpresas.

Pero los sorprendidos fueron los británicos, ya que por puro azar, esta decisión los situó al convoy exactamente en la zona donde las S-Boote alemanas estaban buscándoles infructuosamente.

Una S-Boot (Schnellboot) en el mar.

Las S-Boote, acechaban entre las oscuras sombras de la noche, y poco antes de las 04:00, Wuppermann con la S-56, se encontró de repente en medio de un grupo de destructores y un crucero británico. Moviéndose muy despacio para no producir ruido alguno, torpedeó y averió seriamente al crucero de 9.000 toneladas HMS Newcastle, de la clase Southhampton, y otra lancha hizo lo mismo con un destructor HMS Hasty. El HMS Newcastle sufrió considerables daños, pero pudo continuar su navegación a 24 nudos, pero el HMS Hasty, tubo que ser abandonado y hundido más tarde por los británicos a causa de los daños sufridos.

HMS Newcastle.

Wuppermann se convirtió en el as de las S-Boot en el Mediterráneo, llegando a comandarlas.

Tercera :

A finales de agosto las unidades de la 1ª División de S-Boote (Flotillas 3ª y 7ª), al mando de Wuppermann, estaban dispersas por el Mediterráneo. Cinco S-Boote estaban en Cerdeña, seis reparándose en Tolón, dos no operativas en Grecia, dos unidades operativas en Tarento y dos más en camino hacia Pola para efectuar reparaciones.

En la fecha de la capitulación de Italia el 8 de septiembre de 1943, en Tarento se encontraban las lanchas S-54, al mando del capitán Schmidt y la S-61, al mando del suboficial Blömkert. Con la noticia del armisticio,  reciben la orden de abandonar el puerto, tan pronto como les fue posible, acompañadas del MFP-478 (Marinefährpram, también llamadas por algunos autores F-Boote), que era una lancha de desembarco, usada para transporte costero. Antes de hacer su retiro total, siguiendo instrucciones, minaron la rada con minas magnéticas, con el objeto de evitar el escape de las unidades navales italianas atracadas en el puerto y evitar el acceso a él de unidades aliadas.

MFP (Marinefährpram).

Posteriormente estas recibieron la orden de dirigirse a Venecia, debido que el Alto Mando Alemán temía una a una posible invasión de la ciudad por tropas americanas y británicas. El objetivo era llegar antes que los aliados, tomar la ciudad y rendir la guarnición italiana presente en ella, si es que era posible.

La rendición italiana, también cambió los planes de los aliados, los que llevan a cabo la operación improvisada llamada “Slapstick”, con el objeto de tomar la base naval de Tarento, y empezar un nuevo frente en Italia. Los barcos aliados que transportan a la 1ª División Aerotransportada Británica, más algunas unidades especiales, llegan a Tarento el 9 de septiembre. Las primeras unidades ya habían desembarcado a las 20:00 del 9 de septiembre, la Wehrmacht está totalmente ausente de la ciudad, y los italianos, después de su rendición de la víspera, acuden con a los ingleses con los brazos en alto. Pasada la medianoche, el 10 de septiembre, el crucero ligero minador HMS Abdiel, de 4.000 toneladas, choca con una de las minas dejada por las S-Boote alemanas, volcándose, y hundiéndose poco después, llevándose al fondo a parte de la tripulación y a elementos de la 1ª División Aerotransportada Británica, y a elementos de la fuerza especial del PPA (Popski´s Private Army-Ejército Privado de Popski). También un dragaminas británico chocó con otra mina y se hundió de inmediato.

HMS Abdiel.

Pero volvamos a nuestras S-Boote.

Los alemanes ponen rumbo al norte, pero debido a la escasa velocidad del MFP-478 (8 nudos), se decide su hundimiento, para así aumentar la velocidad de las dos lanchas. El capitán Schmidt, decide que el viaje se hará por el centro del Mar Adriático, debido al peligro que representaban los estrechos minados de la costa dalmática. A la altura de Ancona, los alemanes se encuentran con el viejo cañonero italiano “Aurora” de 935 toneladas, que tras un breve combate resulta hundido por las S-Boote, rescatando a 70 de sus tripulantes, abarrotando más aún las S-Boote, ya que en ella ya viajaban los tripulantes del MFP-478.

Posteriormente, se encontraron en la oscuridad el transporte italiano de 4572 toneladas “Leopardi” el cual había zarpado del puerto de Fiume, cargado con 700 soldados. El capitán del buque italiano, temiendo ser hundido por los alemanes rindió su nave, integrándose la misma a la “flotilla” alemana y continuando viaje hacia Venecia

En la tarde del 11 de septiembre, estando las naves a 30 millas de Venecia, apareció en el horizonte un buque de guerra, el torpedero italiano “Quintino Sella”, que había zarpado del puerto de Venecia donde estaba en reparación. El encuentro con las S-Boote alemanas resultó su perdición, la S-54 lo atacó con torpedos, los que la impactaron a la nave italiana, provocando que se hundiera en pocos minutos. Se rescataron a 80 supervivientes.

S-Boot (Schnellboot).

Estando en Venecia, Schmidt dejó a la S-61 junto con la nave apresada “Leopardi” en la entrada del puerto, y la S-54 empezó a usar un código de señales para confundir a las defensas del puerto. Las defensas del puerto abrieron las barreras, y los alemanes entraron. El capitán Schmidt junto con el capitán Winkler (comandante del MFP-478) y un contingente de 50 hombres fuertemente armado, se dirigieron hacia la plaza de San Marco en el centro de la ciudad. Tomaron contacto con el cónsul alemán en Venecia, y posteriormente a las pasado el mediodía del 12 de septiembre, entraron en el arsenal naval. Una vez allí se reunieron con los comandantes navales italianos, el vicealmirante Brenta, Jefe de las fuerzas navales del Adriático Norte, y el contralmirante Zanoni, jefe de la base naval, produciéndose la capitulación de la ciudad. Se entregaron a los 50 alemanes la guarnición de 10.000 hombres (aunque algunas fuentes indican 5.000), los que aseguraron la ciudad. Además de la ciudad, se rindieron las pequeñas naves italianas, el minador “Laurana” y el destructor “Sebenico”, que se encontraban en la rada.

Por esta acción el capitán Klaus-Degenhard Schmidt recibió la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro el 22 de diciembre de 1943.

Fuentes :

La Guerra Naval en el Mediterráneo (L. de la Sierra).

Lanchas Rápidas-“Los Bucaneros” (B. Cooper).

Schnellboot in Action (T. G. Connelly / D. L. Krakow).

S-Boote: German E-boats in Action 1939-1945. (J. P. Dallies).

Deutsche Seestreitkräfte 1939-1945. (E. Küstenvorfeld / M. Whitley).

Fuente en Línea :

http://www.club-ffl.net

http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_Knight's_Cross_recipients:_Sch

http://www.wlb-stuttgart.de/seekrieg/43-09.htm

http://www.deutsche-marinesoldaten.de

Saludos desde Chile.

Topp

18-03-2008

Muy buenas narraciones Juan Manoel, las S-Boote son las grandes olvidadas de la Kriegsmarine, eclipsadas por las grandes unidades de superficie y los UBoote.

Saludos.

Deleted member

18-03-2008

Así Estimado Amigo.

Un aspecto curioso que no mencioné fue que el recorrido que realizaron las S-Boote desde Alemania hasta el Mediterráneo a finales de 1941, desde el Canal de la Mancha, por el Sena hasta París, después por los canales franceses, a través del Ródano, hasta el Mediterráneo, había sido ocupado antes por los ingleses, exactamente el mismo trayecto, pero a la inversa, para trasladar la 1ª Flotilla de MTB (lanchas torpederas) desde Malta hasta Inglaterra, a fines de 1939.

Artillero de una S-Boot.

Saludos.

Topp

19-03-2008

Esa última foto es origen de encarnizados debates en todos los foros que conozco.

El motivo es que la ametralladora que luce al fondo es una Breda 20 mm/65 italiana y el marinero que aparece en la foto tiene un aire más latino que teutón. Es por lo que se dice que la foto es de una MAS italiana antes que una SBoot alemana.

Yo particularmente soy de los que pienso que en esa lancha se comía más Spagetti que Sauerkrautt.

Saludos.

Deleted member

19-03-2008

Esa última foto es origen de encarnizados debates en todos los foros que conozco. El motivo es que la ametralladora que luce al fondo es una Breda 20 mm/65 italiana y el marinero que aparece en la foto tiene un aire más latino que teutón. Es por lo que se dice que la foto es de una MAS italiana antes que una SBoot alemana. Yo particularmente soy de los que pienso que en esa lancha se comía más Spagetti que Sauerkrautt. Saludos.

En realidad de tantas veces que la he visto como “artillero de una S-Boot”, estaba totalmente convencido, que era así, además que mis conocimientos sobre armamentos son limitados...me he dejado llevar, por lo que puede ser que tengas razón, Estimado Topp.

Ahora te dejo otra historia que te hará pensar que no sólo las S-Boot son las grandes olvidadas de la Kriegsmarine, eclipsadas por las grandes unidades de superficie y los UBoote.

Desde mi punto de vista en la Segunda Guerra Mundial el concepto de “Unidades de Elite”, era bastante menos clara que la que se tiene hoy en día. Existían tropas de elite, que se consideraban de esa forma desde su concepción misma, quizás los paracaidistas, los comandos y las tropas de montaña podrían haber caído en esta concepción, con un entrenamiento tal desde sus inicios. Hubo otras que se les puede considerar de elite por los teatros de operaciones donde actuaron, y su adaptación a ellos, quizás acá entren tropas como los Chindits. Pero hubo otras que se les puede considerar de elite, por la visión que tenían de ellas sus enemigos.

Esta es la historia de una de ellas.

La Tercera Flotilla de Barreminas :

Si pensamos en la Marina de Guerra Alemana, indudablemente se incluye en ella a los submarinos y buques principales, los submarinos, así como también a los cruceros auxiliares, con todas las hazañas que realizaron, y a veces hasta los torpederos y cazatorpederos. Pero de una u otra forma siempre nos olvidamos de las pequeñas embarcaciones que prestaron servicio en las costas de Europa, como los minadores y los barreminas, las naves de escolta, los cazasubmarinos, los botes patrulla, las embarcaciones de defensa portuaria y las naves auxiliares de todas clases que, tripuladas por marineros alemanes, cumplieron numerosas misiones de vigilancia y protección como  parte de las defensas de Alemania. Muchas veces sus tripulaciones se hacían a la mar en verdaderas astillas, en cualquier cáscara de nuez,  en botes de servicio portuario que sólo podían montar un cañón de 20 mm.

Sin embargo, esos hombres fueron la masa, la Infantería de la Armada Alemana. Gracias a ellos fue posible que otros, cuyas proezas son más conocidas, se hicieran a la mar y volvieran a puerto. Su misión consistía en proteger a los convoyes y las costas, en patrullar por las noches y explorar durante el día las rutas marítimas para localizar las minas, y enfrentarse siempre a la creciente superioridad de la fuerza aérea enemiga. Fueron los hombres modestos de quienes casi nadie habla al referirse a la Marina Alemana; y, si embargo, pertenecieron a ella y tomaron parte en su lucha y en su derrota.

La siguiente historia representa un poco a todos estos hombres : La Tercera Flotilla de Barreminas.

La historia de esta unidad comenzó de forma extraña. En 1942, la “Tercera” fue enviada por carretera para enfrentarse al enemigo, que en este caso eran los rusos en el frente del Mar Negro. Los botes de 120 toneladas, montados en transportes gigantescos de sesenta y cuatro ruedas, rodaron lentamente hacia el sur por la “autobahn”, que partía de las márgenes del Elba, cerca de Magdenburgo. Cuando llegaron a orillas del Danubio, fueron botadas al agua para continuar río abajo impulsados por sus máquinas. Por la misma ruta (la única) al Mar Negro, siguieron después los torpederos, algunas S-Boote y E-Boote, las R-Boote, los lanchones ferry y hasta pequeños submarinos. Uno se puede dar una idea de lo que les esperaba, si se considera que la fuerza naval rusa en el Mar Negro comprendía varios cruceros, cazatorpederos y cañoneros, así como una gran cantidad de pequeñas embarcaciones cuya capacidad de lucha era aproximadamente igual a la de los alemanes, y, además varias flotillas de submarinos...

R-Boote (Räumboote-Lanchas Costeras) en operaciones de minado.

A pesar de ello, pronto se hizo evidente que los rusos no sabían aprovechar su superioridad de su flota del Mar Negro. Además, era todavía la época del avance alemán, y los Stukas pudieron bombardear repetidas veces los puertos rusos del Cáucaso, donde se encontraba la flota. Sólo los submarinos enemigos mostraban una creciente actividad.

La “Tercera” cumplió muchas misiones que le encomendaron, misiones que no se limitaban a barrer minas. No podía pedirse más al pequeño grupo de barquichuelos. La flotilla no sólo tuvo que proteger a los transportes y convoyes en el Mar Negro, si no que apoyó al ejército que luchaba en tierra y bombardeó las posiciones enemigas, como la “montaña de la muerte de Noworossisk”; cuando las municiones casi se habían agotado, aparecieron algunos barcos rusos de mayor tamaño, y la retirada fue la única salvación.

Pero hay ocasiones en que los barreminas tienen  que permanecer próximos al enemigo, aún cuando la capacidad de combate de éste sea diez veces mayor. En 1943, cuando los rusos comenzaron a ganar una superioridad decisiva en tierra, la misión de los pequeños barreminas consistió en apoyar la retirada de las tropas alemanas como mejor pudieron, de modo semejante a como antes apoyaron su avance.

En noviembre de 1943, el enemigo se consideró lo suficientemente fuerte para enviar miles de soldados a través del ancho Estrecho de Kerch, a Crimea, formando así la primera cabeza de puente en esa península que se encontraba todavía en manos alemanas. Su primer asalto tuvo éxito; pero los rusos no podían abrigar la esperanza de triunfar definitivamente a menos que, siendo maestros en la improvisación como lo eran, pudieran llevar a través del Estrecho, noche a noche y recurriendo a todos los medios flotantes de que disponían, refuerzos, víveres, armas, municiones y, sobre todo, agua fresca.

La “flota” alemana del Mar Negro, recibió la orden de poner fin al paso de los abastecimientos rusos por el Estrecho, de ahogar el torrente a toda costa, con la esperanza de que las debilitadas tropas de Crimea pudieran entonces expulsar a las fuerzas soviéticas de la cabeza de puente. El nombre de “flota” era demasiado rimbombante para designar las fuerzas que la marina tenía a su disposición : la flotilla de barreminas, unos cuantos torpederos y una flotilla de lanchones-ferry y de ferries tipo Siebel. Los rusos, por su parte, contaban con centenares de embarcaciones de todos tipos, incluyendo cañoneros pesados y cazatorpederos. Pero su actividad estaba restringida a dos factores. Por principio de cuentas, los alemanes bloquearon el estrecho sembrando campos de minas en tal forma que el canal libre de ellas era extremadamente angosto; y, en segundo lugar, se abrieron paso hasta quedar rodeados por los transportes rusos, de tal suerte que éstos difícilmente podían aprovechar el fuego superior de su artillería sin dañar a sus propios barcos.

Durante la noche del 7 de noviembre de 1943, los barreminas de la “Tercera” irrumpieron por primera vez dentro del Estrecho en su lucha cuerpo a cuerpo y pasaron la barrera de minas, abriéndose paso cautelosamente en la obscuridad. Si bien era cierto que los soviéticos mantenían un intenso tráfico de transporte por el Estrecho, harían contacto con él de un momento a otro.

¡Objeto a estribor!, informaron al mismo tiempo varios vigías.

¡Allí están!

Los barreminas se encontraban frente al enemigo. Los rusos habían botado al agua todo aquello que podía flotar. : ferries, pequeños buques de vapor, botes de motor, remolcadores y lanchones, barcazas, gabarras y hasta botes de remos, canoas y balsas improvisadas.

¡Enciendan los focos!, ordenó el comandante de la flotilla en cuanto se dio cuenta de la situación. ¡Cuiden que no los aborden!

Volvían otra vez los días de los piratas. Seguramente muchos marineros recordaron los cuadros de las grandes batallas navales del pasado, en las cuales las flotas enemigas se acercaban a corta distancia para disparar sus andanadas al casco enemigo. Los combatientes luchaban a tiro de pistola y el encuentro cuerpo a cuerpo se iluminaba fantasmagóricamente con las balas trazadoras, los focos, granadas y bengalas. La batalla fue muy enconada, pero los alemanes, con sus botes más rápidos y de maniobra más fácil, llevaron la mejor parte.

En la segunda noche, los cañoneros rusos esperaron al acecho, resueltos no sólo a mantener a raya al peligroso enemigo, sino que despedazarlo con el mayor alcance de sus cañones. Pero como éstos sólo podían apuntar por encima de la línea horizontal, les fue imposible disparar más abajo de las cubiertas enemigas. Aprovechando esta circunstancia, el comandante alemán, dio la orden de que sus botes se aproximaran lo más posible, a fin de navegar bajo la trayectoria de las granadas rusas.

Pronto se encontraron los cañones rusos al alcance de la mano, y la artillería rusa disparaba vanamente hacia el cielo. Por otra parte, los marineros alemanes, les tenían reservada una sorpresa : habían pedido algunos lanza cohetes, de los capturados a los rusos, al ejército, y dirigieron la puntería de esos “Stalinorgans” contra los buques soviéticos. Otros botes se precipitaron a toda velocidad hacia los cañoneros, viraron en el último momento y arrojaron sus cargas de profundidad bajo las proas del enemigo.

Poco después se inició la “lucha callejera” con otro ataque sobre la ruta soviética de abastecimientos, en el curso del cual la Tercera Flotilla de Barreminas inventó un sinfín de nuevos métodos de defensa contra las superiores fuerzas a que se enfrentaba, así como para cortar la corriente vital de abastecimientos destinada a la cabeza de puente rusa. Por ejemplo : navegaban tan próximos a los barcos enemigos, que, usando una pistola lanza amarras podían disparar un cable en uno de cuyos extremos habían asegurado un gancho de hierro, con el propósito de que éste se sujetara a cualquier punto del buque adversario; en el otro extremo se encontraba atada una carga explosiva que era atraída por el cable hacia el casco de la nave rusa. Esto sucedía si las cosas resultaban como se había planeado; pero en muchos casos no fue así.

Las pérdidas soviéticas fueron muy elevadas. Se dice que el Alto Mando Soviético ofreció una recompensa de cincuenta mil rublos por la captura del comandante de la flotilla alemana; pero éste supo burlarlos. Después de una cuantas noches, los botes de la “Tercera”, dominaron el Estrecho de Kerch. El 17 de noviembre, algunas unidades del ejército alemán atacaron y derrotaron a las fuerzas rusas en Crimea, debilitadas por la falta de los indispensables aprovisionamientos. La cabeza de puente fue destruida.

Flotilla de barreminas alemana en formación naval.

Sin embargo, el año siguiente, 1944, señaló el colapso del Frente Oriental alemán y el fin de las unidades navales en el Mar Negro. El frente de Crimea fue flanqueado desde el norte por las fuerzas abrumadoras del Ejército Rojo. En sus últimas misiones los barreminas de la “Tercera”, ayudaron a evacuar el cuerpo principal de las tropas alemanas en Sebastopol, llevándolo a las costas rumanas y búlgaras, de las que se alejaron los soldados tan rápido como pudieron. En estos últimos viajes se apiñaban a bordo de los barreminas hasta cuatrocientos cincuenta hombres, y las pequeñas embarcaciones navegaban tan abrumadas por aquella carga extraordinaria, que las cubiertas superiores estaban al nivel del agua.

Por fin sonó la última hora de la Tercera Flotilla de Barreminas. El 28 de agosto de 1944, los alemanes hundieron sus naves frente al puerto búlgaro de Varna, y ya en tierra se dejaron desarmar por los búlgaros. Sin embargo el comandante de la flotilla se había hecho de un documento firmado por un conocido general búlgaro y adornado por impresionantes sellos : “Por el presente se autoriza al oficial naval alemán capitán Klassmann y a los ochocientos hombres que lo acompañan para que pasen libremente y lleven una escolta hasta la frontera búlgara”.

Aquel documento surtiría efecto en los búlgaros, pero ¿qué decir de los rusos, de quienes se tenía antecedentes que ya habían tomado el centro de Sofía con tropas paracaidistas? Los marinos se acercaron cautelosamente a la capital búlgara. No se veía alma viviente en los patios del ferrocarril...¿sería posible apoderarse de un tren? Había vagones suficientes. Efectivamente, dos horas más tarde llegaron dos contramaestres a bordo de una locomotora; habían logrado persuadir a un ferroviario búlgaro, que conocía su manejo, para que llevara un tren hasta la frontera. Este viaje, que se convirtió más tarde, cuando el búlgaro echó a andar  la locomotora, en una precipitada huida desde el Mar Negro hasta las primeras posiciones alemanas en Yugoslavia, cruzando territorio ocupado por el enemigo, fue una de las hazañas más notables que haya llevado a cabo una unidad naval alemana en tiempo de guerra. Con su tren “blindado”, del que habían desprendido la locomotora, se precipitaron cuesta abajo hasta el primer pueblo yugoslavo después de la frontera, se apoderaron de la estación por sorpresa y  allí se equiparon para el resto del viaje.

Al paso de un tiempo fueron rodeados por un gran grupo de guerrilleros de Tito. Cuando el comandante guerrillero los conminó a rendirse, respondieron con la amenaza de bombardear la población y sus posiciones a menos que se les garantizara que pudieran retirarse si ser molestados; al mismo tiempo aparecieron de los costados de los carros abiertos las bocas de sus cañones (eran, en realidad, postes telegráficos metálicos), que giraban artísticamente sobre las espaldas de los marineros. En verdad sólo había dos pistolas entre los ochocientos hombres.

Por último consiguieron apoderarse de un transmisor radiotelegráfico y se comunicaron con las líneas alemanas. Se les respondió que una unidad motorizada saldría en su encuentro. Así fue como los tripulantes de la “Tercera”, después de una marcha de trescientas millas a través de los Balcanes, fueron recibidos por seis camiones militares llenos de soldados alemanes entre las escarpadas montañas y valles de Yugoslavia. Los soldados eran austríacos, y los saludaron con su marcada pronunciación :

Vaya, ¿quiénes son ustedes?

Los marineros no dudaron  para responder :

Rusos, ¿no lo ven?

Pues quien hubiera imaginado : la marina caminando a pie. Los austríacos sacudieron la cabeza. ¿No saben que es peligroso hacerlo en este país? Las montañas están llenas de guerrilleros. Abran bien los ojos. Nosotros cubriremos la retaguardia.

No volvieron a ver a aquel puñado de soldados, poco después cayeron en manos de los guerrilleros que avanzaban. Cuando los marineros se enteraron de esto en Nish, pasadas las líneas alemanas, aseguraron que habían salvado la vida gracias a unas canciones; Klassmann había ordenado a sus ochocientos hombres que entonaran cantos marciales y baladas marineras a todo pulmón para dar la impresión de que su grupo era muy numeroso.

En Nish los esperaba un mensaje radiotelegráfico del almirante Dönitz : Vuelvan a Alemania tan pronto como sea posible para reorganización Tercera Flotilla de Barreminas.

R-Boote.

Así lo hicieron. En cuanto estuvieron listos sus nuevos botes, aunque no estaban completamente armados, se les destinó a la evacuación de los refugiados del Báltico. Luego vino la capitulación, y, una vez más, el capitán Klassmann entró en contacto con los rusos.

Fue después de la guerra, en Swinemünde, a donde había llevado su flotilla para rendirla. Desde el principio sus negociaciones con los británicos, los rusos habían insistido en que querían la Tercera Flotilla de Barreminas a cualquier precio...con sus antiguas tripulaciones. Los marineros habían oído circular algunos rumores sobre estas negociaciones, y a pesar de que los ingleses aseguraron que por ningún motivo los entregarían a los rusos, las antiguas tripulaciones fueron substituidas subrepticiamente por otras.

Los rusos, naturalmente, se salieron con la suya, y la flotilla les fue entregada; pero sus tripulaciones se habían dispersado a los cuatro vientos. Sólo el comandante de la flotilla se mostró dispuesto a correr el riesgo e insistió en zarpar con sus barcos. En Swinemünde, viendo que estaba resuelto a ir a tierra, lo acompañó un policía militar británico para custodiarlo. Apenas había puesto un pie en el malecón se le aproximaron algunos oficiales rusos.

¿Dónde dejó a sus hombres, comandante?, le preguntaron. Seguramente estaban bien informados, pues mencionaron algunos nombres. Pero no se mostraban disgustados ni recelosos; por el contrario sonreían. Y haciendo un movimiento de cabeza para indicar al policía militar, continuó diciendo el que hablaba : No tema. La guerra se acabó...todo está perdonado y olvidado.

Entonces comprendió Klassmann cuales eran sus intensiones : quería que él y algunos otros fueran a Rusia como instructores.

Venga con sus hombres...no lo lamentará.

Se sabe que otros aceptaron estas ofertas porque sus familias vivían en la Zona Rusa, y también se sabe que fueron cumplidas las promesas que les hicieron : buena paga, buen alojamiento, ayuda para sus familiares que vivían en Alemania. Pero Klassmann se negó a ello. Los barcos de la “Tercera” zarparon hacia el este, como muchos otros buques de guerra alemanes, pero sin instructores. Al final se consumó su destino y pasaron a formar parte de la Armada Soviética.

Fuente :

La Swastica en el Mar (Cajus Bekker).

Saludos desde Chile.

Topp

19-03-2008

Bravo Juan, como he disfrutado.

Tanto que ya he encargado el libro de Cajus Bekker.

Saludos.

Deleted member

19-03-2008

Estimado Topp, te recomiendo tres libros de Cajus Bekker, o Cajus D. Bekker, este veterano de la Kriegsmarine de la Segunda Guerra Mundial, que no deben faltar en una buena biblioteca :

La Swastica en el Mar-Lucha y Muerte de la Armada Alemana.

Los Hombres Rana-Los K-Men.

Y algo muy raro viniendo de un marino :

La Luftwaffe-Cota de Ataque 4.000 (Angriffhöe 4.000).

El último es un excelente libro que trata muy bien, especialmente la primera etapa de la guerra.

Saludos.

Topp

19-03-2008

Ya conozco a Bekker, de él tengo lo siguiente:

  • ¡Atención Hombres K!

  • La Luftwaffe

Ya que me lo has recordado, he encargado

  • Lucha y Muerte de la Armada Alemana

  • La Última Odisea. Danzig 1945

Saludos.

Deleted member

19-03-2008

Buena elección, los libros de a continuación, de Bekker, no los dispongo, pero hace años un amigo me los prestó y los leí :

La última odisea. Danzig 1945. Trata sobre la evacuación alemana de los terrotorios del Este: Curlandia, Danzig, Gotenhafen...

Guerra en tinieblas Historia del radar alemán y de la guerra electrónica durante la II G M.

Saludos.

Topp

19-03-2008

Se que es salirse del motivo principal de este hilo, pero me has despertado el hambre de libros.

Ese último sobre el radar alemán parece tener buena pinta y creo que también lo voy a buscar.

Saludos.

Deleted member

20-03-2008

Yo siempre digo que las cosas hay que "estrujarlas" a más no poder.

Saludos.

Deleted member

24-03-2008

Acá dejo otras de C. Bekker.

La Invasión, Radares y Torpederos (parte 01) :

No había nada particular que informar aquel anochecer del 5 de junio de 1944. El clima se presentaba un tanto frío para aquella época del año, y los soldados de guardia en el Muro del Atlántico tiritaban ligeramente.

En el Cuartel General Naval del Grupo Occidental en París, se recibieron los mensajes de “sin novedad”, de las estaciones de radar, pues tampoco allí había sucedido nada, salvo los rutinarios bombardeos de la RAF, contra las estaciones, de los cuales sus operarios ya estaban habituados.

Desde hace varios meses, habían estado sucediendo; noche tras noche, a partir del mes de enero de ese año, la RAF, la RAF había atacado sistemáticamente las estaciones de radar.

Por esto, el oficial del radar en el Cuartel General del Estado Mayor en París, informaba : “Nada de interés”.

Desde hacía varios días, el Estado Mayor del Grupo Occidental, celebraba breves reuniones nocturnas, a las once y media de la noche. Había algo indefinido en el aire, algo que podía adivinarse y sentirse, pero que nadie podía precisar.

Se sabía en el Grupo Occidental que, que desde hace unas cuantas semanas, el enemigo había llevado a cabo intensas prácticas de invasión en la costa meridional de Inglaterra. Se habían efectuado a la luz de la luna, durante bajamar y en las primeras horas de la madrugada, lo que llevó a la conclusión de que la luz de la luna y la marea, las horas de pleamar y bajamar, determinarían el momento en que se iniciaría la invasión, y fue por ello que se calculó que el desembarco se verificaría entre el 2 y el 7 de junio; después de esos días, no se ofrecería otra ocasión favorable para los aliados hasta algunas semanas más tarde. Pero las tormentas y el mar picado hicieron muy improbable que la invasión se iniciara los primeros días de junio.

El almirante Francke, jefe del Grupo Occidental, aprovechó el tiempo para hacer una visita de inspección en el sur de Francia. Y todavía en la reunión que se celebró poco antes de la media noche del 5 de junio, se dijo tan sólo que probablemente se “cancelaría” también la invasión aquella noche.

“El viento tiene ya una fuerza de cinco a seis”, informó el meteorólogo a los asistentes, “y todavía puede aumentar a siete”. Recalcando además : “por eso considero que no hay peligro esta noche”.

“Estoy completamente de acuerdo con esta conclusión, a juzgar por las observaciones del radar”, agregó el oficial de servicio. Todas las instalaciones habían informado que trabajaban normalmente, incluyendo las que habían sido atacadas por la RAF. El aparato que se encuentra en Cap de la Hague, en la Península de Cherburgo, informa haber captado algunos ecos cerca de la Isla de Wight, pero.....

“¿Hay algún indicio de que no se trata de algún convoy costero ordinario?”, preguntó el jefe de Estado Mayor.

“No, señor, ninguno”, fue la respuesta.

Como tampoco se había recibido noticia alguna de que hubiera algún cambio en la situación, antes de la media noche se apagaron las luces de la gran manzana de casas de apartamentos que daban albergue al Estado Mayor Naval Alemán en Francia, cerca del bosque de Boulogne. Sólo quedaron dos oficiales encargados de la guardia nocturna.

Exactamente dos horas después, cuando faltaban diez minutos para las dos, comenzaron a sonar todos los teléfonos instalados en las cabeceras de las camas de los oficiales. Los receptores fueron levantados soñolientamente pero lo que siguió despertó de inmediato a todo el mundo.

“Le suplico que venga al momento a la cámara de mapas”. Era la conocida voz del oficial de operaciones del Estado Mayor, el capitán Wegener. “Creo que se ha iniciado la invasión”.

Estas palabras produjeron un efecto de choque eléctrico. Nunca se habían vestido tan apresuradamente los oficiales, y aunque la Marina había exigido siempre que sus hombres se presentaran correctamente uniformados, algunos de ellos corrieron hacia la cámara de mapas tal como se encontraban, incluso el jefe del Estado Mayor, almirante Hoffmann, que se detuvo frente al mapa cubierto por una bata. Ya había surgido el primer contratiempo : no funcionaba ninguna de las líneas telefónicas o teleimpresoras que unían París con la Península de Cherburgo. La Resistencia Francesa había cortado todos los cables exactamente cuando faltaba un cuarto para las dos.

Sin embargo, con anterioridad se habían hecho algunos preparativos para el caso que se presentara esta emergencia, y se establecieron cadenas de radio, gracias a las cuales, llegaron los primeros informes precisos de las instalaciones de radar, precisamente de las que se encontraban en las inmediaciones de la Península.

Los reportes eran bastante extraños.

“Multitud de ecos en el tubo de rayos catódicos”. Se daban con vacilación las distancias y los rumbos de estos ecos, como si fueran blancos normales.

“Extraordinaria interferencia en el aparato”, informó la unidad de radar de Cap Harfleur, “Gran número de ecos en la pantalla”. Y tras algún tiempo : “Nos hemos apartado de la interferencia del enemigo, sintonizando en otra frecuencia, pero continúan los ecos, multitud de ecos”.

En París se sabía ya que el gran número de ecos no se debía a la interferencia enemiga, sino que indicaba la presencia de la flota aliada de invasión que navegaba hacia la costa francesa. Nunca se había visto una flota de tan grandes dimensiones; eran tantos barcos que los técnicos que observaban los aparatos de radar pensaron, naturalmente, que se trataba de interferencias a gran escala. No carecían de experiencia, pero les era imposible sospechar que navegaba por el mar tal masa de blancos. Más lo cierto era que la flota aliada de invasión se aproximaba a la costa.

“Ha llegado la invasión, general”.

El oficial que escuchó estas palabras en el otro extremo de la línea, se negó a dar crédito a sus oídos. “¿Qué eran esas tonterías de que hablaba la Marina? ¿Esta Noche?”. Claro que no, los ingleses no eran tan estúpidos como para venir en una noche tan desfavorable. Su respuesta fue más que escéptica :

“¿Esta seguro de que su radar no le está jugando una mala pasada, viejo? Seguramente se trata de gaviotas o algo parecido”.

“Le suplico que considere mi informe como absolutamente digno de crédito”.

Eran ya las dos y media de la mañana. A los primeros informes precipitados habían seguido detalles más precisos. Se recibieron noticias de varios descensos de tropas paracaidistas, y desde ciertos puntos de la Península de Cherburgo se informó que habían aterrizado escuadrones completos de planeadores. Ahora se había hecho indudable que los buques aliados se dirigían a esa Península. Las unidades de radar, ya recuperadas de su primera sorpresa, informaban fielmente todo lo que revelaban sus pantallas sobre el tamaño y rumbo de la flota enemiga. Al mismo tiempo las instalaciones de radar eran sometidas a los terribles bombardeos de la RAF.

Pero en el Cuartel General del Comandante en Jefe del Grupo Occidental, así como en el de Hitler, nadie quería creer que se había iniciado la invasión, pues sospechaban que se trataba de un engaño. Es cierto que los Grupos del Ejército que ocupaban la costa recibieron órdenes de prepararse para entrar en acción, pero cuando se decidió a tomar medida defensivas más eficaces, se habían perdido ya muchas horas preciosas de obscuridad protectora.

Mientras esto sucedía, el almirante Francke, que se encontraba en esos momentos en Arcachon, fue informado de los acontecimientos por su jefe de Estado Mayor. Después de hacer algunas preguntas, ordenó que se despachara el mensaje : “Desembarcos en masa en el estuario del Sena”.

Esta era la señal para que se adoptaran las medidas previstas a fin de oponerse a la invasión.

Poco tiempo después, todo lo que tenía a su disposición todavía la Marina en esta costa, que era muy poco, abandonó el puerto para caer sobre el flanco de la armada enemiga, la concentración más grande de naves que el mundo haya conocido.

“No se atreverían a iniciar la invasión con este tiempo”, opinó el comandante del antiguo torpedero “Möwe”, sacudiendo la cabeza. Más en ese preciso instante apareció el oficial de guardia con un mensaje que acababa de recibirse por la radio : “Numerosas tropas paracaidistas y transportadas por aire aterrizaron cerca de Caen”. “Es una sensación extraña, ¿no le parece?”. Durante varios meses hemos estado esperando que comience la invasión, y ahora, cuando parece que ha llegado el momento, parece increíble.

Torpedero tipo T (en este caso el T-1, de 1935, más antiguo que el T-28 que era de 1939).

Continuará......

Deleted member

24-03-2008

La Invasión, Radares y Torpederos (parte 02) :

El “Möwe”, con otros dos torpederos, el T-28 y el “Jaguar”, navegaba a gran velocidad hacia los “blancos localizados en el Canal”, como decía la orden que los hizo salir apresuradamente de su base en Le Havre. ¿Qué clase de blancos serían aquellos? A juzgar por la multitud de mensajes que cruzaban el espacio, algunos de los cuales fueron captados por los torpederos, los aliados se habían hecho a la mar con toda la flota de invasión. Y, a pesar de ello, les parecía un sueño a los hombres que tripulaban los torpederos, quizá por la sencilla razón que les resultaba completamente imposible que los tres barquichuelos pudieran hacer algo contra toda la flota británica de combate que, se habría hecho a la mar también.

“Allí, mire allí”.

El grupo de torpederos comenzaba a alcanzar a una flotilla de patrulla que había zarpado de Le Havre antes que ellos y llevaba el mismo rumbo. La 18ª Flotilla de Patrulla, compuesta con todos los tipos imaginables de embarcaciones, navegaba lentamente en la mar gruesa.

“Aquel parece un remolcador del Rihn”, observó alguien a bordo del “Möwe”.

“¡Santo Dios, es un vapor de ruedas!”.

“Yo diría que es cosecha  1910. ¡La flota de invasión no podrá hacer frente a un remolcador!”. El que hablaba sacudió la cabeza; pero la risa que provocaron sus palabras alivió la tensión nerviosa de quienes lo escuchaban.

El alba apuntó en el Este y pronto el gris lechoso de las primeras horas de la mañana se extendió sobre el estuario del Sena, y comenzó a aclarar el día. De pronto el oficial torpedero del “Möwe”, que observaba a través del telémetro, distinguió algunas vagas siluetas a proa, apenas visibles en el horizonte occidental que todavía estaba cubierto por la oscuridad nocturna. Se frotó los ojos, como si aquel gesto pudiera ahuyentar la aparición; pero ésta persistió. Ya no podía caber duda : ante ellos, amenos de doce kilómetros a proa, se encontraba una inmensa flota, que sólo podía ser la aliada de invasión.

“Distancia”, 100, corrió la voz desde el telémetro. Todo el mundo se estremecía dominado por la expectación. Sólo diez kilómetros ahora....diez kilómetros entre los tres torpederos alemanes y los acorazados y cruceros británicos. Ya se distinguían claramente cinco de ellos, protegidos sus flancos por cazatorpederos que navegaban en zig-zag. Y toda esta fuerza, a su vez, protegiendo al cuerpo principal de la flota de invasión : los transportes de tropas y las lanchas de desembarco que se dirigían a la costa francesa. ¿Quién podría llegar al centro vital de esta armada? Parecía casi imposible, especialmente ahora que la luz aumentaba con cada minuto que transcurría.

El telémetro indicó una distancia de 085; solamente los separaban ocho kilómetros y medio del blanco más próximo, que ya había sido identificado como el acorazado británico “Warspite”. Seguramente habían descubierto a los barcos alemanes desde hacía mucho; más, a pesar de ello, continuaron a gran velocidad hacia el enemigo.

“Standen Z vor!”. Era la orden de ataque para los torpederos.

En el mismo momento, desde el T-28, el comandante de la flotilla de torpederos ordenó por el telégrafo de señales :

“¡Fuego!”

Esta orden se refería a los bombarderos, que por fin habían advertido la presencia de los alemanes y se acercaban para atacar. Fuero recibidos por una lluvia de metralla.

“¿Por qué no nos vuela en pedazos ese grandulón que viene a proa?, preguntó el oficial de artillería del “Möwe”.

“No pueden disparar sólo por reírse”, sugirió alguien con ironía.

Las granadas de 16 y 11 pulgadas harían pedazos a los torpederos al primer impacto; pero los ingleses seguían sin abrir fuego, como si no les inquietara un ataque alemán con torpedos. Lo único que sucedió, después de que los bombarderos se alejaron sin atacar, fue que otro avión intentó tender una cortina de humo sobre el grupo de torpederos, con el propósito de cegarlos. Unos cuantos segundos más tarde, el jefe de patrulla ordenó prepararse para disparar los torpedos.

“¡Listos para disparar una descarga de seis!”, gritó el suboficial de torpedos.

“¿Todo listo?”, preguntó el comandante.

“Todo listo, Señor. Sírvase tirar”.

Como los tubos de torpedos estaban en la manga de estribor, los botes tuvieron que virar a babor a toda velocidad. Todo dependía ahora del oficial de torpedos, quien tendría que disparar en la fracción de segundo en que el buque enemigo estuviera directamente en la mira; un instante después se habría perdido la oportunidad, pues el bote se habría alejado y el pez de acero no alcanzaría su objetivo.

Poco antes de que la cortina de humo los dejara ciegos, los seis torpedos del “Möwe” salieron de los tubos y corrieron directamente hacia el acorazado británico. Lo mismo sucedió con los otros botes, y dieciocho torpedos surcaron las aguas hacia la flota de invasión. ¿Habría dado blanco alguno de ellos? Fue imposible advertirlo desde las naves alemanas, pues en esos momentos cayó sobre ellos un huracán de metralla. Los tripulantes no podía ver ni oír, los ingleses habían abierto fuego con todos los cañones de que disponían. Se levantaron enormes de agua a proa, a ambas bandas y a popa, unas de color rojo o anaranjado, otras verdes o amarillas, cuyos diferentes colores tenían por objeto indicar a los oficiales enemigos que dirigían el fuego donde caían sus disparos.

A pesar de que a cada segundo que transcurría podía caer sobre ellos una granada, los torpederos comenzaron a tender una cortina de humo para cubrir a las unidades de la 18ª Flotilla de Patrulla, que se encontraba casi inerme bajo el intenso fuego enemigo, y sólo cuando hubieron cumplido su propósito comenzaron a retirarse zigzagueando desesperadamente. Parecía imposible que pudieran escapar de aquella salva de columnas de agua, pero consiguieron hacerlo. Por un momento pareció que el “Jaguar” había sido alcanzado; una granada de gran tamaño levantó bajo su proa una montaña de agua que cayó con terrible fuerza sobre el castillo de proa. Pero solamente se estremeció un poco y siguió su camino, zigzagueando más desesperadamente que nunca para eludir el próximo impacto.

Aunque los tripulantes no lo supieron hasta mucho después, este ataque de los torpederos sólo pudo hundir al destructor noruego “Svenner”.

Una cosa sí se hizo evidente en este primer ataque contra la flota de invasión : era imposible acercarse a su corazón,  es  decir,  a  las  lanchas  de  desembarco.  Sin  embargo  quizás  fuese  posible  por  la noche con las S-Boote, lo que al final fue imposible. Pero de todas maneras, también éstas fueron arrojadas despiadadamente a la lucha, por orden del Grupo Occidental, representando la única acción que podía tomar la Marina.

Desde hacía varios meses, la Armada consideraba indudable que el desembarco aliado se efectuaría en las inmediaciones del estuario del Sena, y todas las unidades que estaban en condiciones de luchar fueron concentradas en esa zona. Pero, ¿cuántas eran? Tres torpederos y dos S-Boote en Le Havre, dieciséis S-Boote en Cherburgo, siete más en Boulogne, siete en Scheveningen y Ostende. Se podía agregar, cuanto más cuatro cazatorpederos que se encontraban en el estuario de Gironde y tres torpederos en Brest. A esto se reducía la fuerza alemana de combate.

Los informes oficiales  muestran la magnitud de las fuerzas aliadas : 6 acorazados, 2 monitores, 22 cruceros y 119 cazatorpederos, 113 fragatas y corbetas, 495 embarcaciones costeras (80 botes patrulla y 360 lanchas torpederas y cañoneras, más 55 lanchas de otros tipos), y 25 flotillas de barreminas.

Hubiera sido un suicidio que los alemanes intentaran oponerse a ello, y algunos comandantes lo dijeron así abiertamente. Pero fue inútil; recibieron la orden : “Ataquen con torpedos a toda costa”. Y los alemanes se hicieron a la mar para disparar sus torpedos contra la flota de invasión, y pronto empezaron a escasear estos proyectiles en Le Havre, pues el sistema de aprovisionamiento no funcionaba eficazmente. En Cherburgo había suficientes torpedos, más parecía del todo imposible que pudieran atacar por la noche, ya que la flota de invasión estaba protegida a ambos flancos por una gruesa barrera de acorazados, cruceros y cazatorpederos. A pesar de ello, algunos S-Boote consiguieron horadarla y dispararon sus torpedos contra los mayores transportes de tropas; pero algunos de ellos se encontraron rodeados por los buques enemigos, y perdieron el camino de regreso. “Cierren los ojos y escapen por cualquier punto...”, fue la orden. Ya no volvieron a la base de Cherburgo, sino a Le Havre, lo que sirvió para agravar la escasez de torpedos.

Mas bien pronto no hubo ya necesidad de torpedos, pues antes de que pasara mucho tiempo cayó un golpe aniquilador sobre la “flotilla fantasma”, como llamaba la BBC a los atacantes de la flota británica.

A pesar de la temeridad de sus incursiones nocturnas, sus pérdidas fueron muy reducidas si se toma en consideración la tormenta de metralla que desataba el enemigo sobre ellos cada vez que aparecían. En esta lucha asesina perecieron dos cazatorpederos, un torpedero y varias S-Boote. Más tampoco sus éxitos fueron perceptibles entre la multitud de embarcaciones aliadas. Si toma en cuenta que el Día D zarparon hacia la costa francesa, 4.266 barcos y lanchas de desembarco, las bajas causadas por los alemanes fueron tan sólo un alfilerazo. En el transcurso de los seis primeros días, se hundieron 64 buques aliados y 106 sufrieron daños. De éstos, uno de los más recordados es el destructor noruego “Svenner”, hundido por los torpedos del “Möwe”. Es evidente que en la cifra anterior se incluyen a las bajas causadas por minas y ataques aéreos, y no únicamente las causadas por las acciones navales alemanas.

Pero aquellos alfilerazos irritaron al Alto Mando Británico, y se resolvió poner fin a la “flotilla fantasma” de una vez por todas. Al anochecer del 14 de junio de 1944, mientras los torpederos se preparaban para emprender un nuevo ataque nocturno, y mientras cesaban las actividades en el puerto de Le Havre, en espera de la noche, sonó la “alarma”. Los bimotores Mosquito lanzan por primera vez sus señalizadores con luz diurna, a través de una pesada defensa antiaérea. Todo sucedió con tal rapidez que los tripulantes, corriendo a los refugios antiaéreos de tierra firme, fueron sorprendidos por la primera lluvia de bombas. Esas bombas tipo “Tallboy” lanzadas por los “Lancaster de la RAF. Los cobertizos fueron alcanzados y el embarcadero quedó deshecho; las bombas caían en el agua y en los botes, y arrojaban al aire la mampostería, el polvo y las pesadas estructuras de hierro, abriendo enormes cráteres en el suelo. Y esta fue la primera oleada, el primer escuadrón. Cuando se retiró el último avión a las dos y media de la mañana, la ruina era completa. Los “Lancaster” habían sembrado la devastación entre los torpederos, entre las S-Boote, destruyendo muchos de sus abrigos de hormigón y rompiendo hasta el rompeolas del puerto.

De los tres torpederos, el “Jaguar” (torpedero modelo 1924) estaba desecho y se hundía lentamente.

El “Möwe” apenas permanecía a flote y ardía en llamas de proa a popa; escoró y tiró sus amarras, hasta que éstas se rompieron.

Sólo un puñado de espectadores presenció desde el deshecho muelle la última lucha del “Möwe”, este torpedero veterano de 1923 que, libre ya de sus últimas cadenas, puso quilla al aire y se hundió de proa silenciosamente.

Torpedero “Möwe”.

El T-28 (torpedero modelo 1939) había sufrido daños, pero era, con dificultades, recuperable. Este torpedero fue el único que sobrevivió al ataque del 15 de junio. Regresó a Alemania. Allí participó en apoyo a las unidades del Ejército Alemán en retirada en el Mar Báltico. Con la capitulación, fue entregado a Gran Bretaña después de la guerra. Más tarde a Francia y rebautizado como Lorraine (más tarde Le Lorrain). Fue dado de baja en mayo de 1955, y desguazado en 1959.

Eran las cinco y media de la mañana del 15 de junio de3 1944. Los aliados habían destruido, con un solo golpe de su Fuerza Aérea, casi todo lo que hasta entonces se había opuesto a su flota de invasión.

Al día siguiente, 15 de junio, se efectuó un ataque similar contra Boulogne y entre las dos incursiones se hundieron o averiaron unas 100 embarcaciones entre torpederos y S-Boote.

El peso de la defensa alemana en la zona occidental, recaería en el futuro sobre las S-Boote (las pocas que habían que habían sobrevivido a los ataques asesinos de Le Havre y Boulogne), algunos submarinos y unas cuantas “pequeñas unidades de combate” : torpedos tripulados por un solo hombre, botes explosivos y submarinos de bolsillo (recomiendo leer https://mundosgm.com/smf/index.php?topic=2963.0).

Fuente :

La Swastica en el Mar (C. Bekker).

Lanchas Rápidas-“Los Bucaneros” (B. Cooper).

Trataremos de continuar, ya estoy buscando otras historias. Saludos.

Fug

25-03-2008

Yo tambien soy amante de estas otras unidades, y me ecanta este articulo, ya que la informacion de la que dispongo no es excesiva.

Sobre el asunto de la S-boot, ya tambien pienso que no es, ya que no era tipico llevar este armamento tan a popa, tambien la lancha parece mas pequeña, aunque claro esta segun la foto, es mas un apreciacion personal

tengo un documental en VHS de las S-boot, bastante interesante, con muy buenas imagenes y entrevistas.  Tambien sale en una de estes como en un ataque a un convoy, se adentraron tanto, que se vieron bajo el fuego de un crucero pesado, el capitan se dirigio a toda maquina cerca de este para evitar ser destrozado, tanto, que choco contra el caso del crucero britanico, logrando escapar a toda maquina por la proa de este y despues entre otros buques del convoy, fue curioso como lo explicaba.  Esto fue como es normal, una accion nocturna.

Saludos.

Haz login o regístrate para participar