No pasa nada por pedir fuentes, pero la verdad es que no creo que eso ayude mucho en el debate. Esto es lo que cuenta Churchill en sus memorias:
El día 23 a medianoche llegaron órdenes de Brauchitsch, desde el mando supremo del ejército, confirmando que el Cuarto Ejército tenía que permanecer a las órdenes de Rundstedt para "el último acto" de la batalla de cerco. A la mañana siguiente Hitler fue a ver a Rundstedt, que le contó que sus unidades blindadas, que habían llegado tan lejos y tan rápido, habían perdido mucha fuerza y necesitaban un descanso para reorganizarse y recuperar el equilibrio para asestar el golpe definitivo a un enemigo que, según el diario de su estado mayor, luchaba "con una tenacidad extraordinaria". Asimismo, Rundstedt previó la posibilidad de que esta fuerza tan dispersa fuera atacada desde el norte y desde el sur; de hecho, se refiere al plan de Weygang que, de haber sido viable, era el contragolpe evidente de los aliados. Hitler estuvo "totalmente de acuerdo". También hizo hincapié en la imperiosa necesidad de conservar las fuerzas blindadas para operaciones posteriores. Sin embargo, a primera hora del día 25, Brauchitsch, como comandante en jefe, envió una nueva directriz que ordenaba continuar el avance de las fuerzas blindadas. Rundstedt, apoyado por el acuerdo oral con Hitler, no lo permitió y no transmitió la orden al comandante del Cuarto Ejército, Kluge, que recibió instrucciones de seguir dosificando las divisiones panzer. Kluge protestó por la demora, pero Rundstedt no las dejó salir el día siguiente, hasta el 26, aunque incluso entonces exigiendo que todavía no se atacara Dunkerque directamente.
Como se ve, Churchill culpa de todo a Rundstedt, incluso de mantener la parada hasta el día 26, aunque deja claro que Hitler estuvo siempre de acuerdo.
La versión de Lidell Hart ya la comentamos. Por añadir algo, esto es lo que contaba Blumentritt:
*Todo esto dio origen a que en las esferas superiores se sospechara que había algún motivo político detrás de las razones militares de Hitler. Blumentritt, que era jefe de operaciones de Rundstedt, relacionó esto con la sorprendente forma de hablar de Hitler cuando visitó su Cuartel General:
«Hitler estaba de muy buen humor; admitió que el curso de la campaña había sido un "claro milagro" y nos dio la impresión de que la guerra terminaría en seis semanas. Después deseaba hacer una paz razonable con Francia y luego quedaría el camino expedito para un acuerdo con Inglaterra.
A continuación nos sorprendió al hablar con admiración del Imperio británico, de la necesidad de su existencia, y de la civilización que Gran Bretaña había aportado al mundo. Observó con un encogimiento de hombros que la creación de ese Imperio se había alcanzado por medios que a menudo fueron duros, pero "donde hay carpinteros hay virutas". Comparó al Imperio británico con la Iglesia católica, diciendo que ambos eran elementos esenciales para la estabilidad del mundo. Dijo que todo lo que quería de Gran Bretaña era que reconociera la posición de Alemania en el Continente. La devolución a Alemania de las colonias perdidas sería deseable pero no esencial, y llegó hasta a ofrecer a Inglaterra apoyo militar si se viera envuelta en dificultades en cualquier parte. Advirtió que las colonias eran primordialmente una cuestión de prestigio, puesto que no podían sostenerse en tiempos de guerra y pocos alemanes podían establecerse en los trópicos.
Concluyó manifestando que aspiraba a hacer la paz con Gran Bretaña sobre una base de aceptación compatible con su honor.»*
Ves que hay opiniones muy generales sobre lo que quería para el futuro, pero ninguna referencia a cambios de planes o de estrategias. Aun así, Lidell Hart llega a la conclusión de que fue decisión personal de Hitler y por motivos políticos, y que causó sorpresa en las esferas militares.
Por último, en La guerra que había que ganar, de Murray y Millet:
Hasta ese momento de la campaña las unidades blindadas babían librado los combates más reñidos, además de sufrir las mayores pérdidas. El 23 de mayo, Kleist, comandante en jefe de los cuerpos blindados de Guderian y Reinhardt, comunicó que sus divisiones estaban agotadas y no podrían hacer frente a un contraataque fuerte del enemigo. Rundstedt estaba igualmente preocupado. En una conferencia con Hitler se mostró de acuerdo con que detuviera el avance de las divisiones blindadas del Grupo de Ejércitos A costa arriba y la infantería de Bock se encargase de destruir las fuerzas aliadas que estaban en la bolsa. Muchos comandantes alemanes también estaban preocupados porque la campaña había ido demasiado bien y su suerte forzosamente tenía que cambiar. ¿Había otro "milagro del Marne" esperando? Entonces era mejor poner los blindados a salvo y dejar que la infantería terminase la batalla. Además, Goering sugirió a Hitler que dejara la destrucción de las fuerzas aliadas a su Luftwaffe "nazi". Sólo Halder y Brauchitsch se opusieron a la orden de detener el avance.
La decisión fue de Hitler, pero consensuada y con poca oposición.
Ya ves que hay opiniones para todos los gustos. Puedes elegir la que más te guste.