EL REGRESO OBLIGADO DE LOS PRISIONEROS SOVIÉTICOS A LA URSS
Si tener relaciones con los extranjeros o haber llegado a la URSS desde el extranjero, era sospechoso a ojos del régimen, ser prisionero durante 4 años fuera del territorio nacional convertía al militar ruso encarcelado por los alemanes en un traidor que merecía ser castigado. El decreto número 270 de 1942 que modificaba el Código Penal, artículo 193, declaraba que un prisionero capturado por el enemigo es ipso facto un traidor. No se tenían en cuenta las circunstancias en las que en el caso de los rusos fueron espantosas (según la Weltanschaung nazi, los eslavos, también seres inferiores, estaban destinados a desaparecer), ya que, de 5.700.000 prisioneros de guerra, 3.300.000 murieron de hambre y por malos tratos.
Así pues, en respuesta a la petición de los aliados, molestos por la presencia de soldados rusos en la Wehrmacht, Stalin decidió obtener de sus aliados la repatriación de todos los rusos que se encontraban en la zona occidental. No tuvo ningún problema en conseguirlo. Desde finales de octubre de 1944 hasta enero de 1945 fueron devueltos a la URSS sin su consentimiento más de 332.000 prisioneros (de los que 1179 procedían de San Francisco). Los diplomáticos británicos y americanos no solo abordaron el asunto fríamente, sino incluso con cierto cinismo, pues sabían, como Anthony Eden, que habría que emplear la fuerza para "tratar" la cuestión.
Durante las negociaciones de Yalta (5/12-febrero-1945), soviéticos, ingleses y americanos concluyeron sus acuerdos secretos, que incluían tanto a los soldados como a los civiles desplazados. Churchill y Eden aceptaban que Stalin decidiera el destino de los prisioneros que habían combatido en las filas del ejército ruso de liberación (ROA) dirigido por el general Vlassov, como si estos pudieran beneficiarse así de un juicio justo garantizado.
Stalin sabía perfectamente que una parte de estos soldados soviéticos habían sido hechos prisioneros sobre todo por la desorganización del Ejército Rojo, del que él era máximo responsable, y por su propia incapacidad y la de sus generales. También es cierto que muchos de los soldados no tenían ningún deseo de luchar a favor de un régimen que consideraban odioso y que, utilizando la expresión de Lenin, "habían votado con los pies".
Aún no había pasado una semana de la firma de los acuerdos de Yalta, cuando unos transportes abandonaban las islas británicas en dirección a la URSS. En 2 meses, desde mayo hasta julio de 1945, fueron "repatriadas", desde las zonas occidentales de ocupación, más de 1.100.000 de personas, consideradas por Moscú como soviéticas (incluidos los bálticos anexionados en 1940 y los ucranianos). A finales de agosto habían sido entregados más de 2.000.000 de "rusos". Estos actos se realizaron a veces en condiciones atroces: los suicidios individuales o colectivos (familias enteras) fueron frecuentes, al igual que las mutilaciones. Durante su entrega a las autoridades soviéticas, los prisioneros intentaron en vano oponer una resistencia pasiva, pero los angloamericanos no dudaron en recurrir a la fuerza para satisfacer las exigencias soviéticas. A su llegada, los repatriados eran controlados por la policía política. El mismo día de la llegada del buque "Almanzora" a Odessa, el 18-abril, se realizaron una serie de ejecuciones sumarias. La escena se repitió cuando llegó el "Empire Pride".
Los occidentales temían que la URSS tomara como rehenes a los prisioneros ingleses, americanos o franceses y les hiciera chantaje con ellos. Se trataba de una actitud muy significativa de su estado de ánimo frente a las exigencias de los soviéticos que, de ese modo, impusieron la repatriación de todas las personas rusas o de origen ruso, incluidos los emigrantes posteriores a la Revolución de 1917. Al aceptar esta política, los occidentales ni siquiera lograron conseguir el regreso de sus propios ciudadanos procedentes de la URSS. Por el contrario, permitió a la URSS enviar a gran número de funcionarios en búsqueda de los recalcitrantes y actuar despreciando las leyes de las naciones aliadas.
El gobierno militar que controlaba la zona francesa de Alemania afirmaba en su boletín que el 1-octubre-45, 101.000 "desplazados" habían sido devueltos al lado soviético. En la misma Francia, las autoridades francesas aceptaron la creación de 70 campos de reagrupamiento, que se beneficiaban la mayor parte de las veces de una extraña extraterritorialidad, como el de Beauregard, en las afueras de París, sobre los que renunciaron a ejercer cualquier tipo de control, otorgando a los agentes soviéticos del NKVD que operaban en Francia una impunidad en contradicción con su soberanía nacional. Los soviéticos, por su parte, tenían muy meditado el conjunto de estas operaciones, ya que desde setiembre-44 habían comenzado a realizarlas con la ayuda de la propaganda comunista. La Dirección de la Seguridad del territorio no cerraría el campo de Beauregard hasta noviembre-47 a consecuencia del secuestro de niños separados de sus padres. Roger Wybot, que dirigió la operación de cierre de este campo, señala:
"En realidad, según las informaciones que he podido obtener, este campo de tránsito se parecía más a un campo de secuestros".
Las protestas contra esta política fueron tan tardías y tan escasas, que merece la pena señalar la aparecida en el verano-47 en la revista socialista "Masses":
"Se entiende que el Gengis Khan en el poder cierre herméticamente las fronteras para retener a sus esclavos. Pero que obtenga el derecho de extraditarlos de los territorios extranjeros, sobrepasa incluso nuestra depravada moral de posguerrs. (...) ¿En nombre de qué derecho moral o político se puede obligar a una persona a vivir en un país donde se le someterá a la esclavitud corporal y moral? ¿Qué agradecimiento espera recibir el mundo por parte de Stalin por haberse quedado mudo ante los gritos de los ciudadanos rusos que prefieren suicidarse antes que entrar en su país?".
Los redactores de esta revista denunciaban expulsiones aún más recientes:
"Animados por la indiferencia criminal de las masas ante la violación del más mínimo derecho de asilo, las autoridades militares inglesas en Italia acaban de cometer un crimen incalificable: el 8-mayo-45 se llevaron del campo número 7 de Ruccione a 175 rusos para enviarlos supuestamente a Escocia, y del campo número 6 a 10 personas (en este campo había familias enteras). Cuando estas 185 personas ya estaban lejos de los campos, les quitaron todos los objetos que les pudieran servir para suicidarse y les dijeron que en realidad no iban a Escocia sino a Rusia. A pesar de todo algunos consiguieron suicidarse. Ese mismo día, también se llevaron a 80 personas (todas caucasianas) del campo de Pisa. Todos estos desgraciados fueron extraditados a la zona rusa de Austria en vagones vigilados por tropas inglesas. Algunos intentaron huir y fueron asesinados por sus guardianes...".
Los prisioneros repatriados fueron internados en campos especiales llamados de "filtro y control" (creados a finales de 1941), que no se diferenciaban en nada de los campos de trabajo y que pasaron a formar parte del Gulag en enero-46. En 1945 habían pasado por ellos 214.000 prisioneros. La mayoría de ellos fueron condenados a 6 años de campo, según el artículo 58-1-b. Entre ellos se encontraban los antiguos miembros del ROA (ejército de liberación ruso) que habían participado en la liberación de Praga combatiendo contra los miembros de las SS.-